Argelia intenta reabrirse al mundo tras sofocar las protestas internas del Hirak
La celebraci¨®n de la cumbre de la Liga ?rabe marca un giro tres a?os despu¨¦s del estallido del movimiento que depuso a Buteflika
Despu¨¦s de tres a?os de ruptura con el reciente pasado pol¨ªtico tan solo aplacada por la covid-19, Argelia ha tratado de reemerger en la escena internacional como anfitri¨®n de la cumbre de la Liga ?rabe, la primera celebrada tras la pandemia. La revoluci¨®n del Hirak, el masivo movimiento de protestas que forz¨® la ca¨ªda del presidente Abdelaziz Buteflika en 2019 cuando trataba de perpetuarse en el cargo y prolongar sus dos d¨¦cadas en el poder, ya es historia.
El triunfalismo de la prensa argelina contrasta con los resultados efectivos del c¨®nclave regional de los pasados d¨ªas 1 y 2, y con la limitada asistencia de jefes de Estado y de Gobierno a un foro que no ha podido ocultar las brechas abiertas entre sus miembros. Desde la presidencia de turno, Argelia ha hecho equilibrios diplom¨¢ticos ante la presencia de Marruecos, con el que rompi¨® relaciones hace m¨¢s de un a?o. Si bien el rey Mohamed VI declin¨® finalmente la invitaci¨®n, su ministro de Exteriores, Naser Burita, s¨ª acudi¨® a Argel, donde hizo llegar una propuesta del monarca al presidente argelino, Abdelmayid Teb¨²n, para entablar un di¨¢logo directo en Marruecos.
¡°Una reuni¨®n de todos los Estados ¨¢rabes es, en s¨ª misma, una se?al de buena voluntad¡±, matiza el escritor marroqu¨ª Tahar Ben Jelloun. ¡°Pero antes de encontrarse, hubiera sido necesario solucionar los problemas dejados en suspenso entre vecinos¡±, ha aclarado el novelista en un art¨ªculo publicado en el portal digital Le 360.
Observadores en Argel destacan que la presidencia de Teb¨²n ha devuelto protagonismo al pa¨ªs magreb¨ª. Argelia trata de resituarse ¡ªcomo ocurri¨® con la visita en agosto pasado del presidente franc¨¦s, Emmanuel Macron¡ª tras la ausencia de proyecci¨®n exterior al m¨¢ximo nivel en los ¨²ltimos a?os de mandato de Buteflika, gravemente enfermo. El acceso facilitado a la prensa internacional es visto, adem¨¢s, como gesto de apertura en pa¨ªs habitualmente estanco a los medios extranjeros.
El analista pol¨ªtico argelino Tarek Hafid considera que despu¨¦s de m¨¢s de una d¨¦cada de desavenencias y desencuentros entre Rabat y Argel, y tras la ruptura de relaciones agravada por la disputa sobre el S¨¢hara Occidental, ¡°no se dan las condiciones para un acercamiento entre ambos pa¨ªses, que van a tener que esperar todav¨ªa alg¨²n tiempo¡±.
Un art¨ªculo editorial de la agencia oficial de noticias APS publicado tras la conclusi¨®n de la cumbre calificaba la ¡°supuesta invitaci¨®n¡± al presidente argelino de ¡°invenci¨®n¡± del ministro de Exteriores marroqu¨ª. ¡°No es m¨¢s que una torpe justificaci¨®n de la evasi¨®n de ¨²ltima hora del rey¡±, apostill¨® la APS en clave de diatriba en medio del silencio oficial, por ahora, de la diplomacia argelina.
Adem¨¢s del respaldo formal expresado a la causa palestina, sin condenar expresamente a Israel para no perturbar las relaciones con el Estado jud¨ªo de 6 de sus 22 pa¨ªses miembros, la Liga ?rabe ha abordado en Argel cuestiones urgentes, como la seguridad alimentaria a causa de la guerra en Argelia, o estrat¨¦gicas, como el embri¨®n de una Uni¨®n Aduanera.
¡°La Liga ?rabe es bastante representativa de los Estados, pero muy poco de sus sociedades, que han cambiado mucho¡±, examina la cumbre Abdelaziz Rahabi, exministro de Cultura y exembajador de Argelia en Espa?a. ¡°Los ciudadanos se han convertido en actores pol¨ªticos a trav¨¦s de las redes sociales¡±, apunta Rahabi, de 68 a?os, considerado como eventual puente entre el sistema en el poder, heredero de la era de partido ¨²nico, y la sociedad civil de Argelia. ¡°La Liga ?rabe va con retraso, no representa a la sociedad en cuestiones de fondo como los derechos humanos o la libertad de expresi¨®n¡±, puntualiza.
El Hirak, el movimiento pac¨ªfico, espont¨¢neo e interclasista argelino, se vio frenado por los confinamientos de la pandemia. Aunque tampoco supo convertirse en alternativa pol¨ªtica. El propio Rahabi intent¨® liderar una iniciativa que aglutinara sus corrientes, tanto la opositora de tradici¨®n parlamentaria como los grupos surgidos de la calle. Con excepci¨®n del Movimiento de la Sociedad por la Paz (MSP, islamista), la oposici¨®n boicote¨® las legislativas de 2021 y dio la espada al Parlamento.
En el centro colonial hist¨®rico de Argel, de renovado blancor tras a?os de abandono, los ciudadanos celebraban con marchas festivas el pasado d¨ªa 1 el 68? aniversario del inicio de la guerra de liberaci¨®n frente al poder de la metr¨®poli francesa. El acontecimiento aglutina cada a?o a casi todos los argelinos, pese a sus diferencias, como referente identitario.
La tensi¨®n social previa al estallido del Hirak, con el barril de petr¨®leo entonces por debajo de los 30 d¨®lares, ya no se observa mientras el barril de crudo se acerca a los 100 d¨®lares. Los ingresos estatales por hidrocarburos experimentar¨¢n este a?o un incremento del 45 % respecto a 2021, seg¨²n ha anunciado el ministro argelino de Energ¨ªa y Minas, Mohamed Arkab.
¡°Ahora no tenemos problemas de violencia pol¨ªtica, lo que necesitamos es controlar la riqueza p¨²blica. El Estado tiene muchos recursos y est¨¢ ganando mucho dinero, pero el pueblo no. Los ingresos del gas y el petr¨®leo han crecido, y tambi¨¦n los precios de la leche, de los cereales, de los medicamentos... Aqu¨ª lo importamos casi todo y no estamos viviendo precisamente un periodo de prosperidad¡±, replica el diplom¨¢tico retirado Rahabi.
¡°Argelia conoci¨® en 2019 una verdadera revoluci¨®n cultural que nos ofreci¨® la esperanza de lograr un pa¨ªs m¨¢s moderno y democr¨¢tico. Algo realmente ¨²nico en nuestra historia, pero esa esperanza se ha visto decepcionada¡±, argumenta el mismo exministro, quien pasa de expresarse en perfecto franc¨¦s a un fluido espa?ol tras haber ejercido como embajador en M¨¦xico y Madrid. Cree que el Gobierno tuvo que elegir entre acompa?ar al movimiento popular o quedarse en su sitio. ¡°Se privilegi¨® la estabilidad frente al cambio, por eso la Argelia de hoy no dista mucho de la de 2019¡å, lamenta.
En contraste, observadores extranjeros en Argel subrayan la lucha contra la corrupci¨®n emprendida despu¨¦s de las protestas del Hirak. Dos ex primeros ministros est¨¢n en la c¨¢rcel, junto con varios ministros y gobernadores. Incluso un expresidente de la todopoderosa Sonatrach, la empresa estatal de hidrocarburos, est¨¢ siendo juzgado. Y la sociedad civil, aunque no haya alcanzado una mayor apertura democr¨¢tica tras la movilizaci¨®n de 2019, es ahora pujante en ¨¢mbitos como la participaci¨®n de las mujeres o la protecci¨®n de los migrantes.
Demandas de la sociedad civil
¡°El techo de las demandas del Hirak era mucho m¨¢s elevado de lo que estaba dispuesto a ofrecer el poder¡±, considera Nured¨ªn Ben Brahem, presidente de la asociaci¨®n defensora de los derechos humanos Adwaa, en la sede de su organizaci¨®n en Argel. ¡°El Estado se ha consolidado mientras las demandas de cambio se han difuminado¡±, resume este representante de la sociedad civil argelina.
Su ONG trabaja ahora para atender a 900 refugiados y a 10.600 demandantes de asilo, en su mayor¨ªa subsaharianos, aunque tambi¨¦n acoge a sirios y palestinos, por encargo del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR). ¡°La inestabilidad pol¨ªtica, la inseguridad alimentaria y el cambio clim¨¢tico nos recuerdan cada d¨ªa las razones por las que las corrientes migratorias no van a dejar de existir a pesar de las fronteras¡±, argumenta Ben Brahem. ¡°Y Argelia no es solo un pa¨ªs de tr¨¢nsito¡±, advierte, ¡°pues son muchos los ¡®harraga¡¯ (candidatos a la inmigraci¨®n irregular) que buscan escapar del pa¨ªs en patera¡±.
El Hirak parece olvidado, como una gran oportunidad perdida que Argelia no supo aprovechar. M¨¢s de dos centenares de sus militantes y activistas permanecen a¨²n detenidos bajo la acusaci¨®n de pertenecer a organizaciones terroristas, seg¨²n ONG internacionales defensoras de los derechos humanos. Quienes han sido excarcelados prefieren guardar silencio.
¡°Hay menos corrupci¨®n ahora, es verdad. Pero en el plano pol¨ªtico estamos igual que en la ¨¦poca de Buteflika. No hay m¨¢s espacio de libertad de prensa, de expresi¨®n, de participaci¨®n de los partidos. Casi no hay vida pol¨ªtica en Argelia¡±, recapitula el exministro y diplom¨¢tico Rahabi. ¡°Hay una gran resistencia a las reformas dentro del Estado. La Administraci¨®n, que tiene un poder tremendo por todas las prerrogativas que acumul¨® bajo el mandato de Buteflika, es un aparato todav¨ªa muy potente¡±, resalta el dirigente pol¨ªtico, partidario de una tercera v¨ªa argelina.
Desde la pertenencia a la generaci¨®n nacida con la lucha por la independencia, Rahabi admite que Argelia ha vivido ¡°una larga historia de rupturas, algunas violentas¡±. Ahora defiende un proceso de cambio democr¨¢tico sin violencia, mediante el di¨¢logo entre las principales fuerzas pol¨ªticas y el Gobierno. Lo denomina ¡°entrar en la modernidad pol¨ªtica; en un pa¨ªs mucho m¨¢s abierto a las ideas del resto del mundo¡±. Una transici¨®n, en suma. ¡°Desgraciadamente¡±, apostilla, ¡°tres a?os despu¨¦s, hemos conseguido muy poco de lo que so?¨¢bamos en las protestas populares del Hirak¡±.
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