La ametralladora ucrania de Kipish gana la batalla al misil ruso
Los integrantes de un ret¨¦n militar desplegado por los alrededores de una central energ¨¦tica que abastece a la capital de Ucrania cuentan c¨®mo con los pocos medios de los que disponen derribaron uno de los proyectiles del Kremlin
Tras casi 10 meses de invasi¨®n rusa de Ucrania, el pueblo necesita alimentar su resistencia de peque?os h¨¦roes. Se aferra a ellos para seguir manteniendo la moral alta. Hay en una carretera que conduce hacia las afueras de Kiev un control militar donde un joven uniformado est¨¢ en el centro de las miradas del resto de sus compa?eros. A sus 25 a?os, Kipish, apodo ucranio que significa inquieto, posa orgulloso ante la c¨¢mara mientras sostiene una de las aletas del misil que asegura ¡ªtodos lo aseguran¡ª haber derribado con una metralleta.
Se trata de uno de los 76 que Rusia lanz¨® en la ma?ana del viernes, seg¨²n las autoridades de Kiev, que aseguraron haber derribado 60. Ha sido uno de los m¨¢s feroces bombardeos masivos contra diferentes regiones de Ucrania y este grupo de militares de la capital considera que tiene motivos para sacar pecho. Los colegas de armas de Kipish le rodean para que la instant¨¢nea en grupo perdure para la posteridad. Junto a ellos, como parte tambi¨¦n imprescindible de la escena, la ametralladora con la que afirman haber logrado la gesta.
Eran pasadas las nueve de la ma?ana cuando se sinti¨® un primer misil, se?ala Evgeni, de 50 a?os, uno de los responsables del puesto. Con las alertas activadas, los mandos del grupo ordenaron entonces ocupar posiciones de defensa. Pero m¨¢s all¨¢ de sus fusiles, no disponen de veh¨ªculos blindados ni de armas pesadas. Esa ametralladora, de calibre 7,62 mil¨ªmetros, es la mayor defensa. Se sostiene en medio de la nieve sobre una tabla rectangular de madera apoyada sobre unos tubos. Todo muy casero, lo que hace m¨¢s sorprendente todav¨ªa el relato.
Kipish naci¨® en Kiev y su experiencia militar se reduce a estos meses de ocupaci¨®n rusa. Se alist¨® de forma voluntaria en el cuerpo de Defensa Territorial y, una vez que este se integr¨® en el Ej¨¦rcito, sigue desplegado en la capital. Cuenta con cierto tono de normalidad que fueron sus superiores los que dieron la orden de apretar el gatillo al sentir un segundo misil sobre el cielo. ¡°Empec¨¦ a disparar con balas trazadoras y, tras dos segundos, cay¨®¡±, comenta sin aspavientos ni atisbo de ¨¦pica. Al ser preguntado si sinti¨® algo, responde que ¡°miedo¡± porque pens¨® que iba a explotar y la distancia no era muy grande. Pero no escucharon ninguna explosi¨®n. ¡°Estamos vivos¡±, aclara enfatizando lo evidente.
Fue entonces cuando algunos se acercaron al lugar en el que aterrizaron los restos. Un par de horas despu¨¦s, un grupo de artificieros pulula alrededor del misil, que yace partido en dos entre unos matorrales en un campo nevado a unos metros de la carretera que conduce a la central energ¨¦tica, que se levanta unos 300 metros m¨¢s all¨¢. Una militar de 39 a?os de nombre Vira, que significa fe en ucranio, como ella misma enfatiza, se agacha junto a los restos y se?ala lo que ella entiende que es la numeraci¨®n borrada del fuselaje para dificultar la trazabilidad del arma. Pese a la proximidad de la central, la neblina y la aguanieve apenas permiten ver la chimenea roja y blanca humeando. Kipish y el resto de militares est¨¢n de servicio en un punto que se ubica junto al populoso barrio de Troieshchina, en la margen izquierda de ese gigante de epidermis medio congelada que es estos d¨ªas el r¨ªo Dni¨¦per. Todo apunta a que el objetivo de ese misil eran las instalaciones energ¨¦ticas.
Pero ?es posible derribar un misil de crucero con esa ametralladora? Los propios uniformados no esconden que ha sido un peque?o milagro. De hecho, a diferencia de otras ocasiones, sienten cierta necesidad de acompa?ar su relato con la prueba y llevan a los reporteros al punto en el que cay¨® el misil. ¡°Eso pasa una vez entre un mill¨®n¡±, se?ala en un primer momento al ser preguntado por lo ocurrido Jes¨²s Manuel P¨¦rez Triana, analista espa?ol especializado en asuntos militares. Pero al ver las fotos de c¨®mo ha quedado el misil, sin apenas destrucci¨®n, no ve tan descabellada la haza?a que relatan los militares. Cree que el impacto de esa munici¨®n de 7,62 mil¨ªmetros puede dejar ¡°un agujero del tama?o de un dedo¡±. No es, por tanto, necesario que cause grandes desperfectos. Adem¨¢s, a?ade que esos misiles ¡°vuelan bajo y relativamente lento. Es factible darles con una ametralladora teniendo suerte¡±, concluye.
Rusia ¡°todav¨ªa tiene suficientes misiles para varios ataques de este calibre. Nosotros tenemos suficiente determinaci¨®n y confianza en nosotros mismos para devolver estos golpes¡±, advirti¨® el presidente Volod¨ªmir Zelenski en la noche del viernes. El mandatario felicit¨® a sus tropas, en especial a ¡°los cazas de la 96? brigada de misiles antia¨¦reos, que protegen la regi¨®n de Kiev y fueron especialmente efectivos¡±.
El joven militar protagonista de esta historia no se considera alguien especial. ¡°Mi familia me da fuerzas para luchar¡±, comenta en referencia a su madre, sus hermanos y sus hermanas. Kipish tiene novia, pero no hijos, aunque reconoce que no le ha podido contar nada todav¨ªa. ¡°La mejor recompensa es que todo esto acabe¡±, dice. Evgeni, el jefe, toma la palabra para destacar su forma de disparar y lo h¨¢bil que es al volante. ¡°Un h¨¦roe¡±, concluye.
En los alrededores de la central, los militares reconocen que andan m¨¢s sobrados de moral que de armas y municiones. La mayor¨ªa recibi¨® la invasi¨®n rusa sin experiencia. Es el caso de Basil, de 22 a?os, originario de Avdiivka, en la regi¨®n oriental de Donetsk. All¨ª jug¨® en los juveniles del equipo de f¨²tbol local, el Shakhtar, antes de instalarse en Kiev a trabajar como obrero. Junto a ¨¦l, uno m¨¢s veterano que, aunque hab¨ªa hecho la mili, antes de la guerra era conductor de trenes. Ambos se acercan sorprendidos a ver y palpar esa especie de Goliat que es el misil. Basil entrega su m¨®vil al reportero para que le haga una foto de recuerdo en el lugar.
Gera, uno de los responsables del grupo, agradece toda la ayuda que su pa¨ªs est¨¢ recibiendo desde el extranjero y asegura que en ning¨²n momento bajan la guardia porque el peligro es permanente. Prueba de ello, da a entender, es que el bombardeo del viernes por la ma?ana no les pill¨® desprevenidos. Pero no se cansa de repetir una y otra vez que necesitan m¨¢s armamento, pues lograr¨ªan mucho m¨¢s que esa victoria obtenida con la ametralladora que dispar¨® Kipish. ¡°Armas¡ y tabaco¡±, a?ade con una sonrisa.
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