La noticia lleg¨® pasadas las diez de la ma?ana. Joseph Ratzinger, el papa em¨¦rito Benedicto XVI, hab¨ªa muerto en su apartamento del convento de Mater Ecclesiae a las 9.34 (misma hora en la Espa?a peninsular). El mundo estaba prevenido del declive de su salud desde que el mi¨¦rcoles, durante la audiencia general, el papa Francisco alertase de que estaba gravemente enfermo. Su muerte pone fin a 10 a?os de in¨¦dita convivencia pontificia ¡ªRatzinger renunci¨® en 2013 dando pie a la elecci¨®n de Jorge Mario Bergoglio¡ª y abre ahora un escenario nuevo para el funeral del papa em¨¦rito, que se celebrar¨¢ el jueves, despu¨¦s de que su cuerpo haya sido expuesto entre el lunes y el mi¨¦rcoles en la bas¨ªlica de San Pedro.
La despedida ser¨¢ larga, pero no tanto como la de los papas que no tuvieron que convivir con su sucesor. Por la ma?ana, los fieles, los religiosos y los turistas y los curiosos habituales comenzaron a acercarse a la plaza de San Pedro. Algunos estaban visiblemente afectados. Era el caso de Mar¨ªa Jos¨¦ Ram¨ªrez, espa?ola, que sec¨¢ndose las l¨¢grimas de los ojos lo calificaba como ¡°el mejor papa de la historia¡±. ¡°Su gesto de renuncia jam¨¢s ser¨¢ superado¡±, opinaba. Otros, como una pareja de brasile?os ¡ªJo?o y Flavia¡ª, apenas lograban entender que el Papa sigue vivo y que el fallecido ocupaba la figura de em¨¦rito. ¡°Pero, ?entonces qui¨¦n ser¨¢ ahora su sucesor?, ?qui¨¦nes son los candidatos?, ?cu¨¢ndo saldr¨¢ la fumata blanca?¡±, se preguntaban. No habr¨¢ humo en ninguna chimenea, claro. De hecho, a esa hora su sucesor estaba ya prepar¨¢ndose para oficiar el Te Deum, la tradicional celebraci¨®n de v¨ªsperas de A?o Nuevo, en la propia bas¨ªlica.
Francisco, que mantuvo una buena relaci¨®n con Ratzinger durante estos casi 10 a?os de convivencia, se refiri¨® al ¡°querido¡± papa Benedicto XVI. ¡°Tan noble y tan gentil, sentimos en el coraz¨®n tanta gratitud hacia ¨¦l por todo el bien realizado y por su testimonio de fe y oraci¨®n. Solo Dios conoce el valor de sus sacrificios ofrecidos por el bien de la Iglesia¡±, se?al¨® Francisco el s¨¢bado. Las reacciones llegaron de todo el mundo. En Italia, los primeros en pronunciarse fueron el presidente de la Rep¨²blica, Sergio Mattarella, y la primera ministra, Giorgia Meloni, que le defini¨® como un ¡°gigante de la fe¡±. Incluso Giorgio Napolitano, expresidente de la Rep¨²blica, rompi¨® su largo silencio para elogiar la figura de Ratzinger.
Fuera de la bas¨ªlica se formaba ya la tradicional zona de prensa que se mantendr¨¢, en mayor o medida, hasta que el 5 de enero a las 9.30 Ratzinger sea enterrado dentro del templo, como ¨¦l ha dejado escrito. El rito ser¨¢ mucho m¨¢s corto que tradicionalmente, porque su muerte no abre un proceso pol¨ªtico con la elecci¨®n de un nuevo pont¨ªfice. La renuncia de Benedicto XVI en 2013 abri¨® una inc¨®gnita legal y lit¨²rgica que la Iglesia resolver¨¢ ahora de forma pr¨¢ctica. Durante los ¨²ltimos a?os ha habido un gran debate sobre si deb¨ªa regularse definitivamente para terminar con todas las dudas que genera.
Ratzinger convivi¨® discreta y silenciosamente con Francisco en los ¨²ltimos a?os. Hubo algunas tiranteces, pero siempre generadas por los entornos de ambos, que les usaron como banderas de los frentes tradicionalista y conservador. Pero Benedicto aguant¨® siempre en silencio. Tanto, que ni siquiera en los ¨²ltimos d¨ªas de su vida ha trascendido su estado real de salud. El pasado mi¨¦rcoles, seg¨²n se supo el s¨¢bado tras su muerte, ya recibi¨® la extremaunci¨®n. Pese a ello, el Vaticano asegur¨® al d¨ªa siguiente que se encontraba absolutamente l¨²cido e incluso pudo concelebrar una misa.
La sensaci¨®n generalizada, tambi¨¦n entre algunos de los fieles que se congregaron el s¨¢bado para comenzar a despedirle en San Pedro, es que Benedicto XVI, despu¨¦s de un convulso papado marcado por los esc¨¢ndalos de corrupci¨®n y de pederastia que no fue capaz de controlar en su entorno, fue un papa del que tiraron unos y otros por conveniencias partidistas. Algo que ha sucedido hasta el mismo d¨ªa de su muerte. ¡°No le han dejado en paz ni siquiera cuando se estaba muriendo¡±, lamentaba Gisella, una napolitana que hab¨ªa venido a pasar el A?o Nuevo a Roma. Su fallecimiento abrir¨¢ ahora un escenario completamente distinto en el papado de Francisco, ¨²nico e indiscutible Papa ya para todas las facciones que se enfrentan en la Iglesia.
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Naci¨® en Barcelona pero aprendi¨® el oficio en la secci¨®n de Madrid de EL PA?S. Pas¨® por Cultura y Reportajes, cubri¨® atentados islamistas en Francia y la cat¨¢strofe de Fukushima. Fue corresponsal siete a?os en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en Par¨ªs. Los martes firma una columna en Deportes