Los j¨®venes iran¨ªes dan la espalda a la Rep¨²blica Isl¨¢mica: ¡°No queremos a este r¨¦gimen que mata a gente en la calle por protestar¡±
La represi¨®n de las manifestaciones ahonda el abismo entre un sistema que mira al pasado y una poblaci¨®n cuya media de edad no llega a los 32 a?os

En Teher¨¢n hay quien dice que a Mahsa Amini, la joven de 22 a?os cuya muerte bajo custodia policial el 16 de septiembre desencaden¨® las protestas en Ir¨¢n, no la detuvo la polic¨ªa de la moralidad por llevar mal colocado el velo, como se ha dicho, sino que la arrestaron por vestir un pantal¨®n ajustado. Poco importa, visto el terrible destino que aguardaba a esta mujer y que las razones por las que esa polic¨ªa deten¨ªa a las iran¨ªes eran tan abundantes como absurdas: por dejar ver un poco de la pantorrilla; por lucir unos labios rojos o por calzar botas consideradas provocativas, entre otros muchos supuestos motivos. Una mujer en Ir¨¢n puede ser detenida hasta por cantarle en p¨²blico ¡°cumplea?os feliz¡± a un amigo. En este pa¨ªs es ilegal que una mujer entone una melod¨ªa ante un auditorio con hombres, algo que se considera puede excitarles sexualmente.
Tras el rastro de sangre de los alrededor de 500 muertos que, seg¨²n Iran Human Rights, ha provocado la represi¨®n de cinco meses de manifestaciones contra el r¨¦gimen, para muchos j¨®venes iran¨ªes ya no hay vuelta atr¨¢s. ¡°Nosotros gritamos ¡®mujer, vida y libertad¡¯ [el lema de las protestas] en la calle y vimos c¨®mo la polic¨ªa disparaba a la gente. Luego se llevaron a los heridos en ambulancia, pero esos heridos no llegaron nunca a los hospitales. Los llevaron directamente a la c¨¢rcel¡±, asegura en ingl¨¦s Shirin, el nombre falso de una de las cada vez m¨¢s numerosas iran¨ªes que se ha quitado el velo tras la muerte de Amini y que, este jueves, caminaba por la calle Kalantari de Teher¨¢n con su novio, Reza.
A sus 19 a?os, Shirin, estudiante de instituto, quiere ¡°una democracia¡±, dice. Luego rechaza con un moh¨ªn asqueado la pregunta sobre la Rep¨²blica Isl¨¢mica: ¡°No tenemos pan, no somos libres, la vida aqu¨ª es muy dif¨ªcil. Los j¨®venes no queremos a este r¨¦gimen que mata a personas por protestar en la calle. Ninguno de nuestros amigos lo quiere¡±, asegura mientras Reza asiente, antes de alejarse de la mano con ¨¦l.
Desde atr¨¢s, su melena es bien visible, serpentea hasta el final de su espalda. Y en Ir¨¢n, el no llevar velo no solo sigue siendo ilegal, sino que se considera un acto pol¨ªtico de desaf¨ªo a las autoridades. Mucho m¨¢s despu¨¦s de unas protestas que han convertido la lucha contra el hiyab obligatorio en el s¨ªmbolo del hast¨ªo de muchas iran¨ªes con unas leyes que las convierten ¡°en ciudadanas de segunda clase¡±, sostiene Zahra. Sentada en un banco del centro comercial Palladium, esta chica de 26 a?os se indigna porque ¡°los padres y maridos¡± pueden prohibirles ¡°trabajar, estudiar y viajar a las mujeres¡±.
En la celebraci¨®n del 44? aniversario de la Rep¨²blica Isl¨¢mica, el pasado s¨¢bado, el presidente del pa¨ªs, el ultraconservador Ebrahim Rais¨ª, se jact¨® del ¡°fracaso¡± de lo que llam¨® ¡°disturbios¡± en el discurso que pronunci¨® ante una multitud de partidarios del r¨¦gimen en Teher¨¢n. Luego asegur¨® que su Gobierno tiene los ¡°brazos abiertos¡± para quienes participaron en unas manifestaciones en las que tambi¨¦n murieron entre 70 y 80 agentes de las fuerzas de seguridad, seg¨²n cifras oficiales iran¨ªes.
Luz y tinieblas
En 2020 la poblaci¨®n iran¨ª ten¨ªa algo menos de 32 a?os de media, seg¨²n el Banco Mundial. En Espa?a, por ejemplo, sube hasta rozar los 44. M¨¢s de un tercio de ellos a¨²n no ha cumplido 24 a?os. Ninguno de esos j¨®venes ha conocido otro r¨¦gimen m¨¢s que el actual. En este pa¨ªs de gente joven abundan, sin embargo, los murales con las fotos de los m¨¢rtires de la guerra con Irak, que termin¨® en 1988, antes de que ellos nacieran, y de un fundador, el ayatol¨¢ Jomeini, que falleci¨® un a?o despu¨¦s, en 1989. El actual l¨ªder supremo, el tambi¨¦n ayatol¨¢ Al¨ª Jamenei, tiene 83 a?os. Mona, una iran¨ª en la veintena, lo tiene claro. Mientras entra en un restaurante del sur de Teher¨¢n, con su pelo rojo al aire, sentencia: ¡°La Rep¨²blica Isl¨¢mica es el pasado¡±.
La crisis de legitimidad del r¨¦gimen iran¨ª que han demostrado las manifestaciones en realidad ven¨ªa de mucho antes y ya hab¨ªa quedado patente en las elecciones de junio de 2021. En esos comicios, Rais¨ª obtuvo la presidencia, pero solo con los votos de un tercio del electorado. La participaci¨®n, del 48%, fue la m¨¢s baja de la historia de la Rep¨²blica Isl¨¢mica, que sol¨ªa registrar datos de afluencia a las urnas superiores al 70%. Adem¨¢s, casi un 13% de quienes votaron lo hicieron en blanco.

No todos los iran¨ªes de las nuevas generaciones piensan como Shirin, Reza, Zahra y Mona. Tambi¨¦n los hay que siguen creyendo en la utop¨ªa islamista con la que so?aba Jomeini, que prometi¨® que los mostazafan ¨Dlos oprimidos¨D heredar¨ªan la Rep¨²blica Isl¨¢mica. Una de ellas es Fatimeh, de 17 a?os, cubierta con el chador negro hasta los pies que las mujeres m¨¢s conservadoras de Ir¨¢n lucen. En la enorme mezquita Imam Jomeini de Teher¨¢n, donde ejerce de voluntaria, esta adolescente defin¨ªa este viernes al r¨¦gimen de su pa¨ªs como ¡°el triunfo de la luz frente a las tinieblas de la oscuridad¡±.
El 30 de enero, el Ministerio de Trabajo y Bienestar Social del pa¨ªs divulg¨® un informe en el que se elevaba a un tercio de la poblaci¨®n el porcentaje de iran¨ªes sumidos en una pobreza extrema. En un a?o, entre 2020 y 2021, la cifra de pobres de solemnidad en Ir¨¢n se duplic¨®, una miseria de la que las autoridades culpan a las sanciones de la comunidad internacional por el programa nuclear del pa¨ªs. Los expertos a?aden que otra causa mayor del empobrecimiento de la poblaci¨®n es la corrupci¨®n del propio r¨¦gimen. Esa marea de nuevos pobres convive en Ir¨¢n con 250.000 millonarios, calcul¨® en 2020 la consultora internacional Capgemini. Esos datos, junto a la imagen de los mostazafan con las chaquetas ra¨ªdas que el viernes rezaban en la mezquita de Fatimeh, apuntan a que ni Jomeini ni sus sucesores en el poder han cumplido su promesa de dar pan y dignidad a todos los iran¨ªes.
La represi¨®n ¨Dlos muertos en las calles, los cuatro j¨®venes ahorcados, los 20.000 detenidos¨D ha ahondado el abismo que naci¨® de la falta de pan y, por encima de todo, de libertad. Y quienes m¨¢s parecen a?orar esa libertad en Ir¨¢n, a juzgar por su protagonismo en las manifestaciones, son las mujeres y los j¨®venes. El propio ministro del Interior, Ahmad Vahidi, reconoci¨® el 26 de enero que las protestas desatadas por la muerte de Mahsa Amini hab¨ªan abierto ¡°una profunda grieta sociopol¨ªtica¡± entre el r¨¦gimen y la juventud del pa¨ªs.
Gestos conciliadores
Las autoridades han multiplicado en los ¨²ltimos d¨ªas los gestos conciliadores y las acciones destinadas a ofrecer un rostro m¨¢s amable. El 5 de febrero, Jamenei anunci¨® que ¡°decenas de miles¡± de detenidos ser¨ªan liberados. Un n¨²mero desconocido de ellos ya ha salido de prisi¨®n. Dos d¨ªas antes, el l¨ªder supremo hab¨ªa aparecido en un colegio, en la ceremonia en la que las ni?as se ponen por primera vez el velo y que se celebra a los nueve a?os, la edad en la que cubrirse el cabello se hace obligatorio. Las fotos del anciano, rodeado de emocionadas peque?as vestidas con chadores de florecitas, aparecen ahora por doquier en vallas publicitarias de Teher¨¢n, con una leyenda: ¡°Los ¨¢ngeles de Ir¨¢n¡±.
Puede que esos gestos lleguen tarde. En la lujosa calle Fereshteh de Teher¨¢n, Nika, nombre falso de una iran¨ª de 32 a?os, entornaba este viernes sus p¨¢rpados pintados de turquesa, mientras tildaba a su pa¨ªs de ¡°dictadura¡±. En una cafeter¨ªa de la popular cadena Sam, una adolescente con una melenita corta y rizada trabajaba en su ordenador sentada frente a un gran ventanal, junto a un jarr¨®n lleno de margaritas. En sus pies, unas botas militares como las que llevan muchas chicas occidentales.
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