La agon¨ªa de Rosalino, la ¨²ltima v¨ªctima de las protestas en Per¨²
El joven de 22 a?os recibi¨® 36 perdigones por la espalda disparados por un polic¨ªa en Cusco y muri¨® esta semana tras dos meses hospitalizado
Rosalino Florez Valverde recibi¨® los 22 a?os como ning¨²n cumplea?ero se merece: inconsciente y entubado, lejos de su tierra y de los suyos, en la Unidad de Cuidados Intensivos de un hospital lime?o. Aquel 25 de enero solo lo acompa?aba desde los pasillos su hermano mayor Juan Jos¨¦, el testigo del preciso instante en que su vida comenz¨® a desmoronarse. Dos semanas atr¨¢s, en el Cusco, un polic¨ªa se hab¨ªa ensa?ado con Rosalino, dispar¨¢ndole una r¨¢faga de perdigones por la espalda a una distancia de no m¨¢s de tres metros. Con esa escena ¡ªque ha quedado registrada en video¡ª inici¨® una agon¨ªa de 69 d¨ªas que acab¨® el ¨²ltimo martes, con Rosalino ocupando un ata¨²d.
¡°Quiero comer, hermano, y es lo que m¨¢s me duele¡±, le dijo Rosalino a Juan Jos¨¦ m¨¢s de una vez en estos ¨²ltimos meses. Cada queja en realidad era una s¨²plica. Los 36 perdigones de metal, a la altura del abdomen, le destrozaron los intestinos y afectaron su h¨ªgado. Desde entonces, este estudiante de gastronom¨ªa a quien le faltaba una semana para concluir sus estudios, no volvi¨® a ingerir ning¨²n alimento por la boca.
Rosalino Florez Valverde es la v¨ªctima n¨²mero 67 de las protestas contra el Gobierno de Dina Boluarte. El segundo cusque?o junto al dirigente Remo Candia Guevara. Creci¨® cultivando papa y ma¨ªz en las comunidades campesinas de Conchacalla y Ccachupata, en el distrito de San Jer¨®nimo, y m¨¢s tarde encontrar¨ªa oficio como obrero en la construcci¨®n civil para ayudar a sus padres y a sus cuatro hermanos. Escuchaba huaynos y cumbias, pero tambi¨¦n a raperos que rimaban con conciencia social como el c¨¦lebre Canserbero.
La fat¨ªdica tarde del 11 de enero, Rosalino y Juan Jos¨¦ salieron a las calles a expresar su descontento hacia la clase pol¨ªtica como varios miles de personas a nivel nacional. Eran los d¨ªas m¨¢s calientes de las movilizaciones. La avenida 28 de julio ser¨ªa el escenario de la crueldad. En el video se ve c¨®mo Rosalino se refugia detr¨¢s de un ¨¢rbol mientras la multitud huye de las Fuerzas del orden hasta quedarse solo. Un agente se le acerca con su arma y lo persigue. El muchacho echa a correr y el polic¨ªa le dispara por detr¨¢s una y otra vez hasta que se desploma y queda tendido sobre la pista. ¡°Pens¨¦ que mi hermano tambi¨¦n hab¨ªa corrido, pero se qued¨® atr¨¢s¡±, lamenta Juan Jos¨¦. La tomograf¨ªa del ataque se asemeja a un tablero de tiro al blanco: un mont¨®n de puntitos desperdigados en la zona lumbar.
Once d¨ªas permaneci¨® Rosalino en el hospital Antonio Lorena del Cusco. Fue operado en tres ocasiones. Le redujeron los intestinos al m¨ªnimo, y lograron extirparle catorce de los 36 perdigones. Con la ayuda de la congresista Ruth Luque fue trasladado a Lima ¡ªla ciudad que nunca conoci¨®¡ª para ser internado en el hospital Arzobispo Loayza.
En todo ese tiempo estuvo a su lado Juan Jos¨¦, el muchacho de 24 a?os que en este mi¨¦rcoles por la noche est¨¢ con un micro en la mano y los ojos cerrados, en una conferencia improvisada, en una iglesia luterana, en el distrito de Bre?a, en Lima. Est¨¢ sentado junto a su madre Leonarda, descorazonada como ¨¦l. A tan solo unos pasos est¨¢n los restos de Rosalino, flanqueado por arreglos florales. Al pie de su f¨¦retro, debajo de unas rosas blancas, se distingue con claridad una interpelaci¨®n en una hoja: Dina asesina, mira tu obra.
Juan Jos¨¦ toma un sorbo de agua, tira su cuerpo hacia atr¨¢s y, en medio de su pesar, coge fuerza para narrar su desgracia familiar. Cuando las palabras se le queden atoradas, Leonarda, quien viste un mandil, lo abrazar¨¢ por la espalda. ¡°Nosotros los del campo no tenemos derechos. Me han perseguido para saber c¨®mo estaba mi hermano. La Polic¨ªa no sabe lo que son los valores¡±, denuncia. Despu¨¦s le toca el turno a Leonarda, quien habla quechua y requiere de una traductora. ¡°No s¨¦ c¨®mo hallar consuelo. ?Quiero justicia! ?Quiero que hallen a quien le dispar¨®!¡±, implora.
El abogado que ha asumido la defensa de la familia de Rosalino, Juan Jos¨¦ Quispe, enfatiza en la lentitud de las investigaciones y en la represi¨®n policial. ¡°Basta de cuentos: los perdigones son letales cuando se usan a corta distancia. Incre¨ªblemente este caso estaba siendo investigado en el Cusco como lesiones leves. Ya van m¨¢s de dos meses y la investigaci¨®n es incipiente. Por eso hemos pedido que el caso lo vea la Fiscal¨ªa Supraprovincial de Derechos Humanos de Lima. Rosalino no ten¨ªa residuos de plomo, bario o antimonio en la mano. No ten¨ªa ning¨²n arma de fuego, y aun as¨ª le dispararon de manera artera¡±, dice.
Hace unos d¨ªas, el Departamento de Estado de los Estados Unidos public¨® su reporte anual sobre derechos humanos, donde analiz¨® las protestas que estallaron en el Per¨² desde diciembre pasado. ¡°El Gobierno no impidi¨® de manera efectiva los abusos o castig¨® a quienes los cometieron (¡) existe un importante problema de impunidad¡±, remarca el documento. En ese sentido, la congresista Ruth Luque, quien se hizo presente en el velorio, sostiene: ¡°No soy de aquellos que creen que la responsabilidad corresponde ¨²nicamente a los altos mandos de la Polic¨ªa, sino tambi¨¦n a los responsables pol¨ªticos que ten¨ªan la obligaci¨®n de preservar la vida de las personas y no lo hicieron¡±.
¡°Cuando un guerrero muere, nunca muere¡±, resuena en el sal¨®n. Unas mujeres aymaras ser¨¢n las primeras que le dar¨¢n sus condolencias a Juan Jos¨¦ y Leonarda. Al d¨ªa siguiente, el jueves, el cuerpo de Rosalino ser¨¢ trasladado al Cusco, donde ser¨¢ paseado por varias calles, entre ellas la avenida 28 de julio donde fue acribillado. Emprender¨¢ el camino a casa, las comunidades campesinas donde nacieron sus padres. All¨ª Rosalino regresar¨¢ a la tierra. La justicia de los hombres seguir¨¢ su curso.
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