La nueva vida del viejo aeropuerto de Berl¨ªn, reconvertido en centro para refugiados ucranios
Alemania, que ha acogido a un mill¨®n de desplazados, se enfrenta a la saturaci¨®n de su sistema asistencial. El mayor complejo, con 3.600 plazas, se ha instalado en el antiguo aer¨®dromo de Tegel
Yevhenii est¨¢ agradecido. Su familia duerme a cubierto, comen tres veces al d¨ªa y ¨¦l puede ir a clase de alem¨¢n casi a diario. Pero reconoce que no est¨¢ a gusto. Las enormes carpas blancas que ocupan la antigua pista de aterrizaje del aeropuerto de Tegel, al norte de Berl¨ªn, no son el sitio adecuado para sus cuatro hijos, de nueve, seis, tres y un a?o y ocho meses. El de seis, Artur, al que ya habla en alem¨¢n para que se vaya acostumbrando, est¨¢ pillando todos los virus. ¡°Est¨¢ constantemente enfermo; una semana bien, otra mal¡±, lamenta. Solo piensa en salir cuanto antes de este centro de acogida temporal de refugiados: ¡°Estoy desesperado por empezar a trabajar, pero sobre todo por conseguir una vivienda para mi mujer y los ni?os¡±.
La situaci¨®n de Yevhenii, de 29 a?os, y su mujer, Anna, de 26, se ha vuelto cotidiana en Tegel, el antiguo aeropuerto de Berl¨ªn, aunque no deber¨ªa serlo. El Gobierno berlin¨¦s inaugur¨® las instalaciones en marzo del a?o pasado, cuando llegaban de media 10.000 refugiados procedentes de Ucrania cada d¨ªa a la capital alemana. La red de apartamentos, hostales y centros de acogida habitual de solicitantes de asilo se hab¨ªa desbordado y las autoridades se fijaron en el viejo aer¨®dromo del Berl¨ªn occidental y sus terminales abandonadas. En una de ellas ya se hab¨ªa instalado un centro de vacunaci¨®n durante la pandemia.
En teor¨ªa, los refugiados no iban a pasar m¨¢s de tres d¨ªas all¨ª, pero la falta de alojamientos ha hecho que ahora la mayor¨ªa tengan que esperar de media tres meses para encontrar algo mejor. ¡°El centro se pens¨® como un lugar para tramitar las llegadas y dar cobijo de emergencia, con camas para que pudieran descansar, entre dos y tres d¨ªas, personas que llegaban exhaustas y que quiz¨¢ segu¨ªan camino a otra ciudad alemana¡±, explica Kleopatra T¨¹mmler, la directora del centro. Berl¨ªn cuenta con 30.000 plazas en su sistema de acogida, que est¨¢ completamente saturado.
Por eso Yevhenii y su familia hacen lo que pueden para que los ni?os se sientan como en casa, pese a que van pasando las semanas y siguen sin colegio ¡ªcientos de ni?os refugiados aguardan en listas de espera una plaza escolar en la capital¡ª y compartiendo una habitaci¨®n de 14 camas dentro de una carpa. ?l lleg¨® primero, cuenta. Abandon¨® J¨¢rkov, donde trabajaba como montador de neum¨¢ticos, justo antes de la invasi¨®n. ¡°Tuve suerte, despu¨¦s prohibieron salir a los hombres [del pa¨ªs]¡±. Durante unos meses vivi¨® en una habitaci¨®n en casa de un alem¨¢n; luego le mandaron a Tegel y al poco pudo juntarse all¨ª con Anna y los ni?os. ¡°Queremos quedarnos en este pa¨ªs. En Ucrania no hay futuro¡±, dice con gesto triste.
Alemania ha acogido a un mill¨®n de refugiados procedentes de Ucrania desde que Rusia lanz¨® su invasi¨®n a finales de febrero de 2022. Solo en Berl¨ªn residen alrededor de 100.000. Los ucranios representan ya la segunda comunidad extranjera en el pa¨ªs, solo por detr¨¢s de los turcos. Al herc¨²leo esfuerzo que ha supuesto dar alojamiento, educaci¨®n y sanidad a esa cantidad de personas ¡ªm¨¢s de las que llegaron durante la crisis de refugiados en 2015 y 2016¡ª se ha sumado el hecho de que en paralelo est¨¢ creciendo el n¨²mero de migrantes y refugiados procedentes de otros pa¨ªses, sobre todo de Siria, Afganist¨¢n y Moldavia.
Hace meses que la Asociaci¨®n Alemana de Ciudades advierte de que muchos municipios ya no son capaces de proporcionar un alojamiento digno a los refugiados. Est¨¢n desbordados. El Gobierno federal ha tenido que aprobar un fondo extra para hacer frente a la situaci¨®n, 4.250 millones que se han repartido a los ayuntamientos, pero que siguen sin ser suficientes. No es f¨¢cil ni r¨¢pido sacarse de la manga casas o pisos listos para entrar a vivir, especialmente en ciudades con escasez de vivienda, como Berl¨ªn. La prensa local ha relatado que en las ¨²ltimas semanas hostales y hoteles con los que el Ayuntamiento ten¨ªa convenios para acoger a refugiados los han desalojado porque empieza la temporada tur¨ªstica en la ciudad. Cuando eso sucede y no tienen otra alternativa, vuelven a Tegel.
A Kamal Amoyn y a su mujer Rore, de 68 y 64 a?os, los han cambiado varias veces de alojamiento, traduce Adam, un chico marroqu¨ª al que la invasi¨®n pill¨® trabajando en Ucrania y que ahora se encuentra en un limbo, sin pasaporte y sin saber qu¨¦ hacer. La pareja de refugiados ucranios se queja de que no les tratan adecuadamente sus problemas m¨¦dicos ¨Della padece del coraz¨®n¨D y de que la convivencia no es sencilla en un lugar donde 2.700 personas de distintas nacionalidades y culturas viven, comen y se asean en espacios compartidos. El centro ha sido ampliado y tiene 3.600 plazas en total.
Hanna Sheherbachenko, de 53 a?os, tambi¨¦n vivi¨® en un hostal en Berl¨ªn durante un tiempo, pero ¡°hubo alg¨²n problema con los pagos¡± y acab¨® de nuevo en Tegel. ¡°Es bueno tener un sitio para vivir, lo agradezco, pero hay muchos problemas¡±, explica en ingl¨¦s. En Kiev trabajaba como analista de negocio. Decidi¨® marcharse y mudarse m¨¢s cerca de su hija, que emigr¨® a la capital alemana hace dos a?os para buscarse la vida como inform¨¢tica. ¡°Ella vive en un sitio muy peque?o y de momento prefiero quedarme aqu¨ª¡±. Como Adam y la pareja mayor, asegura que la limpieza es muy deficiente y que ve a muchos ni?os enfermos. ¡°Creo que no les atienden los pediatras ni les dan las medicinas adecuadas¡±, lamenta.
La direcci¨®n del centro reconoce algunos de los problemas, inherentes a la concentraci¨®n de personas. ¡°Ojal¨¢ pudi¨¦ramos encontrarles otro alojamiento, pero la prioridad ahora es que nadie acabe en la calle¡±, asegura T¨¹mmler.
Carteles en ucranio y ruso
La antigua terminal C del aeropuerto es ahora un enorme centro de recepci¨®n. Una l¨ªnea especial de autobuses conecta el aer¨®dromo con la estaci¨®n de transporte p¨²blico m¨¢s cercana cada 10 minutos. Los refugiados tienen total libertad para entrar y salir. Algunos van a clases de alem¨¢n, como Yevhenii, o han conseguido trabajo.
Entre los carteles de ¡°Llegadas¡±, ¡°Salidas¡± o ¡°Vuelos de conexi¨®n¡±, ahora hay otros, en ruso y ucranio, que indican d¨®nde deben registrarse si acaban de llegar. Es importante que entren en el sistema para pedir ayudas, escolarizar a los ni?os, o inscribirse en la oficina de empleo. En la terminal hay un peque?o centro m¨¦dico, una oficina de Polic¨ªa y una zona di¨¢fana que hace las veces de comedor y sala de estar.
Aunque en una parte de la terminal tambi¨¦n se han habilitado habitaciones, el grueso del alojamiento se reparte en decenas de carpas blancas a lado y lado de la pista de aterrizaje. Al pasar se oye el rugido de los generadores que inyectan aire caliente al interior. Dentro, el espacio es reducido y est¨¢ aprovechado al m¨¢ximo. La privacidad es imposible. Tabiques blancos separan los cuartos, donde hay hileras de camas bajas o literas dobles. Algunas carpas funcionan como zona com¨²n, con mesas largas y bancos para comer y salas de juegos para los ni?os, que cuelgan sus dibujos en las paredes. El centro de acogida de Tegel iba a ser una soluci¨®n temporal, un alojamiento de emergencia para unos meses. Ahora no hay fecha fijada para desmantelarlo.
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