Rodeo y ¡®cowboys¡¯ para celebrar en Brasil la fuerza del agro
El gran festival anual de vaqueros y ¡®country¡¯ en portugu¨¦s re¨²ne un mill¨®n de personas en el interior de S?o Paulo, un evento que encarna el poder del motor econ¨®mico nacional
Los tres vaqueros, los favoritos del campeonato, se colocan el sombrero de ala ancha sobre el pecho, iluminados por una barrera de fuego en un estadio en penumbra con forma de herradura. Arrodillados, con las perneras de flecos sobre la arena, rezan junto a los espectadores una oraci¨®n que recita el locutor. Suena el himno y los competidores se retiran. Y, poco despu¨¦s, Bruce Springsteen ruge por los altavoces con Born in the USA. Se a...
Los tres vaqueros, los favoritos del campeonato, se colocan el sombrero de ala ancha sobre el pecho, iluminados por una barrera de fuego en un estadio en penumbra con forma de herradura. Arrodillados, con las perneras de flecos sobre la arena, rezan junto a los espectadores una oraci¨®n que recita el locutor. Suena el himno y los competidores se retiran. Y, poco despu¨¦s, Bruce Springsteen ruge por los altavoces con Born in the USA. Se abre una portezuela y aparece un vaquero a lomos de un toro enorme que brinca con fuerza descomunal. Ahora s¨ª, empieza el espect¨¢culo. Estamos en la capital del rodeo en Brasil. Si el locutor y el resto de los presentes no hablaran portugu¨¦s, esto podr¨ªa ser Texas. Cada agosto, una ciudad a unos 500 kil¨®metros de S?o Paulo llamada Barretos celebra el mayor festival de rodeo de Latinoam¨¦rica. Una fiesta que encarna magn¨ªficamente la pujanza del Brasil del interior, del sector agropecuario, sus industrias y servicios. Principal motor econ¨®mico nacional, el agro supone el 25% del PIB.
Este festival dedicado a los peones de las vaquer¨ªas (a Festa do Pe?o de Boiadeiro), que en diez d¨ªas de finales de agosto recibe m¨¢s de un mill¨®n de visitantes, refleja el poder del Brasil del centro y del oeste, regiones tierra adentro con una cultura bien distinta de la del litoral que alumbr¨® la bossa nova y la samba. Miss Rodeo 2023, Danielle Macedo, una abogada de 26 a?os, se pasea por el recinto con una mini de infarto, botas bicolores y bordada en el sombrero Nuestra Se?ora de Aparecida, la patrona de Brasil. Aqu¨ª triunfan los d¨²os de m¨²sica sertaneja (la versi¨®n aut¨®ctona del country), los sombreros de cowboy, los cinturones de hebilla grande, los vaqueros Wrangler, los crucifijos enormes sobre pechos masculinos, los valores conservadores y la familia tradicional.
Esa es la cara festiva del Brasil m¨¢s din¨¢mico. El que m¨¢s crece en renta y poblaci¨®n. Crea empleo y demanda mano de obra mientras, en lo pol¨ªtico, busca su lugar tras la derrota electoral de Jair Bolsonaro, de 68 a?os, que en la c¨²spide del poder fue un inestimable aliado del agronegocio.
Ocho segundos es la cifra m¨¢gica en el rodeo. Para ser puntuado, el jinete debe permanecer ocho segundos montado sobre el toro, sujeto con una sola mano y sin que la otra toque al animal. ¡°A veces la gente dice¡ ?Ocho segundos? ?Como si fuera poco! Pero si est¨¢s ah¨ª encima es una eternidad¡±, explica Sebasti¨¢n Procopio, de 64 a?os, el primer brasile?o que fue a Estados Unidos a montar toros. Procopio ser¨¢ uno de los jueces de esta noche de rodeo en Barretos. ¡°Si el agro no va bien, el rodeo no va bien porque las competiciones las suelen organizar los sindicatos agrarios, las exposiciones, las ferias¡±, apunta.
En tres d¨¦cadas, la superficie agr¨ªcola de Brasil se ha duplicado y la producci¨®n, quintuplicado. Un 26% de los 8,5 millones de kil¨®metros cuadrados del pa¨ªs (incluidas partes de la Amazonia) son pastos; los cultivos ocupan un 9%, seg¨²n datos publicados por el diario Folha de S. Paulo. Un salto gigante al que el Estado dio un primer impulso, pero que funciona con escasos subsidios en comparaci¨®n con los otorgados en otras potencias agr¨ªcolas.
El instituto p¨²blico de investigaci¨®n agr¨ªcola, Embrapa, envi¨® cientos de agr¨®nomos en los a?os sesenta a las mejores universidades del mundo para aprender de las mejores experiencias. Sobre aquella base, y gracias al apetito chino por la soja, se levant¨® un sector que se queja de ser tratado por las ¨¦lites urbanas como una pandilla de pueblerinos ignorantes. Ellos se reivindican como un ej¨¦rcito de emprendedores que han conquistado un ¨¦xito formidable desde sus fincas y f¨¢bricas. Presumen de tecnolog¨ªa y drones para fumigar.
A 2.990 reales (560 euros) se vende la entrada m¨¢s exclusiva en el palco m¨¢s vip del festival de Barretos, pero por 40 reales tambi¨¦n se puede entrar a esta fiesta en la que no faltan lemas contra la homofobia y a favor del respeto a la diferencia, ni gui?os a la defensa del medio ambiente. Saben que en materia verde el mundo es cada vez m¨¢s exigente con lo que compra. Y la deforestaci¨®n ilegal y las emisiones de m¨¢s de 200 millones de reses son la peor amenaza para la Amazonia.
El gusto popular por el rodeo prendi¨® en tierras brasile?as hace medio siglo gracias a una pel¨ªcula protagonizada por Steve McQueen y dirigida por Sam Peckinpah, Junior Bonner, el rey del rodeo. Para el Brasil del interior, este evento es el equivalente al Carnaval, el momento culminante del a?o.
La fiesta que ha dado fama nacional a Barretos (122.000 habitantes) nunca ha dejado de crecer. La primera edici¨®n, en 1956, se celebr¨® bajo la carpa prestada de un circo y el campe¨®n se llev¨® un televisor. En los sesenta, cant¨® aqu¨ª el carioca Chico Buarque, algo dif¨ªcil de reeditar con la polarizaci¨®n actual; en los ochenta, los jinetes sustituyeron los bombachos tradicionales por los jeans. Ahora el gran premio se paga en d¨®lares e incluye una plaza para competir en ¡°el rodeo millonario The American, en Texas¡±. El recinto actual, dos millones de metros cuadrados con estadio, cinco escenarios, noria, autos de choque, parque infantil, tiendas y puestos de comida para todos los paladares ¡ªcarne, crepes, pizza, yaki soba¡¡ª se ha quedado peque?o. Circula alcohol en grandes cantidades. Pero ni un arma est¨¢ permitida en el recinto y, para reducir al m¨ªnimo los riesgos en caso de pelea, algunos restaurantes sustituyen los cubiertos por palillos.
Cae el sol mientras los Hubner pasean, reci¨¦n acicalados, entre tiendas y puestos de comida. Dos d¨ªas han conducido para llegar hasta aqu¨ª desde Ju¨ªna, una peque?a ciudad del Estado de Mato Grosso. ¡°Queda un poco m¨¢s all¨¢ del fin del mundo¡±, bromea ¨¦l. Unos 1.900 kil¨®metros de carretera para disfrutar de la gran cita anual del rodeo.
Ju¨ªna ilustra bien el auge que viven las regiones del centro y del interior. Alimentada por el comercio de ganado y madera, la ciudad ha crecido de manera espectacular en menos de una d¨¦cada: ¡°Hasta 2014 ten¨ªa unos 35.000 habitantes y ahora ronda los 50.000¡±, recalca Felipe Hubner, de 35 a?os. En ese tiempo, la poblaci¨®n de Mato Grosso y otros estados agropecuarios se ha disparado un 20%, seg¨²n el censo reci¨¦n salido del horno.
?l viene a disfrutar del rodeo, que practic¨® a?os atr¨¢s. A su esposa, Karine Hubner, de 27 a?os, le gusta el espect¨¢culo, pero le atraen m¨¢s los conciertos multitudinarios de m¨²sica sertaneja, d¨²os que cantan al amor y al desamor, a la cultura del campo. Un estilo que en los ¨²ltimos a?os ha conquistado el resto de Brasil hasta convertirse en el m¨¢s escuchado.
A diferencia de buena parte del p¨²blico fiestero, Hubner acepta hablar de pol¨ªtica. Pronto deja claro que Luiz In¨¢cio Lula da Silva y su Gobierno no le gustan nada. ¡°Como el agro no les ha votado, vienen con el cuchillo en la boca¡±, dice antes de enumerar a qu¨¦ se refiere: ¡°Primero, incentivan las invasiones de tierras; segundo, cortan el 80% de la financiaci¨®n; tercero, suben las tasas de inter¨¦s para el agro y cuarto, tienen una pol¨ªtica de exportaciones fallida: el saco de soja, que estaba a 200 reales, est¨¢ a cien; y el de ma¨ªz ha bajado de 90 a 35¡±.
Uno de los directivos del certamen, Marcos Abud, recalca minutos antes de que el primer toro de la noche salte a la arena que la entidad organizadora es apol¨ªtica. Todo presidente de Brasil y gobernador de S?o Paulo est¨¢ invitado. Sea cual sea su color pol¨ªtico. El caso es que Lula, de 77 a?os, nunca ha participado en esta fiesta fundada hace casi siete d¨¦cadas por j¨®venes solteros con el fin de recaudar donaciones para la beneficencia, especialmente para el hospital del Amor, en Barretos, considerado un centro oncol¨®gico de referencia.
Bolsonaro, en cambio, no falta a su cita con Barretos tampoco ahora que est¨¢ fuera del poder, inhabilitado para concurrir a las elecciones y envuelto en m¨²ltiples casos judiciales. El viernes pasado este municipio donde gan¨® con dos tercios de los votos lo homenaje¨® como ciudadano honor¨ªfico. Despu¨¦s, en el rodeo, fue aclamado por miles de personas que llenaron el estadio levantado por el arquitecto (y militante comunista) ?scar Niemeyer en los a?os ochenta como ¡°santuario de la cultura sertaneja¡±.
Cuentan aqu¨ª que Brasil es, despu¨¦s de EE UU, la gran potencia en el mundo del rodeo con 13 campeones mundiales. Muy profesionalizado, los vaqueros entrenan y se alimentan como deportistas de ¨¦lite. Los cl¨¢sicos todav¨ªa compiten con unos sombreros de ala ancha que milagrosamente no pierden al primer salto del toro, pero muchos han adoptado un casco que recuerda a los del f¨²tbol americano. Ninguno salta al ruedo sin protector dental y chaleco r¨ªgido. Pero quien de verdad vela por su integridad son los salvavidas, personajes que nacieron como payasos para entretener al p¨²blico en las pausas y cuya misi¨®n evolucion¨® hasta asegurarse de que el toro, con sus 900 kilos, no pise o embista al vaquero tras sac¨¢rselo de encima o cuando este salte a la arena, cumplidos los ocho interminables segundos.
Se nota que la presi¨®n de los animalistas preocupa a la fiesta de Barretos. Muchos de los entrevistados en el rodeo defienden a la m¨ªnima ocasi¨®n el celo por el bienestar de los animales y preguntan a la for¨¢nea si en Espa?a los toreros todav¨ªa matan al toro y si hay protestas¡ Un debate tambi¨¦n candente en Latinoam¨¦rica.
¡°Mire, nosotros somos de interior. A muchos brasile?os les gusta el f¨²tbol, la playa¡ Pero como nosotros no tenemos mar, el rodeo es nuestro deporte¡±, explica V¨ªctor Marcus, de 27 a?os, que acepta gustoso hablar de Bolsonaro y de Lula. ¡°No es que Bolsonaro sea diferente, es que es mejor en todo. Defiende los valores familiares y religiosos con los que me cr¨ªe, nos dio facilidades para conseguir cr¨¦ditos, mejor¨® la seguridad, yo me saqu¨¦ la licencia de armas. Cuando vives en una finca hay poca seguridad. Llamas a la polic¨ªa y no viene¡±. Llegado desde Jardin¨®polis, a 140 kil¨®metros, con su esposa, su beb¨¦, un amigo y la mujer de este, el grupo ha instalado en el camping para los 10 d¨ªas. Ah¨ª, entre tiendas y caravanas, baila forr¨® un grupo de 70 amigos llegados en autobuses desde Belo Horizonte.
Cuando ya ha anochecido, un joven que espera con su esposa y su beb¨¦ a que salte al ruedo el primer toro compara el rodeo en Brasil y en Estados Unidos. Con un mapa de Texas estampado en la camiseta y la palabra patriota en la hebilla del cintur¨®n, cuenta que ha competido en ambos pa¨ªses, que all¨ª los premios son mucho m¨¢s jugosos. Y, con una sonrisilla, apunta otra gran diferencia. ¡°Aqu¨ª solemos decir de broma que los brasile?os tenemos mucho que aprender de ellos sobre rodeo, pero los americanos tienen mucho que aprender de nuestras fiestas. All¨ª termina el rodeo, y todos a casa. Aqu¨ª, seguimos de fiesta¡±. El frescor nocturno es el complemento perfecto para entregarse a bailar y cantar hasta el amanecer.
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