El superpoder de la soja en Brasil
Es el gran negocio brasile?o. Sus cultivos ocupan tanto como la superficie de Alemania y fue el ¨²nico sector que en 2020 creci¨® pese a la pandemia. Territorio bolsonarista y cuna de una pujante clase empresarial que solo teme a la presi¨®n de los ambientalistas y de Europa
El superpoder de la soja en Brasil
Desbravar en portugu¨¦s de Brasil significa amansar, como en espa?ol. Pero evoca abrir camino, explorar lo desconocido, civilizar lo salvaje. El padre de Tamires Vasconcelos era un desbravador cuando lleg¨® a estas tierras de la Amazonia hace cuatro d¨¦cadas. A bordo de una excavadora, se ganaba la vida abriendo sendas en la frondosa vegetaci¨®n para construir carreteras. Con ellas, llegaron los colonos. Y las ciudades. Y a?os despu¨¦s, los cultivos. Los locales relatan la colonizaci¨®n que impuls¨® la dictadura como la epopeya de los pioneros. Las fotograf¨ªas en blanco y negro del desembarco en los a?os setenta contrastan con el verde de los campos de soja que se extienden hasta el infinito. Aqu¨ª y all¨¢, peque?os conjuntos de ¨¢rboles.
La cuna de la industria de la soja queda en el coraz¨®n de Brasil, en el Estado de Mato Grosso, a unos 2.300 kil¨®metros tierra adentro desde R¨ªo de Janeiro. Es el flanco sur de la Amazonia, el mayor bosque tropical del mundo. Estos campos, camiones y silos representan el motor econ¨®mico brasile?o. La fazendeira Vasconcelos, la ¨²nica de los hijos del desbravador que eligi¨® convertir el campo en su vida, la heredera, pertenece hoy a una pujante clase empresarial.
Por aqu¨ª reina la soja. Los plant¨ªos ocupan unos 38 millones de hect¨¢reas (como la superficie de Alemania). La historia econ¨®mica de este pa¨ªs continental se acompasa al ritmo de las materias primas. La soja es al siglo XXI brasile?o lo que fue el az¨²car al XVII, el oro al XVIII y el caf¨¦ al XIX.
Presente y pasado
Vasconcelos y las 5.100 hect¨¢reas de cultivo de la hacienda que dirige ¡ªMinuano¡ª, encarnan el ¨²nico sector econ¨®mico que ha logrado crecer durante la pandemia en Brasil. ¡°Nuestra principal cosecha es la soja, tenemos una segunda de ma¨ªz, y tambi¨¦n arroz y feij?o¡±, explica esta ingeniera agr¨®noma de 35 a?os sentada ante un caf¨¦, bajo un ¨¢rbol, en una ma?ana soleada de marzo. De esta regi¨®n sale buena parte de la soja que alimenta a las vacas, cerdos y pollos que a su vez alimentan al mundo.
Incluso en la dif¨ªcil coyuntura del coronavirus, el agronegocio brasile?o vive un momento dulce. La producci¨®n es mayor que nunca, los precios internacionales est¨¢n disparados, el real por los suelos y jam¨¢s tuvieron un aliado tan estrecho en la Presidencia de la Rep¨²blica como Jair Bolsonaro. Es el primer productor del planeta. Para los empresarios de la soja, el ¨²nico nubarr¨®n en el horizonte es la presi¨®n internacional por la creciente deforestaci¨®n de la Amazonia, crucial para mitigar el cambio clim¨¢tico.
Si no fuera porque hablan portugu¨¦s, costar¨ªa creer que esta zona del Estado de Mato es Brasil. Las camisas de cuadros, las gorras, sombreros y botas, las camionetas, tienen el aroma country del centro-oeste de Estados Unidos. En Sinop, como en otras ciudades brasile?as, una imponente estatua de la Libertad preside la entrada de unos grandes almacenes propiedad de un amigo de Bolsonaro. El sertanejo, el country local, es la banda sonora de estas ciudades agr¨ªcolas aunque el virus ha cerrado los bares. Esta es una regi¨®n desconocida incluso para muchos compatriotas. No sale en las postales. Es territorio bolsonarista.
Antes del amanecer, Vasconcelos va desde Sinop, la principal ciudad de la zona, hacia su hacienda. Quien crea que el nombre deriva de China, el gran cliente que ha impulsado el negocio a niveles in¨¦ditos, se confunde. Viene del origen mismo de Sinop: significa Sociedad Inmobiliaria del Norte del Paran¨¢, el Estado vecino del que llegaron muchos de los colonos, como Jo?o Marcus Menegace.
El taxista Menegace era un cr¨ªo cuando lleg¨® con sus padres y siete hermanos en una furgoneta. ¡°Com¨ªamos en el arc¨¦n¡±, recuerda. Tras un viaje de d¨ªas, alcanzaron la tierra prometida. Y prosperaron. El parque m¨®vil ¡ªcon casi tantos veh¨ªculos como vecinos¡ª, la tienda gourmet con delicias importadas y una sofisticada boutique de bolsos que no desentonar¨ªa en la milla de oro de S?o Paulo dan idea de la riqueza.
#ElAgroNoPara es el eslogan que ha hecho furor en redes sociales y en estas tierras desde que el coronavirus puso el mundo patas arriba. Las mascarillas recuerdan que la pandemia sigue ah¨ª, pero casi no ha afectado al negocio. ¡°Los reflejos de la pandemia fueron menores porque, cuando lleg¨®, nosotros ya hab¨ªamos negociado la cosecha 2020-2021¡å, explica la empresaria agr¨ªcola. Los suministros estaban comprados y los granos, vendidos. Trabajar al aire libre con escasa mano de obra y abundante tecnolog¨ªa facilita las cosas en tiempos de covid.
Poco tiene que ver la hacienda que dirige con la que fund¨® su padre, Elmo Leitzke. Casi todos los procesos est¨¢n tecnificados y los empleados, cualificados. Fumigan desde avionetas. Vasconcelos muestra el silo construido dentro de la propiedad y ¡°pagado a toca teja¡±, apunta orgullosa. Esta evidente bonanza es fruto, explica, de ¡°muchos a?os de inversiones en tecnolog¨ªa y en investigaci¨®n sobre el clima, el suelo, las semillas, los defensivos¡±. En el l¨¦xico local, ¡°los defensivos¡± son lo que los ambientalistas brasile?os llaman agrot¨®xicos. Los pesticidas.
Los agroqu¨ªmicos son parte del paquete tecnol¨®gico que, desde los noventa, ha aumentado la productividad a niveles insospechados gracias tambi¨¦n a la incorporaci¨®n m¨¢s reciente de las semillas transg¨¦nicas. La Uni¨®n Europea, que es uno de los destinos de estas cosechas, tiene vetados el cultivo de transg¨¦nicos y el uso de algunos pesticidas permitidos en Brasil como el acefato y la atracina. Con el Gobierno de Bolsonaro, la autorizaci¨®n de nuevos agroqu¨ªmicos se ha acelerado a un ritmo r¨¦cord: mil pesticidas en dos a?os.
Entre los ¨²ltimos d¨ªas de febrero y los primeros de marzo, unas lluvias torrenciales dificultaron la recogida de la primera cosecha de soja de 2021 y la siembra de la primera de ma¨ªz. Aqu¨ª todos plantan dos cosechas, muchos tres y algunos hasta cuatro. Producci¨®n superintensiva dirigida principalmente a la exportaci¨®n a China y a la Uni¨®n Europea. Brasil produce un tercio de la soja mundial. Es decir, en pocas d¨¦cadas se ha colocado a la par de Estados Unidos gracias a duplicar la producci¨®n por parcela y triplicar la tierra cultivada desde los ochenta, seg¨²n el an¨¢lisis de Our World In Data.
El espectacular bum del agronegocio y de la regi¨®n centro-oeste de Brasil ha sido impulsado por la ingente demanda de China para alimentar a una poblaci¨®n que, al prosperar, consume m¨¢s carne. Vasconcelos, cuyo negocio es el sustento de 30 familias, vende su soja a una de las mayores multinacionales de granos del mundo, Cargill, que tiene su origen en EE UU.
El sector agropecuario brasile?o factur¨® unos 150.000 millones de euros en 2020, seg¨²n datos oficiales. Pero si se le suma toda la actividad econ¨®mica que lo rodea, la aportaci¨®n del agronegocio al PIB ha aumentado en la ¨²ltima d¨¦cada del 20% al 26% actual, seg¨²n el instituto Cepea, de la Universidad de S?o Paulo, mientras la industria y los servicios menguaban.
El profesor de Econom¨ªa Agr¨ªcola Guilherme Miqueleto, de la Universidad Federal de Mato Grosso, enumera otros factores que tambi¨¦n han contribuido al espectacular aumento de la producci¨®n: la estabilidad econ¨®mica, una mayor seguridad jur¨ªdica y ¡°la expansi¨®n de la frontera agr¨ªcola desde hace 15-20 a?os, que ha ido subiendo hacia el norte¡±. Desbravando la Amazonia.
En otros pa¨ªses tambi¨¦n tiran ¨¢rboles para abrir paso al ganado y los cultivos, pero en ninguno ocurre con la intensidad de Brasil, responsable de un tercio de la deforestaci¨®n global. El principal culpable es el ganado. La soja estuvo entre los principales responsables de la deforestaci¨®n hasta 2006, cuando las empresas se comprometieron con las ONG y el Gobierno a no comprar grano de tierras taladas ilegalmente. Sin demanda, la oferta de este tipo de soja cay¨® hasta casi desaparecer. La moratoria de la soja en Amazonia ¡°es eficaz en el control de la deforestaci¨®n directamente asociada a la soja¡±, explica Cristiane Mazzeti, gestora ambiental de Greenpeace. Solo el 2% de la producci¨®n actual viene de tierras ilegalmente deforestadas.
Pero, como los granos son m¨¢s lucrativos que las vacas, existen tramposos. Son los que primero deforestan, luego colocan ganado y, pasados los a?os, ?voil¨¢!, los pastos se convierten en cultivos.
Pol¨ªtica y negocios
El trasiego de camiones cargados con la cosecha que van de las haciendas a los silos es incesante pese al diluvio. En una de las plantas de procesamiento, una empleada de la compa?¨ªa auditora internacional KPMG inspecciona la mercanc¨ªa y toma nota en cuanto detecta soja transg¨¦nica para que Bayer-Monsanto le cobre al productor los derechos por la patente.
Libre de impurezas, la mercanc¨ªa emprender¨¢ viaje hacia el r¨ªo Tapaj¨®s, afluente del Amazonas, por la congestionada carretera que cruza en vertical Mato Grosso. Es la BR-163, ideada por los militares en los setenta para asegurarse de que el imperio norteamericano no les arrebataba aquel vasto territorio.
En la ¨¦poca de lluvias, circular por muchas carreteras de esta regi¨®n es un infierno. Por eso, los vecinos de Sinop estaban hartos de visitas electorales y de promesas sobre la BR-163 hasta que lleg¨® Bolsonaro. Dicho y hecho. ¡°Los presidentes que pasaron durante los ¨²ltimos 24 a?os no terminaron de asfaltarla. Y en menos de un a?o, Bolsonaro asfalt¨® los 175 kil¨®metros que faltaban¡±, proclama en su despacho Ilson Redivo, presidente del Sindicato Rural de la ciudad, que re¨²ne a 270 empresarios agr¨ªcolas.
Los ahora asfaltados 900 kil¨®metros acortan de cuatro a dos d¨ªas el transporte de la carga hasta el puerto. La otra ruta implica 2.500 kil¨®metros en cami¨®n hacia el sur y 5.000 kil¨®metros en barco costeando para enfilar el canal de Panam¨¢, explica Redivo. El ahorro en tiempo y dinero es enorme. Ahora conf¨ªan en que el presidente tambi¨¦n cumpla en los pr¨®ximos meses la promesa de licitar el tren que ir¨ªa en paralelo a la BR-163 y les ahorrar¨ªa m¨¢s dinero. ¡°Cada convoy sustituir¨¢ a 300 camiones¡±, dice Edeon Vaz, promotor del ferrogr?o.
Pr¨¢cticamente ocho de cada diez electores de Sinop votaron por Bolsonaro, un militar retirado de extrema derecha, en la segunda vuelta de las presidenciales de 2018. Y la admiraci¨®n persiste. No es para menos. Coloc¨® a la jefa de la bancada parlamentaria del agro como ministra de Agricultura. Aqu¨ª todos tienen buenas palabras para la discreta y resolutiva Tereza Cristina Dias porque les ha abierto nuevos mercados. Incluso pueden contar entre sus aliados al ministro de Medio Ambiente, Ricardo Salles, como vio todo Brasil en un v¨ªdeo de un Consejo de Ministros que caus¨® un esc¨¢ndalo en mayo de 2020. All¨ª, Salles propuso aprovechar la pandemia para ¡°aprobar la boiada (normas en favor del sector agropecuario)¡±.
Los vecinos de Sinop aclamaron al presidente durante una visita el pasado septiembre, en plena pandemia. Redivo y el sindicato que dirige est¨¢n tan contentos con ¨¦l que le han dedicado unos carteles. Junto a un retrato de Bolsonaro con la faja presidencial, un lema: ¡°Creemos en Dios y valoramos a la familia¡±. La gente por aqu¨ª es conservadora. A pocas manzanas, una tienda vende moda femenina evang¨¦lica.
Para Redivo, los carteles son ¡°un reconocimiento para una persona que intenta enderezar el rumbo de este pa¨ªs. Porque est¨¢bamos yendo en la direcci¨®n de Venezuela, de Cuba. Y el 99% de la clase productora no quiere que el comunismo se instale en Brasil¡±.
Tras cada elecci¨®n engordan las filas de la bancada agropecuaria del Congreso. Ya rondan los 300 parlamentarios. Superan incluso a los evang¨¦licos. El exdiputado Nilson Leit?o, que fue miembro destacado de ese frente y alcalde de Sinop, explica que el agronegocio, tiene que estar en la agenda pol¨ªtica en vista de que ¡°Brasil es un pa¨ªs de poblaci¨®n urbana, pero de econom¨ªa rural¡±.
Leit?o agradece que, con este Gobierno, se acabaran las invasiones de tierras de los sin tierra. Pero est¨¢ molesto con las estridencias de Bolsonaro con China, sea porque es un r¨¦gimen comunista o por las vacunas del coronavirus. Lo que el mercado necesita es confianza y seguridad, dice. ¡°Pelear con el principal cliente (China) no es bueno para el negocio¡±.
?Cobrar por preservar?
La cuesti¨®n medioambiental ha ganado protagonismo en Brasil con la creciente concienciaci¨®n mundial por el cambio clim¨¢tico y por la llegada de Bolsonaro, que cree que la preservaci¨®n ecol¨®gica entorpece el desarrollo econ¨®mico. El objetivo del agronegocio es que ¡°lo econ¨®micamente viable sea ecol¨®gicamente correcto¡±, asegura el exdiputado ruralista.
Muchos a?os han pasado desde que la creciente conciencia ecol¨®gica se cruz¨® por primera vez en el camino de aquellos pioneros que convirtieron este rinc¨®n de Brasil en uno de los m¨¢s pr¨®speros a costa de la naturaleza. En los setenta, los reci¨¦n llegados trabajaban en la madera. El gran negocio era talar y vender el principal tesoro de aquellas tierras. A comienzos del XXI, con el primer Gobierno de Lula da Silva y la deforestaci¨®n desbocada, lleg¨® la presi¨®n de los ambientalistas y tuvieron que buscarse otra fuente de ingresos.
Fue entonces cuando despeg¨® aqu¨ª la soja, una industria que crece a?o tras a?o. Ahora, con el sistem¨¢tico desmantelamiento de la pol¨ªtica medioambiental, el agronegocio siente con fuerza la presi¨®n de los ecologistas y los europeos.
A la cabeza, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, que ha acusado a la soja brasile?a de deforestar la Amazonia. El alcalde de Sorriso, Ari Lafin, se sinti¨® aludido por aquellas palabras de Macron. L¨®gico. Su ciudad, al sur de Sinop, produce el 3% de la soja de Brasil. El regidor replic¨® al franc¨¦s con un convite. ¡°Le invit¨¦ a visitarnos, como hizo el presidente (Bolsonaro), porque esta regi¨®n debe ser conocida m¨¢s de cerca¡±, explica en una entrevista por videollamada. ¡°La responsabilidad hacia el medioambiente es una de las prioridades para el sector agr¨ªcola local¡±, insiste. ¡°Producir destruyendo no sirve para nada¡±, remata.
Con 100.000 habitantes, la poblaci¨®n de Sorriso crece cada a?o casi un 8%. ¡°Esta es una tierra, una ciudad, de oportunidades, de mucho trabajo. Aqu¨ª tenemos que levantarnos pronto, no tenemos casi horario, casi no paramos para descansar. Recoges la soja y ya est¨¢s plantando ma¨ªz. Cosecha tras cosecha y eso trae un movimiento que llega a la farmacia, al vendedor de neum¨¢ticos¡¡±. La prosperidad es inmensa. El PIB per c¨¢pita est¨¢ por encima de S?o Paulo. Los empleos que crean no son la mano de obra cl¨¢sica, sino aquellos vinculados a servicios o proveedores. Bufetes, contables, concesionarios de maquinaria, promotores inmobiliarios, tiendas, restaurantes...
Una nueva generaci¨®n de fazendeiros treinta?eros, formados en universidades, muestran una sensibilidad medioambiental que sus padres y abuelos no ten¨ªan. ¡°En los ¨²ltimos cinco o diez a?os ha habido un cambio muy abrupto y no todos los productores se han sabido adaptar¡±, sostiene Vasconcelos. ¡°Producimos de una manera que impacte menos (en el medioambiente). Pero sufrimos mucho con esa presi¨®n. Sobre todo con la desinformaci¨®n¡±, dice.
Detalla la empresaria que producir con menos impacto significa seguir al detalle las pautas de uso, carencia y modo de aplicaci¨®n de los pesticidas, fertilizantes, etc¨¦tera, ¡°para cuidar el suelo y devolverle lo que le fue extraido en la cosecha¡±. E importante tambi¨¦n, deshacerse de los envases correctamente: ¡°se lavan tres veces antes de ser devueltos a la empresa que los gestionar¨¢ de manera adecuada¡±.
Acepta la entrevista con este diario porque quiere que la versi¨®n de los productores rurales sea escuchada. Y tambi¨¦n quiere servir de ejemplo. Madre de dos hijos y casada con un compa?ero de la facultad de agr¨®nomos, quiere que las ni?as vean que si quieren dirigir una hacienda pueden. Aunque lleva dos d¨¦cadas en el oficio a¨²n se topa con expresiones de sorpresa cuando sus interlocutores descubren que la jefa es ella.
Como todos por aqu¨ª y, en l¨ªnea con el mantra del Gobierno Bolsonaro, insiste en que ¡°no hay ning¨²n otro pa¨ªs que proteja tanto la naturaleza¡±. Esa idea que el sector defiende al un¨ªsono se fundamenta en dos cifras que resumen el fenomenal pulso que libran los productores agropecuarios y los ecologistas. Brasil conserva el 66% de su vegetaci¨®n original (cosa de la que pocos pa¨ªses desarrollados pueden presumir) y la ley obliga a preservar el 80% de la vegetaci¨®n en cada propiedad rural en la Amazonia, de manera que solo se puede cultivar el 20%. En el resto de regiones brasile?as de alto valor ecol¨®gico la proporci¨®n es 50/50.
De todos modos, ¡°el C¨®digo Forestal no se respeta en muchos casos¡±, afirma Cristiane Mazzetti, gestora ambiental de Greenpeace, y ofrece un dato elocuente: ¡°El 99% de la deforestaci¨®n de 2019 fue ilegal¡±.
Redivo, el presidente del sindicato rural, sostiene que, en vista de lo fenomenal que es el negocio, habr¨ªa que flexibilizar las leyes para extraer todo el potencial de cultivo a estas tierras aunque sean de alt¨ªsimo valor ecol¨®gico y cruciales, seg¨²n los cient¨ªficos, para frenar el calentamiento global.
?l est¨¢ entre los esc¨¦pticos respecto al cambio clim¨¢tico. ¡°El calentamiento global no tiene nada que ver con la deforestaci¨®n de la Amazonia¡±, proclama tajante, y a?ade sin rubor que ¡°hoy secuestras mucho m¨¢s carbono en un ¨¢rea cultivable que en un ¨¢rea de selva¡±. Pero si al resto del mundo tanto le preocupa la Amazonia, Redivo tiene una propuesta: ¡°Que nos paguen por preservar la biodiversidad, no podemos pagarlo nosotros sin obtener contrapartidas¡±.
Los cient¨ªficos alertan desde hace tiempo que los da?os ecol¨®gicos causados por la deforestaci¨®n de la Amazonia son tales que est¨¢ a punto de cruzar el umbral en el que va a dejar de capturar CO?, para empezar a emitirlo. Es un cambio trascendental porque pasar¨ªa de mitigar el cambio clim¨¢tico a agravarlo.
Miqueleto, el economista, recalca que si las vacas y la soja siguen ganando terreno y avanzando hacia el norte, los productores agr¨ªcolas sentir¨¢n los efectos. Las sequ¨ªas o las lluvias intempestivas malograr¨ªan el fenomenal negocio.
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Cr¨¦ditos
- Texto: Naiara Galarraga Gort¨¢zar
- Edici¨®n: Eliezer Budasoff
- Fotograf¨ªa y video: Victor Moriyama
- Edici¨®n gr¨¢fica: H¨¦ctor Guerrero
- Dise?o y desarrollo web: Alfredo Garc¨ªa
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