En las aldeas m¨¢s afectadas por el terremoto: ¡°Aqu¨ª sigue habiendo gente sepultada y nadie viene a rescatarla¡±
Tres d¨ªas despu¨¦s del se¨ªsmo, decenas de poblaciones devastadas siguen incomunicadas y sin recibir ayuda de las autoridades marroqu¨ªes
El derrumbe de piedras sobre las carreteras de la cordillera del Atlas y la ca¨ªda de postes del tendido el¨¦ctrico y de telefon¨ªa m¨®vil han dejado incomunicadas decenas de aldeas y distritos rurales en la provincia de Al Hauz, al sur de Marraquech, la m¨¢s golpeada por el violento terremoto registrado poco antes de la medianoche del viernes. En la regi¨®n mencionada se han contabilizado 1.604 de los 2.862 muertos causados, por el momento, por el se¨ªsmo.
Omar Ait Abdelkader, un instalador de placas solares de 53 a?os, ha llegado con un mulo desde la aldea de Uzghizia, 25 kil¨®metros al norte de Mulai Brahim, para pedir ayuda. En su poblaci¨®n, unos dos centenares de vecinos permanecen incomunicados por carretera y carecen de electricidad y cobertura telef¨®nica. ¡°En zonas m¨¢s alejadas a¨²n llegaba la se?al, pero ya no podemos recargar las bater¨ªas porque nos estamos quedando sin gas¨®leo para los generadores el¨¦ctricos¡±, explicaba Abdelkader camino de la plaza del mercado de Mulai Brahim, la capital comarcal, situada a unos 50 kil¨®metros al suroeste de Marraquech.
Frente la incesante actividad de equipos de rescate civiles y militares que se observaba el s¨¢bado en Uirgan o el domingo en Amizmiz; Mulai Brahim parec¨ªa este lunes haber sido dejada a su suerte. El Estado estaba representado por unos pocos j¨®venes cadetes de las Fuerzas Auxiliares de la Seguridad Nacional que se limitaban a regular el tr¨¢fico de veh¨ªculos privados con ayuda humanitaria y a calmar las reyertas entre vecinos durante el reparto de alimentos.
¡°Aqu¨ª no nos va a faltar de comer¡±, reconoc¨ªa Hadiya Abdelkader, de 50 a?os, que hab¨ªa llegado junto con su hermano Omar hasta Mulai Brahim. ¡°Pero no tenemos mantas para pasar esta noche¡±, a?ad¨ªa. Se iban a refugiar en la tienda improvisada que uno de sus familiares ha levantado en la explanada del mercado. Se trata del lugar m¨¢s seguro, mientras se suceden los derrumbes de edificios da?ados por el se¨ªsmo.
Dar a luz entre los escombros
En un gran entoldado central, que sirve como centro de distribuci¨®n de ayuda y de acogida a los reci¨¦n llegados desde aldeas aisladas, Ahmed Buraini, de 37 a?os y sin un trabajo definido, ayuda a organizar unas tareas de solidaridad que aparentemente coordina la sociedad civil. Los aldeanos informan de casos de mujeres que han dado a luz sobre un trozo de pl¨¢stico entre los escombros, seg¨²n testimonios recogidos por la agencia Efe.
La fluida comunicaci¨®n con la prensa internacional de las primeras horas tras el se¨ªsmo ha dado paso a la tradicional ley del silencio que impera en el medio rural, ante la presencia de al menos una docena de periodistas extranjeros en el municipio y las advertencias de los servicios de seguridad. ¡°Entre los restos del hotel, situado cerca del alminar que hay sobre el mercado, sigue habiendo gente atrapada, entre cuatro y ocho personas¡±, asegura un vecino, sin que ning¨²n otro residente quiera confirmarlo. ¡°Eras turistas marroqu¨ªes, por eso nadie los ha echado a¨²n de menos. Aqu¨ª sigue habiendo gente sepultada y nadie viene a rescatarla¡±, susurraba el ciudadano antes de integrarse en el silencio reinante.
El griter¨ªo habitual del mercado regres¨® poco despu¨¦s en una zona pr¨®xima cuando la turista suiza Sandra Craeccand, funcionaria del cant¨®n de Valais y de 40 a?os, lleg¨® a Mulai Brahim en un taxi, cargada de comida y mantas. ¡°Estaba de vacaciones en el Palmeral [urbanizaci¨®n de lujo de Marraquech] cuando me sacudi¨® la conciencia el terremoto¡±, relataba su peripecia entre las sonrisas de agradecimiento de los vecinos del barrio de Agudar. ¡°Esta ma?ana decid¨ª que ten¨ªa que hacer algo, compr¨¦ lo que pude, llam¨¦ un taxi y le dije que me llevara a donde pudiera ayudar. Eso es todo¡±, se justificaba no lejos de un hotel semiderruido.
Sigue toda la informaci¨®n internacional en Facebook y Twitter, o en nuestra newsletter semanal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.