¡°Di 26 a?os de mi vida a PDVSA y mira c¨®mo nos tratan¡±: los jubilados de la petrolera, en huelga de hambre por sus pensiones
Un grupo de extrabajadores de la estatal venezolana protesta en Caracas para exigir el pago que les corresponde del fondo al que aportaron durante a?os para su retiro
Hay una fila de tres hombres, dos en sillas de ruedas, conectados a un suero. Est¨¢n en un recodo bajo sombra de la Universidad Central de Venezuela. Otros est¨¢n vestidos, con las maletas de almohadas, echados sobre colchonetas. Cruzan la vejez y el noveno d¨ªa en huelga de hambre, rodeados de grupos de j¨®venes estudiantes tambi¨¦n echados en el suelo, que r¨ªen, conversan y lucen indiferentes a lo que ocurre a unos metros de ellos. Los j¨®venes seguramente matan el tiempo libre entre clases; los hombres mayores son jubilados de PDVSA, la principal empresa de Venezuela que se ha devorado el dinero que ahorraron durante a?os para su retiro. ¡°Esta es el ¨¢rea de mantenimiento¡±, todav¨ªa bromea Daniel Bucko con una aguja en el brazo por la que se hidrata para mantener a raya la hipoglicemia y la subida de tensi¨®n tras d¨ªas sin comer.
Un grupo de jubilados de la empresa petrolera se mantiene en huelga de hambre desde el 26 de septiembre. Se movilizaron desde distintas regiones hasta Caracas, como medida de presi¨®n tras a?os de protestas y reclamos por la falta de acuerdos con las autoridades sobre el pago del dinero del fondo de pensiones de la estatal, creado con el aporte de los trabajadores y la empresa para asegurar los ingresos en los a?os de retiro. Este es el segundo intento. A principios de septiembre tambi¨¦n hicieron una protesta similar en la sede de la empresa y salieron con una fecha para una reuni¨®n en la que les dijeron que no ten¨ªan dinero para pagarles. Retomaron la huelga desde un lugar m¨¢s seguro por temor a ser desalojados por la fuerza de la entrada de la sede principal de la empresa.
Pasan los d¨ªas y los d¨ªas y este fin semana todav¨ªa ninguna autoridad se ha acercado a escucharlos. La empresa, sin embargo, ha enviado a los m¨¦dicos que los asiste durante la huelga, ¡°porque no les conviene que se les muera alguno¡±, dice Joel Lenoy, de 62 a?os, que viaj¨® 500 kil¨®metros desde Paraguan¨¢ para unirse a la protesta, pero se tuvo que retirar hace unos d¨ªas con el diagn¨®stico de hipertensi¨®n. ¡°Yo di 26 a?os de mi vida a PDVSA y mira c¨®mo nos tratan¡±, se queja. ¡°Tengo una hermana con c¨¢ncer y todo el dinero que ahorr¨¦ podr¨ªa servirme para ayudarla ahora¡±, comenta frustrado. Trabajaba en la industria fiscalizando la instalaci¨®n de los andamios que regularmente se arman en las plantas para poder subirse a manipular v¨¢lvulas y llaves. ¡°Cuando el paro petrolero (entre 2002 y 2003, una de los primeros puntos de tensi¨®n del chavismo con la oposici¨®n), sacamos todo adelante y as¨ª es como nos pagan¡±.
En 2016, antes de las sanciones, la empresa dej¨® de pagar los intereses generados por el fondo de pensiones y de rendir cuentas sobre su uso y los ingresos que han entrado por el usufructo de inmuebles adquiridos como activos con el dinero de los trabajadores. Los jubilados calculan que PDVSA debe al fondo al menos 2.300 millones de d¨®lares solo en intereses, desde que tras una reforma de los estatutos que regulan el fondo la empresa se atribuy¨® la propiedad de los haberes pertenecientes a los jubilados. Seg¨²n sus c¨¢lculos, les corresponder¨ªa recibir 660 d¨®lares mensuales para saldar esa deuda en lo que les queda de vida, pero solo est¨¢n percibiendo 180 d¨®lares que son insuficientes para vivir en un pa¨ªs enfermo de inflaci¨®n. Tambi¨¦n exigen que la bolsa de comida que dejaron de recibir hace cuatro meses se les pague en su equivalente en d¨®lares y que restituyan la calidad de los servicios de salud que prestaba la empresa a trav¨¦s de un seguro, pues cuentan que cada semana fallecen compa?eros jubilados enfermos sin haber recibido atenci¨®n m¨¦dica.
Esta es una deuda m¨¢s que enfrenta la petrolera hundida en la corrupci¨®n, litigios internacionales por expropiaciones y bonos en default y cuentas por cobrar perdidas entre intermediarios fantasmas en los ¨²ltimos a?os. Malos manejos que la han llevado a los niveles m¨¢s bajos de producci¨®n, en un momento en que las sanciones internacionales contra el Gobierno de Nicol¨¢s Maduro han complicado la comercializaci¨®n del crudo venezolano.
La situaci¨®n de los 37.000 jubilados petroleros es precaria, pero la de otros sectores no es mejor. En general, la administraci¨®n p¨²blica mantiene los peores salarios de Venezuela y ha llevado a muchas instituciones a la postraci¨®n. Los sueldos no alcanzan para ir al trabajo todos los d¨ªas. El salario m¨ªnimo no se aumenta desde hace m¨¢s de un a?o y equivale a menos de 3 d¨®lares al mes. Es lo que perciben la mayor parte de los pensionistas. Los reclamos laborales puntean como uno de los motivos por los que m¨¢s protestan los venezolanos y a los dirigentes sindicales se les encarcela por liderar esas manifestaciones. En Venezuela no hay garant¨ªas de seguridad social. La semana pasada la Organizaci¨®n Internacional del Trabajo esperaba reunirse con el Gobierno en la cuarta jornada del llamado Di¨¢logo Social que se est¨¢ promoviendo para conciliar la gigantesca conflictividad laboral que hay en le pa¨ªs, pero las sesiones fueron suspendidas.
La herida del paro
Daniel Bucko estuvo 31 a?os dedicado al mantenimiento naval en la industria petrolera; la mitad de su vida. Pon¨ªa a tono los equipos que usaban las gabarras y barcos para transportar crudo. Es de Cabimas, en la orilla del Lago de Maracaibo, en el occidente del pa¨ªs, cerca de donde hace m¨¢s de 100 a?os brot¨® el primer chorro de brea que hizo de Venezuela un pa¨ªs petrolero. Entr¨® a los 24 a?os a PDVSA despu¨¦s de muchas entrevistas y pruebas. ¡°PDVSA era pr¨®spera¡±, recuerda. Durante todo su tiempo de servicio destin¨® parte de su sueldo al fondo de pensiones que se cre¨® en 1992 para asegurar una vejez digna para los trabajadores. Lo que deber¨ªa percibir ahora no es lo que le corresponde. No le alcanza para sostener una casa en la que vive con dos de sus hijas y cuatro nietos, a la que se le han da?ado los aires acondicionados de los que dependen los zulianos para poder dormir a casi 40 grados de temperatura.
El jubilado petrolero tambi¨¦n carga con la herida del paro de 2002, que tambi¨¦n ha sido una zanja en la historia reciente del pa¨ªs. Fue de los que se qued¨® trabajando y fue se?alado de traidor por los compa?eros que decidieron plegarse a la medida que promovieron los l¨ªderes de la oposici¨®n que ten¨ªa Hugo Ch¨¢vez en ese tiempo. ¡°Yo les dije que hab¨ªa que trabajar, que ese peo pol¨ªtico no ten¨ªa nada que ver con nosotros¡±, recuerda con rabia. ¡°Perd¨ª compadres y comadres por ese problema. Me quitaron el habla¡±. Pese al respaldo que dio a las operaciones de la empresa en ese momento cr¨ªtico en el que Gobierno finalmente logr¨® controlar pol¨ªticamente la estatal, hoy le han quitado gran parte de lo que hab¨ªa ahorrado para su jubilaci¨®n.
Durante ese quiebre, el Gobierno despidi¨® a 18.000 trabajadores por sumarse a la paralizaci¨®n y comenz¨® el tiempo de los ¡°paracaidistas¡±, como los llama Bucko. ¡°Despu¨¦s del paro, Ch¨¢vez dio luz verde para que entrara Raimundo y todo el mundo, desde vendedores de CDs hasta rematadores de caballo, con derecho al trabajo pero que no estaban calificados. Eran los jefes nombrados a dedo, paracaidistas por encima de nosotros a quienes nos tiraron para la basura. A m¨ª me pusieron de supervisor a un muchacho t¨¦cnico en inform¨¢tica y yo ya era capataz en mantenimiento naval. Eso daba ganas de llorar¡±, cuenta ahora, desde esta huelga de hambre.
Juan Pablo Chac¨®n era operador de equipo pesado en PDVSA. Recuerda haber transportado camiones de asfalto desde el centro del pa¨ªs hasta los llanos. Tambi¨¦n haber apagado incendios en tanques de crudo. ¡°Somos unos viejos a los que le quedan pocos a?os de vida y nos deben un poco de real. Como que quieren que nos muramos para ellos quedarse con lo que nos descontaron semanalmente¡±, dice el hombre de 66 a?os, que camina con bast¨®n y, como Bucko, tambi¨¦n cr¨ªa a nietos de los hijos que han emigrado en busca de oportunidades ante la prolongada crisis venezolana.
El 26 de septiembre empezaron la huelga ocho jubilados y ya se han retirado tres golpeados por los d¨ªas sin comer. ¡°Les debemos mucho¡±, les dijo Pedro Tellechea a una representaci¨®n de los jubilados en enero de este a?o, cuando acababa de ser designado presidente de PDVSA por Nicol¨¢s Maduro. ¡°El a?o pasado en un acto nos llamaron h¨¦roes por haber recuperado la empresa despu¨¦s del paro petrolero. Los que levantamos la industria entonces, somos los que hoy nos estamos jubilando y nos tratan como basura¡±, reclama Julio Blanco, que hasta hace poco trabajaba como capit¨¢n de remolcadores.
En Venezuela, las huelgas de hambre son medidas extremas de protesta pero que se repiten con frecuencia ante la falta de respuesta del Gobierno. ¡°Hemos hecho todo lo posible, conversado, enviado cartas, protestado, hemos cerrado las calles y no hemos logrado nada, por eso estamos en esto¡±, dice Blanco con su antiguo carnet de trabajador colgado al cuello. Aspira a que Tellechea cumpla con su palabra o al menos env¨ªe una comisi¨®n de alto nivel con la cual puedan negociar el pago de lo que les deben.
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