Las exigencias de los ecuatorianos a Noboa: ¡°Tiene que tomar el control de las c¨¢rceles y dar empleo a los j¨®venes¡±
El presidente electo, un empresario de 35 a?os, es una inc¨®gnita para un pa¨ªs que no lo conoc¨ªa mucho, pero lo escogi¨® para evitar la llegada al poder del corre¨ªsmo
Los ecuatorianos estrenan presidente. Uno nada convencional: un empresario, de solo 35 a?os, sin experiencia ni bagaje pol¨ªtico, que ha estado rodeado y asesorado por su madre, una exlegisladora, y su t¨ªa, la mujer con la mayor fortuna de Ecuador. Apenas habla con la prensa y no resulta muy locuaz cuando aparece en p¨²blico. A los pocos minutos de conocerse que hab¨ªa ganado las elecciones dio un discurso, en su casa de la playa, que no dur¨® m¨¢s que un par de minutos. Se trata, pues, de una inc¨®gnita para un pa¨ªs que, mayoritariamente, no lo conoc¨ªa mucho, pero lo escogi¨® para evitar la llegada al poder del corre¨ªsmo.
Daniel Noboa recibe una herencia nefasta del presidente saliente, Guillermo Lasso, que pese a ser un banquero no ha logrado cuadrar las cuentas del pa¨ªs. Tampoco ha podido evitar la descomposici¨®n en las instituciones que ha provocado el ascenso del narco, que ha retado de manera directa al Estado. Ni resolver el crimen de uno de los candidatos, Fernando Villavicencio, un periodista temerario que denunciaba la corrupci¨®n a todos los niveles y que no se cans¨® de denunciar que los criminales se hab¨ªan infiltrado en el aparato estatal.
Marjorie Clavijo, de 53 a?os, piensa que Noboa es la ¨²nica esperanza que tiene un pa¨ªs zarandeado por los problemas. No se olvida, sin embargo, de ponerle deberes: ¡°Le pido dos cosas importantes: empleo para los j¨®venes, en el Ecuador no tienen trabajo, y que mejore la inseguridad. Nos hemos acostumbrado a los secuestros, los homicidios, las matanzas¡±. Administradora de edificios, con un paraguas burdeos en la mano por si llueve esta tarde en Quito, algo que no ser¨ªa nada sorprendente, se lo piensa mejor y dice que, m¨¢s que querer a Noboa, el voto ha sido de rechazo a Correa, que compet¨ªa mediante la candidata Luisa Gonz¨¢lez. ¡°Fue amigo de [Hugo] Ch¨¢vez, de [Nicol¨¢s] Maduro, de Cuba. Con eso es suficiente pensar que de ganar ellos ¨ªbamos para all¨¢¡±.
Unos metros m¨¢s all¨¢, aparece Mar¨ªa Jos¨¦ Campos, una estudiante de pedagog¨ªa, de 21 a?os, que luce una gran sonrisa t¨ªmida. Estas han sido las segundas elecciones en las que ha votado. No estaba en sus planes votar de primeras a Noboa, pero al ser el candidato que pas¨® a segunda vuelta, junto a Gonz¨¢lez, pens¨® que su voto deb¨ªa ser para ¨¦l. ¡°Era la mejor opci¨®n¡±, zanja. Le pide que fomente el empleo entre los j¨®venes, que sufren el castigo del paro. Y, ah, una ¨²ltima cosa, quiere que el nuevo presidente d¨¦ presupuesto a las casas de acogida. Le interesa porque ella colabora en una. Lasso recort¨® el presupuesto a este tipo de trabajos sociales.
En el horizonte aparece un hombre elegante, vestido a la manera de los noventa: camisa cubierta por un jersey marr¨®n, pantalones de pinzas y unos zapatos lustrados. La barba, cuidad¨ªsima. N¨¦stor D¨ªaz, de 75 a?os, est¨¢ jubilado, antes era top¨®grafo. Dice que est¨¢ de ¡°chuchaqui electoral¡±, es decir, de resaca, de guayabo, como bien se diga. ?l cre¨ªa en la victoria del corre¨ªsmo y por eso se ha llevado una desilusi¨®n. Cree que los ecuatorianos estaban en Guatemala y se van ¡°a Guatepeor¡±. O lo que es lo mismo, que Noboa no es m¨¢s que una continuaci¨®n de Lasso, se pasan el testigo un banquero y el heredero de un imperio del banano. Si su t¨ªa es la m¨¢s rica de Ecuador, su padre lo es en el apartado masculino. ¡°Espero que le vaya bien a Noboa, pero tengo un mal presentimiento. A mi edad dudo equivocarme mucho. Que pague bien primero a sus trabajadores, que pague los impuestos que deben sus empresas. Espero que no vaya a privatizar la salud, ni la educaci¨®n, ni el seguro social...¡±, acaba.
En un puente peatonal, Jos¨¦ Escobar va hablando de pol¨ªtica con su pareja. ?Acaso es que hay otro tema hoy? ?l es chef y ahora mismo dise?a el proyecto de un restaurante japon¨¦s, mejor dicho, street food nipona. Nunca ha ido al pa¨ªs asi¨¢tico, pero s¨ª a Estados Unidos y Canad¨¢, donde est¨¢ muy desarrollada. Por supuesto, le vot¨® a Noboa, al caballo ganador, porque cree que Ecuador necesitaba ¡°un cambio¡±. ¡°Actu¨® en campa?a de una manera limpia. No se meti¨® con nadie y sigui¨® adelante. Esa actitud le llev¨® a tener mucho voto joven¡±, piensa. Considera que el corre¨ªsmo, al que llama socialismo, ha utilizado ¡°el resentimiento social¡± para dividir a los ecuatorianos, y el pa¨ªs ya no necesitaba m¨¢s eso. ¡°S¨¦ que es dif¨ªcil que baje los asesinatos en tampoco tiempo, la inseguridad est¨¢ disparada, ni Bukele pudo hacer eso, pero si logra, por ejemplo, controlar las c¨¢rceles lo m¨¢s r¨¢pido posible ser¨ªa un alivio para la seguridad¡±, propone.
Su pareja, Andrea Vega, de 35, es una administradora de una empresa de construcci¨®n enfocada en estructuras met¨¢licas. Ha escuchado a Escobar con impaciencia, ten¨ªa ganas de decir lo que piensa, que no es poco. ¡°Noboa¡±, comienza, ¡°se dedic¨® a vender su proyecto y no a estar en esta pugna entre ricos y pobres¡±. Al presidente electo no le quita ning¨²n m¨¦rito ser hijo de un magnate, ¡°nunca se jact¨® de eso¡±. Ahora le tira con dardo al socialismo latinoamericano y m¨¢s en concreto a Maduro, que el pobre no ten¨ªa vela en este entierro, pero ha acabado salpicado: ¡°Ese man instruye el socialismo, pero lo ves bien comido, bien vestido. ?Y su gente? Migrando. Si segu¨ªamos en el corre¨ªsmo ¨ªbamos a terminar con los ecuatorianos emigrando, aunque es verdad que ya lo hacen¡±, dice.
Le pide a Noboa lo mismo que su novio, que controle las c¨¢rceles. Las mafias, contin¨²a, est¨¢n metidas en pol¨ªtica, como dec¨ªa Villavicencio. ¡°Se le pide a Noboa que corte eso o ning¨²n presidente va a poder lograr un cambio verdadero en este pa¨ªs¡±, finaliza.
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