Atrapados entre dos fuegos en una ciudad fantasma al norte de Israel
El ej¨¦rcito ha ordenado la evacuaci¨®n de los 23.000 habitantes de Kyriat Shmona, situada entre L¨ªbano y los Altos del Gol¨¢n, y de otras 42 poblaciones de la frontera ante la escalada b¨¦lica en el frente del norte
Sonaban los tambores de guerra este lunes en el dedo de Galilea, el extremo norte del Estado de Israel emparedado entre la frontera libanesa y los Altos del Gol¨¢n, la meseta ocupada por el ej¨¦rcito desde 1967. ¡°Parece un Katiusha [los cohetes del partido-milicia liban¨¦s Hezbol¨¢]¡±, apostaba la concejala de Kyriat Shmona, Aviva Rihan-Whitman, de 52 a?os, mientras corr¨ªa a refugiarse bajo el porche de hormig¨®n del centro c¨ªvico municipal. ¡°?Ah! Son disparos de los nuestros¡±, sonre¨ªa confiada mientras el eco de las detonaciones secas de la artiller¨ªa redoblaba como un timbal entre las colinas. La soci¨®loga Rihan-Withman organiza la evacuaci¨®n de los 23.000 vecinos de Kyriat Shmona, decretada el viernes por el ej¨¦rcito ante la creciente escalda b¨¦lica con Hezbol¨¢, que se ha cobrado la vida de al menos seis israel¨ªes y de m¨¢s de 35 libaneses desde el estallido de la guerra en Gaza el pasado d¨ªa 7. Otras 42 poblaciones han recibido tambi¨¦n la orden de ser desalojadas, aunque son muchos los que se resisten a abandonar sus hogares
¡°Cometer¨¢ el peor error de su vida y echar¨¢ de menos lo que pas¨® en la guerra de 2006¡±, advirti¨® el domingo a la milicia proiran¨ª, en la misma frontera libanesa, el primer ministro israel¨ª, Benjam¨ªn Netanyahu, refiri¨¦ndose a un conflicto que se cobr¨® la vida de 1.300 libaneses y 165 israel¨ªes en 33 d¨ªas de refriegas. El despliegue de carros de combate Merkava, bater¨ªas de artiller¨ªa y batallones de infanter¨ªa es patente en la regi¨®n fronteriza de la Alta Galilea desde hace dos semanas. El escenario de un diluvio de cohetes desde el sur de L¨ªbano, donde Hezbol¨¢ almacena m¨¢s de 200.000 proyectiles, inquieta en el Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, que busca evitar la amenaza que pende sobre decenas de miles de civiles.
¡°La mitad de los habitantes de Kyriat Shmona se ha marchado ya por sus propios medios o en caravanas de autobuses organizadas a casa de familiares o a hoteles costeados por el Gobierno¡±, detalla la concejala responsable de servicios sociales de una localidad que se asemeja ya a una ciudad fantasma, con los colegios cerrados y donde la mayor parte de los comercios muestran el cierre echado. ¡°Una cuarta parte de los vecinos ¡ªancianos, familias sin recursos o personas sin parientes¡ª precisa ayuda para poder abandonar la ciudad. El resto, simplemente, no se quiere marchar¡±, enumera Rihan-Withman.
¡°No es correcto. Somos casi la mitad los que nos vamos a quedar, pase lo que pase¡±, replica en el mismo centro c¨ªvico David Hatani, de 66 a?os, que trabaj¨® en un hotel hasta su reciente jubilaci¨®n. Nacido en Kyriat Shmona en el seno de una familia jud¨ªa que acababa de emigrar desde Marruecos, recuerda que, con apenas 10 a?os, una granada de mortero siria seg¨® la vida de su compa?ero de pupitre en el colegio. ¡°Desde entonces he visto desde mi casa todas las guerras: la de los Seis D¨ªas (1967), la de Yom Kipur (1973) y las dos de L¨ªbano (1982 y 2006)¡±, recapitula para justificar su decisi¨®n de no evacuar la zona, a pesar de la orden dada por las autoridades militares.
David Hatani es un jud¨ªo observante de la Tor¨¢ que ve con malos ojos ¡°la promiscuidad entre laicos y religiosos y la ausencia de comida kosher (conforme a la ley jud¨ªa) en los hoteles donde se refugian los desplazados. No est¨¢ solo, aunque la decisi¨®n de quedarse en una zona de hostilidades parece arriesgada. Las sirenas de alarma antibombardeo ulularon a las 16.30 del lunes en Kyriat Shmona, poco despu¨¦s de que un grupo armado abriera fuego contra el kibutz (granja colectiva) de Misgav Am, aislado en lo alto de un cerro y rodeado por vallas y alambradas, que le separan de territorio liban¨¦s. Un portavoz del ej¨¦rcito inform¨® poco despu¨¦s de que la artiller¨ªa hab¨ªa replicado con varias salvas dirigidas al punto de origen de los disparos, mientras dos ¡°unidades terroristas¡± hab¨ªan penetrado en un ¨¢rea cercana conocida como Granjas de Sheba, un territorio en disputa entre L¨ªbano e Israel, y hab¨ªan disparado cohetes antitanque.
¡°Yo tampoco me voy¡±, sentencia vestido con uniforme verde oliva mientras empu?a una pistola Shlomo Elhag, de 85 a?os, un suboficial retirado de las Fuerzas Armadas que ha vivido todas las guerras del Estado de Israel, incluida la que sigui¨® a su creaci¨®n en 1948. Junto con su hijo Ishashi, un contratista de construcci¨®n que se ha movilizado como voluntario a los 42 a?os, dos a?os m¨¢s all¨¢ de la obligaci¨®n legal de reanudar el servicio como reservista, monta guardia en su vivienda. La casa se alza a media ladera de la cima de la colina que marca la divisoria territorial con L¨ªbano. ¡°Mi madre y mis hermanas han sido evacuadas, junto con otros miembros de la familia, pero mis hermanos, hijos y sobrinos est¨¢n todos patrullando ahora la ciudad¡±, asegura Ishashi Elhag, con un fusil de asalto M-16 terciado sobre el uniforme de cabo de infanter¨ªa.
El ej¨¦rcito ha sellado el acceso a Metula, el punto situado m¨¢s al norte del dedo de Galilea, rodeado por territorio liban¨¦s por los cuatro puntos cardinales, excepto el sur. Entre las ¨²ltimas localidades cuya evacuaci¨®n ha sido ordenada por el ej¨¦rcito figura Hagoshrim, a una decena de kil¨®metros al noreste de Kyriat Shmona. Un ret¨¦n de soldados cierra paso al recinto vallado del pueblo, donde viv¨ªan hasta ahora unas 1.300 personas. Ya solo quedan 200. Entre ellas figuran los padres octogenarios de Sheila, que declina facilitar su apellido. Esta profesora de 57 a?os en un instituto de Haifa, la principal ciudad del norte de Israel, muestra ¡°respeto¡± por la decisi¨®n de sus padres. ¡°Les he pedido que vengan conmigo, pero ellos prefieren seguir en su casa, pase lo que pase¡±, relata nada m¨¢s atravesar el puesto de control militar con su veh¨ªculo.
Antes de despedirse, pregunta si puede decir algo m¨¢s. ¡°Hay mucha gente en Israel que piensa que hay que parar esta guerra¡±, declara con el convencimiento de la maestra que explica la lecci¨®n a sus alumnos. ¡°Muchos creemos que tenemos que buscar un acuerdo para vivir en paz con los palestinos¡±. Sobre el cielo de Galilea, desde un dirigible de observaci¨®n, se marcan los objetivos de la artiller¨ªa que apunta hacia el norte, al territorio de L¨ªbano controlado por Hezbol¨¢ del que han huido cerca de 120.000 civiles en las dos ¨²ltimas semanas, seg¨²n ha contabilizado Naciones Unidas. Una cifra similar a la que se ha desplazado dentro de Israel. En torno a la franja de Gaza, en previsi¨®n de una operaci¨®n terrestre contra Ham¨¢s. Tambi¨¦n en la frontera del norte, donde son cada vez menos los civiles que permanecen ante la eventual ofensiva del partido-milicia chi¨ª.
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