Los testimonios desgarradores desde una Gaza aislada y hambrienta: ¡°Estamos viviendo como animales¡±
Los palestinos que se quedaron en el norte y quienes se desplazaron al sur de la Franja describen su creciente indefensi¨®n desde el apag¨®n en las comunicaciones de la noche del viernes, cuando comenz¨® la invasi¨®n terrestre
¡°El viernes por la noche, cuando perdimos totalmente las conexiones y los bombardeos israel¨ªes eran mucho m¨¢s frecuentes y fuertes, pensamos que nuestra hora hab¨ªa llegado y pasamos horas rezando¡±, resume Salah Awad El Sousi, de 73 a?os, para describir sus sensaciones tras el corte de comunicaciones que vivi¨® Gaza cuando el ej¨¦rcito israel¨ª inici¨® la invasi¨®n terrestre. Este peri¨®dico lleva contactando pr¨¢cticamente a diario a este doctor en Farmacia jubilado, que tiene pasaporte espa?ol. ?l y su familia se desplazaron hacia la frontera con Egipto despu¨¦s de que su casa en Gaza fuera bombardeada, con la esperanza de ser evacuados a Madrid, pero hasta ahora nadie ha salido de la Franja, independientemente de su nacionalidad.
El Sousi dej¨® la ciudad de Gaza pr¨¢cticamente con lo puesto. Al ver que los d¨ªas pasaban y segu¨ªan bloqueados en el sur, uno de sus hijos volvi¨® a las ruinas de la casa para buscar ropa entre los escombros. ¡°All¨¢ quedaron sepultados mi despacho, mis libros, mis t¨ªtulos y toda nuestra memoria¡±, lamenta, antes de recuperar como puede el ¨¢nimo. ¡°Pero seguimos en contacto con el consulado espa?ol en Jerusal¨¦n y ellos est¨¢n negociando para hacernos salir de forma segura¡±. Por ahora, viven con otras 40 personas, 20 de ellas menores de edad, en el piso de un pariente lejano. No quiere decir d¨®nde. ¡°Lo ¨²nico que importa es que Israel nos hizo creer que el sur era un lugar seguro y no lo es¡±, acusa.
El hombre describe una vida diaria que parece de otra ¨¦poca: hacen fuego con la madera que encuentran para cocer pan, aunque la harina ya empieza a escasear. Dan de comer y de beber en prioridad a los ni?os y los adultos sienten ya los efectos del hambre y la deshidrataci¨®n. Algunos j¨®venes salen ¡°por el barrio¡± a comprar alguna cosa si hay alg¨²n comercio que abra y todos cruzan los dedos cada ma?ana para que brille el sol y puedan cargar los m¨®viles gracias a peque?os paneles caseros. ¡°Seguimos vivos, pero de milagro. Hemos pasado noches de terror¡±, insiste.
Desde el domingo, se han recuperado progresivamente las conexiones a internet y las comunicaciones telef¨®nicas con Gaza, aunque los contactos con las personas dentro de la Franja son cada d¨ªa m¨¢s complicados, debido a la falta de electricidad y a que hay lugares sin ning¨²n tipo de cobertura. Los mensajes enviados pasan horas, o incluso d¨ªas, en el vac¨ªo, sin poder ser entregados a sus destinatarios. Los que son recibidos y le¨ªdos se responden de manera cada vez m¨¢s breve. No hay notas de voz ni v¨ªdeos porque la se?al no lo permite.
¡°El miedo lo domina todo y nos impide pensar con claridad. Hemos perdido la noci¨®n del tiempo, pero las horas pasan con un solo objetivo: seguir vivos¡±. Los mensajes de Remah Ahmed enviados por WhatsApp son breves, se interrumpen y se retoman al ritmo de una conexi¨®n a internet inestable. No quiere gastar su preciada bater¨ªa telef¨®nica, pero se esfuerza en describir con el mayor detalle posible c¨®mo sobrevive en Jan Yunis, al sur de Gaza, donde est¨¢ refugiado en casa de un amigo, con su esposa y sus dos hijos de 17 y 19 a?os. De las otras 40 personas, la mayor¨ªa eran desconocidos hasta hace algunos d¨ªas.
¡°No puedo dormir. Por los bombardeos, cada vez m¨¢s fuertes, y por los pensamientos, que me angustian permanentemente. Amanece y lo primero que pienso es: ?Voy a morir hoy o tendr¨¦ suerte?¡±. En la pregunta de este hombre de 50 a?os, que trabajaba como funcionario de la Autoridad Palestina en Gaza, no hay nada de teatral ni de exagerado. M¨¢s de 8.300 palestinos han muerto por los bombardeos israel¨ªes desde que empez¨® la ofensiva, seg¨²n las cifras del Ministerio de Salud de Gaza. La incredulidad, la desesperaci¨®n, el terror, el cansancio y el sentimiento de abandono que transmiten los habitantes de la Franja en sus mensajes van en aumento. Los d¨ªas pasan y la ofensiva israel¨ª avanza y se intensifica, mientras ellos se sienten atrapados en una ratonera, cada vez m¨¢s asfixiante e insegura.
Hasta lo m¨¢s simple se ha convertido en un problema enorme: c¨®mo conseguir comida, agua o un poco de electricidad para al menos cargar el m¨®vil¡±Remah Ahmed, habitante de Gaza
¡°No hay un momento de calma. Hasta lo m¨¢s simple se ha convertido en un problema enorme: c¨®mo conseguir comida, agua o un poco de electricidad para cargar el m¨®vil. Estamos viviendo como animales y nos hemos transformado en n¨²meros: n¨²meros de muertos, n¨²meros de heridos, n¨²meros en las colas para comprar un poco de pan¡¡±, explica.
Israel ha vuelto a advertir a los habitantes de la parte norte de la Franja de que vayan hacia al sur ¡°por su propia seguridad¡±. Desde hace dos semanas, decenas de miles de palestinos ya dejaron sus casas y se refugiaron en casas de amigos, familiares o escuelas de la ONU en localidades como Rafah o Jan Yunis. Seg¨²n la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinaci¨®n de Asuntos Humanitarios (OCHA), alrededor de 1,4 millones de habitantes de Gaza se han visto desplazados, algunos de ellos varias veces desde el 7 de octubre, pero en la parte norte, m¨¢s cercana a Israel, sigue habiendo muchas personas que no quieren o no pueden huir. Entre ellas hay heridos, enfermos, trabajadores humanitarios, personal m¨¦dico, discapacitados, ancianos, mujeres embarazadas y ni?os, recordaron las organizaciones humanitarias palestinas Al Mezan, Al-Haq, y el Centro Palestino por los Derechos Humanos (PCHR, por sus siglas en ingl¨¦s), en un comunicado conjunto.
¡°No hay garant¨ªas de que vayan a estar seguros en el sur, donde Israel sigue bombardeando. Esto sugiere que las ¨®rdenes de evacuaci¨®n de Israel no se emiten pensando en la seguridad de la poblaci¨®n civil, sino que pretenden desplazar por la fuerza a cientos de miles de palestinos para acercarlos a la frontera con Egipto¡±, denunciaron.
?Qu¨¦ va a cambiar si empleo mi conexi¨®n y mi bater¨ªa para contarte c¨®mo estamos viviendo? ?Va a hacer algo el mundo? ?Qu¨¦ est¨¢n esperando?¡±Kholoud Sayed, habitante de Gaza
Remah Ahmed tambi¨¦n sinti¨® que no hab¨ªa lugar seguro en toda la Franja, pero vio a sus vecinos huir hacia el sur y los imit¨®. Su hermana decidi¨® quedarse en la ciudad de Gaza, con su esposo y cuatro hijos. ¡°Dijo que prefer¨ªa morir en su casa¡±, explica. ¡°Nosotros llegamos primero a una escuela de la ONU, que estaba abarrotada. Hab¨ªa basura por todas partes, no ten¨ªan agua ni comida ni ba?os¡ La gente estaba viviendo como animales. Finalmente, terminamos en casa de este conocido¡±, explica. El lunes, la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA, por sus siglas en ingl¨¦s) indic¨® que cobija a 672.000 personas en sus instalaciones en Gaza en condiciones ¡°cada vez m¨¢s desesperadas¡±, una cifra cuatro veces superior a su capacidad. Ahora, aunque Remah Ahmed quisiera regresar al norte, ya no tiene ad¨®nde, porque su casa fue bombardeada d¨ªas despu¨¦s de que la familia se marchara.
¡°?Qu¨¦ va a cambiar si empleo mi conexi¨®n y mi bater¨ªa para contarte c¨®mo estamos viviendo? ?Va a hacer algo el mundo? ?Qu¨¦ est¨¢n esperando?¡±, lanza, exasperada, Kholoud Sayed. Este diario est¨¢ en contacto con esta profesora universitaria desde el 7 de octubre. Ella, su marido y sus tres hijos llevan dos semanas en Rafah, la ciudad m¨¢s al sur de la Franja, en casa de un familiar, donde ya no tienen gas y sufren para encontrar pan y agua potable.
El plan de Israel est¨¢ claro: que los gazat¨ªes se vayan de Gaza. Pero, ?ad¨®nde?¡±Raji Sourani, abogado palestino
Raji Sourani, un reconocido abogado y director del PCHR, sali¨® ileso ¡°milagrosamente¡± del bombardeo de su casa en la ciudad de Gaza el 21 de octubre y, desde hace una semana, ni siquiera recibe los mensajes de WhatsApp. ¡°Estamos en el lado bueno de la historia, defendiendo una causa justa y no vamos a ser buenas v¨ªctimas. Sigo en la ciudad de Gaza, en casa de un familiar, y no me ir¨¦ de aqu¨ª porque no hay lugar seguro en toda la Franja. Esto es como una loter¨ªa. El plan de Israel est¨¢ claro: que los gazat¨ªes se vayan de Gaza. Pero, ?ad¨®nde?¡±, se preguntaba en su ¨²ltimo mensaje a este diario, el 23 de octubre.
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