Diario de una semana sorteando la muerte en Gaza: ¡°Nos quieren borrar del mapa¡±
Dos familias de la Franja describen su vida bajo los bombardeos israel¨ªes d¨ªa a d¨ªa


D¨ªa 1: ¡°Supe que nos esperaba algo terrible¡±
Al escuchar las noticias el s¨¢bado por la ma?ana y ver en la televisi¨®n a los milicianos del movimiento islamista Ham¨¢s atacando el sur de Israel, Salah Awad El Sousi y Kholoud Sayed (nombre ficticio) no tuvieron duda de lo que se avecinaba. ¡°Supe que nos esperaba algo terrible, aunque Israel lleve a?os mat¨¢ndonos¡±. Sayed responde temblorosa al tel¨¦fono desde su apartamento en la ciudad de Gaza, en el cuarto piso de un edificio de nueve plantas, donde est¨¢ encerrada con su marido y sus tres hijos, de entre ocho y 18 a?os.
Las calles de la Franja se llenaron de gente que vaci¨® fren¨¦ticamente los supermercados y las tiendas de comida, prepar¨¢ndose para un encierro de varios d¨ªas. ¡°Lo primero siempre es comprar pan y despu¨¦s las cosas b¨¢sicas: arroz, pasta...¡±, afirma esta profesora universitaria de 42 a?os.
¡°Esta es nuestra vida en Gaza. De vez en cuando Israel nos ataca con sa?a. Ese ¡®de vez en cuando¡¯ pueden ser meses, un a?o o varios a?os... ¡°, lamenta El Sousi, de 73 a?os, doctor en Farmacia ya jubilado. ¡°Israel dice que tenemos que llorar por sus v¨ªctimas. Est¨¢ bien, pero ?c¨®mo quieren que lloremos siempre por ellos cuando son nuestro verdugo m¨¢s cruel?¡±
¡°Israel dice que tenemos que llorar por sus v¨ªctimas. Est¨¢ bien, pero ?c¨®mo quieren que lloremos siempre por ellos cuando son nuestro verdugo m¨¢s cruel?¡±Salah Awad El Sousi, vecino de Gaza
Tras la primera noche de bombardeos, El Sousi contacta con los responsables consulares espa?oles en Jerusal¨¦n para planificar una posible evacuaci¨®n. Este profesor universitario naci¨® en Gaza, pero estudi¨® y vivi¨® durante 25 a?os en Madrid y ¨¦l, su esposa, Omaya, y sus cinco hijos, son espa?oles. Sus padres eran refugiados de la ciudad de Beersheva, hoy al sur de Israel, de la que huyeron en 1948, tras la creaci¨®n del Estado de Israel. El Sousi volvi¨® de Espa?a en 1994, alentado por la perspectiva de paz que se respiraba tras los Acuerdos de Oslo y animado por la idea de fundar la Facultad de Farmacia de la Franja, en la que trabaj¨® hasta su jubilaci¨®n. ¡°Pero aqu¨ª ya no se puede vivir¡±.

D¨ªa 2: ¡°No quieren que quede nada en pie¡±
¡°Israel puede refugiar a sus habitantes, pero de Gaza no puede escapar nadie¡±. Al Sousi habla atropelladamente y no oculta su enfado y su impotencia. La familia tiene su casa en el centro de Gaza, cerca del puerto y de varios hoteles conocidos por personal humanitario y periodistas extranjeros. Dos de sus hijas residen en Emiratos ?rabes Unidos. ¡°Tuve una intuici¨®n y ped¨ª a uno de mis hijos, que vive en un apartamento en una torre situada a 100 metros de mi casa, que se instalara con nosotros, que estar¨ªa m¨¢s seguro. Vino con su esposa, sus tres hijos y tambi¨¦n vino un vecino. Nos acomodamos todos aqu¨ª¡±, cuenta El Sousi.
Israel ha cortado el agua, la entrada de combustible y el suministro de electricidad a la Franja. La precaria central de Gaza puede a¨²n suministrar un servicio muy reducido, pero no tiene potencia y su infraestructura tambi¨¦n fue bombardeada. ¡°Atacaron un barrio cercano. Vi los videos, no qued¨® nada, no se reconocen ni las calles. Est¨¢n destruyendo todo. No quieren que quede nada en pie. Necesitamos salir de aqu¨ª¡±, suplica Sayed.
¡°Est¨¢n destruyendo todo. No quieren que quede nada en pie¡±Kholoud Sayed, vecina de Gaza
Esta profesora universitaria escucha decir al primer ministro israel¨ª, Benjam¨ªn Netanyahu, que los civiles tienen que marcharse. La ¨²nica opci¨®n ser¨ªa el paso fronterizo de Rafah, en el sur, en direcci¨®n a Egipto, pero est¨¢ cerrado. La familia de Sayed vive en Gaza desde hace generaciones y ella conf¨ªa en que esta ofensiva sea ¡°como otras¡± y poder encontrar refugio en su casa de Gaza hasta un alto el fuego. ¡°No es f¨¢cil salir de tu casa, dejar todo as¨ª por las buenas sin saber c¨®mo o cu¨¢ndo podr¨¢s volver. Y adem¨¢s ?c¨®mo subsistiremos en Egipto?¡±, se pregunta.
La mujer recalca que no pertenece a ning¨²n partido pol¨ªtico y pide, con visible temor, que no se le atribuya ninguna declaraci¨®n relacionada con Ham¨¢s o con los dirigentes de Ramala. ¡°La mayor¨ªa de las personas en Gaza son como yo. Pero hace muchos a?os que los muertos no valen lo mismo de un lado y de otro. No estoy sorprendida, la verdad, pero esta vez est¨¢ todo a¨²n mucho m¨¢s claro: todo el mundo apoya a Israel¡±.
¡°Solo queremos una vida normal, la que tiene la mayor¨ªa de la gente: libertad de movimiento, agua, electricidad, educaci¨®n... No estamos pidiendo nada m¨¢s, pero en Gaza esto es un lujo que mis hijos nunca han conocido¡±, afirma, tristemente.
D¨ªa 3: ¡°Estamos prepar¨¢ndonos para salir¡±
El mensaje de WhatsApp llega en medio de la noche. ¡°Son las dos y media de la madrugada, el edificio de al lado ha recibido una alerta y estamos prepar¨¢ndonos para salir¡±. Con la oscuridad, las malas noticias producen una zozobra mayor. El Sousi pasa horas sin responder al tel¨¦fono ni a los mensajes.
¡°Mi vecino vino de madrugada diciendo que hab¨ªan desalojado una torre justo frente a mi casa porque hab¨ªan recibido una alerta del ej¨¦rcito. Todos los vecinos estaban en la calle, pero finalmente bombardearon el edificio de siete pisos donde estaba el apartamento de mi hijo, que no hab¨ªa recibido ning¨²n aviso y est¨¢ al lado. No s¨¦ si fue un error militar, pero murieron bastantes personas¡±, explica, ya por la tarde. ¡°Por suerte mi hijo Hamdi ya estaba en mi casa¡±, suspira, aliviado.
La vivienda de El Sousi qued¨® parcialmente destruida. La familia se lo toma con resignaci¨®n, con un desapego pragm¨¢tico hacia las cosas materiales bastante com¨²n en Gaza, donde 1,7 millones de sus 2,1 millones de habitantes son refugiados y pr¨¢cticamente toda la poblaci¨®n ha tenido que salir en alg¨²n momento de su casa con poco m¨¢s que lo puesto. El Sousi, su esposa y sus tres hijos se instalaron en casa de una hermana, a un kil¨®metro, en el barrio de Al Rimal. ¡°Somos cuatro familias, en total unas 40 personas. Dormimos todos en el sal¨®n, como si fuera un campamento¡±.

La central de Gaza va a dejar de suministrar electricidad en pocas horas debido a la falta de combustible y los habitantes aprovechan para cargar bater¨ªas port¨¢tiles y tel¨¦fonos, su contacto con el mundo exterior. ¡°Si esto no son cr¨ªmenes de guerra, ?qu¨¦ son?¡±, lanza El Sousi. ¡°Lo peor es que est¨¢n sembrando el odio y la venganza en nuestras generaciones m¨¢s j¨®venes¡±. Este profesor jubilado tampoco oculta su decepci¨®n ante la falta de noticias de Espa?a. ¡°A los espa?oles israel¨ªes s¨ª se les ha evacuado. A nosotros ni se nos responden los mensajes¡±.
D¨ªa 4: Gaza se apaga
Conforme pasan las horas, es m¨¢s dif¨ªcil que las familias y los amigos se comuniquen entre ellos y tambi¨¦n contactar desde fuera con los habitantes de Gaza. Ya no hay electricidad, las conexiones a internet son precarias e inestables, sobre todo despu¨¦s del bombardeo de la compa?¨ªa palestina de telecomunicaciones el lunes pasado, y adem¨¢s, muchas personas han salido huyendo de sus casas y vagan de un lugar a otro buscando refugio.
¡°Me da miedo dormir por si pasa algo. Me paso las horas imaginando cu¨¢ndo nos va a tocar salir de aqu¨ª, c¨®mo ser¨¢, si voy a saber reaccionar r¨¢pido y ad¨®nde iremos¡±Kholoud Sayed
La conversaci¨®n con Sayed se entrecorta, su voz va y viene y hay que repetir la llamada varias veces para poder hablar. En Gaza, sometida desde 2007 a un bloqueo israel¨ª que la a¨ªsla y la empobrece, nunca ha habido 4G ni 5G y la conexi¨®n a internet depende de los wifis. ¡°Los bombardeos no ceden. Est¨¢n arrasando todo sin miramientos, da igual que haya civiles dentro. Estoy muy asustada. Me da miedo dormir por si pasa algo. Me paso las horas imaginando cu¨¢ndo nos va a tocar salir de aqu¨ª, c¨®mo ser¨¢, si voy a saber reaccionar r¨¢pido y ad¨®nde iremos¡±, solloza esta mujer.

En las ¨²ltimas horas, la universidad Al Azhar y la Universidad Isl¨¢mica de Gaza en las que Sayed trabajaba han sido bombardeadas. ¡°Va a costar mucho recuperar una m¨ªnima vida en Gaza¡±, suspira, con la voz quebrada.
Tras varias noches en vela, la mujer admite que si hubiera adivinado la intensidad de la ofensiva israel¨ª tal vez s¨ª se habr¨ªa planteado la posibilidad de salir por el cruce de Rafah, en direcci¨®n a Egipto, cuando comenzaron los bombardeos. ¡°Pero ahora ya no vale de pena pensar en eso. Israel tambi¨¦n ha bombardeado ese paso de salida y no hay c¨®mo marcharse¡±.
Salah El Sousi lleva horas sin responder al tel¨¦fono despu¨¦s de dos noches ¡°de terror¡±. ¡°?Finalmente!¡±, reaparece en WhatsApp. ¡°Acaban de arreglar un generador aqu¨ª cerca. No s¨¦ cu¨¢nto durar¨¢¡±.
¡°?Podemos hablar cinco minutos?¡± La pregunta enviada desde Madrid se queda sin leer y sin respuesta durante toda la noche.
D¨ªa 5: ¡°Mi hija sent¨ªa que el coraz¨®n se le iba a parar¡±
¡°Todav¨ªa estamos aqu¨ª¡±, responde al tel¨¦fono Sayed, con voz exhausta y temblorosa. No ha terminado la frase y una fuerte explosi¨®n la sobresalta y provoca los gritos de su familia. La mujer explica que cocina lo que puede en un hornillo de gas y vive pendiente de las noticias, mientras llena con dibujos animados los largos d¨ªas y las cabezas inquietas de sus dos hijas. ¡°La m¨¢s peque?a vino la noche pasada a mi cama dici¨¦ndome que cuando o¨ªa el estruendo de las bombas sent¨ªa que el coraz¨®n se le iba a parar. Tiene ocho a?os, casi no habla desde que empez¨® este horror, no quiere comer y solo llora¡±.
Pr¨¢cticamente la mitad de la poblaci¨®n de la Franja tiene menos de 18 a?os. No han conocido la Gaza que describen sus padres, m¨¢s pr¨®spera y m¨¢s libre, y muchos de ellos nunca han puesto un pie fuera de este enclave de 365 kil¨®metros cuadrados, pobre, superpoblado y aislado. Hasta el s¨¢bado por la tarde y seg¨²n las cifras oficiales palestinas, m¨¢s de 700 ni?os palestinos hab¨ªan muerto en los bombardeos israel¨ªes.


El Sousi aprovecha un momento de calma y se aventura a salir e ir a pie hasta su casa para ver si sigue en pie. ¡°Por los pelos, porque empezaron a bombardear en cuanto volv¨ª. Han usado f¨®sforo blanco. Estoy sacando fotos de todo para poder dar este material a expertos militares cuando esto termine¡±, promete. La ONG Human Rights Watch (HRW) denunci¨® el uso de f¨®sforo blanco en los bombardeos de Israel en Gaza, un material prohibido porque es altamente inflamable y sus efectos son devastadores.
D¨ªa 6: ¡°Nos quieren borrar del mapa¡±
¡°No creo que podamos hablar mucho¡±, saluda El Sousi. ¡°Acaban de arreglar un generador, vamos a ver cu¨¢nto dura. Llevamos horas de bombardeos continuos, pero estoy f¨ªsica y psicol¨®gicamente bien¡±, garantiza, animoso. Pero la noche ha sido larga, y calmar y distraer a los ni?os durante los bombardeos es cada vez m¨¢s complicado. ¡°Intentamos cantar y contar alguna historia divertida y sobre todo no gritar, pero el ruido de las bombas es tan grande... La tierra vibra bajo nosotros y todos tenemos miedo¡±. La familia come bocadillos y limita el consumo de agua. Cuando los peque?os duermen, los adultos debaten sobre ¡°qu¨¦ pasar¨¢, si esto durar¨¢ mucho o si los pa¨ªses ¨¢rabes van a intervenir para ayudar¡±.
¡°No he visto algo as¨ª en la vida. Ojal¨¢ pudiera entrar la prensa extranjera. Para que ve¨¢is. No se puede tener como ¨²nica fuente a Israel, porque esto es una masacre, no queda un barrio en pie, nos quieren borrar del mapa. Nos atacan por zonas. La gente huye despavorida de ese barrio y se refugia en otro. Y as¨ª todos los d¨ªas¡±, afirma, acelerado, consciente de que la conexi¨®n se puede acabar en cualquier momento. Las informaciones que salen de la Franja proceden de reporteros palestinos, ya que la prensa internacional no ha podido entrar en Gaza hasta el momento.
Este profesor jubilado aprovecha que tiene internet para contactar con el consulado espa?ol en Jerusal¨¦n. ¡°Quiero ver si est¨¢n haciendo alguna gesti¨®n, aunque por ahora nuestra evacuaci¨®n es imposible¡±.
Dia 7: Un viaje de ida y vuelta
¡°?Es verdad este mensaje?¡± Son las cinco de la madrugada y el anuncio de Israel, que da 24 horas para que m¨¢s de un mill¨®n de habitantes de la parte norte de la Franja se desplacen hacia el sur, provoca espanto e incredulidad. ¡°No s¨¦ qu¨¦ hacer, no s¨¦ qu¨¦ hacer¡±, repite Sayed. Est¨¢ exhausta y las preguntas, por tel¨¦fono y a cientos de kil¨®metros, comienzan a exasperarla, cuando ella solo piensa en c¨®mo salvar la vida de sus hijos. ¡°Esto es una nueva Nakba, ante los ojos del mundo¡±, acusa la mujer, usando el t¨¦rmino en ¨¢rabe que define el desplazamiento forzado de 750.000 palestinos en 1948 tras la creaci¨®n del Estado de Israel.
El estupor va dejando paso al miedo y a la urgencia. Como miles de personas, Sayed y El Sousi deciden marcharse de Gaza. ¡°No quisimos abandonar la ciudad de Gaza hasta que el consulado espa?ol nos confirmara que nos van a evacuar. Salimos de casa tal y como estamos, sin maletas, con lo puesto. Yo estoy en sandalias, solo cog¨ª los documentos¡±, explica El Sousi.

La familia logr¨® un veh¨ªculo y emprendi¨® el camino hacia Rafah, donde vive una sobrina, situado a unos 25 kil¨®metros. ¡°Nunca imagin¨¦ lo que vi por el camino. La carretera que cruza Gaza de norte a sur estaba abarrotada. Mucha gente iba en carros o andando porque no se encuentra transporte. No hay gasolina y los coches tienen miedo a ser bombardeados. Es una tristeza enorme, un dolor gigante¡±, cuenta, por tel¨¦fono, cuando recupera la conexi¨®n en Rafah.
Sayed y El Sousi han llegado a salvo al sur de la Franja. ?l asegura que su viaje es ¡°de ida y vuelta¡±. ¡°Volveremos y espero que quede un lugar al que volver. Gaza est¨¢ siendo devastada ante los ojos del mundo, que parece olvidar que somos dos millones de personas y llevamos d¨¦cadas siendo castigadas¡±.
¡°Necesitamos un alto el fuego y luego empezar a negociar, pero que paren las matanzas ya¡±Salah Awad El Sousi
D¨ªa 8: ¡°Nos vemos en Madrid¡±
El ¨¦xodo de personas hacia el sur ha continuado durante la noche. De la parte norte de Gaza llegan espor¨¢dicamente mensajes de quienes no quieren o pueden marcharse. Hay despedidas, peticiones de ayuda, reivindicaciones sobre la sed de libertad.
¡°Necesitamos un alto el fuego y luego empezar a negociar, pero que paren las matanzas ya¡±, opina El Sousi. Se siente m¨¢s a salvo, pero su voz solo refleja cansancio y tristeza. ¡°Ahora tenemos que prepararnos para salir, nos han garantizado que ser¨¢ seguro y que la Embajada espa?ola en El Cairo est¨¢ a cargo. Si todo va bien, nos vemos en Madrid¡±.
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