Beduinos, el eslab¨®n m¨¢s d¨¦bil de la guerra en Israel
La contienda ahonda el tradicional rechazo institucional de una comunidad de m¨¢s de 300.000 habitantes que vive sin apenas refugios y que tambi¨¦n entierra a asesinados por Ham¨¢s
Amanec¨ªa el s¨¢bado 7 de octubre cuando son¨® una fuerte explosi¨®n en Al Bat, un villorrio beduino del desierto israel¨ª del Neguev no reconocido por las autoridades. Akel Kran, de 46 a?os, cuenta que acudi¨® con otros vecinos a comprobar si las ovejas hab¨ªan sufrido da?os. Todo en orden. Como no era la primera vez que llegaban cohetes desde Gaza, a unos 50 kil¨®metros, siguieron con sus quehaceres. Normalidad. Ninguno de los presentes sab¨ªa que, en ese momento, Ham¨¢s, adem¨¢s de lanzar misiles como hace con frecuencia, tambi¨¦n estaba llevando a cabo el gran ataque por tierra que dej¨® unos 1.200 muertos y desencaden¨® la actual guerra.
Minutos despu¨¦s del referido impacto, en torno a las siete de la ma?ana, son¨® otro estallido en Al Bat, poco m¨¢s que un pu?ado de casas y chabolas desperdigadas por un pedregal que representa bien la cruda realidad bajo la que viven los beduinos en Israel. Este impact¨® en el sheq, el lugar de reuni¨®n de los hombres de la comunidad. La estancia prefabricada a base de aluminio salt¨® por los aires, explica con voz tenue y gesto quedo Kran. Dentro se hallaban cuatro ni?os: los hermanos Jawad, y Malik, de 12 y 15 a?os; Amin, de 10, y Mohammad, de 15, junto a un adulto. Taleb, de 37 a?os y hermano de Kran, result¨® herido y m¨¢s de tres semanas despu¨¦s segu¨ªa ingresado. Los cuatro menores murieron. Los dos hermanos, en el acto. Los otros dos, camino del hospital. Am¨ªn era uno de los nueve hijos de Akel Kran.
Esos ni?os forman parte del grupo de 18 beduinos que perdieron la vida el 7 de octubre, siete por el lanzamiento de cohetes y 11 en la incursi¨®n por tierra de los radicales isl¨¢micos. Hay, adem¨¢s, seis rehenes entre el grupo de unos 240 que se llevaron a Gaza. La guerra sirve para recordar el tradicional olvido institucional de la comunidad beduina. ¡°En estos pueblos no estamos protegidos por la c¨²pula de hierro (sistema antia¨¦reo) porque es una zona no reconocida. Tampoco disponemos de ambulancias, refugios, sistema de alarmas¡¡±, deplora Kran sin apenas alterar el gesto mientras sorbe un vasito de cart¨®n con caf¨¦. El hombre trata de describir la situaci¨®n en la que sigue viviendo, 75 a?os despu¨¦s de existir Israel, una parte importante de su comunidad.
Solo durante las primeras horas del 7 de octubre, la milicia islamista lanz¨® desde la Franja a territorio israel¨ª unos 3.000 cohetes, seg¨²n datos hechos p¨²blicos por el ej¨¦rcito la semana pasada. La mayor¨ªa fueron interceptados. Durante la ¨²ltima guerra de Gaza, en 2014, se lanzaron 4.000 misiles en 50 d¨ªas. Al Bat, que engloba un ¨¢rea de unos 400 vecinos, es uno de los 37 pueblos que las autoridades de Israel consideran ilegal, que no existe en el mapa y que, por tanto, no est¨¢n dotados de lo m¨¢s esencial. Ni carretera hay para llegar. Todo lo tienen fuera: escuela, sanidad, mercado, trabajo, servicios¡ Y en tiempos de guerra como la actual, a diferencia de los dem¨¢s israel¨ªes, tampoco tienen refugios en los que protegerse de los misiles ni habitaciones seguras en sus viviendas, si es que se pueden llamar as¨ª.
En Makhul, otra aldea con las viviendas a modo de casetas hilvanadas a base de chapa, unos ni?os juegan junto al amasijo amontonado de los materiales met¨¢licos que conformaban una de las casas hasta que la destroz¨® sin causar v¨ªctimas otro proyectil llegado desde Gaza. Al atardecer, la llamada a la oraci¨®n del muec¨ªn desde la mezquita compite con el estruendo de las pasadas de los aviones de combate que bombardean la Franja, donde han matado ya a m¨¢s de 11.000 personas.
La organizaci¨®n Adalah, que lucha por los derechos de la comunidad ¨¢rabe israel¨ª, denunci¨® ante las autoridades el 30 de octubre la ¡°discriminaci¨®n y negligencia sistem¨¢ticas del Estado¡± con la mayor¨ªa de las aldeas beduinas, tanto reconocidas como no, por la ausencia de refugios antia¨¦reos u otras ¨¢reas protegidas. La queja se refiere tambi¨¦n a miles de ni?os de esa comunidad cuya vida est¨¢ ¡°en riesgo¡± por tener que acudir a clase sin las medidas de protecci¨®n que en otras zonas del pa¨ªs s¨ª est¨¢n cubiertas. ¡°La tierra de los beduinos es oro para Israel¡±, afirma Marwan Abu Frieh, coordinador de Adalah en el Neguev, desierto al que ellos se refieren como Naqab, en ¨¢rabe.
?l cree que el Estado israel¨ª no es que est¨¦ ignorando a los beduinos, es que trata de acabar con su modo de vida, sus tradiciones, su cultura y los lugares en los que llevan asentados siglos. ¡°El Gobierno insiste en moverlos, sacarlos de sus tierras y reasentarlos y no ofrecerles soluciones porque eso supondr¨ªa que asumen, de manera oficial, que se podr¨ªan quedar en donde llevan viviendo toda la vida. Tenemos que recurrir de manera constante a los tribunales¡±, alerta el coordinador de Adalah en la zona del Neguev. Seg¨²n ¨¦l, por la falta de refugios solo est¨¢n funcionando siete de los 13 peque?os centros de salud de la zona.
Junto a otras organizaciones tratan de suplir el vac¨ªo de seguridad que ha puesto de manifiesto la guerra e intentan instalar refugios en las aldeas. Jaled Eldada es uno de los voluntarios que, en un cami¨®n con una gr¨²a, coloc¨® un centenar de ellos en la segunda quincena de octubre. Hasta Al Bat han llegado dos. En torno a uno de ellos pasta un grupo de camellos. Se trata de una simple tuber¨ªa de hormig¨®n dentro de la que calculan que se pueden meter una veintena de personas.
La mitad de la poblaci¨®n beduina israel¨ª vive en esas aldeas ilegales sin derecho a construir una casa, sin infraestructuras, sin agua corriente, sin electricidad, sin sistema de alcantarillado, sin la educaci¨®n ni servicios sanitarios m¨ªnimos, critica de carrerilla Yelaa Raanan, del Consejo Regional de Pueblos Beduinos no Reconocidos. Viven bajo permanente amenaza de demolici¨®n de sus viviendas en lugares donde no hay transporte, a?ade. Adem¨¢s, aun siendo obligatorio y trat¨¢ndose de ciudadanos israel¨ªes, hay unos 5.000 ni?os sin acceso a guarder¨ªa. ¡°Son los m¨¢s pobres¡±, concluye Raanan incidiendo en que ese centenar de refugios es menos del 10% de los que hacen falta.
¡°Es muy dif¨ªcil ser un buen alumno viviendo en estas condiciones¡±, expone Suleiman Kamalat, director del colegio en Rahat, la mayor poblaci¨®n beduina, en el que estudiaba quinto curso Jawad hasta que el cohete de Ham¨¢s acab¨® con ¨¦l el 7 de octubre. En la pantalla muestra la clasificaci¨®n de los mejores expedientes, entre los que se encuentra el suyo. Varios chavales de Al Bat muestran en los m¨®viles al reportero durante un paseo por el poblado retratos de los cuatro colegas que perdieron ese d¨ªa y fotos del entierro colectivo.
La poblaci¨®n beduina de origen palestino en el Neguev israel¨ª es hoy de unas 310.000 personas, que son descendientes de las que habitaban esa zona des¨¦rtica cuando en 1948 naci¨® el Estado de Israel. De ellos, unas 80.000 se encuentran en 37 asentamientos sin reconocimiento oficial; otras 35.000, en 11 localidades reconocidas a principios de este siglo, pero que permanecen sin la dotaci¨®n de servicios necesaria, y el resto, unas 195.000, en siete municipios creados por las autoridades entre 1969 y 1989. Dos tercios de los beduinos, cuya comunidad forma parte del 20% de poblaci¨®n ¨¢rabe israel¨ª, viven en el Neguev por debajo del umbral de pobreza, una tasa que triplica la media del pa¨ªs.
Varios activistas se re¨²nen en un local municipal de Hura, una localidad beduina de las s¨ª reconocidas. Est¨¢n convencidos de que el momento no solo es un desastre por la contienda sino tambi¨¦n porque el Gobierno que lidera el primer ministro Benjam¨ªn Netanyahu no va a hacer nada por ellos. Uno de los presentes es Ezry Keydar, director de la ONG israel¨ª Keshet, que lleva a?os luchando por el reconocimiento de la comunidad beduina y por la preservaci¨®n de su cultura y su modo de vida ancestral. En el momento que Marwan Abu Frieh, beduino, aprovecha para despedirse y montarse en su todoterreno, Keydar le lanza una puya amistosa entre risas tratando de hacer ver que ya no tiene pedigr¨ª de hombre del desierto: ¡°Ser beduino no es un origen, es un modo de vida¡±.
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