Elon Musk, recibido en Israel como un jefe de Estado: la geopol¨ªtica de las grandes tecnol¨®gicas

El magnate Elon Musk fue recibido el lunes en Israel por Benjam¨ªn Netanyahu con un trato comparable al de un jefe de Estado o de Gobierno. El empresario devolv¨ªa la visita al primer ministro israel¨ª, con el que estuvo en California en septiembre. Musk ha viajado para lavar su imagen: importantes anunciantes han huido de su red social X (antes Twitter) despu¨¦s de que el magnate apoyase un mensaje antisemita. Pero a cambio del certificado de buena conducta, entrega al Gobierno israel¨ª el control de su red de comunicaciones Starlink en Gaza. El modo en que Musk se codea con los l¨ªderes mundiales es el mejor exponente de la posici¨®n de poder que han alcanzado las grandes tecnol¨®gicas en la geopol¨ªtica mundial, especialmente desde la guerra de Ucrania. El cruce entre intereses estrat¨¦gicos y empresariales suscita algunas preocupaciones.

Audrey Kurth Cronin, profesora de Seguridad de la Universidad Carnegie Mellon, de Pittsburgh (Pensilvania), sostiene que ¡°el papel geopol¨ªtico de las empresas tecnol¨®gicas es obvio en la guerra de Ucrania, lo que echa por tierra el mito de que plataformas como Facebook, Google y YouTube son actores neutrales¡±, en un art¨ªculo publicado por el Centro Kissinger de Asuntos Globales. Microsoft ha protegido a Ucrania de los ciberataques y Google ha eliminado algunas im¨¢genes de Ucrania de sus mapas, pero ha sido sin duda la red de sat¨¦lites de Starlink, empresa de Musk integrada en SpaceX, la que ha tenido un papel m¨¢s decisivo y, en ocasiones, pol¨¦mico, al mantener la conectividad a internet en Ucrania.

Los intereses comerciales y la geopol¨ªtica han ido hist¨®ricamente de la mano y las guerras por causas econ¨®micas hunden sus ra¨ªces en la antig¨¹edad. La pelea por los recursos y el territorio es previa a los conflictos religiosos, culturales o ideol¨®gicos. Tampoco es nueva la influencia de las empresas en la pol¨ªtica exterior de las potencias ni la diplomacia empresarial y econ¨®mica. En la situaci¨®n actual hay, no obstante, novedades de forma y de fondo.

En lugar de movimientos entre bambalinas, Musk va con frecuencia tuiteando sus ideas y ocurrencias sin filtro. Pero hay tambi¨¦n una diferencia de sustancia: en el pasado, gigantes como la Compa?¨ªa Neerlandesa de las Indias Orientales, que monopolizaba rutas comerciales en los siglos XVII y XVIII y cuyo valor de mercado en t¨¦rminos reales ser¨ªa superior incluso al de las Big Tech, estaban tutelados por sus gobiernos, que ejerc¨ªan cierto grado de supervisi¨®n, explica Kurth Cronin. ¡°Hoy no es as¨ª. La autonom¨ªa de las grandes empresas tecnol¨®gicas actuales las hace inusuales, y muchas empresas est¨¢n innovando m¨¢s r¨¢pido de lo que las burocracias gubernamentales pueden gestionar¡±, se?ala.

Innovaci¨®n en el espacio

El espacio es solo un ejemplo de esa innovaci¨®n. SpaceX (propiedad de Musk) y Blue Origin (controlada por Jeff Bezos, el fundador de Amazon) est¨¢n a la vanguardia y el Gobierno de EE UU las subcontrata para volver a la Luna. Bezos planea una red de sat¨¦lites que compita con la de Starlink, pero cuando empez¨® la guerra de Ucrania, el ¨²nico capaz de garantizar la conectividad en el territorio fue Musk: ¡°El servicio Starlink ya est¨¢ activo en Ucrania. M¨¢s terminales en camino¡±, tuite¨® el magnate el 26 de febrero de 2022 en respuesta a un alto cargo del Gobierno de Kiev.

Esa ayuda a Ucrania ha ido en paralelo a un auge de la desinformaci¨®n y la propaganda rusa a trav¨¦s de su red social X, abogando por un supuesto absolutismo de la libertad de expresi¨®n al tiempo que se pliega a la censura de los gobiernos autoritarios. El protagonismo adquirido con Starlink dio alas al magnate para lanzar sus propias propuestas. En octubre de 2022, public¨® en Twitter su plan de paz para el conflicto, que pasaba por la celebraci¨®n de consultas en los territorios ocupados por Rusia y la cesi¨®n de Crimea a Mosc¨².

Musk rechaz¨® el pasado a?o una petici¨®n para que sus sat¨¦lites de Starlink facilitaran un ataque de Ucrania contra la flota militar rusa del mar Negro. ¡°Si hubiera aceptado su petici¨®n, SpaceX ser¨ªa expl¨ªcitamente c¨®mplice de un acto de guerra mayor y de una escalada del conflicto¡±, explic¨® el magnate cuando trascendi¨® la historia. Su bi¨®grafo, Walter Isaacson, asegur¨® a EL PA?S en septiembre que a ra¨ªz de aquel incidente, Musk ¡°se dio cuenta de que no deber¨ªa tener tanto poder¡±.

En septiembre, en las mismas fechas en las que ya habl¨® con Netanyahu, Musk se reuni¨® con el presidente de Turqu¨ªa, Recep Tayyip Erdogan, en Nueva York para hablar de la posible apertura de una f¨¢brica de Tesla. Este mes, particip¨® en un encuentro en San Francisco con el presidente chino, Xi Jinping, al que tambi¨¦n acudi¨® el jefe de Apple, Tim Cook. Algunos de esos encuentros se enmarcan en la tradicional diplomacia empresarial, que va de inversiones, seguridad jur¨ªdica y nuevos mercados. China es vital para Apple y Tesla. La cuesti¨®n es qu¨¦ ocurre si los intereses empresariales de las tecnol¨®gicas se cruzan con las prioridades diplom¨¢ticas de Washington. ?Se enfrentar¨ªa Musk a Pek¨ªn dando acceso a internet v¨ªa Starlink a Taiw¨¢n en caso de conflicto?

De momento, en Israel Musk ha llegado a un acuerdo con el Gobierno para no permitir el acceso a su sistema sin permiso del Ministerio de Comunicaciones. Su titular, Shlomo Karhi, le felicit¨® por ello: ¡°Este entendimiento es vital para todos los que desean un mundo mejor, libre del mal y libre de antisemitismo, por el bien de nuestros hijos¡± escribi¨® en la red social propiedad del magnate. Como due?o de X, Musk tambi¨¦n tiene una gran influencia en la formaci¨®n de la opini¨®n p¨²blica mundial, al igual que otras tecnol¨®gicas como Meta (due?a de Facebook e Instagram), que fich¨® en 2018 al ex vice primer ministro del Reino Unido, Nick Clegg, para dirigir su oficina de Asuntos Globales y comunicaci¨®n, cuando explot¨® el esc¨¢ndalo de Cambridge Analytica.

Estados Unidos ha limitado el acceso chino a microprocesadores estadounidenses de gran potencia, pero el nuevo frente diplom¨¢tico-tecnol¨®gico es la inteligencia artificial, donde las compa?¨ªas van por delante de los gobiernos. El jefe de OpenAI (destituido y repuesto en solo cinco d¨ªas), Sam Altman, ha viajado por el mundo como embajador de la nueva tecnolog¨ªa. Ha estado este mes en Inglaterra con el primer ministro brit¨¢nico, Rishi Sunak, al que ya vio en una gira previa en mayo que tuvo una parada en el palacio de la Moncloa, donde se reuni¨® con el presidente del Gobierno espa?ol, Pedro S¨¢nchez.

Altman hab¨ªa acudido poco antes con los consejeros delegados de Alphabet, Sundar Pichai; Microsoft, Satya Nadella, y Anthropic, Dario Amodei, a la Casa Blanca para una reuni¨®n con la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, por la que tambi¨¦n se pas¨® el presidente, Joe Biden. Hace un mes, Biden desempolv¨® una vieja ley de tiempos de la guerra de Corea (1950-1953) para aprobar un decreto que obliga a las tecnol¨®gicas a notificar al Gobierno de Estados Unidos cualquier avance que suponga un ¡°riesgo grave para la seguridad nacional¡±.

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