El miedo y la muerte vuelven a Gaza: ¡°Est¨¢n bombardeando m¨¢s que antes¡±

No hab¨ªan pasado ni 30 segundos del final de la tregua entre Israel y Ham¨¢s a las siete de la ma?ana (una menos en horario peninsular espa?ol) de este viernes cuando un misil empez¨® ¡°a trazar su camino¡± en el cielo de Gaza, relataba por tel¨¦fono desde un lugar que no precisaba del sur del territorio palestino James Elder, portavoz del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef). Este trabajador humanitario australiano corri¨® ¡°inmediatamente¡± al hospital Nasser, el m¨¢s importante del sur de la Franja. All¨ª, los rostros de personas ¡°traumatizadas¡±, que ya estaban viviendo en ¡°condiciones horrendas¡± y ¡°salvajemente hacinados¡±, mostraban de nuevo ¡°el retorno de la muerte y el miedo, la peor pesadilla de todos¡±, aseguraba el responsable de Unicef. Para Elder, lo que est¨¢ sucediendo de nuevo en Gaza, tras el breve respiro de una semana de tregua, es ¡°una guerra contra los ni?os¡±, que se est¨¢ ¡°extendiendo¡±.

El portavoz de Unicef se remite a las cifras del Ministerio de Sanidad del enclave palestino, que calculan en m¨¢s de 6.000 los menores masacrados por los ataques israel¨ªes en Gaza, casi la mitad de las m¨¢s de 15.000 personas que han perecido en la Franja desde el inicio de la guerra hace ahora siete semanas. Los datos fueron avalados este jueves por Naciones Unidas, que las considera cre¨ªbles. ¡°Todo el mundo conoce esos n¨²meros ahora. Tenemos informes de 6.000 ni?os asesinados. Unicef es una organizaci¨®n apol¨ªtica e imparcial, pero miremos esas cifras: esos 6.000 ni?os [muertos] muestran que esta guerra es devastadora¡±, asegura Elder.

Doaa Ulyan, una gazat¨ª de 33 a?os refugiada en Rafah con su marido y sus dos hijos, de 10 y 8 a?os, considera tambi¨¦n ¡°aterradora¡± la situaci¨®n en Gaza. Por WhatsApp explicaba c¨®mo, desde las siete de la ma?ana, Israel no hab¨ªa dejado de bombardear ¡°incluso m¨¢s que antes¡±. Originaria de Ciudad de Gaza, esta mujer huy¨®, como cientos de miles de sus conciudadanos, al sur del enclave palestino cuando Israel orden¨® a la poblaci¨®n que se trasladara all¨ª, el 12 de octubre. Alrededor de 1,7 millones de los 2,3 millones de habitantes de la Franja se hacina ahora en la regi¨®n meridional.

Poco despu¨¦s de que la tregua expirara, el ej¨¦rcito israel¨ª sembr¨® de octavillas la parte sur del enclave. En ellas, ordenaba un nuevo traslado a los gazat¨ªes, esta vez en direcci¨®n a Rafah, en la frontera con Egipto, la ciudad donde se refugian Ulyan y su familia. Pero esa zona tambi¨¦n fue constantemente bombardeada nada m¨¢s reanudarse la ofensiva israel¨ª.

¡°Nos dijeron que nos fu¨¦ramos al sur y lo hicimos, y despu¨¦s empezaron a bombardear como locos¡±, continuaba esta gazat¨ª. ¡°Las masacres que muestran las im¨¢genes de Gaza son suficiente prueba de las atrocidades que se est¨¢n cometiendo contra civiles inocentes. Estamos aguardando a que el mundo haga algo para protegernos, pero ya no tenemos esperanza y solo podemos pedirle a Dios que nos proteja¡±, aseguraba Ulyan.

El Ministerio de Sanidad de Gaza ha elevado al menos a 178 los muertos en los bombardeos israel¨ªes de este viernes. Los cerca de 600 heridos que las autoridades sanitarias de la Franja han registrado solo podr¨¢n recurrir a un sistema sanitario al que la guerra ha puesto ¡°de rodillas¡±, lamentaba el portavoz de Unicef.

Si la comunidad internacional ¡°no act¨²a¡±, eso representar¨¢, aseguraba Elder, ¡°una luz verde para que m¨¢s ni?os sean asesinados¡±. El funcionario de la ONU encuentra ¡°descorazonador que haya tantas personas que parecen sentirse c¨®modas¡± con lo que sucede en Gaza. En el hospital Nasser, al que acudi¨® despu¨¦s de que Israel reanudara este viernes sus ataques, ¡°los ni?os estaban absolutamente aterrorizados. Todos y cada uno de los ni?os de Gaza van a necesitar apoyo mental y ahora no pueden obtenerlo mientras no acabe esta guerra. En la Franja siguen 1,1 millones de ni?os¡±.

Las vidas de muchos de esos menores gazat¨ªes han cambiado ¡°para siempre¡±, afirmaba el portavoz de Unicef. En el territorio palestino, seg¨²n datos de las autoridades sanitarias de la Franja que citaba este trabajador humanitario, hay ¡°unos 2.000 ni?os con amputaciones, como la peque?a Sharma, de un a?o, que ha perdido su pierna y su brazo derechos¡±.

¡°Quienes tienen el poder de hacerlo, deben parar esto. Cuanto m¨¢s tiempo dure [esta guerra], m¨¢s profundas ser¨¢n las cicatrices. No podremos comenzar a buscar la curaci¨®n hasta que estas atrocidades acaben¡±, explicaba Elder. Los ni?os que hace dos meses quiz¨¢s ¡°estaban en su habitaci¨®n ante sus ordenadores¡±, ahora tienen que mirar de nuevo con temor a un cielo del que ¡°llueven bombas¡±.

¡°No tenemos a d¨®nde huir¡±

Desde Jan Yunis, Jalil Abu Shamaleh, de 53 a?os y exdirector de la ONG de derechos humanos Addameer, envi¨® este viernes a este diario varios audios de WhatsApp en los que se o¨ªa el estruendo incesante de los aviones de guerra y el zumbido de los drones. Tambi¨¦n este gazat¨ª aseguraba que las bombas no hab¨ªan dejado de caer desde las siete de la ma?ana. En Gaza, eran entonces las cuatro de la tarde (una hora menos en la Espa?a peninsular).

¡°La gente est¨¢ aterrorizada. Han visto a demasiadas personas asesinadas antes de la tregua. La mayor¨ªa de los gazat¨ªes no se atreve a salir a la calle. No sabes qui¨¦n puede ser el pr¨®ximo blanco. Los que se aventuran a salir es porque tienen que cubrir alguna necesidad urgente. [Los israel¨ªes] nos han dicho que nos vayamos, pero no tenemos a d¨®nde huir¡±, aseguraba.

La localidad de Jan Yunis, donde se refugia Shamaleh, es una de las que Israel ha ordenado desalojar en sus octavillas, pero algunos gazat¨ªes que all¨ª buscaron seguridad ya no quieren huir m¨¢s. ¡°Mi madre me dice que solo nos queda una opci¨®n: aceptar la muerte. No importa si nos movemos o no, en cualquier momento puede ser la ¨²ltima vez. Dicen que dejemos Jan Yunis por Rafah y luego atacan Rafah. No tenemos a d¨®nde ir. Si morimos, al menos moriremos en casa, no en la calle¡±, dec¨ªa en un tuit este viernes la periodista gazat¨ª Jehan Alfarra.

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