La alianza antiyihadista apoyada por Occidente en el Sahel se disuelve
La retirada de Burkina Faso y N¨ªger del llamado G5, siguiendo los pasos de Mal¨ª, da la puntilla a una asociaci¨®n militar que nunca lleg¨® a estar plenamente operativa
El G5 del Sahel, la alianza antiyihadista de cinco pa¨ªses africanos creada en 2014 y apoyada por Occidente, ha saltado por los aires. Este mi¨¦rcoles, los presidentes de Mauritania y Chad, los dos ¨²nicos miembros que se manten¨ªan en dicho grupo, han anunciado la activaci¨®n del art¨ªculo 20 del tratado funcional, que establece que ¡°el G5 puede ser disuelto a petici¨®n de al menos tres de sus miembros¡±. La retirada del grupo de Burkina Faso y N¨ªger, comunicada el pasado s¨¢bado, unida a la salida de Mal¨ª en 2022, ha sido la estocada definitiva a una alianza que nunca lleg¨® a funcionar del todo. Tras la expulsi¨®n de los militares franceses, estos tres pa¨ªses han girado hacia Rusia como nuevo socio preferente en materia de seguridad y lucha antiterrorista.
Los presidentes de Mauritania, Mohamed Ould Ghazouani, y Chad, Mahamat Idriss D¨¦by, han firmado este mi¨¦rcoles el acta de defunci¨®n del G5 del Sahel, un mero tr¨¢mite para una asociaci¨®n militar y en materia de desarrollo. Esta alianza vio la luz con la intenci¨®n de aunar esfuerzos frente a los grupos yihadistas que act¨²an en la zona, para lo que contaban con el decidido apoyo operacional de Francia a trav¨¦s de la operaci¨®n Barkhane. Sin embargo, los golpes de Estado en Mal¨ª, Burkina Faso y N¨ªger en los ¨²ltimos tres a?os propiciaron la llegada al poder de juntas militares que ordenaron la expulsi¨®n de los soldados franceses, dejando al G5 sin su principal sost¨¦n sobre el terreno.
El otro elemento que preconizaba la desaparici¨®n de esta alianza fue el nacimiento, el pasado 16 de septiembre, de otro organismo de cooperaci¨®n militar: la Alianza de Estados del Sahel, integrada por Mal¨ª, N¨ªger y Burkina Faso. Este pacto fue impulsado tanto para combatir a los terroristas como para hacer frente a toda agresi¨®n exterior, en un contexto de posible intervenci¨®n militar de los pa¨ªses de la regi¨®n apoyados por Francia contra N¨ªger tras el golpe de Estado de julio. Dicha intervenci¨®n, impulsada por Nigeria, Ben¨ªn, Senegal y Costa de Marfil, nunca lleg¨® a producirse y hoy se ha abandonado esta opci¨®n. Sin embargo, la Alianza de Estados del Sahel se ha mantenido y se perfila como una organizaci¨®n no solo militar, sino tambi¨¦n pol¨ªtica y econ¨®mica.
El G5 del Sahel se enfrent¨® desde el principio a numerosos problemas. Concebida en su origen como un marco de cooperaci¨®n antiterrorista transfronterizo, pronto se estructur¨® como una fuerza militar conjunta, financiada sobre todo por la Uni¨®n Europea, en la que cada pa¨ªs deb¨ªa aportar un batall¨®n de 750 soldados para la realizaci¨®n de operaciones militares. Sin embargo, apenas tres d¨ªas despu¨¦s de su nacimiento, el cuartel general del G5 en Sevar¨¦, centro de Mal¨ª, sufri¨® un ataque terrorista de gran envergadura que oblig¨® a su traslado a Bamako, en un entorno m¨¢s seguro. La fuerza militar que deb¨ªa derrotar al yihadismo vio la luz rodeada de malos presagios.
La constante resistencia de los ej¨¦rcitos de los estados miembros a ceder parte de su soberan¨ªa militar, motivada por hist¨®ricas desconfianzas entre ellos, y la falta de financiaci¨®n exterior lastraron siempre la operatividad de su fuerza conjunta, que se limitaba a la vigilancia de fronteras. El 13 de enero de 2020, durante la cumbre de Pau celebrada entre Francia y el G5, el entonces presidente burkin¨¦s, Roch Marc Christian Kabor¨¦, lo reconoc¨ªa abiertamente: ¡°El aumento de los ataques, la destrucci¨®n que sufrimos y la crisis humanitaria sin precedentes nos ha interpelado. Hay que pasar a una etapa superior en la coordinaci¨®n de nuestras operaciones. Los resultados est¨¢n por debajo de las expectativas. Necesitamos resultados militares r¨¢pidos¡±, dijo.
Para ese entonces, un fuerte sentimiento antifranc¨¦s comenzaba a extenderse por la regi¨®n, impulsado precisamente por el fracaso de Par¨ªs y de sus aliados en el Sahel a la hora de frenar el avance de un yihadismo m¨¢s desatado que nunca. En Pau se puso sobre la mesa la idea de una fuerza militar europea, denominada Takuba, en apoyo de la operaci¨®n Barkhane, as¨ª como un impulso a la cooperaci¨®n militar. Sin embargo, la suerte estaba echada. Hoy, cuatro a?os despu¨¦s de aquella cumbre, tan solo dos de los seis presidentes presentes en aquella foto siguen en su puesto, el franc¨¦s Emmanuel Macron y el mauritano Ghazouani. El l¨ªder chadiano Idris D¨¦by fue asesinado poco despu¨¦s en una escaramuza con un grupo rebelde y su hijo tom¨® el poder, mientras que en Mal¨ª, N¨ªger y Burkina Faso gobiernan juntas militares hostiles a Francia.
La defunci¨®n del G5 del Sahel deja a¨²n m¨¢s el camino expedito a Rusia, que se abre paso como el nuevo gran poder militar extranjero en la regi¨®n. Presentes en Mal¨ª desde finales de 2021, los mercenarios de Wagner han sido decisivos en la reconquista de Kidal, ocupada por los rebeldes tuaregs desde hace una d¨¦cada, el pasado mes de noviembre. Rusia no solo ha reforzado las capacidades del ej¨¦rcito maliense, sino que ha facilitado la primera gran victoria de unas fuerzas armadas golpeadas a diario por los yihadistas y necesitadas de un refuerzo moral. En Burkina Faso el despliegue ruso ha comenzado discretamente, mientras que N¨ªger acaba de romper sus acuerdos militares con Europa y ya discute con Mosc¨² las modalidades de su cooperaci¨®n. Pese a ello, el terrorismo yihadista sigue golpeando con fuerza, como se ha puesto de manifiesto recientemente en los ataques de Djibo (Burkina) y a cinco localidades malienses, entre ellas M¨¦naka.
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