Un reportero de Gaza relata su cautiverio en Israel: ¡°Los peores 33 d¨ªas de mi vida¡±
Diaa Al Kahlout denuncia interrogatorios y torturas a manos de las fuerzas israel¨ªes antes de ser devuelto a la Franja sin acusaciones
![Journalist Diaa Al-Kahlout](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/GJTOJZFK3VEPJAFKLVSDY5Q5OY.jpg?auth=56a59608d081e66990b28080a6d005a920cf261b6e0f1e1e9b47f1bbf3c2f469&width=414)
![Luis de Vega (Enviado Especial)](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fauthor-service-images-prod-us-east-1.publishing.aws.arc.pub%2Fprisa%2Fe5a24e0e-8ce2-455f-bdba-7edf1b093d1b.png?auth=25593119b58801ae28e803a9444e58c636188a78cf12167fa1a2f390820cdef3&width=100&height=100&smart=true)
Las puertas del infierno se abrieron el 7 de diciembre para Diaa al Kahlout, un periodista palestino de 38 a?os. Ese d¨ªa por la ma?ana, en Beit Lahia (norte de Gaza), fue detenido por las tropas de ocupaci¨®n de Israel junto a varias decenas de hombres dentro de la campa?a que, seg¨²n repiten desde que comenz¨® la guerra el 7 de octubre, llevan a cabo para acabar con Ham¨¢s. Fueron obligados a quedarse en ropa interior en plena calle, como muestran las im¨¢genes grabadas por los militares que dieron la vuelta al mundo en medio de un mar de cr¨ªticas. En ellas, se ve al propio Al Kahlout sentado en el suelo junto a m¨¢s de un centenar de detenidos.
Era el comienzo de m¨¢s de un mes de cautiverio en territorio israel¨ª entre torturas, interrogatorios y humillaciones que acabaron con su liberaci¨®n y devoluci¨®n a Gaza el 9 de enero sin cargos ni acusaciones, seg¨²n el relato que ¨¦l mismo ha hecho a este peri¨®dico a trav¨¦s de llamadas telef¨®nicas y mensajes. ¡°Han sido los peores 33 d¨ªas de toda mi vida¡±, asegur¨® la semana pasada desde la tienda de campa?a que comparte con otros desplazados en Rafah, junto a la frontera con Egipto. Su temor es que las operaciones militares de Israel alcancen ese extremo sur de la Franja donde, como ¨¦l, se agolpan cientos de miles de desplazados.
¡°Llegaron unos 150 soldados y oficiales israel¨ªes a Beit Lahia y nos sacaron de casa de mi padre junto con varios vecinos y familiares. Despu¨¦s, nos reunieron y nos pidieron que nos quit¨¢ramos la ropa, excepto la ropa interior. Nos maniataron, nos pusieron en camiones militares y nos transportaron a la base militar de Zikim [primera playa de Israel, al norte de la Franja]¡±, explica el reportero, jefe de la delegaci¨®n en Gaza del diario Al-Arabi Al-Jadeed (medio panar¨¢bico con sede en Londres y propiedad de la empresa catar¨ª Fadaat Media). Seg¨²n su testimonio, en la Franja fue sometido al primer interrogatorio por parte de lo que ¨¦l considera que era un agente del Shin Bet (el servicio de seguridad interior israel¨ª), que le pregunt¨® si formaba parte de Ham¨¢s. ¡°Lo negu¨¦ y le dije que era periodista. Desde ah¨ª, la investigaci¨®n se centr¨® en los reportajes que hab¨ªa realizado, mis relaciones period¨ªsticas y mis fuentes. A continuaci¨®n, me golpearon y me tiraron al suelo. Acab¨¦ con la boca llena de arena¡±. Cuando expres¨® sus quejas insistiendo en que nada ten¨ªan que ver con los combatientes, asegura que le amordazaron con cinta adhesiva para que dejara de hablar. ¡°Se burlaron de m¨ª y dijeron en ingl¨¦s: ¡®Journalist¡¯ [periodista]¡±, a?ade.
Tras unas horas en esa zona de Zikim, el grupo de detenidos entre los que se encontraba Al Kahlout fue trasladado a un penal militar, unas instalaciones que no dependen del sistema de prisiones, y que el reportero calcula que se ubica en el desierto del Neguev, al este de Gaza. ¡°Durante el traslado, fui agredido y golpeado; las esposas me hac¨ªan da?o en las manos y me vendaron los ojos. Al llegar, nos colocaron en una estancia de ladrillos. Dormimos sobre una colchoneta y con solo una manta¡±, explica. Insiste en las duras condiciones en las que los militares los manten¨ªan: ¡°Durante todo el periodo de detenci¨®n estuvimos con los ojos vendados y esposados; no se nos permit¨ªa hablar con otros prisioneros; nos amenazaban de muerte; nos acusaban de pertenecer a Ham¨¢s y dec¨ªan que deb¨ªamos morir. Nos castigaban poni¨¦ndonos de rodillas durante horas¡±.
Al noveno d¨ªa lleg¨® el siguiente interrogatorio, que califica como ¡°normal¡±, con preguntas personales, relativas a su profesi¨®n o sobre d¨®nde se encontraba el 7 de octubre, cuando comenz¨® la guerra, tras la matanza de unas 1.200 personas en Israel organizada por Ham¨¢s. El 25 de diciembre se lo llevaron de nuevo, recuerda el periodista. ¡°Empezaron a quitarme la ropa, me registraron y me colgaron de las manos en medio de golpes e insultos¡±. Cree que nuevamente estuvo en manos del Shin Bet.
La alimentaci¨®n, relata, se limitaba a dos rebanadas de pan con un poco de queso en el desayuno y la cena y otras dos rebanadas con un poco de at¨²n para el almuerzo. A veces, ten¨ªan que hacer turnos de hasta una hora para ir al ba?o. En ning¨²n momento del cautiverio fue autorizado a comunicarse ni con su familia ni con su abogado, denuncia Al Kahlout. Recuerda con amargura los insultos que recib¨ªa porque no soportaba estar hasta 16 horas diarias de rodillas. Su liberaci¨®n vino acompa?ada de una triste sorpresa. Su suegro hab¨ªa muerto en un bombardeo el 13 de diciembre, cuando tambi¨¦n resultaron heridos su padre, su mujer y uno de sus hijos.
Journalist Diaa Al-Kahlout, bureau chief of Al-Araby Al-Jadeed newspaper, was arrested by the Israeli army in Beit Lahia with his brothers, and then appeared in a video among the detainees filmed by the occupation as if he had arrested gunmen after they surrendered#Gaza_Genocide pic.twitter.com/yxUScK2fWz
— ???? ??????? (@mALTOYJI) December 7, 2023
El 20 de diciembre, Amnist¨ªa Internacional denunci¨® el ¡°trato inhumano y degradante¡± del grupo detenido en Beit Lahia antes de la desaparici¨®n de todos ellos, pues nunca se comunic¨® su paradero. Poco antes, la ONG israel¨ª Physicians for Human Rights inform¨® de la muerte de seis palestinos que estaban bajo custodia israel¨ª en distintos lugares. El 16 de diciembre ya hab¨ªa dado la voz de alerta el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, tras recibir ¡°numerosos informes inquietantes procedentes del norte de Gaza sobre detenciones masivas, malos tratos y desapariciones forzadas de posiblemente miles de hombres y ni?os palestinos, as¨ª como de varias mujeres y ni?as, a manos de las Fuerzas de Defensa de Israel¡±. Las autoridades israel¨ªes justificaron las detenciones en Beit Lahia y otros enclaves del norte de la Franja en que esas personas hab¨ªan desobedecido la orden de salir de lo que consideraban un basti¨®n de Ham¨¢s.
Un portavoz militar israel¨ª, al ser preguntado por el caso de Al Kahlout, explica: ¡°Como parte de las actividades del ej¨¦rcito en la zona de combate, se est¨¢ deteniendo e interrogando a personas sospechosas de participar en actividades terroristas. Se pone en libertad a las personas que no participan en actividades terroristas¡±. Esos detenidos, a?ade, son tratados ¡°de conformidad con el derecho internacional¡±, a?ade. ¡°A menudo es necesario que los sospechosos de terrorismo entreguen su ropa para que pueda ser registrada y para asegurarse de que no ocultan chalecos explosivos u otras armas¡±, comenta la misma fuente sin dar respuesta a las acusaciones del reportero de torturas y malos tratos.
Desde que fue liberado, Diaa al Kahlout ¨Dcasado y padre de cinco hijos, uno de ellos con par¨¢lisis cerebral¨D permanece en Rafah (sur de Gaza) separado de su familia, que sigue en el extremo opuesto de este territorio sin posibilidad de moverse por la guerra. La familia abandon¨® su casa tras recibir una llamada amenazante del ej¨¦rcito israel¨ª el 8 de octubre, en las primeras horas de la respuesta militar que ya ha dejado casi 27.000 muertos en Gaza, en torno al 70% mujeres y menores de edad. La familia se vio obligada entonces a trasladarse a la casa del padre del reportero en Beit Lahia. Los siete se instalaron en una misma habitaci¨®n, mientras Al Kahlout segu¨ªa contando la guerra y mandando textos a las oficinas del peri¨®dico en Doha y Londres.
¡°Nuestra vida era buena antes del 7 de octubre. Viv¨ªamos en una hermosa casa en el barrio de Karama, en el noroeste de Gaza. Tambi¨¦n ten¨ªamos un coche y mis hijos estudiaban en escuelas privadas. Los estaba educando y aprend¨ªan ingl¨¦s para que encontraran un futuro mejor. La casa y el veh¨ªculo han sido destruidos por el ej¨¦rcito¡±, lamenta.
Separado de los suyos, Diaa al Kahlout trata estos d¨ªas de recuperar desde Rafah el ejercicio del periodismo entre constantes dolores y unas pesadillas que en ocasiones no le permiten conciliar el sue?o. Consecuencias de las semanas de cautiverio; como los 20 kilos de peso que perdi¨®. ¡°Fue lo mejor de la c¨¢rcel¡±, bromea desde la tienda de campa?a, que hace las veces de vivienda y oficina, en un territorio en el que, seg¨²n el Comit¨¦ para la Protecci¨®n de los Periodistas (CPJ, en sus siglas en ingl¨¦s), desde el 7 de octubre de 2023 al 31 de enero han muerto 78 reporteros palestinos, lo que lo convierte en el conflicto m¨¢s letal para los informadores de la era moderna. Pese a todo, Diaa al Kahlout lo tiene claro: ¡°Nunca he pensado en dejar mi trabajo. Soy periodista profesional y solo me importa el sufrimiento de las personas. Mis hijos me han pedido que me vaya de Gaza, que piense seriamente en emigrar porque no quieren perderme otra vez¡±.
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