M¨®nica Baltodano: ¡°La dictadura de Ortega tiene rasgos m¨¢s brutales que la de Somoza¡±
Un a?o despu¨¦s de ser despojada de su nacionalidad y sus bienes junto a otras 93 personas, la exguerrillera y ministra sandinista, exiliada en Costa Rica, asegura que el r¨¦gimen nicarag¨¹ense es ¡°extractivista, mis¨®gino y colonialista¡±
El sue?o de la revoluci¨®n se convirti¨® en pesadilla para M¨®nica Baltodano (Le¨®n, Nicaragua, 69 a?os), encarcelada por el dictador Anastasio Somoza, comandante guerrillera del Frente Sandinista, ministra durante el Gobierno de la revoluci¨®n y diputada por el FSLN (1997-2002) y desde 2018 exiliada en Costa Rica junto con su familia. Hace justo un a?o fue despojada de su nacionalidad y todos sus bienes por el r¨¦gimen de Daniel Ortega junto con otros 93 nicarag?enses como los escritores Sergio Ram¨ªrez y Gioconda Belli. Baltodano ha estado en Madrid, junto a su marido, el tambi¨¦n ex dirigente sandinista Julio L¨®pez, donde se ha reunido con la vicepresidenta Yolanda D¨ªaz. ¡°Todav¨ªa hay sectores de la izquierda que piensan que Nicaragua no es una dictadura o que, si lo es, la disculpan porque supuestamente impulsa un programa socialista y solidario y mi prop¨®sito es concienciar. He luchado m¨¢s contra Ortega que contra Somoza¡±, asegura.
Pregunta. ?C¨®mo se vive cuando a uno le quitan la nacionalidad y todo lo que posee, incluso la pensi¨®n?
Respuesta. Con mucho dolor y mucha indignaci¨®n. Daniel Ortega convirti¨® el pa¨ªs en una dictadura que tiene rasgos m¨¢s brutales que la de Somoza. Me dicen que Somoza bombarde¨® ciudades, que cometi¨® genocidio al hacerlo en 1978 y 1979, pero se enfrentaba a una lucha armada y Ortega asesin¨® a la poblaci¨®n que se manifestaba c¨ªvicamente. Somoza nunca desnacionaliz¨® a nadie y este tipo ha convertido en ap¨¢tridas a m¨¢s de 300 personas.
P. ?Cu¨¢ndo rompe con Ortega?
R. En 1998 por dos motivos. Uno, por la denuncia por violaci¨®n y abusos de la hijastra de Ortega, Zoilam¨¦rica Narv¨¢ez, y segundo, por la decisi¨®n de Ortega de llegar a un pacto corrupto con el presidente de entonces, Arnoldo Alem¨¢n, donde se reparten las instituciones y que favorece esa deriva autoritaria de Ortega, que ha terminado en su control absoluto. Yo era diputada y primero pele¨¦ dentro de las instituciones para que no se diera ese pacto y vot¨¦ en contra de las reformas constitucionales que favorec¨ªan ese acuerdo que inclu¨ªa que para ganar elecciones se necesitaban apenas el 35% de los votos (antes era el 45%). Eso es lo que permite que Ortega regrese con solo el 38% de los votos en 2006.
P. ?En qu¨¦ momento se jodi¨® el sandinismo?
R. Ya se empezaron a ver rasgos de caudillismo en los a?os 80, durante la revoluci¨®n, cuando se le puso como presidente y a la vez como secretario general, copiando modelos de socialismos pasados. Pero ¨¦l profundiz¨® el caudillismo hasta apropiarse de toda la estructura partidaria y comenz¨® a construirse un aparato paramilitar, que empez¨® a operar en 1993. Algunos dicen que ya ven¨ªa de antes porque los abusos que denunci¨® su hijastra eran de 1978.
P. ?Nunca intuyeron en qu¨¦ llegar¨ªa a convertirse Ortega?
R. En los 80 hubo cr¨ªticas internas sobre todo relacionadas con ciertos privilegios y su modo de vida, pero tambi¨¦n por el machismo. Las primeras voces que se levantaron fueron las de las feministas. Pero la necesidad de cohesi¨®n de la propia revoluci¨®n ante los enemigos externos sirvi¨® para posponer las cr¨ªticas, que se consideraban que debilitaban el proceso. Las izquierdas tienen mucho que aprender de todas estas historias porque a veces se eluden debates con el argumento de que debilitan frente a la derecha. Este tema del enemigo lo sigue usando Ortega. Por eso su discurso es antiimperialista, aunque ya no le funciona tanto, y por eso se alinea con Ir¨¢n, con China, con Rusia, e invoca el conflicto Este-Oeste. Eso le permite encubrir que es un r¨¦gimen extractivista, mis¨®gino, colonialista contra las comunidades ind¨ªgenas y con el que una minor¨ªa se est¨¢ enriqueciendo de forma absolutamente escandalosa. Incluso roba los bienes de las familias de los desnacionalizados y se rob¨® la cooperaci¨®n de Venezuela, m¨¢s de 5.000 millones de d¨®lares.
P. ?Cu¨¢ndo toma la decisi¨®n de exiliarse?
R. De mis cuatro hijos, los dos m¨¢s peque?os se exiliaron en 2018, pero, cuando se liber¨® a los presos en 2019 y se pensaba que iba a haber una cierta flexibilizaci¨®n, regres¨® una de mis hijas. Sin embargo, en 2021, tras todas las detenciones, pasamos a la clandestinidad y pensamos que ten¨ªamos que salir porque pod¨ªamos acabar presos. Solo uno de mis hijos sigue all¨ª.
P. ?Qu¨¦ es lo m¨¢s duro del exilio?
R. Mi marido tiene m¨¢s de 70 a?os y yo casi 70. El exilio cuando uno ya est¨¢ mayor es muy duro. Yo ten¨ªa un hostal y me dedicaba a escribir y adem¨¢s ten¨ªa mi pensi¨®n. Cuando nos quitan todo, nos ponen en la indigencia. Hasta ahora hemos vivido con la ayuda de los hijos y de los amigos. Porque los j¨®venes pueden encontrar trabajo, pero nosotros no. Los refugiados no tienen ninguna ventaja material en Costa Rica, te dan la posibilidad de estar en el pa¨ªs con un permiso de trabajo, pero la atenci¨®n m¨¦dica hay que pagarla.
P. ?Cree que Ortega caer¨¢?
R. S¨ª. Est¨¢ sostenido por el miedo y la represi¨®n. El deterioro institucional es de tal magnitud que su apoyo es muy vol¨¢til. Ha establecido la delaci¨®n, el terror¡, un Gobierno que retiene en las oficinas de la vicepresidenta, Rosario Murillo, los pasaportes de los jefes del Ej¨¦rcito, de la polic¨ªa y de los magistrados, es un Gobierno muy fr¨¢gil. Estoy segura de que haremos caer a ese Gobierno. Necesitamos seguir aisl¨¢ndolo internacionalmente, con la unidad de los exiliados, y fortalecer la organizaci¨®n dentro del pa¨ªs bajo nuevas formas de oposici¨®n.
P. ?Hay algo de lo que se arrepienta?
R. No. No me arrepiento de haber luchado contra Somoza, de haber sido parte de la revoluci¨®n, aunque soy consciente de que a lo largo de mi vida he cometido equivocaciones. Me siento muy orgullosa de haber roto con el orteguismo y de denunciar muy pronto que Ortega quer¨ªa construir una dictadura. No me arrepiento de seguir luchando y estoy segura de que esta vez no se va repetir la historia de impunidad que ha prevalecido en toda la historia de Nicaragua. Hay que luchar, no con esp¨ªritu de venganza, pero s¨ª de justicia, de reparaci¨®n para las v¨ªctimas.
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