Votar en tiempos de guerra a las puertas de Gaza: ¡°Tenemos 20 segundos para llegar al refugio¡±
Israel celebra unas elecciones municipales an¨®malas con baja participaci¨®n en las que decenas de miles de evacuados no depositar¨¢n su voto hasta noviembre, mientras que los soldados han podido hacerlo dentro de la Franja
El matrimonio formado por Rachel y David Edry sobrevivi¨® dentro de su casa de Ofakim durante 15 horas con cinco atacantes de Ham¨¢s el pasado 7 de octubre. Ella les cocin¨®, les cant¨® y se comunicaba con ellos con su rudimentario ¨¢rabe. Pasado ese tiempo, polic¨ªas y civiles asaltaron el chal¨¦. ¡°Si morimos, morimos juntos¡±, pens¨® ella en ese momento, seg¨²n su testimonio a medios locales. Los islamistas armados fueron aniquilados y la pareja sali¨® indemne con ella convertida en hero¨ªna nacional. Este martes, una esquela anuncia en la cancela de la vivienda, todav¨ªa con heridas de los intensos tiroteos en sus muros, que David falleci¨® la v¨ªspera. Los vecinos lamentan que sobreviviera a la matanza y, menos de cinco meses despu¨¦s, vaya a ser enterrado.
Este martes es d¨ªa de elecciones municipales en Israel. En Ofakim y en otras ciudades, los rostros de los candidatos electorales forman en las calles un chocante mosaico junto a los omnipresentes rostros de los 240 rehenes que los islamistas se llevaron a Gaza. En el barrio de Mishor Hagefen de Ofakim el ambiente sigue enrarecido. La muerte de Edry es solo una gota m¨¢s en medio del hast¨ªo y el dolor. ¡°Estamos igual que aquel d¨ªa. No acabamos de salir de esto¡±, suspira Ilana Bugnik, de 60 a?os, que habita dos casas m¨¢s all¨¢ que los Edry. Responde con desgana al ser preguntada por los comicios. ¡°No tengo ganas de ir a votar. Si acaso, m¨¢s tarde¡±, se?ala m¨¢s centrada en contar que est¨¢ siendo asistida por una trabajadora social y que los vecinos reclaman m¨¢s ayuda.
¡°Nos hemos convertido en gente triste. Vivimos con mucho miedo y no tenemos ganas de hacer nada¡±, a?ade junto a ella Mazal Yosef, de 38 a?os, mientras se?ala su apartamento en el bloque de enfrente. Esta zona fue durante horas un infierno aquel infausto s¨¢bado en que comenz¨® la guerra con unas 1.200 personas asesinadas por los islamistas palestinos. ¡°Nos duele el coraz¨®n por los muertos y damos gracias a los que nos salvaron¡±, zanja Yosef, que tampoco ha ido a ejercer su derecho al voto.
La imagen del actual alcalde, Itzik Danino, que opta a la reelecci¨®n, se multiplica en lonas por casi todas las calles. Su jefe de gabinete, Asaf Maze, de 42 a?os, defiende optimista la gesti¨®n que ha llevado a cabo en tiempos de guerra. ¡°El 7 de octubre lo cambi¨® todo. La gente asume que la vida continua y queremos salir de todo esto m¨¢s fuertes. Votar nos ayuda a mirar al futuro y a combatir el dolor¡±, se?ala en un intento de aferrarse a la senda de la normalidad que tan lejos ven las vecinas del barrio de Mishor Hagefen. Pero no es f¨¢cil. Smadar Dahan, de 55 a?os, cuenta que sufre todav¨ªa pesadillas al recordar que tuvo a los combatientes de Ham¨¢s cara a cara. ¡°Fue como ver una pel¨ªcula¡±, rememora esta mujer que cierra tambi¨¦n filas en torno a Danino.
Ofakim, a 25 kil¨®metros en l¨ªnea recta de Gaza y con una poblaci¨®n de unas 25.000 personas, fue el punto m¨¢s alejado del enclave palestino en el que logr¨® golpear Ham¨¢s el 7 de octubre. Las municipales, previstas para el 31 de octubre, se pospusieron primero a enero y, despu¨¦s, al 27 de febrero por imperativo de la contienda. Aunque miles de habitantes escaparon, oficialmente Ofakim no fue evacuada, a diferencia de otras localidades m¨¢s pr¨®ximas a la Franja y a la frontera con el L¨ªbano, donde no se elegir¨¢ a alcaldes y otros cargos hasta noviembre.
Segundo plano
En el resto del pa¨ªs, los comicios han transcurrido en un ambiente enrarecido. Todo lo ocupa estos d¨ªas la guerra, as¨ª que el llamamiento a las urnas ha pasado a segundo plano. A las 19.00 hora local (18.00, hora peninsular espa?ola), la participaci¨®n era del 41%, ocho puntos porcentuales menos que a la misma hora en las anteriores, en 2018. En Israel, la jornada electoral se declara festiva, pero muchos han preferido aprovechar para ir a centros comerciales o refugiarse en casa de la lluvia y el fr¨ªo en el exterior. En un ejemplo m¨¢s de la anomal¨ªa de la situaci¨®n, los soldados israel¨ªes han podido emitir su voto incluso dentro de Gaza, por un sistema conocido como ¡°sobres dobles¡± que usan tambi¨¦n diplom¨¢ticos y presos y se computa al final.
La participaci¨®n ha sido particularmente baja en las grandes ciudades. En Tel Aviv y Haifa, por ejemplo, no ha llegado al 30%. En los ¨²ltimos d¨ªas, circulaba el temor a que la milicia libanesa Hezbol¨¢ aprovechase la jornada electoral para lanzar cohetes contra el centro del pa¨ªs. Adem¨¢s, el foro que representa a las familias de los alrededor de 130 rehenes a¨²n en Gaza ha desplegado activistas en las calles para insistir en que la aparente normalidad de celebrar elecciones no signifique su olvido. ¡°Elegimos a los rehenes¡± era el lema que luc¨ªan en las camisetas.
Sderot, la ciudad israel¨ª m¨¢s pr¨®xima a Gaza, es de los lugares en los que las urnas han de esperar. Pese a todo, la poblaci¨®n ha empezado a regresar, se ven gr¨²as trabajando en edificios en construcci¨®n y el centro comercial ha reabierto en una localidad que casi linda con el enclave palestino. Sus primeras casas se hallan a poco m¨¢s de un kil¨®metro. Elsayaf Levi es un militar reservista al que el ataque de Ham¨¢s convirti¨® en comandante de un tanque. En estos cuatro meses largos ha combatido en Gaza, pero no ha regresado a su vivienda de Sderot. Aprovecha unos d¨ªas libres sin uniforme para acompa?ar a su mujer a recoger algunos enseres en la vivienda, pero, de momento, seguir¨¢n viviendo con familiares.
En Ashkelon, una ciudad costera ubicada a una decena de kil¨®metros al norte de la Franja, est¨¢n acostumbrados a vivir bajo la amenaza de los cohetes que lanza Ham¨¢s desde antes del presente conflicto armado. Tienen el protocolo de seguridad bien engrasado, no es algo que tengan que tener en cuenta en un d¨ªa de elecciones como este. Solo en los primeros diez d¨ªas de guerra salieron m¨¢s de mil cohetes desde Gaza hacia esta ciudad, seg¨²n las cifras que ofrecieron las autoridades.
¡°Si disparan y saltan las alarmas, tenemos unos 20 segundos para llegar al refugio¡±, comenta Yosef Kooper, de 18 a?os, se?alando hacia su izquierda en el colegio ORT Adivi, uno de los centros de voto. El joven, que luce un chaleco fosforito, es uno de los que ayuda a los electores a averiguar en qu¨¦ mesa han de depositar su papeleta. El flujo de votantes es constante, pero sin aglomeraciones. Antes de acceder a las clases donde se hallan las urnas, pasan por delante de los rostros de los secuestrados por Ham¨¢s, que lucen colgados en el patio del colegio en una lona.
El cielo negro descarga un chaparr¨®n que es casi bienvenido entre los que entran y salen del centro. Saben que la lluvia pod¨ªa ser de misiles. Est¨¢n advertidos en caso de que haya un ataque, lo que obligar¨ªa a interrumpir las votaciones. ¡°Si suenan las sirenas, corremos hacia el refugio, nos acercamos a un muro o simplemente nos tiramos al suelo¡±, explica Robert Sufaru, nacido en Rumania hace 75 a?os y llegado a Israel cuando ten¨ªa tres. ¡°Estamos tranquilos. La vida ha de seguir¡±, recalca. ¡°No tengo miedo, pero no quiero recordar que estamos en guerra¡±, afirma Seagal Shalom, una mujer de 53 a?os que, como Sufaru, apoya la reelecci¨®n del actual primer edil, Tomer Glam.
Siguiendo el asfalto hacia el sur, en torno al per¨ªmetro de Gaza, las nubes dan cierta tregua. Por unos segundos, los rayos del sol iluminan los edificios del enclave, donde han muerto ya casi 30.000 palestinos en la presente contienda. Se multiplican los controles militares y zumban en el cielo los drones y los helic¨®pteros mientras cada rato retumban los tanques, que dejan en el aire una estela de humo negro. Algunos curiosos, equipados con prism¨¢ticos, detienen el coche para contemplar el espect¨¢culo de la guerra durante unos minutos. Un hombre armado con un fusil se dirige a una veintena de visitantes en una gasolinera a la entrada del kibutz Kfar Aza, apenas a 1.000 metros de la valla que separa Israel de la franja palestina y uno de los escenarios de la carnicer¨ªa de Ham¨¢s. ¡°¡ y esto fue lo que ocurri¨® el 7 de octubre¡±, concluye el gu¨ªa en medio del silencio de los presentes.
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