El alcalde de M¨¢nchester: ¡°Conf¨ªo en que nuestros nietos vuelvan a meter al Reino Unido en la UE¡±
Andy Burnham cree que si el Partido Laborista vence en las elecciones generales, tendr¨¢ m¨¢s capacidad de cambiar las cosas de la que tuvo Blair en 1997
Andy Burnham (Liverpool, 54 a?os) no viste como un alcalde. Pantalones y camiseta negra, americana negra, tiene la elegancia de una estrella madura del rock alternativo brit¨¢nico de finales de los ochenta. Podr¨ªa ser el quinto miembro de sus adorados The Smiths. El pol¨ªtico laborista est¨¢ al frente de una ciudad ¡ªM¨¢nchester, donde surgi¨® aquella banda¡ª, pero sobre todo de una regi¨®n en la que habitan casi tres millones de almas ¡ªGreater Manchester¡ª que ser¨¢ fundamental para determinar si el l¨ªder de la oposici¨®n, Keir Starmer, ha sido capaz de recuperar el apoyo del norte de Inglaterra, de fuerte tradici¨®n izquierdista, pero que se pas¨® al Partido Conservador y al Brexit de Boris Johnson en 2019. El llamado ¡°muro rojo¡±, cuyos ladrillos se desmoronaron. La ciudad, junto a su vecina y rival Liverpool, simboliza el resurgir de un orgullo norte?o.
¡°Esta regi¨®n fue siempre la voz radical que desafiaba al establishment de Londres. Fue en M¨¢nchester donde el ej¨¦rcito mat¨® a 18 manifestantes, en 1819, cuando reclamaban el derecho al voto. La misma ciudad en la que los trabajadores textiles se negaron a trabajar el algod¨®n recogido por los esclavos¡±, explica Burnham al peque?o grupo de corresponsales de medios europeos ¡ªentre ellos EL PA?S¡ª que ha acudido a charlar con ¨¦l. ¡°La cuna del sindicalismo y del movimiento sufragista, el n¨²cleo central del pensamiento progresista en el Reino Unido¡±, insiste.
Nada resulta m¨¢s liberador que la pol¨ªtica municipal. Burnham se r¨ªe y no duda en ense?ar su tatuaje en el b¨ªceps de su brazo derecho: una peque?a abeja, el s¨ªmbolo de una ciudad industrial y laboriosa como M¨¢nchester. Cientos de mancunianos, como se conoce a sus habitantes, la grabaron en su cuerpo como emblema del orgullo, solidaridad y resurrecci¨®n que compartieron todos cuando la cantante estadounidense Ariana Grande regres¨® en 2019, para actuar de nuevo, dos a?os despu¨¦s de aquel tr¨¢gico atentado terrorista en el estadio Manchester Arena que acab¨® con la vida de 22 personas, muchas de ellas menores de edad.
¡°Ni tatuajes, ni cigarrillos, ni motocicletas. Esas eran las leyes sagradas de mi madre. Y me las he saltado todas¡±, r¨ªe Burnham. Hijo de un t¨¦cnico de l¨ªneas telef¨®nicas y de una recepcionista, fue la ¡°batalla de Orgreave¡±, aquel brutal enfrentamiento entre mineros y polic¨ªas de 1984 que el historiador Tristram Hunt describi¨® como ¡°casi medieval en su coreograf¨ªa¡±, lo que impuls¨® al joven Andy, de 14 a?os, a afiliarse al Partido Laborista.
Fue diputado durante 16 a?os, y ministro en los gobiernos de Tony Blair y Gordon Brown. El tiempo suficiente como para entender que la pol¨ªtica nacional brit¨¢nica, centrada hasta el paroxismo en Londres y esa burbuja de diputados y asesores a la que se conoce coloquialmente como Westminster, provoca el adormecimiento de la conciencia. ¡°Cuanto m¨¢s tiempo pasas all¨ª, m¨¢s pareces un fraude para los ciudadanos. Porque votas a favor de cosas en las que solo crees a medias. Acabas perdiendo en parte el sentido de tu propia personalidad¡±, explica.
F¨²tbol y orgullo regional
Para entender el salto definitivo de Burnham a la pol¨ªtica municipal hay que introducir en la narraci¨®n otra tragedia: estadio de Hillsborough, Sheffield. 1989. Semifinales de la FA Cup (el torneo similar a la Copa del Rey en Espa?a). Liverpool FC frente al Nottingham Forest. 97 muertos y casi 800 heridos cuando se derrumbaron las gradas de pie. Y la conclusi¨®n general, alimentada durante casi dos d¨¦cadas por la clase pol¨ªtica brit¨¢nica, de que lo ocurrido hab¨ªa sido la consecuencia del salvajismo de los hooligans, de los b¨¢rbaros del norte. ¡°Despu¨¦s de las conclusiones de la segunda investigaci¨®n p¨²blica del incidente, lo dije en la C¨¢mara de los Comunes ¡ªsu discurso, de 11 minutos, ocupa un lugar de honor en el canal de YouTube del Liverpool FC¡ª, ?c¨®mo es posible que toda una ciudad inglesa reclamara justicia entre l¨¢grimas durante 20 a?os y el Parlamento no la escuchara?¡±, recuerda Burnham.
El alcalde adquiri¨® relevancia nacional durante la pandemia, y se gan¨® el apelativo de ¡°rey del norte¡± cuando se enfrent¨® al Gobierno de Boris Johnson. Luch¨® ¡ªsin ¨¦xito, pero con respaldo popular¡ª contra unas medidas draconianas de confinamiento en la regi¨®n, distintas a las de Londres y sin el respaldo financiero necesario para resistirlas.
Aquella batalla sirvi¨® para que muchos laboristas entendieran que la respuesta frente a los conservadores estaba en la trinchera municipal. Pod¨ªa reconquistarse al electorado desencantado con inversiones en infraestructuras, ayudas a la educaci¨®n, propuestas culturales y una inyecci¨®n de orgullo para una Inglaterra que llevaba a?os sinti¨¦ndose abandonada.
Ah¨ª est¨¢, defiende Burnham, la raz¨®n de un respaldo al Brexit que sorprendi¨® a la direcci¨®n de su partido. Recuerda lo mucho que le cost¨® defender entre sus votantes la permanencia en la UE, y entiende que Keir Starmer no quiera remover ahora ese asunto. ¡°El reingreso no es ahora mismo una opci¨®n pol¨ªtica que est¨¦ sobre la mesa. Pero conf¨ªo en que las pr¨®ximas generaciones, nuestros nietos, vuelvan a meter al Reino Unido en la Uni¨®n Europea¡±, dice el alcalde.
Burnham ha competido dos veces por el liderazgo del Partido Laborista. Hoy es un aliado fundamental de Starmer, pero nunca dejar¨¢ de ser una sombra molesta para el actual candidato. En primer lugar, porque no descarta su regreso a la escena nacional. En segundo, porque su carisma entre los votantes es innegable.
Pero hoy por hoy, con una red de alcaldes laboristas que hacen uso de sus competencias recuperadas, cree que, si las encuestas no fallan y la izquierda conquista Downing Street ¡ªprev¨¦ que las elecciones ser¨¢n en noviembre¡ª, el l¨ªder de la oposici¨®n lo tendr¨¢ m¨¢s f¨¢cil que Tony Blair en 1997. ¡°Entonces llegamos al poder con inmenso apoyo popular, expectativas muy altas y ninguna capacidad para trasladar nuestras pol¨ªticas a las regiones. Starmer llegar¨¢ con expectativas bajas y con una infraestructura regional muy diferente. La luna de miel ser¨¢ breve, porque la gente est¨¢ impaciente, pero el nuevo Gobierno tendr¨¢ mucha m¨¢s capacidad para actuar de inmediato¡±, asegura Burnham.
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