?Es pacifismo por Palestina!
Toda protesta en favor de los palestinos acaba siendo deslegitimada por el procedimiento de atribuirle un car¨¢cter violento y sectario
En la larga historia de represi¨®n de la lucha por la justicia en Palestina, hay leyes no escritas que se cumplen a rajatabla. Esta semana estamos asistiendo al cumplimiento de una de ellas: toda protesta pac¨ªfica propalestina acaba siendo deslegitimada por el procedimiento de atribuirle un car¨¢cter violento y sectario. Incluso terrorista, si hacemos caso a Donald Trump, que ha aprovechado la ocasi¨®n para considerar m¨¢s graves las acampadas propalestinas de los campus estadounidenses que la toma del Capitolio por sus seguidores en 2021.
Las acampadas y manifestaciones propalestinas de los estudiantes estadounidenses han puesto al descubierto, una vez m¨¢s, c¨®mo, cuando se trata de Palestina, el pacifismo no se puede tolerar. Porque de tolerarlo, de aceptar una movilizaci¨®n c¨ªvica y transversal de distintos sectores de la sociedad, hace tiempo que los palestinos habr¨ªan obtenido la justicia que reclaman y se merecen.
Seg¨²n esta ley no escrita, da igual que el activismo sea occidental que palestino; individual que coral. Hace 21 a?os se recurr¨ªa, si era preciso, a los buld¨®ceres para acallar una sola voz, como sucedi¨® con Rachel Corrie, la activista estadounidense apisonada cuando trataba de impedir la demolici¨®n de viviendas en Gaza. Tiempo despu¨¦s, en 2018-2019, los drones y los francotiradores israel¨ªes mataron o hirieron a m¨¢s de 20.000 participantes en la Marcha del Retorno, con la que todos los viernes los gazat¨ªes se encaminaban al Muro para recordarle al mundo que viven en un gueto (Occidente prefiere hablar de ¡°la mayor prisi¨®n al aire libre¡±, un eufemismo que recuerda los deportes al aire libre).
El movimiento de boicot, desinversi¨®n y sanciones, conocido como BDS, es posiblemente la acci¨®n m¨¢s efectiva y por ello perseguida del pacifismo palestino. El BDS es una llamada (desde 2004) de diversos grupos de la sociedad civil palestina a que se impongan a Israel las mismas medidas de boicot comercial, deportivo, acad¨¦mico y cultural, de desinversi¨®n empresarial y de sanciones internacionales que en su d¨ªa se aplicaron a la Sud¨¢frica del apartheid.
Israel dispone de toda una maquinaria para criminalizarlo por antisemita, aun a riesgo de algo que parece no importar al Gobierno de Netanyahu y la camarilla ultranacionalista en que se apoya: instrumentalizar el Holocausto y a sus v¨ªctimas.
Los actos de resistencia civil a que estamos asistiendo son una expresi¨®n del aumento de la solidaridad con Palestina en todo el mundo. Como tales, no pueden ser reprimidos en aras de los intereses de las potencias. La actual movilizaci¨®n estudiantil, apoyada por figuras intelectuales como Naomi Klein, Cornel West y Susan Sarandon, que se est¨¢ extendiendo ya a los campus de Canad¨¢ y Europa, es una peque?a luz en estos siete meses de masacres en Gaza.
Hace brillar, desde abajo, cierta esperanza de justicia, por m¨¢s que grupos violentos proisrael¨ªes intenten reventar las protestas; que los consejos de gobierno de las universidades las criminalicen; y que la polic¨ªa intervenga con su parafernalia militarista. Los Gobiernos lo f¨ªan todo a la proximidad de los ex¨¢menes universitarios y las vacaciones. Quiz¨¢ deban recordar que el Mayo (de 1968) fue en mayo.
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