Los palestinos conmemoran la Nakba m¨¢s triste
La huida de 450.000 personas de Rafah tras siete meses de desplazamientos forzosos marca un aniversario especialmente simb¨®lico de la expulsi¨®n de los palestinos hace siete d¨¦cadas. ¡°Estamos desplegando la Nakba de Gaza¡±, admiti¨® un ministro israel¨ª
Este mi¨¦rcoles, mientras los palestinos conmemoraban un aniversario de la Nakba particularmente triste, el ej¨¦rcito israel¨ª ordenaba la evacuaci¨®n forzosa de los habitantes de otros dos barrios del norte de la Franja: Sheij Zaid y Al Mansheya, cerca de Beit Lahia. Si la anterior efem¨¦ride (75) fue simb¨®lica por tratarse de una fecha redonda, esta, la 76, lo ha sido m¨¢s a¨²n: la palabra Nakba ha vuelto en los ¨²ltimos meses al vocabulario pol¨ªtico de Oriente Pr¨®ximo, no como recuerdo pasado de la gran cat¨¢strofe que moldea la identidad palestina, sino como nueva amenaza presente tras siete meses de invasi¨®n de Gaza sin visos de terminar.
Unas 450.000 personas han huido de Rafah, el ¨²ltimo refugio de la mayor¨ªa, solo desde la semana pasada, cuando Israel tom¨® el paso fronterizo hom¨®nimo con Egipto y orden¨® una evacuaci¨®n parcial con vistas a una ofensiva terrestre, seg¨²n datos de Naciones Unidas. La guerra en Gaza ha generado el mayor desplazamiento forzoso de palestinos desde la Nakba, desastre en ¨¢rabe, nombre con el que se conoce la huida o expulsi¨®n de sus hogares de 750.000 palestinos (dos tercios de la poblaci¨®n ¨¢rabe en el actual Estado de Israel) entre 1947 y 1949, ante el avance de, primero, las milicias jud¨ªas y, posteriormente del reci¨¦n creado ej¨¦rcito del Estado jud¨ªo.
En la v¨ªspera, el portavoz del ej¨¦rcito israel¨ª en lengua ¨¢rabe, Avijay Adraee, lanz¨® una orden de evacuaci¨®n obligatoria de Al Atatra y Salatin, otras dos zonas de Yabalia, el mayor campamento de refugiados (precisamente descendientes de aquellos que tuvieron que dejar sus hogares en la Nakba) que ha vuelto a ocupar y en el que se calculan que quedan a¨²n m¨¢s de 100.000 civiles. ¡°Ham¨¢s y otras organizaciones terroristas est¨¢n efectuando actividades terroristas y lanzando cohetes [desde all¨ª] contra localidades israel¨ªes¡±, se?al¨®. Tambi¨¦n penetr¨® de nuevo en el barrio de Zeit¨²n de Gaza, que ha abandonado este mi¨¦rcoles.
Si hay un lugar donde Nakba sea m¨¢s que una palabra es precisamente Gaza. Dos tercios de sus 2,3 millones de habitantes tienen el estatus de refugiado, al descender de quienes escaparon hace siete d¨¦cadas. Tras la primera guerra ¨¢rabe-israel¨ª (1948-1949), Israel les impidi¨® regresar y vol¨® los techos, dej¨® en ruinas o edific¨® cooperativas agr¨ªcolas o parques nacionales sobre las m¨¢s de 400 localidades donde viv¨ªan. En total, casi seis millones de palestinos tienen el estatus de refugiado y viven principalmente en Gaza, Cisjordania, Jordania, L¨ªbano y Siria, a lo que se suman otros cientos de miles en otros pa¨ªses.
La anciana Fawzia Abu Libdeh es una de aquellas palestinas que vivi¨® la Nakba. Asegura a la cadena de televisi¨®n Al Jazeera que esta es la peor guerra que ha sufrido desde que lleg¨® a Gaza en 1948. ¡°Ninguna es como esta. Nos torturan para que abandonemos nuestra tierra, pero somos de aqu¨ª y no la dejaremos¡±, subraya.
Tiene una sensaci¨®n parecida Umm Mohammed, de 80 a?os y originaria de la localidad del desierto del Neguev conocida entonces en ¨¢rabe como Bir Seba (hoy, Beer Sheva). Umm Mohammed escap¨® entonces hacia Gaza de ni?a con su familia y hoy, ya octogenaria, intenta hacerlo en una tienda de campa?a en Rafah, bajo la espada de Damocles de la invasi¨®n terrestre o de adentrarse en un nuevo ¨¦xodo. ¡°No hay peor cat¨¢strofe que esta¡±, asegur¨® a la agencia Reuters utilizando la palabra que da nombre a la Nakba. ¡°He estado aqu¨ª unos 80 a?os y no he visto una cat¨¢strofe como esta. Se acabaron nuestras casas, nuestros hijos, nuestras propiedades, nuestro oro, nuestros ingresos¡ no queda nada. ?Qu¨¦ nos queda nada sobre lo que llorar?¡±.
¡°Es como acabar¨¢¡±
El paralelismo hist¨®rico no est¨¢ solo en boca de los palestinos. El pasado noviembre, en el primer mes de guerra y con el desplazamiento masivo de 1,1 millones del norte de Gaza, el titular de Agricultura y miembro del gabinete de seguridad israel¨ª, Avi Dijter (del partido Likud que lidera el primer ministro Benjam¨ªn Netanyahu), utilizo la expresi¨®n ¡°Nakba de Gaza 2023¡å, antes de a?adir: ¡°Es como acabar¨¢¡±. ¡°Ahora estamos desplegando la Nakba de Gaza. Desde un punto de vista operativo, no hay manera de librar una guerra con masas [de civiles] entre los tanques y los soldados¡±, se?al¨®.
Los ministros de la derecha ultranacionalista religiosa, que pretenden retomar la presencia militar permanente en Gaza y reconstruir all¨ª los asentamientos que el Gobierno de Ariel Sharon evacu¨® unilateralmente en 2005, defienden adem¨¢s desde hace meses la ¡°emigraci¨®n voluntaria¡±, un eufemismo de generar condiciones a¨²n m¨¢s infernales para que los gazat¨ªes se acaben yendo.
El del principio de la guerra fue el primer gran desplazamiento de poblaci¨®n, pero las huidas (con orden directa o no del ej¨¦rcito israel¨ª) se han convertido en la norma desde entonces. Bien de casa en casa (o refugio colectivo, o tienda de campa?a), bien de localidad en localidad, en funci¨®n de la intensidad de los bombardeos o las incursiones terrestres. Los bombardeos o explosiones controladas israel¨ªes han da?ado o destrozado adem¨¢s la mayor¨ªa de casas en el norte de la Franja.
Pese a la importancia de la efem¨¦ride y el simbolismo del momento, no ha habido este mi¨¦rcoles manifestaciones multitudinarias, ni en los territorios palestinos ni en la di¨¢spora. En Ramala, sede de la presidencia palestina, miles de personas han ocupado la plaza principal con una gran bandera palestina y con otra negra con el mapa de la Palestina hist¨®rica, una llave dibujada (s¨ªmbolo del regreso de los hogares abandonados en la Nakba que preservan muchos refugiados) y la palabra ¡°regreso¡±, en ¨¢rabe y en ingl¨¦s.
En la Universidad de Tel Aviv, unas 200 personas (tanto ¨¢rabes como jud¨ªos) han mostrado dibujos de sand¨ªas, convertida en redes sociales en equivalente a la bandera palestina, al tener los mismos colores, para sortear la censura. Se lo hab¨ªa exigido la polic¨ªa, ya que Israel proh¨ªbe mostrar la bandera palestina. Es una concentraci¨®n que se celebra anualmente y que genera una contramanifestaci¨®n ultranacionalista. Este mayo ven¨ªa a¨²n m¨¢s envuelta en pol¨¦mica, por el ambiente reinante en Israel. La polic¨ªa le hab¨ªa denegado el permiso en la v¨ªspera, pero finalmente marc¨® los t¨¦rminos con los organizadores (el partido Hadash, mayoritariamente ¨¢rabe y de inspiraci¨®n comunista) y la permiti¨®. Los contramanifestantes entonaron este a?o esl¨®ganes como: ¡°Esto no es Columbia¡±, en referencia a la universidad estadounidense s¨ªmbolo de las hist¨®ricas protestas contra la invasi¨®n de Gaza que han acabado saltando, aunque con m¨¢s timidez, al otro lado del Atl¨¢ntico.
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