La Palestina futura
Lo m¨¢s importante ahora ser¨¢ escuchar qu¨¦ quieren los palestinos, qu¨¦ Estado desean configurar
Para los palestinos, el reconocimiento del Estado de Palestina por parte del Gobierno espa?ol es una buena noticia. Simb¨®licamente, tiene una gran importancia. Lo que Palestina espera es que tambi¨¦n la tenga pol¨ªtica y estrat¨¦gicamente. Porque dicha sea la verdad, llega un poco tarde: tras m¨¢s de 35.000 muertos en Gaza y cuando, hasta la fecha, 143 Estados han reconocido ya a Palestina, lo que significa que Espa?a se hallaba en minor¨ªa, entre el 25% de los miembros de Naciones Unidas que todav¨ªa no lo hab¨ªan hecho.
Para Palestina es importante adem¨¢s este reconocimiento porque Espa?a tiene una historia sui generis, que los palestinos y los ¨¢rabes en general vinculan con la suya propia. Tampoco hay que despreciar el peso de Irlanda, a la que los palestinos se sienten cercanos por su lucha anticolonial contra Gran Breta?a. Lord Balfour, el ministro de Exteriores brit¨¢nico art¨ªfice de la Declaraci¨®n de 1917 que lleva su nombre, se jactaba de lo bien que hab¨ªa sabido capear a los independentistas en sus visitas tanto a Irlanda como a Palestina.
Lo m¨¢s importante, pasada la primera hora, ser¨¢ escuchar qu¨¦ quieren los palestinos mismos, qu¨¦ Estado desean configurar y cu¨¢l es el futuro que proyectan para s¨ª. Esto, hasta la fecha, ha sido ignorado, pues se ha tendido a buscar soluciones acordes con los criterios de las potencias occidentales.
Porque, a menudo, cuando se habla de la soluci¨®n de los dos Estados, sobre la que pesan los Acuerdos de Oslo y su fracaso, se est¨¢ hablando desde fuera de Palestina. Se est¨¢ pensando a la manera de los viejos colonizadores que decid¨ªan la administraci¨®n del mundo. Como sucedi¨® en 1917, cuando Gran Breta?a concedi¨® a los jud¨ªos un hogar nacional en Palestina, o en 1947, cuando un pu?ado de pa¨ªses vot¨® a favor de la partici¨®n de Palestina en las Naciones Unidas.
Igual que en ocasiones anteriores, vuelve a decirse que Palestina se halla en una encrucijada. No ha dejado de estarlo nunca. El pueblo palestino, desde la Nakba de 1948, ha estado en demasiadas ocasiones frente a su ¨²ltima oportunidad. As¨ª se dijo, por ejemplo, cuando los acuerdos de Camp David entre Israel y Egipto (1979), de los que la OLP qued¨® fuera. Se dijo tambi¨¦n en 1982, tras la expulsi¨®n de los l¨ªderes palestinos de Beirut a ra¨ªz de la invasi¨®n israel¨ª. Se dijo una vez m¨¢s con la Primera Intifada (1987) y con los Acuerdos de Oslo (1993). La ¨²ltima fue, quiz¨¢, en 2000, con la Intifada de Al Aqsa, o en 2004, con la muerte de Arafat. Pero esta ret¨®rica de la ¨²ltima oportunidad ha sido siempre un producto de Occidente, ajeno a la proverbial resiliencia palestina.
Para la Palestina futura, el fundamento primero es la autodeterminaci¨®n, derecho reconocido por las leyes internacionales. En su concreci¨®n habr¨¢n de participar todos los palestinos. Cuando hablamos de ellos hay que recordar que, adem¨¢s de los de Cisjordania (incluida Jerusal¨¦n Oriental) y Gaza, tambi¨¦n pertenecen a esta colectividad los de los campamentos de refugiados del L¨ªbano, Siria y Jordania, y los palestinos de la di¨¢spora. O los palestinos que viven en el Estado de Israel desde que se configuraron las fronteras del armisticio de 1949. Ellos tambi¨¦n hoy se alegran y quieren tener algo que decir. Todo ello es Palestina.
Lo que ser¨ªa deseable a partir de hoy es que la propia Palestina, con estos nuevos apoyos de Espa?a, Irlanda y Noruega, sea la verdadera protagonista de su historia.
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