Francia no sabe hacer coaliciones. Con un Parlamento sin mayor¨ªas, ?aprender¨¢?
El resultado de las elecciones legislativas sacude la cultura pol¨ªtica francesa y puede llevar a revisar la hostilidad hist¨®rica a los compromisos parlamentarios
Hay en la pol¨ªtica francesa palabras malditas. Coalici¨®n es una de ellas. Como pacto, consenso o compromiso, la palabra coalici¨®n se entiende como un sin¨®nimo de componenda, renuncia, deslealtad a unos principios.
Cuando el 7 de julio por la noche se conocieron los resultados de las elecciones legislativas anticipadas, uno de los comentarios m¨¢s repetidos era: ¡°Francia, ingobernable¡±. ¡°Y ahora, ?qu¨¦ hacemos?¡±, titul¨® la portada al d¨ªa siguiente el diario Le Parisien.
Con tres bloques bastante igualados ¨Dizquierda en cabeza, centroderecha un poco detr¨¢s y la extrema derecha en tercer lugar, aunque todos lejos de la mayor¨ªa absoluta¨D, en cualquier pa¨ªs del entorno se habr¨ªa planteado, calculadora en mano, la soluci¨®n m¨¢s factible. Esta soluci¨®n ser¨ªa la coalici¨®n de partidos rivales en la campa?a electoral y forzados a entenderse para construir una mayor¨ªa absoluta y gobernar.
Pero Francia no es un pa¨ªs cualquiera, y aunque la posibilidad de la coalici¨®n est¨¦ sobre la mesa, algo ha quedado claro en los primeros d¨ªas tras las elecciones: no ser¨¢ f¨¢cil.
Lo que se ha visto estos d¨ªas son los primeros movimientos de una guerra de posiciones, pero las se?ales son claras. La izquierda del Nuevo Frente Popular esgrime que es la fuerza con m¨¢s diputados y reclama el derecho a designar un primer ministro que gobernar¨ªa en minor¨ªa. De coalici¨®n, ni hablar.
La derecha tradicional de Los Republicanos y algunos en el centro macronista dan a entender que podr¨ªan unirse y proponer ellos, y no la izquierda, a un primer ministro. No ser¨ªa una gran coalici¨®n, sino m¨¢s bien peque?a y, como la izquierda, a decenas de esca?os de la mayor¨ªa.
Emmanuel Macron pidi¨® el mi¨¦rcoles una ¡°mayor¨ªa s¨®lida, necesariamente plural¡±. Es lo m¨¢s parecido a una gran coalici¨®n a la francesa, pero el presidente evit¨® la palabra radioactiva: coalici¨®n.
Desde la izquierda, se respondi¨® al presidente que con qu¨¦ autoridad, tras sufrir una derrota rotunda en las urnas, se atrev¨ªa ¨¦l a fijar las condiciones de un futuro Gobierno. Se le ha recordado tambi¨¦n que ha tenido a?os para construir coaliciones en la Asamblea Nacional, al menos desde que el macronismo perdi¨® su mayor¨ªa absoluta en 2022 y se qued¨® con 250 diputados. No lo hizo.
¡°En la mente de muchos pol¨ªticos y muchos franceses, las coaliciones se consideran algo sucio¡±, explica el historiador Jean Garrigues. ¡°Es algo que choca con toda una cultura pol¨ªtica asociada a la V Rep¨²blica¡±.
La V Rep¨²blica es el actual r¨¦gimen constitucional franc¨¦s. Lo fund¨® en 1958 el general Charles de Gaulle con la voluntad, precisamente, de romper con el parlamentarismo y la inestabilidad gubernamental del periodo anterior. En la IV Rep¨²blica, entre 1947 y 1958, Francia se parec¨ªa a Italia. El centro de gravedad de la pol¨ªtica se hallaba en el Parlamento. El protagonista del poder ejecutivo era el presidente del Consejo o primer ministro, y no el presidente de la Rep¨²blica. Los partidos se coaligaban y se separaban, y los gobiernos se suced¨ªan a ritmo vertiginoso. Hubo 24 entre 1947 y 1958.
Leyenda negra
¡°El r¨¦gimen de los partidos es el desorden¡±, se quejaba De Gaulle. Y as¨ª se construy¨® lo que el historiador Garrigues llama ¡°la leyenda negra de la IV Rep¨²blica, un sistema de coaliciones que para muchos franceses fue un r¨¦gimen de inestabilidad gubernamental y de fracaso¡±. La leyenda, precisa, ¡°era totalmente falsa¡±. Francia perdi¨® en esos a?os Indochina y estall¨® la guerra en Argelia. Pero tambi¨¦n fueron los a?os del boom econ¨®mico de la posguerra, la fundaci¨®n de lo que ser¨ªa la Uni¨®n Europea, la aprobaci¨®n del salario m¨ªnimo y los proyectos ambiciosos como el de la bomba at¨®mica.
No importaban estos logros. De Gaulle hizo campa?a para la Constituci¨®n de 1958 hablando del ¡°ayer oscuro¡±. En los filmes de propaganda gaullista para el refer¨¦ndum ¡°aparec¨ªa una procesi¨®n indistinguible de pol¨ªticos en la escalinata del palacio del El¨ªseo en el tiovivo interminable de la IV Rep¨²blica¡±, escribe Julian Jackson, bi¨®grafo de De Gaulle. Esa es la imagen que qued¨® fijada de ese periodo. Se instal¨® la idea de que el parlamentarismo y las coaliciones eran sin¨®nimo de declive, y que el presidencialismo de la V Rep¨²blica era la garant¨ªa de la estabilidad. Y los franceses desaprendieron el arte de la coalici¨®n.
¡°En realidad, si observa la III Rep¨²blica [entre 1870 y 1940], las coaliciones funcionaron¡±, dice el polit¨®logo Vincent Martigny. ¡°Hab¨ªa gobiernos que duraban dos, tres, cuatro a?os. As¨ª que yo no dir¨ªa que los franceses tienen una especie de ADN que hace imposible aprender la cultura de la coalici¨®n¡±.
A Martigny, sin embargo, la parece dif¨ªcil una coalici¨®n ahora dada la polarizaci¨®n y los ataques personales entre los potenciales aliados. Hay demasiadas l¨ªneas rojas y agravios acumulados, aunque el ¨¦xito del frente republicano ¨Del cord¨®n sanitario contra el Reagrupamiento Nacional (RN) de Marine Le Pen en las legislativas¨D demostr¨® que el entendimiento era posible.
Alain Minc, veterano consejero de presidentes, dec¨ªa hace un mes en su despacho, al inicio de la campa?a, que un hemiciclo sin mayor¨ªas exigir¨ªa de Macron, a la hora de buscar compromisos, la destreza de un presidente de la Rep¨²blica italiana. Nada m¨¢s alejado de su talante. Y no es nada seguro, adem¨¢s, que el modelo funcione en la cultura pol¨ªtica vertical de la V Rep¨²blica, cultura que Macron ha llevado al m¨¢ximo exponente, y en la que impera el ordeno y mando y la concentraci¨®n de poderes en la c¨²pula.
¡°Esta es una situaci¨®n hecha para Edgar Faure¡±, dice Minc al semanario L¡¯Express, en alusi¨®n a quien fue varias veces presidente del Consejo y ministro en la IV Rep¨²blica. ¡°No para Emmanuel Macron¡±.
Un obst¨¢culo para las coaliciones en Francia, seg¨²n el historiador Garrigues, es el sistema de elecciones presidenciales a dos vueltas, que acaban polarizando toda la pol¨ªtica en dos campos. Garrigues a?ade que otro factor es la ¡°radicalidad de algunas familias pol¨ªticas¡±, en alusi¨®n al RN de Le Pen y, en la izquierda, La Francia Insumisa de Jean-Luc M¨¦lenchon.
No todo est¨¢ perdido, seg¨²n Garrigues, quien subraya que, en el interior de cada bloque ideol¨®gico, las coaliciones ya existen. ?No lo es el Nuevo Frente Popular, que agrupa desde la izquierda radical a la socialdemocracia? ?O el centro macronista, que integra a tres partidos de sensibilidades distintas? A esto se a?ade la larga experiencia en la III y la IV Rep¨²blica a la que se refer¨ªa Martigny. No hay nada predeterminado: la cultura de la coalici¨®n se aprende, y se reaprende.
En Espa?a, cuando hace una d¨¦cada el bipartidismo entr¨® en crisis, nuevos partidos irrumpieron en el Parlamento y los grandes perdieron sus mayor¨ªas absolutas, el expresidente Felipe Gonz¨¢lez dijo: ¡°Vamos a un modelo italiano, pero sin italianos¡±.
Al final, los espa?oles se italianizaron un poco y las coaliciones forman hoy parte del paisaje. Quiz¨¢ en las pr¨®ximas semanas o meses los franceses acaben haciendo lo mismo.
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