Scholz, ?robot averiado?: ¡°No cambiar¨¦. Y as¨ª quiero ganar las elecciones¡°
El canciller alem¨¢n, en horas bajas, intenta deshacer la imagen de aut¨®mata en encuentros con ciudadanos. Con ¨¦xito a medias
La voz es mon¨®tona y la mirada, inescrutable. ?Qu¨¦ esconde este rostro? ?Esta sonrisa, entre t¨ªmida y congelada? ?Qu¨¦ piensa Olaf Scholz, qu¨¦ siente? Despu¨¦s de una hora de di¨¢logo con medio centenar de ciudadanos seleccionados por un diario local en el norte de Alemania, el enigma sigue intacto.
¡°Herr Scholz, debo decir que sus repuestas me han decepcionado¡±, dispara un hombre entre el p¨²blico. ¡°Uno tiene a veces la impresi¨®n de que las respuestas est¨¢n preparadas¡±.
Esto es Schwerin, capital del Estado federado oriental de Mecklenburgo-Antepomerania, que este a?o es la sede nacional de las celebraciones por el D¨ªa de la Unidad Alemana. Y este es el canciller alem¨¢n, quien intenta responder al ciudadano decepcionado, pero este no se deja interrumpir. Y entonces cita los avances en la inteligencia artificial y se pregunta por qu¨¦ no inventar una m¨¢quina que produzca autom¨¢ticamente las repuestas que da Scholz: as¨ª los alemanes se ahorrar¨ªan dinero y Scholz, tiempo. Risas.
¡°Mi pregunta¡±, concluye el hombre, ¡°es por qu¨¦ los votantes deber¨ªan elegirle a usted, el ser humano real, y no a la a variante artificial que probablemente podr¨ªa dar respuestas similares¡±.
Fama de robot. Scholz la arrastra desde siempre. Ya desde sus tiempos en las juventudes socialistas, ¡°dispon¨ªa de habilidades estrat¨¦gicas en las luchas de poder y de un intelecto afilado¡±, escribe uno de los periodistas que mejor lo conocen, Daniel Br?ssler, autor de Ein deutscher Kanzler. Olaf Scholz, der Krieg und die Angst (Un canciller alem¨¢n. Olaf Scholz, la guerra y el miedo). ¡°Al mismo tiempo¡±, precisa Br?ssler, ¡°no es un hombre que haga palpitar los corazones, ni alguien que se abra f¨¢cilmente a los dem¨¢s¡±.¡°Las emociones en pol¨ªtica le resultan sospechosas¡±, a?ade.
En Alemania, por razones hist¨®ricas, hay alergia a los hombres carism¨¢ticos, y en esto el socialdem¨®crata Scholz es alem¨¢n en el mejor sentido de la palabra. ?Demasiado alem¨¢n?
¡°Tiene la reputaci¨®n de ser un aut¨®mata¡±, dir¨¢, al final de la reuni¨®n, otro de los asistentes, el turista b¨¢varo Moritz Mayl?nder, de 24 a?os. ¡°Pero ha respondido profesionalmente a las preguntas¡±, aplaude. ¡°Y no las ha esquivado¡±.
?Canciller de un solo mandato?
Si Scholz, efectivamente, es un robot, el robot est¨¢ averiado. La coalici¨®n que dirige, y que incluye a ecologistas y liberales, es un guirigay. Los sondeos vaticinan un derrumbe de los tres socios en las legislativas previstas para el pr¨®ximo septiembre. Esto, si no se adelantan. Scholz podr¨ªa convertirse en el primer canciller de un solo mandato desde el cristianodem¨®crata Kurt-Georg Kiesinger en los a?os sesenta.
Al ciudadano decepcionado que se pregunta si acaso no ser¨ªa igual o mejor tener a una inteligencia artificial al frente de Alemania, Scholz le responde que, precisamente, lo que har¨ªa una inteligencia artificial ser¨ªa adaptar las respuestas al p¨²blico, seg¨²n el algoritmo. En el fondo, ¨¦l es coherente.
¡°No estar¨ªa bien que alguien con responsabilidad pol¨ªtica dijese en Schwerin cosas distintas que en Gera o M¨²nich ante las mismas preguntas¡±, dice. ¡°No le discuto que, en comparaci¨®n con muchos otros, yo no me siento a gusto con los esl¨®ganes y s¨ª con las cosas serias. Y esto ya no voy a cambiarlo y as¨ª quiero volver a ganar las elecciones¡±.
Hay preguntas sobre Oriente Pr¨®ximo y Ucrania, sobre los coches el¨¦ctricos, sobre la emigraci¨®n de j¨®venes del este hacia el oeste de Alemania, sobre el ¨¦xito de la extrema derecha en las elecciones regionales de este septiembre en el este de Alemania, donde sac¨® un tercio de los votos. ¡°Una expresi¨®n importante dice: Cuidado con los inicios¡±, expone una mujer, en alusi¨®n a la advertencia, que los alemanes no quieren olvidar, de que hay que evitar lo peor antes de que sea tarde.
La mujer habla, claro, de la extrema derecha: ¡°Me preocupa lo que est¨¢ pasando en este pa¨ªs¡±. Responde Scholz: ¡°El extremismo de derechas no es bueno para nuestro pa¨ªs, el populismo de derechas tampoco, porque divide a la sociedad, siempre busca enemigos dentro fuera y siempre termina de una manera que no es pac¨ªfica¡±. Pero la mujer tambi¨¦n le ha preguntado si es partidario de ilegalizar el partido ultra Alternativa por Alemania. Y el canciller declara: ¡°No est¨¢ en el orden del d¨ªa¡±.
Peri¨®dicamente, Scholz organiza encuentros como este, cara a cara con los ciudadanos. Que funcionen es otra cosa. A la salida, el joven Mayl?nder dice que vot¨® por el SPD en 2021, pero que ahora votar¨ªa a la CSU, el partido socialcristiano de su Baviera natal. ¡°Quiero probar algo distinto¡±, justifica. Escribe Br?ssler, tambi¨¦n periodista del diario S¨¹ddeutsche Zeitung, que Scholz ¡°solo en raras ocasiones logra explicarse a s¨ª mismo y sus intenciones¡±. ¡°En tiempos inciertos, esto es peligroso¡±, advierte. ¡°No basta con que el canciller est¨¦ convencido. Debe convencer¡±.
?Qui¨¦n es el hombre de la voz mon¨®tona, de la sonrisa congelada? ¡°Soy reacio a valorarme a m¨ª mismo¡±, responde a una mujer que le pregunta por ¡°el verdadero Olaf Scholz¡±, aunque al final conceder¨¢: ¡°Estas charlas con ciudadanos me divierten m¨¢s que cualquier entrevista¡±.
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