Esperanza e incertidumbre entre los sirios del norte: ¡°Estamos exhaustos, pero contentos¡±
En ciudades como Qamishli y Hasaka, en el noreste de Siria, miles de personas salen a las calles para celebrar la ca¨ªda de El Asad, no sin cierto temor ante el devenir de los acontecimientos del pa¨ªs
¡°Habr¨¢ un golpe de Estado, un Gobierno de transici¨®n con todos los grupos representados y todo ocurrir¨¢ sin un ba?o de sangre¡±, aseguraba hace unos d¨ªas Shivan, sirio residente en el norte del pa¨ªs, que oculta su nombre real por motivos de seguridad. Si hubiera sido cualquier otro, se podr¨ªan haber puesto sus palabras en cuarentena, pero viniendo de ¨¦l, que ha vivido la revoluci¨®n, la atroz represi¨®n del r¨¦gimen de Bachar el Asad y la despiadada guerra civil que alimentaron tanto ¨¦l como la injerencia internacional, hab¨ªa muchas probabilidades de que sus predicciones se cumplieran.
Entrar en Siria ha sido mucho m¨¢s f¨¢cil esta vez que en 2011, cuando hab¨ªa que cruzar clandestinamente y en medio de la noche r¨ªos, fronteras alambradas y caminos. Cuando hace dos d¨ªas cay¨® Alepo, los sirios compartieron su emoci¨®n por poder volver a su ciudad tras a?os exiliados o por reunirse con sus familiares despu¨¦s de haber vivido encarcelados durante unos meses: ¡°Estoy llorando al ver mi ciudad de nuevo¡±, escribe por WhatsApp Yasser, m¨¦dico de Alepo, que ha vivido exiliado en una poblaci¨®n fronteriza con Turqu¨ªa desde hace casi una d¨¦cada.
Este doctor, que pas¨® varios a?os en prisi¨®n por oponerse al r¨¦gimen de El Asad y luego sufri¨® un intento de asesinato por parte de miembros de Estado Isl¨¢mico, tuvo que abandonar su ciudad en 2016, cuando el ej¨¦rcito gubernamental la recuper¨® de la insurgencia. Pero ha vuelto a casa. La suya, ahora, es una de las decenas de miles de historias que hoy se repiten por toda Siria: familias separadas por la represi¨®n y la guerra que por fin pueden reunirse y abrazarse despu¨¦s de que este domingo las milicias rebeldes, lideradas por la fundamentalista Hayat Tahrir al Sham (HTS) derrocasen al dictador sirio tras 13 a?os de conflicto. ¡°No puedo contener las l¨¢grimas de la emoci¨®n tras tantos a?os fuera de Alepo¡±, exclama Yasser.
En el norte del pa¨ªs, la situaci¨®n no es diferente. La perspectiva de la guerra en el norte de Siria es muy diferente a la de Alepo y otras ciudades del sur, pues mientras que en Hasaka o Qamishli han compartido autoridades ¡ªhasta ahora han estado administradas a medias entre el Gobierno y las Fuerzas Democr¨¢ticas Sirias (SDF) dirigidas por los kurdos¡ª, las segundas han pasado a?os muy sometidas al r¨¦gimen de El Asad.
Pero aun as¨ª, reina la alegr¨ªa entre miles de personas que se sienten liberadas de la represi¨®n. En las ciudades cambian las banderas oficiales por la cuatricolor con tres estrellas de la revoluci¨®n, y la poblaci¨®n llora y se abraza. Los sirios sienten emoci¨®n al saberse liberados de una dictadura familiar de m¨¢s de medio siglo y de un r¨¦gimen que respondi¨® a las protestas de la Primavera ?rabe siria con masacres y bombardeos de la aviaci¨®n rusa. ¡°Estamos muy felices, somos libres¡±, responde cualquiera al que se le pregunte.
Por las carreteras del norte de Siria circulan camiones y coches llenos de familias que huyen, pero tambi¨¦n de otras que vuelven a sus ciudades de origen, donde se encontrar¨¢n con soldados disparando salvas al aire para celebrar la ca¨ªda de su dictador. En la ciudad de Qamishli, en la frontera turca, el tr¨¢fico de veh¨ªculos es intenso; los conductores tocan el claxon, exhiben banderas por la ventanilla. Entre los peatones, reunidos en multitud, algunos han quemado neum¨¢ticos, y se escuchan disparos al aire, pero el ambiente es de festividad. Hasta los ni?os participan en las concentraciones. ¡°Estamos exhaustos, pero contentos¡±, comenta uno de los transe¨²ntes.
En uno de los hoteles de la ciudad, un empleado llamado Ahmed tambi¨¦n se alegra por el repentino giro de los acontecimientos en su pa¨ªs. ¡°Por fin nos hemos librado de El Asad¡±, celebra. Y ejemplifica la gran diferencia que encuentra en peque?os detalles que antes le estaban prohibidos y ahora cree que ya no: ¡°No pod¨ªa ni pronunciar la palabra bastardo, ahora ya me siento libre para hacerlo¡±, se jacta, haciendo referencia al dictador sirio.
Los sirios no son desconocedores de la amalgama de intereses e ideolog¨ªas que hay entre los grupos y los pa¨ªses que han hecho caer la dictadura ni de la dificultad de mantener un equilibrio pac¨ªfico entre ellos, pero ahora es tiempo de celebraci¨®n por la liberaci¨®n, al margen de sus diferencias ideol¨®gicas o religiosas.
Entre el miedo y la esperanza
Aunque se respira una felicidad parecida a la de los libios cuando, en octubre de 2011, Muamar el Gadafi fue derrocado, tambi¨¦n existe cierto temor a que se repita, como ocurri¨® en el pa¨ªs africano, la decepci¨®n y frustraci¨®n que vino cuando el pa¨ªs se fue desmoronando por los enfrentamientos entre distintas facciones que intentaron hacerse con el poder. ¡°Es probable que entremos en una guerra civil en poco tiempo¡±, cavila otro ciudadano de nombre Farek, pragm¨¢tico.
No es el ¨²nico al que le preocupa la posibilidad de que la violencia no se detenga aqu¨ª; son muchos los sirios que comparten incertidumbre por una nueva guerra que, creen, podr¨ªa avecinarse entre los distintos grupos que actualmente tienen presencia en el pa¨ªs y est¨¢n apoyados por distintos actores internacionales. Grupos que se est¨¢n repartiendo el territorio despu¨¦s de a?os implicados en el conflicto y que ahora demandar¨¢n una parte del territorio, bien tom¨¢ndolo por la fuerza o consolidando su control.
Pero mientras, lo que se ve en el norte de Siria el d¨ªa despu¨¦s de la ca¨ªda del dictador El Asad es alivio, celebraci¨®n y emoci¨®n por la libertad conquistada y por la memoria de los cientos de miles de asesinados y represaliados en estas d¨¦cadas que ya no ver¨¢n esta Siria liberada, aunque sea temporalmente.
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