Voces desde la Siria liberada: ¡°Tras 14 a?os de opresi¨®n y tortura, lo conseguimos¡±
EL PA?S contacta con ciudadanos de Damasco, la capital, y Alepo, la primera gran conquista de la actual ofensiva rebelde que ha conducido a la ca¨ªda del r¨¦gimen. El miedo, la cautela y las esperanzas se mezclan entre los residentes
Ha sucedido tan r¨¢pido que la poblaci¨®n siria est¨¢ a¨²n conmocionada, tratando de encontrar una explicaci¨®n a lo sucedido. Y a¨²n m¨¢s importante, tratando de saber qu¨¦ ser¨¢ de sus vidas a partir de ahora. El ej¨¦rcito se esfum¨®. El mismo r¨¦gimen de Bachar el Asad, al que le llev¨® a?os de combate calle por calle e intensas campa?as de bombardeos recuperar el gobierno de gran parte del pa¨ªs, tras la revoluci¨®n en su contra de marzo de 2011 y el posterior conflicto civil, ha ca¨ªdo en apenas unos d¨ªas. Este domingo claudic¨® Damasco, la gran capital, el coraz¨®n del poder de los El Asad y la c¨²pula de gobierno alau¨ª, a salvo, pr¨¢cticamente, de la embestida rebelde durante estos m¨¢s de 13 a?os convulsos. Emad Issa, de 31 a?os, habla con EL PA?S desde esta ciudad poco despu¨¦s de la entrada en vigor del primer toque de queda decretado por los rebeldes, a las cinco de la tarde de este domingo. ¡°Por la ma?ana, la situaci¨®n no era buena¡±, dice en un intercambio de mensajes, ¡°pero ahora hay toque de queda; el aeropuerto militar est¨¢ en llamas por los bombardeos a¨¦reos, y de vez en cuando se oyen las bombas¡±.
La historia de este joven, incluso esa mezcla entre el j¨²bilo y la preocupaci¨®n, es la historia de Siria en gran medida. Locutor de radio y traductor de doblaje de series turcas, Issa tiene en la actualidad 31 a?os. Con 20, sin embargo, tuvo que abandonar su pa¨ªs y viajar a Egipto tras pasar por la c¨¢rcel como preso pol¨ªtico. A los cinco meses, regres¨® a su tierra natal. ¡°Estamos muy contentos¡±, contin¨²a, ¡°con la victoria sobre la familia de tiranos que nos controlaba a nosotros y al pueblo, y que empezaba a sufrir por la falta de vivienda y la pobreza¡±. Admite, no obstante, que llevan m¨¢s de un d¨ªa casi sin electricidad y que los precios de los alimentos est¨¢n por las nubes.
Antes de Damasco cayeron otras plazas: Homs, Hama y, sobre todo, Alepo, la diversa Alepo, la ciudad m¨¢s poblada del pa¨ªs y su capital econ¨®mica antes de la guerra civil, donde conviven desde hace siglos personas de etnias y religiones diversas. Ahora tiene nuevos amos. ¡°Ya estamos aqu¨ª¡±, dice Abdulkafi Alhamdo, joven alepino de 28 a?os, en un mensaje enviado durante la madrugada de este domingo, tras la ca¨ªda del r¨¦gimen y huida de El Asad. ¡°Tras 14 a?os de ira, opresi¨®n y tortura, lo hemos conseguido¡±.
El triunfo de los alzados no ha sido, sin embargo, recibido de igual modo por todos los sirios. Para muchos, primero fue el terror. ¡°Todos est¨¢bamos extremadamente asustados el primer d¨ªa. Yo misma pens¨¦ que ser¨ªa violada y asesinada¡±, relata Mar¨ªa, una joven cristiana, en un intercambio de mensajes con EL PA?S durante la ¨²ltima semana. Al frente de la ofensiva que conquist¨® Alepo est¨¢ Hayat Tahrir al Sham (HTS), un grupo fundamentalista que estuvo afiliado a Al Qaeda. Si bien en los ¨²ltimos a?os ha emprendido un proceso de relativa moderaci¨®n ¡ªsin abandonar el islamismo m¨¢s conservador¡ª, en la mente de todos los sirios est¨¢n presentes los cr¨ªmenes de guerra cometidos por la anterior marca de HTS, el Frente al Nusra, especialmente contra minor¨ªas como los cristianos ¡ªm¨¢s del 80% de la poblaci¨®n profesa el islam¡ª o los kurdos, que han mantenido una posici¨®n ambivalente. No se han enfrentado directamente contra el r¨¦gimen, pero tampoco se han posicionado como aliados.
Muchos kurdos residentes en el centro de la ciudad huyeron hacia los barrios del norte, a¨²n protegidos por milicianos kurdos. ¡°Est¨¢bamos aterrorizados por nosotros, y por nuestros hijos en particular, porque tenemos amargas experiencias de asesinatos, torturas e intimidaciones por parte de estos grupos¡±, explica un sanitario kurdo del barrio de Seij Maksud.
Sin embargo, en varios discursos, el l¨ªder de HTS, Abu Muhamad al Julani, ha prometido que todos los sirios, independientemente de sus creencias o afiliaci¨®n ¨¦tnica, ¡°ser¨¢n respetados¡± y se ha dirigido expl¨ªcitamente a cristianos y kurdos inst¨¢ndoles a no huir de sus lugares de residencia. En una entrevista con la CNN el viernes, reconoci¨® que en el pasado ha habido violaciones contra los derechos de las minor¨ªas, pero asegur¨® que su grupo ha cambiado de actitud. Es m¨¢s, un bando del mando de operaciones militares en Alepo ha prohibido a los combatientes, bajo pena de severos castigos, ¡°pasear por las calles de la ciudad en uniforme militar o portando armas de combate¡±, ¡°establecer cuarteles en barrios con poblaci¨®n civil¡± y ¡°entrar en hogares o tomar propiedades sin permiso del comit¨¦ a cargo de la ciudad¡±, pues eso ¡°podr¨ªa asustar a la poblaci¨®n¡±.
As¨ª que al miedo, le ha seguido la cautela. Y una t¨ªmida esperanza. ¡°Honestamente, los grupos que han entrado en la ciudad han tratado a todos muy amablemente. Los amigos que huyeron est¨¢n esperando a que se abran de nuevo las carreteras para regresar¡±, reconoce Mar¨ªa. En esa misma l¨ªnea se manifiesta Joseph Fanoun, cristiano de 65 a?os, que regenta un comercio del distrito alepino de Alziziya, rodeado de iglesias y mezquitas. Ahora no tiene miedo, aunque los primeros d¨ªas fueron de incertidumbre. ¡°Al principio llegaron con todo tipo de armas, pero a los dos d¨ªas vinieron con flores, pan, amor y una sonrisa¡±, cuenta en un intercambio de mensajes, que acompa?a con fotos y v¨ªdeos de un mu?eco de Pap¨¢ Noel que ha puesto junto a la fachada de su tienda. ¡°Es imposible que el amor desaparezca y que nos perdamos unos a otros¡±, contin¨²a Fanoun. ¡°Somos un pueblo cristiano que respeta todas las religiones. Alepo tiene 12.000 a?os de civilizaci¨®n¡±.
Igualmente, un refugiado kurdo cuya familia en Alepo escap¨® a los barrios del norte explica que sus parientes est¨¢n pensando en volver a su hogar en el centro: ¡°No se f¨ªan de los yihadistas, pero han visto que no le hac¨ªan da?o a sus vecinos cristianos¡±.
¡°La gente est¨¢ en estado de shock. Nadie se imaginaba que pudiera cambiar de manos tan r¨¢pido. Algunos se fueron a dormir y, al despertar, se encontraron con que la situaci¨®n hab¨ªa cambiado completamente¡±, explica Monzer, un desplazado alepino. En 2012, los combates le obligaron a abandonar su casa en el barrio de Seif al Dawla (oeste de la ciudad), y trasladarse al este, que se mantuvo en manos de grupos rebeldes e islamistas hasta 2016 cuando, gracias a la entrada de Rusia en la contienda, el r¨¦gimen logr¨® expulsarlos. Monzer, entonces, tuvo que abandonar su ciudad. ¡°El sentimiento de volver a Alepo es indescriptible. Nunca imagin¨¦ que pudiera regresar. Visit¨¦ a mi suegra y se sorprendi¨® much¨ªsimo, porque hac¨ªa mucho tiempo que no nos ve¨ªamos¡±, explica. Su antiguo hogar sigue en pie aunque necesita reparaciones, pero a¨²n no ha decidido si instalarse de nuevo en Alepo: ¡°Todo depender¨¢ de la situaci¨®n de seguridad y los planes del nuevo Gobierno¡±.
Poco a poco, explica el sanitario kurdo, los negocios han reabierto y la ciudad va recobrando cierta normalidad, aunque ¡°la gente viste de manera m¨¢s conservadora por temor a los grupos extremistas¡±. Muchos doctores de los hospitales p¨²blicos, que en los primeros d¨ªas se encerraron en sus casas temiendo lo peor, tienen previsto reincorporarse en los pr¨®ximos d¨ªas, aunque resta saber qui¨¦n les pagar¨¢ el salario, ahora que el Estado ya no tiene el control. ¡°Lo ¨²nico que han pedido son garant¨ªas de que los grupos armados no les har¨¢n nada¡±, afirma Zuhair al Karrat, director de Sanidad de Idlib, tras reunirse con doctores y sindicatos m¨¦dicos de Alepo.
Ahmed Kanjo, natural tambi¨¦n de la antigua capital econ¨®mica del pa¨ªs, ten¨ªa 22 a?os cuando cruz¨® la frontera hacia Turqu¨ªa junto a su hermano y la familia de este all¨¢ por el verano de 2012. Hace solo cuatro meses, Kanjo, a sus 34 a?os, decidi¨® regresar a Idlib. No estaba contento con el trato recibido por los sirios refugiados en la vecina turca. ¡°No puedo creer que esto est¨¦ pasando¡±, manifest¨® en un mensaje tras la conquista de Alepo por fuerzas rebeldes. ¡°Me siento como si estuviera viviendo un sue?o. Ahora puedo volver a mi casa, a mi barrio¡±. Este viernes, Kanjo, que se ha fraguado una carrera como reportero, casado y con un hijo, cumpli¨® ese sue?o y regres¨® al fin a su ciudad para reencontrarse con familiares.
El Gobierno rebelde
Idlib es la base de operaciones de HTS y el lugar donde el grupo de Al Julani ha experimentado con lo que algunos analistas han bautizado como ¡°salafismo tecnocr¨¢tico¡±. Aunque sin elecciones ni procedimientos democr¨¢ticos de por medio, el grupo armado ha delegado el poder al llamado Gobierno de Salvaci¨®n Sirio (GSS), un comit¨¦ civil cuya gesti¨®n ha sido mejor que en otras zonas bajo control rebelde, por ejemplo en los territorios bajo administraci¨®n del Ej¨¦rcito Nacional Sirio (ENS), una coalici¨®n de facciones sostenidas por Turqu¨ªa.
Los ministros del GSS se han desplazado estos d¨ªas a Alepo para evaluar las necesidades y han colocado carteles por las calles con los n¨²meros de contacto de las autoridades y una l¨ªnea telef¨®nica para recibir quejas sobre eventuales abusos de los combatientes. Tambi¨¦n han enviado un equipo de ingenieros a la central t¨¦rmica que abastece la ciudad. ¡°El suministro el¨¦ctrico ha mejorado mucho [respecto a cuando la ciudad estaba gobernada bajo el r¨¦gimen], el agua va y viene, pero han dicho que mejorar¨¢ en los pr¨®ximos d¨ªas¡±, explica Mar¨ªa. El mayor problema, dice, es que los precios se han disparado, pues nadie controla el valor de la divisa local: mientras se sigue vendiendo en libras sirias, los refugiados retornados y los combatientes manejan d¨®lares y liras turcas.
HTS tambi¨¦n ha anunciado que entregar¨¢ la gesti¨®n de la ciudad a un gobierno civil. Varias fuentes apuntaron a que los salafistas han ofrecido el puesto de gobernador de Alepo a monse?or Hanna Jallouf, obispo franciscano y vicario de la Santa Sede en Alepo, aunque este ha alegado que no tiene ning¨²n inter¨¦s en dejar la labor pastoral e inmiscuirse en pol¨ªtica. ¡°Es una prueba de que los revolucionarios no estamos contra los cristianos, eso son mentiras del r¨¦gimen¡±, dice Mohamed Otri, miembro de la oposici¨®n siria en el exilio y originario de Alepo.
Desde el inicio de la guerra civil, El Asad se ha apoyado en las minor¨ªas de Siria ¡ªalau¨ªes (chi¨ªes), cristianos y kurdos, sobre todo¡ª alegando que los rebeldes querr¨ªan imponer un gobierno islamista radical. Su propio r¨¦gimen contribuy¨®, de hecho, a radicalizar a la oposici¨®n, liberando de las c¨¢rceles a los islamistas m¨¢s radicales en los primeros a?os de guerra.
Alepo es la prueba de fuego sobre la capacidad de gobierno de los rebeldes y sobre su sinceridad. Unas 50.000 personas de poblaciones alau¨ªes y kurdas al norte de Alepo han huido al este buscando refugio en territorio bajo control de las milicias kurdas, lo que evidencia el recelo y la desconfianza que a¨²n persisten. Por si fuera poco, su evacuaci¨®n fue hostigada por los rebeldes pro-turcos. HTS ha detenido a varios de estos rebeldes para castigarlos, lo que a su vez ha motivado quejas del ENS, que ha acusado al grupo islamista de ¡°actuar bajo ilusiones y pretextos¡± para monopolizar la revoluci¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.