Prohibida la fiesta por la liberaci¨®n de Rose Khwais, la prisionera palestina m¨¢s joven
Condenada a 10 a?os de c¨¢rcel por intentar supuestamente acuchillar a un agente israel¨ª, la chica, de 17 a?os, sali¨® el domingo de prisi¨®n beneficiada por el intercambio por rehenes acordado con el alto el fuego en Gaza. El siguiente canje est¨¢ previsto para el s¨¢bado
Ni ceremonia de bienvenida, ni pasteles, ni banderas, ni jolgorio familiar¡ Las autoridades de Israel prohibieron el pasado fin de semana que se celebrase cualquier tipo de acto festivo durante el regreso a casa de Rose Khwais. A sus 17 a?os, es la m¨¢s joven de las prisioneras palestinas liberadas a cambio de rehenes israel¨ªes como parte del acuerdo de alto el fuego en Gaza, donde los muertos superan ya los 47.000. La joven es, a su vez y seg¨²n sus allegados, la que mayor condena soportaba entre los liberados, 10 a?os. Los rumores ante una posible salida de la c¨¢rcel se hab¨ªan extendido hac¨ªa semanas en prisi¨®n, se?ala este jueves en la residencia familiar de Jerusal¨¦n. ¡°No sab¨ªamos si hab¨ªa acuerdo, pero un d¨ªa nos prepararon como si lo hubiera. Nos hicieron fotos, nos tomaron las huellas. No est¨¢bamos seguras, pero intuimos que s¨ª lo hab¨ªa¡±, explica.
El segundo de los canjes previstos en la tregua est¨¢ previsto para este s¨¢bado, cuando el conocido como Movimiento de Resistencia Isl¨¢mico (Ham¨¢s) entregar¨¢ al Comit¨¦ Internacional de la Cruz Roja, en un proceso como el del domingo pasado, a cuatro mujeres secuestradas. Israel prev¨¦ liberar a unos 2.000 prisioneros palestinos a cambio de 33 rehenes en las seis semanas que ocupar¨¢ la primera de las tres fases del alto el fuego.
Khwais fue detenida en mayo del a?o pasado, acusada de intentar apu?alar a un agente israel¨ª en la ciudad vieja de Jerusal¨¦n Este, bajo ocupaci¨®n israel¨ª. Su padre, Yousef, de 59 a?os, muestra en la pantalla del m¨®vil las im¨¢genes grabadas aquel d¨ªa por una de las miles de c¨¢maras que vigilan de cerca la vida de los palestinos. Se ve a varios polic¨ªas reduciendo a Khwais a punta de pistola y rifles junto a una de las entradas a la explanada de las mezquitas, el lugar m¨¢s sagrado para los musulmanes en Tierra Santa. La familia Khwais asegura que no encontraron ning¨²n arma blanca en su poder y que nadie result¨® herido.
Para evitar que se hubiera preparado alguna ceremonia de recibimiento, explican los familiares, varios agentes hab¨ªan vigilado y registrado previamente la casa, ubicada en un callej¨®n de la zona del Monte de los Olivos de Jerusal¨¦n. Una vez que Khwais qued¨® en libertad en la madrugada del lunes pasado en la conocida como comisar¨ªa del barrio ruso, en Jerusal¨¦n Oeste, fue trasladada en compa?¨ªa de su progenitor a la vivienda en un veh¨ªculo policial. Yousef cuenta que le hab¨ªan hecho firmar un compromiso de que no festejar¨ªan la vuelta de su hija, a la que no han podido visitar en los m¨¢s de ocho meses y medio que ha permanecido detenida.
Tras ser detenida, primero fue trasladada a la comisar¨ªa del barrio ruso. All¨ª permaneci¨® 37 d¨ªas aislada en medio de interrogatorios, insultos, golpes y noches en las que no le dejaban dormir, relata Khwais sentada en un sof¨¢ del sal¨®n. Durante cinco d¨ªas, a?ade, estuvo ingresada en un hospital, aquejada de problemas cardiacos. Despu¨¦s estuvo de paso en el penal de Hasharon, al norte de Tel Aviv. De all¨ª, a la c¨¢rcel de mujeres de Damun, cerca de Haifa, donde ha permanecido hasta su puesta en libertad. ¡°Ese fue el momento m¨¢s feliz de mi vida porque ya no me golpeaban. La comisar¨ªa fue un infierno¡±, describe para compararlo con las semanas de acoso descritas en las instalaciones de Jerusal¨¦n.
Khwais habla tranquila, con frases cortas salpicadas por alguna que otra sonrisa. No esconde que siente cierto miedo por la posibilidad de que sus palabras la lleven de nuevo a la c¨¢rcel, un periodo del que prefiere pasar p¨¢gina. ¡°Me manten¨ªa tranquila y en silencio porque no quer¨ªa tener problemas. Solo quer¨ªa pasar ese d¨ªa lo m¨¢s r¨¢pidamente posible y, al d¨ªa siguiente, ya ver¨ªamos. Les ten¨ªa miedo¡±, comenta.
En la noche del domingo al lunes, 90 reclusos palestinos, la mayor¨ªa mujeres y menores, entre ellos Rose Khwais, salieron de penales israel¨ªes horas despu¨¦s de que Ham¨¢s liberara a tres mujeres israel¨ªes que permanec¨ªan cautivas en la Franja desde el 7 de octubre de 2023. Ese d¨ªa comenz¨® la actual guerra con el ataque liderado por ese grupo palestino en el que fueron asesinadas unas 1.200 personas en territorio israel¨ª y 250 fueron secuestradas, de las que quedan todav¨ªa 94 en el enclave palestino, decenas de ellas ya dadas por muertas.
Los t¨¦rminos de la actual tregua llevaban sobre la mesa de negociaciones desde mayo del a?o pasado, pero el acuerdo no se ha alcanzado hasta que el nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, no presion¨® para que lo aceptara el primer ministro de Israel, Benjam¨ªn Netanyahu. De hecho, Khwais y algunas de sus compa?eras hab¨ªan sido trasladadas a la secci¨®n 3 de Damun dos meses antes de quedar en libertad en medio de rumores de que se estaba pactando su salida. All¨ª coincidi¨® con algunas mujeres de Gaza que se quedaron en las celdas cuando a ellas se las llevaron. Los nervios, explica la joven, estaban a flor de piel en los ¨²ltimos d¨ªas mientras se cerraban los flecos del pacto. No fueron trasladadas en autob¨²s hacia Jerusal¨¦n hasta la misma tarde del domingo, una vez hab¨ªa empezado ya el alto el fuego.
¡°Tu hija va a ser liberada con el acuerdo¡±, explica Yousef que escuch¨® a trav¨¦s de una llamada de tel¨¦fono en la que las autoridades israel¨ªes le pidieron que acudiera a la comisar¨ªa. All¨ª estamp¨® su firma en un documento en el que se compromet¨ªa a no llevar a cabo celebraciones. La sobriedad del regreso a casa de su hija Rose contrasta con la muchedumbre enfebrecida que, entre banderas mayoritariamente de Ham¨¢s y fuegos artificiales, recibi¨® al grueso de los 90 liberados en los alrededores de la c¨¢rcel de Ofer, a las afueras de Ramala, capital administrativa de Cisjordania. La sonrisa de satisfacci¨®n de la abuela de Rose Khwais, recostada en un sill¨®n de la estancia contigua al sal¨®n, muestra la felicidad con que la familia ha acogido a la joven.
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