Apocalipsis, televisi¨®n y poes¨ªa para iniciar una nueva era
La gravedad del momento que vive el pa¨ªs despoj¨® la celebraci¨®n de multitudes pero no del espect¨¢culo
Joe Biden, Kamala Harris y otros 81 millones de estadounidenses ten¨ªan mucho que celebrar este mi¨¦rcoles. La realizaci¨®n de un sue?o que Biden ambicionaba desde hace m¨¢s de 30 a?os. Pasar a la historia, en el caso de Harris, como la primera mujer en llegar a la vicepresidencia. Y todos ellos, el fin de una pesadilla de cuatro a?os. Pero la gravedad del momento que atraviesa el pa¨ªs, en medio de una terrible pandemia y bajo la amenaza del terrorismo de extrema derecha, despoj¨® a la celebraci¨®n de las multitudes que tradicionalmente la acompa?an. En su lugar, un mar de banderas cubr¨ªa la monumental explanada que se abre ante el Capitolio, donde 10 minutos antes del mediod¨ªa, arrebatando 600 segundos de presidencia a su predecesor, Joe Biden jur¨® como 46? presidente de Estados Unidos.
En el aciago ¨²ltimo a?o, la maquinaria pol¨ªtica estadounidense, en particular la dem¨®crata, se ha convertido en una m¨¢s que solvente productora de televisi¨®n. Tras el ensayo general que fue la convenci¨®n nacional del partido en el verano, la ceremonia de investidura se convirti¨® en un poderoso espect¨¢culo cat¨®dico para transmitir el mensaje de qui¨¦n es desde este mi¨¦rcoles el presidente Biden. El espect¨¢culo debe continuar, reza la m¨¢xima del show business. Y en medio del duelo y la gravedad el momento, hubo espect¨¢culo, sobrio y armonioso, en sinton¨ªa con los valores que trata de transmitir la Administraci¨®n, pero espect¨¢culo al fin y al cabo.
Ten¨ªa algo de apocal¨ªptico ese Washington vac¨ªo que amaneci¨® fr¨ªo y soleado. Las calles sin tr¨¢fico, con puestos militares de control cada par de manzanas. Vallas met¨¢licas, camiones atravesados, bloques de hormig¨®n cerrando el paso. Miembros del servicio secreto, francotiradores en las azoteas, y 25.000 soldados, cinco veces m¨¢s que los que el pa¨ªs tiene desplegados en Irak, Afganist¨¢n y Siria.
Salpicados por la ciudad, entre equipos de periodistas que deambulaban de un lugar a otro, caminaban unos pocos ciudadanos an¨®nimos en busca de la experiencia de un momento hist¨®rico. ¡°Entiendo que no haya una gran celebraci¨®n, dadas las circunstancias, pero depende de cada individuo c¨®mo quiera vivir personalmente esta ocasi¨®n. Para m¨ª, desde luego, es un momento de celebraci¨®n. Aunque es bastante escalofriante ver la capital del pa¨ªs en este estado. Cuando vi a Trump irse por televisi¨®n, le dediqu¨¦ una peineta y le dije adi¨®s¡±, aseguraba Talia Pfeffer, estudiante de 21 a?os, que guardaba cola en un puesto de control que, si consiguiera franquear, no le permitir¨ªa ver a Lady Gaga como era su sue?o, pero s¨ª acercarse a la avenida de Pensilvania.
En uno de los extremos de esa avenida, sobre la escalinata del Capitolio, donde tendr¨ªa lugar la ceremonia de investidura, los ilustres invitados empezaban a llegar. Todos salvo el expresidente Jimmy Carter, que no acudi¨® por recomendaci¨®n m¨¦dica, y Donald Trump, que declin¨® la invitaci¨®n rompiendo una tradici¨®n centenaria. La cordialidad entre todos los viejos inquilinos de la Casa Blanca presentes hac¨ªa preguntarse c¨®mo encajar¨¢ Trump en ese selecto club.
Los proleg¨®menos de la investidura subrayaron uno de los fracasos del presidente que prometi¨® ¡°drenar la ci¨¦naga¡±. Lo de este mi¨¦rcoles fue el regreso del viejo Washington. Pol¨ªticos veteranos, respeto en la discrepancia. Ni siquiera las m¨¢scaras y el limitado contacto f¨ªsico pudieron eclipsar el compadreo entre rivales, desterrado de la vida p¨²blica estos cuatro a?os y que los protagonistas, incluido el saliente vicepresidente Mike Pence, parec¨ªan a?orar.
A primera hora, los Biden abandonaron la Blair House, la residencia de invitados junto a la Casa Blanca donde pasaron la noche, para acudir a misa. Camino de convertirse en el segundo presidente cat¨®lico de la historia, Biden sali¨® pasadas las 8.45 (hora de Washington), respetando la despedida del mismo presidente que no quiso acudir a su jura, justo cuando Trump hab¨ªa terminado de hablar en la base Andrews y embarcaba por ¨²ltima vez en el Air Force One rumbo a Florida. Biden se dirig¨ªa a escuchar misa y Trump se marchaba al ritmo del My way con la voz de Sinatra. Lo sagrado y lo profano. El contraste, subrayado por el hecho de que acompa?aron en la misa a Biden los l¨ªderes del Congreso, el republicano Mitch McConnell y la dem¨®crata Nancy Pelosi, estaba servido desde primera hora. A Trump solo lo acompa?aba su familia.
En la escalinata del Capitolio, la senadora y exrival de Biden en las primarias Amy Klobuchar ejerci¨® de maestra de ceremonias. Apenas tard¨® 20 segundos en mencionar el dram¨¢tico asalto del pasado d¨ªa 6 al edificio que ten¨ªa sus espaldas. ¡°Estamos viendo la manera en que nuestra democracia se levanta¡±, dijo.
De pronto, empezaron a flotar en el aire peque?os copos de nieve. ¡°De todas las cosas que pod¨ªamos esperar para hoy, la nieve no era una de ellas¡±, brome¨® Roy Blunt, presidente del Comit¨¦ del Senado encargado de los fastos y el ¨²nico republicano que tom¨® la palabra, si se except¨²a a la estrella del country Garth Brooks, que cant¨® un emocionante Amazing Grace vestido con pantalones vaqueros.
M¨¢s espectacular fue el estilismo de las protagonistas de los otros dos momentos musicales. Una emocionada Lady Gaga, con una monumental falda roja y peinada como la Estatua de la Libertad, cant¨® el himno nacional. Y Jennifer Lopez, diva latina vestida de blanco sufragista, se arranc¨® por Woody Guthrie, el trovador cuya guitarra ¡°mataba fascistas¡±. Interpret¨® una bell¨ªsima This land is your land, a la que a?adi¨® unos versos en espa?ol reclamando ¡°libertad y justicia para todos¡±.
Pero sus soberbias intervenciones palidecieron en buena medida ante la sobrecogedora lectura de quien se convirti¨® en estrella de la ceremonia, la joven poeta Amanda Gorman, afroamericana de 23 a?os, que articul¨®, en unos versos din¨¢micos y poderosos, el mismo mensaje de unidad, de cierre de heridas y de esperanza sobre el que el presidente Biden quiere que orbite el trabajo que comenz¨® este mi¨¦rcoles. ¡°Alcemos nuestras miradas, no hacia lo que se interpone entre nosotros¡±, recit¨® Gorman, ¡°sino hacia lo que se yergue ante nosotros¡±.
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