La sangr¨ªa dem¨®crata en Nueva York pone en bandeja a los republicanos el control de la C¨¢mara
Cuatro esca?os tradicionalmente ¡®azules¡¯ cambian de bando por el redise?o del mapa electoral y el discurso de firmeza de los conservadores contra la delincuencia
Entre el pinchazo de la marea roja y el relativo ¨¦xito de los dem¨®cratas en las elecciones de medio mandato del martes, hay una realidad intermedia, el vaso medio vac¨ªo, m¨¢s que medio lleno, de Nueva York. Si bien los dem¨®cratas han revalidado los principales puestos en liza (como la gobernaci¨®n y la fiscal¨ªa general del Estado), en las legislativas los azules han encajado una clamorosa derrota: cuatro esca?os dem¨®cratas de la C¨¢mara de Representantes han cambiado de bando; el m¨¢s importante de ellos, el de Patrick Sean Maloney, m¨¢ximo responsable de la campa?a dem¨®crata. Ha sido tal el rev¨¦s que muchos dem¨®cratas locales, en especial los de las corrientes m¨¢s progresistas, consideran que la previsible mayor¨ªa republicana en la C¨¢mara se deber¨¢ en gran parte a esas derrotas.
Las primeras peticiones de dimisi¨®n, adem¨¢s de palabras gruesas, no han tardado en o¨ªrse. De todos contra todos, incluido el alcalde de la ciudad, Eric Adams, contra sus correligionarios progresistas, por la reforma del sistema de justicia penal que estos promulgaron en el Capitolio estatal, y que, a juicio del regidor, se rinde ante el delito. De la gresca, en la que tambi¨¦n ha participado la progresista Alexandria Ocasio-Cortez, se desprende una conclusi¨®n principal: para seguir en la Casa Blanca en 2024, m¨¢s les vale ir haciendo las paces, sobre todo ante la ausencia de un reemplazo claro para Joe Biden. Porque, m¨¢s que una pelea contra los republicanos, en Nueva York se libra una guerra entre los dem¨®cratas, desatada mucho antes de las elecciones del martes.
Los candidatos dem¨®cratas esprintaron en el ¨²ltimo tramo de la campa?a, cuando las encuestas mostraban c¨®mo los republicanos, con la promesa de mano dura contra la criminalidad, acortaban distancias en un Estado que les hab¨ªa sido tradicionalmente favorable. La elecci¨®n de Kathy Hochul como gobernadora, por cinco puntos de diferencia sobre el republicano Lee Zeldin, confirm¨® que sienten ya el aliento republicano en el cogote. ¡°No podemos seguir con el piloto autom¨¢tico¡±, se?al¨® el senador estatal Andrew Gounardes sobre el supuesto exceso de confianza de los suyos. El propio Maloney asumi¨® el jueves que ¨¦l y otros dem¨®cratas locales fueron incapaces de interpretar el miedo a la delincuencia en los distritos que el martes cambiaron de manos.
El derrotado Maloney es uno de esos dem¨®cratas de pedigr¨ª irland¨¦s que han dominado el partido durante d¨¦cadas, antes de que este se abriera a las minor¨ªas, las que ahora m¨¢s claman por una renovaci¨®n de los cuadros. Como jefe del comit¨¦ de campa?a, Maloney ayud¨® a su partido a resistir el embate republicano en la C¨¢mara, pero, parad¨®jicamente, a cambio de entregar sus armas. La suma de dos hechos capitales les ha desalojado, a ¨¦l y a sus tres correligionarios, del esca?o que ocupaban desde 2012. El redise?o del mapa electoral del Estado de Nueva York, que antes beneficiaba a los dem¨®cratas, ha dado oportunidades a los rojos. El discurso de dureza ante la delincuencia de estos ¨²ltimos, frente a la supuesta laxitud de los dem¨®cratas, ha sido el remache del cambio.
Hortensia, ¡°votante dem¨®crata de toda la vida¡±, apuntaba el martes a las puertas de un colegio del norte de Manhattan que los suyos han desatendido la seguridad ciudadana. ¡°No puede ser que [los delincuentes] entren por una puerta y salgan por otra en cuesti¨®n de horas¡±, explicaba, en alusi¨®n a la controvertida reforma de la libertad condicional, con juicios r¨¢pidos en un m¨¢ximo de 24 horas tras la detenci¨®n, vigente desde marzo. ¡°Esa inquietud que yo y muchos de mis vecinos y conocidos sentimos, los republicanos la han sabido ver mejor¡±, sentenciaba la mujer.
Portadas dantescas del tabloide New York Post, palad¨ªn republicano, con un ej¨¦rcito de sombras pinch¨¢ndose en las calles de la Gran Manzana y un alud de homicidios; repetidos incidentes en el metro de la ciudad y, tambi¨¦n, la bandera de la ley y el orden enarbolada por dem¨®cratas como el alcalde Adams ¡ªproclive a los goles en propia puerta¡ª, han acabado dando la raz¨®n a los republicanos, lamentan los dem¨®cratas situados a la izquierda del establishment del partido. Como la votante dem¨®crata, pero en el otro bando, el heredero de la dinast¨ªa Lauder que don¨® 11 millones de d¨®lares a la campa?a de Zeldin se queja de una inseguridad que ¡°obliga¡± a su familia a salir a la calle con guardaespaldas. Un gui?o c¨ªnico acerca de una ciudad a¨²n muy segura ¡ªuna de las m¨¢s seguras de EE UU¡ª, pese a los peri¨®dicos sucesos que la salpican por puro c¨¢lculo de probabilidades: son m¨¢s de ocho millones de habitantes. Maloney ha culpado tambi¨¦n al New York Post de inocular un temor infundado entre los votantes.
La reforma del sistema penal, demasiado clemente seg¨²n los republicanos y, para sus defensores, un modo de descongestionar las c¨¢rceles y de ofrecer mejores condiciones de vida a los internos, es desde hace tiempo una patata caliente para los dem¨®cratas. Le cost¨® el puesto en junio al fiscal general de San Francisco, el progresista Chesa Boudin, revocado por los republicanos, y en Nueva York se ha convertido en arma arrojadiza. Pero otro detalle de tipo administrativo, como el redise?o de las circunscripciones electorales del Estado de Nueva York, ha influido tanto o m¨¢s que el discurso de la criminalidad en la sangr¨ªa dem¨®crata.
En v¨ªsperas de las primarias, un juez desestim¨® el mapa electoral aprobado por la mayor¨ªa dem¨®crata en Albany, sede del Gobierno estatal; la distribuci¨®n les daba ventaja sobre sus rivales gracias a una maniobra, en 2014, del entonces gobernador Andrew Cuomo (dem¨®crata). La reconfiguraci¨®n de los mapas ordenada por el juez por ir contra la Constituci¨®n estatal trastoc¨® la composici¨®n de muchos distritos, fusionando algunos y ampliando o recortando el n¨²mero de representantes de otros. El proceso judicial-administrativo se acometi¨® deprisa y corriendo, para llegar a tiempo a las primarias, y equilibr¨® la competencia entre dem¨®cratas y republicanos, es decir, fren¨® el tradicional paseo triunfal de los primeros. ¡°Los mapas adoptados por el tribunal se encuentran entre los m¨¢s competitivos y pol¨ªticamente equilibrados del pa¨ªs: Nueva York es uno de los pocos Estados en los que la competitividad aument¨® en lugar de disminuir tras la redistribuci¨®n de distritos. Pero el tratamiento de algunas comunidades, especialmente en la ciudad de Nueva York, y la falta de tiempo dej¨® a muchos profundamente insatisfechos¡±, avisaba en v¨ªsperas de las elecciones intermedias el Brennan Center for Justice. Algunas de esas comunidades est¨¢n en el valle de Hudson y en Long Island, y en bolsas de Brooklyn, donde se ubican los cuatro distritos perdidos por los dem¨®cratas.
Pese a la derrota de Zeldin, un trumpista confeso, los republicanos de Nueva York viven horas de ensue?o. No solo por haber aportado al previsible control republicano de la C¨¢mara cuatro esca?os, m¨¢s que en ning¨²n otro Estado; tampoco por haberse adjudicado el premio gordo de derrotar al fact¨®tum Maloney, encargado de garantizar el control de su partido en el Congreso; tambi¨¦n, de cara a futuras elecciones, por contribuir a generar nuevas peleas entre los dem¨®cratas cuando ya ha empezado la cuenta atr¨¢s para 2024.
Para muestra del descontento, los latigazos de autocr¨ªtica de Howard Wolfson, estratega dem¨®crata nacional: ¡°Fue una noche terrible en Nueva York. Es exasperante que una noche tan buena como lo fue para los dem¨®cratas en general [en el resto del pa¨ªs] quede empa?ada por la arrogancia y la incompetencia aqu¨ª¡±, declar¨® a The New York Times.
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