Pensilvania, en el coraz¨®n de la batalla: voto a voto entre Harris y Trump por la Casa Blanca
El mayor y m¨¢s poblado de los Estados clave en las elecciones de EE UU se perfila como el que inclinar¨¢ definitivamente la balanza por la dem¨®crata o el republicano el pr¨®ximo noviembre
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Newtown, una peque?a localidad a 50 kil¨®metros al norte de Filadelfia, es a simple vista una localidad id¨ªlica, con sus cuidadas viviendas unifamiliares de jardines floridos, comercios pintorescos, una cafeter¨ªa en la que ha nacido m¨¢s de un idilio local y bancos callejeros que homenajean con peque?as placas a vecinos del pasado.
Eso es a simple vista. Una mirada m¨¢s detenida capta carteles en favor de las campa?as de la dem¨®crata Kamala Harris y el republicano Donald Trump diseminados por esos jardines inmaculados a partes casi exactamente iguales. Una pareja de peatones confiesa que ha perdido amigos, y ha dejado de hablar de pol¨ªtica en p¨²blico, por sus opiniones electorales. Un propietario sale expresamente de su casa para pedir que su vivienda no aparezca en ninguna fotograf¨ªa del cartel¨®n que apoya a la candidatura Trump-Vance en el solar de al lado. ¡°No estoy de acuerdo con... eso¡±, se limita a decir, se?al¨¢ndolo con la cabeza.
Skip Lane lee un libro mientras espera que su hija salga de la escuela. Explica que, de joven, se registr¨® como republicano, pero ahora se describe como independiente y vota dem¨®crata. ¡±El Partido Republicano de mi juventud ya no existe¡±, se lamenta. ¡°Estoy siguiendo las elecciones con gran nerviosismo. Kamala Harris tiene mucho trabajo por delante. Es una situaci¨®n muy seria, no podemos dejar que vuelva Trump¡±. A pocos metros, William Redall, un jubilado que en 2016 vot¨® a Hillary Clinton pero que ahora apoya al expresidente, explica que respalda a su candidato porque ¡°ya fue presidente y lo hizo bien entonces¡±. ¡°Tiene mucha experiencia, y es la persona que nos puede ayudar a resolver los problemas de este pa¨ªs¡±, opina.
Newtown forma parte del condado de Bucks, donde Biden gan¨® a Trump en 2020 por menos del 4% de los votos. Es algo que lo convierte en uno de los escasos distritos bisagra dentro de Pensilvania, el principal de los siete Estados clave. Y eso lo coloca en el ojo del hurac¨¢n electoral.
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Pensilvania es, este a?o, el coraz¨®n de la batalla por la Casa Blanca que pelean la vicepresidenta Harris y el expresidente Trump. Es el m¨¢s complejo, el m¨¢s poblado y el m¨¢s extenso de los Estados bisagra (adem¨¢s de Pensilvania, est¨¢n en la lista Carolina del Norte, Georgia, M¨ªchigan, Wisconsin, Arizona y Nevada) que decidir¨¢n el vencedor de los comicios. Y sus 19 votos electorales lo transforman en el mayor premio de los siete. Ganarlo representa grandes opciones de imponerse el 5 de noviembre. Perderlo bloquea buena parte de los caminos para el triunfo.
¡°Dicen que ¡®si ganas Pensilvania, vas a ganar las elecciones¡±, comentaba el expresidente a sus seguidores en un mitin en Wilkes-Barre, una ciudad industrial en el noreste del Estado, en agosto. Desde 1948, ning¨²n candidato dem¨®crata ha logrado llegar a la Casa Blanca sin vencer en este territorio.
Distancias m¨ªnimas en las encuestas
Las encuestas indican que las distancias son m¨ªnimas (Harris contaba con 0,7 puntos de ventaja en el agregador de encuestas FiveThirtyEight este pasado viernes), similar a cuando en 2016 Trump se impuso a Hillary Clinton por 44.200 votos (0,72 puntos), o en 2020, cuando Joe Biden derrot¨® al expresidente por apenas 82.000 papeletas, un 1,17% del total. Con estas cifras, cada voto cuenta; cada bloque de votantes va a ser imprescindible. Convencer a alguno de los escasos indecisos ¨Dun 3%, seg¨²n una encuesta de Franklin y Marshall el mes pasado¨D es un paso determinante para cantar victoria.
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Los partidos han puesto toda la carne en el asador para ganar este Estado. Los candidatos lo visitan una y otra vez: no es casualidad que el ¨²nico debate entre ellos se haya celebrado en Filadelfia, la gran ciudad del Estado. Harris pas¨® cuatro d¨ªas prepar¨¢ndolo en Pittsburgh, la segunda poblaci¨®n de Pensilvania. Este viernes regres¨® para ofrecer un mitin en Wilkes-Barre. Por su parte, Trump participaba la semana pasada en un encuentro con votantes en Harrisburg. Fue en Pensilvania, en el conservador condado de Butler, donde el candidato republicano fue tiroteado el pasado julio.
Los dem¨®cratas presumen de haber abierto 50 oficinas por todo el territorio. Los republicanos alardean de que est¨¢n llegando a lugares considerados hasta ahora feudos de sus rivales. Ambos han invertido m¨¢s dinero en anuncios televisivos aqu¨ª que en ning¨²n otro Estado del pa¨ªs: en agosto, los de Harris dedicaron 56 millones de d¨®lares [unos 50,5 millones de euros]; los de Trump, 52, seg¨²n los datos de la firma AdImpact. Este oto?o han reservado otros 84 y 74 millones, respectivamente.
Adem¨¢s de ser un Estado clave, Pensilvania es un microcosmos del pa¨ªs, y de la campa?a presidencial de este a?o. Es un territorio en transici¨®n y lleno de contrastes, donde conviven unas ra¨ªces rurales muy conservadoras con el progresismo de sus grandes ciudades, Filadelfia y Pittsburgh. Donde el este se alinea con las grandes urbes de la costa, y su oeste tiene m¨¢s en com¨²n con Ohio y el llamado cintur¨®n del ¨®xido posindustrial y agr¨ªcola. Donde los residentes tradicionales, mayoritariamente blancos y de m¨¢s edad que la media del pa¨ªs, han visto multiplicarse desde 2010 la poblaci¨®n latina, sobre todo puertorrique?a y dominicana. Esta comunidad ya suma casi un mill¨®n de personas, y m¨¢s de 600.000 votantes, en un Estado de 13 millones, y aporta la mayor¨ªa de habitantes en ciudades del cintur¨®n industrial como Allentown o Reading.
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Con una econom¨ªa que despeg¨® gracias al acero y la miner¨ªa ¡ªaqu¨ª los sindicatos a¨²n son una fuerza a tener en cuenta¡ª, Pensilvania trata de reinventarse en la era posindustrial como un centro log¨ªstico, sanitario y tecnol¨®gico, un n¨²cleo de extracci¨®n de gas de esquisto y de oferta cultural. Aunque las colas en los bancos de alimentos en ciudades como Erie, en el noroeste, o los adictos al fentanilo que pululan por la barriada de Kensington, en Filadelfia, dejan claro que a¨²n hay mucho camino por recorrer.
Algo une a todos los votantes: la preocupaci¨®n por la econom¨ªa y una inflaci¨®n que ha dejado los precios muy por encima de los de hace tres a?os. Un 82% declara que esos asuntos son su gran prioridad, seg¨²n un sondeo de YouGov.
El nodo manufacturero de Reading es un peque?o San Juan cuajado de iglesias donde los restaurantes presumen de su lech¨®n asado. En su centro, casi todos los comercios lucen r¨®tulos en espa?ol. Por las ventanas se derrama m¨²sica de regaet¨®n. Sarita, una peque?a comerciante, ha sacado a la calle una mesa con camisetas puertorrique?as. Saluda efusivamente, y sonr¨ªe mientras cuenta en espa?ol a qui¨¦n votar¨¢: ¡°A ella, a la mujer, no s¨¦ c¨®mo pronunciar su nombre. El otro no me gusta¡±. El gesto le cambia cuando habla de su situaci¨®n econ¨®mica. Cuenta que no consigue llegar a fin de mes, que la inflaci¨®n se ha comido sus ingresos. ¡°Mi cheque por discapacidad ya no me alcanza. Ahora tengo que depender todos los meses de que me ayude mi hija, pero ella ya tiene su propia familia y sus propias necesidades¡±, explica, mientras se le humedecen los ojos.
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La importancia de Pensilvania ha hecho que dos asuntos fundamentales para la econom¨ªa local, pero sin resonancia en el resto del pa¨ªs, entren en campa?a. Uno, la venta por casi 15.000 millones de d¨®lares de la acerera US Steel a la japonesa Nippon Steel. Biden y Harris han declarado su resistencia a dejar el gigante en manos extranjeras, en un gesto hacia los sindicatos, pero el posible veto a la operaci¨®n parece retrasarse, entre advertencias de los dem¨®cratas locales de que cancelar el pacto pondr¨ªa costar puestos de trabajo. El segundo, la extracci¨®n de gas de esquisto, que la vicepresidenta ahora apoya despu¨¦s de decir en la campa?a de 2019 que la prohibir¨ªa.
Otros votantes mencionan entre sus prioridades la defensa de los derechos individuales, muy especialmente el del aborto, y de la democracia. O la inmigraci¨®n: los republicanos, para exigir dureza en la frontera. ¡°Para m¨ª es casi el ¨²nico tema¡±, sostiene Rebecca Seussman, partidaria de Trump, en Newtown. Los dem¨®cratas, para reclamar una reforma migratoria que combine la seguridad en la frontera con la soluci¨®n de los casos de quienes ya se encuentran dentro y la colaboraci¨®n para resolver las causas de fondo. ¡°Ese es un asunto que me preocupa. Voy a estudiar muy bien qu¨¦ dice cada candidato y decidir¨¦ mi voto despu¨¦s de ver cu¨¢l puede ser mejor para mi comunidad¡±, explica el pastor y terapeuta de familia Luis Zamot, residente en las afueras de Filadelfia y parte del reducido bloque de votantes indecisos por el que las dos campa?as se pelean a muerte.
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Pittsburgh es la Bilbao de Pensilvania. El lugar de nacimiento de Andy Wharhol comparte con la ciudad vasca una grandeza econ¨®mica basada en el acero y el carb¨®n, y una transformaci¨®n en los ¨²ltimos a?os en centro tecnol¨®gico y foco cultural de vanguardia. Aqu¨ª, una importante comunidad jud¨ªa convierte la guerra en Gaza en uno de los grandes temas de la campa?a.
En un parque junto al r¨ªo Allegheny que atraviesa la ciudad, la educadora Heather Mallak, casada con un ciudadano israel¨ª y voluntaria dem¨®crata, apunta que ¡°el conflicto hace que muchos j¨®venes, que no tienen duda de que se trata de un genocidio, piensen abstenerse. Conozco a muchos simpatizantes dem¨®cratas que no quieren ir a votar, pero si no votan es b¨¢sicamente una papeleta a favor de los republicanos. Espero que cambien de opini¨®n a medida que avance la campa?a, pero tambi¨¦n espero y rezo por que nuestros pol¨ªticos puedan poner fin a la destrucci¨®n masiva en Gaza y contra los palestinos¡±.
La estrategia de campa?a, para los dos partidos, es similar. Movilizar el voto en las ¨¢reas donde son m¨¢s fuertes ¨Dlas zonas urbanas, en el caso dem¨®crata; las rurales, en el republicano¨D para ganar all¨ª por una gran diferencia. Pero tambi¨¦n estar presentes en los bastiones rivales, para tratar de ara?ar votos y perder all¨ª por menos, de tal modo que el balance total final les sea positivo. Los dem¨®cratas ven posibilidades de crecimiento en ¨¢reas rurales que se urbanizan, como Lancaster, en el sur; los republicanos, entre la comunidad latina y votantes de clase trabajadora.
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¡°La vicepresidenta entiende que para ganar votos hay que estar en todos lados, especialmente en comunidades que hab¨ªan sido dejadas de lado y olvidadas¡±, comentaba el gobernador del Estado, Josh Shapiro, en declaraciones en los m¨¢rgenes del debate presidencial del martes en Filadelfia.
En Pittsburgh, Sam Hens-Greco, presidente del comit¨¦ dem¨®crata en el condado de Allegheny ¨Duna zona de gran mayor¨ªa de votantes de Harris¨D explica: ¡°Estamos recordando a todos los que se apuntaron para votar por correo que lo hagan, mand¨¢ndoles postales y mensajes de texto. Y, por supuesto, vamos puerta por puerta¡±. El cambio este verano de Biden por Harris al frente de la candidatura electoral, considera, ha dado un gran est¨ªmulo a su campa?a: ¡°Creo que vamos a producir el n¨²mero [de votantes] que necesitamos¡±.
JIm Billman, su hom¨®logo republicano en el condado de Berks, donde se encuentra Reading, era un hombre muy ocupado este pasado domingo. La campa?a de Trump abri¨® este verano una oficina en la ciudad con el objetivo espec¨ªfico de apelar a los votantes latinos. Tradicionalmente este bloque ha apoyado en mayor n¨²mero a los dem¨®cratas en las elecciones, pero los republicanos han ido captando apoyos en los ¨²ltimos a?os; pueden ser estos votantes los que inclinen la balanza en Pensilvania por un partido u otro. Esa jornada, la ciudad celebraba el D¨ªa de Puerto Rico, un evento que ha llenado el centro de banderas boricuas, reggaeton y puestos de empanadas, y los republicanos han colocado ¨Dcomo los dem¨®cratas en el otro extremo de la calle¨D un tenderete para registrar votantes. Un tenderete con carteles en espa?ol, los colores de las banderas estadounidenses y puertorrique?as y atendido principalmente por voluntarios blancos anglosajones.
¡°Por lo que me cuentan, estamos registrando a muchos m¨¢s votantes que los dem¨®cratas. Vamos a convertir a Pensilvania en republicana¡±, asegura Billman.
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En Allentown, otra ciudad de mayor¨ªa latina a apenas 40 minutos de Reading, el segundo caballero, Doug Hoffman, el marido de Kamala Harris, encabezaba la semana pasada un mitin dedicado especialmente a la comunidad latina, un indicio de hasta qu¨¦ punto este bloque es relevante en estas elecciones. El alcalde de este centro log¨ªstico, Matt Tuerk, de origen cubano, reconoc¨ªa que los republicanos han logrado avances entre la comunidad, pero les restaba importancia.
¡°Aunque algunos, sobre todo varones j¨®venes, puedan sentirse atra¨ªdos por esta tonter¨ªa del hombre fuerte, de la dictadura, cuando hablamos con las abuelas, ellas se aseguran de que recordemos los dictadores del pasado y hagamos lo correcto¡± a la hora de votar, explica Tuerk. El partido dem¨®crata, apunta, lleva a?os invirtiendo en el voto latino: ¡°No se trata solo de hablar su lenguaje. Se trata de que se sienta escuchado, que sepa que le entendemos¡±.
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En un indicio de lo complicado que puede ser llegar hacia esos votantes en los m¨¢rgenes, en Reading unas j¨®venes de una organizaci¨®n de movilizaci¨®n del voto se acercan a Salvador, un joven de 24 a?os que aguarda a sus amigos para participar en el festival. ¡°Ya me he registrado para votar, no se preocupen¡±, se adelanta ¨¦l, antes de que tengan tiempo de decirle nada. Mientras se marchan, se r¨ªe. ¡°Mentira. No pienso votar. Est¨¦ quien est¨¦ en la Casa Blanca me va a parecer igual de mentiroso¡±.
¡°Las cosas est¨¢n muy ajustadas. Hay menos de un punto porcentual de diferencia. Estamos llegando a la recta final y esos ¨²ltimos metros que faltan son realmente complicados¡±, reconoc¨ªa Shapiro en Filadelfia.
En Newtown nadie se atreve a predecir un ganador. Lane, el exrepublicano ahora dem¨®crata, solo comenta: ¡°Espero que toda la parafernalia republicana que se ve en las calles no se traduzca en el resultado final¡±. Redall, el antiguo votante dem¨®crata convertido en republicano, reconoce que ¡°todo est¨¢ tan polarizado que es dif¨ªcil leer la situaci¨®n¡±. Unas docenas de kil¨®metros m¨¢s all¨¢, en Filadelfia, el pastor Zamot sigue dando vueltas a su voto: ¡°Decidir¨¦ en el ¨²ltimo momento¡±. Como, probablemente, la propia Pensilvania.
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