Hacer o no hacer en Siria, el primer dilema de la presidencia de Trump
El republicano ha opinado que Estados Unidos no debe implicarse en el conflicto, pero lo que ocurra en Damasco puede tener consecuencias en la seguridad nacional de la primera potencia
¡°No es nuestra guerra, que la resuelvan ellos, no nos dejemos arrastrar¡±, escrib¨ªa el presidente electo estadounidense, Donald Trump, en sus redes sociales mientras los grupos de la oposici¨®n siria tomaban Damasco este fin de semana. El instinto del republicano, que se declara opuesto a la participaci¨®n de EE UU en ¡°guerras interminables¡±, es evitar la implicaci¨®n en el conflicto. Pero, a 40 d¨ªas de llegar al poder, ser¨¢ su Administraci¨®n la que tenga que enfrentarse a los acontecimientos en Siria ¡ªy asumir las consecuencias¡ª, en la que ser¨¢ la puesta a prueba m¨¢s apremiante de su pol¨ªtica exterior. Y lo que decida, pese a sus declaraciones, puede acabar siendo bastante similar a la estrategia del presidente saliente, Joe Biden.
Tras la ofensiva rel¨¢mpago de la alianza rebelde, que provoc¨® la ca¨ªda del r¨¦gimen de Bachar el Asad en solo 11 d¨ªas, la gran prioridad ahora es la estabilidad de Siria y evitar que el pa¨ªs, un enclave fundamental para conectar el Mediterr¨¢neo y Asia Menor y donde confluyen los intereses de las potencias regionales (Ir¨¢n, Israel, Turqu¨ªa, Arabia Saud¨ª), adem¨¢s de Rusia y Estados Unidos, pueda desintegrarse en un reino de taifas o convertirse de nuevo en refugio de grupos radicales isl¨¢micos, como ocurriera durante los tiempos del grupo Estado Isl¨¢mico (ISIS, por sus siglas en ingl¨¦s) y tras el colapso de los reg¨ªmenes en Libia, Irak o Afganist¨¢n.
La Administraci¨®n de Biden se ha movilizado de inmediato. Se han desplazado a la zona los pesos pesados de la diplomacia estadounidense. El consejero de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, viajaba este mi¨¦rcoles para reunirse con representantes del Gobierno israel¨ª. El secretario de Estado, Antony Blinken, comenzaba una gira por Jordania y Turqu¨ªa para abordar la situaci¨®n en Siria. El jefe del Mando Central, el general Eric Kurilla, llegaba a Siria para visitar a los cerca de 900 soldados que Estados Unidos mantiene en el este del pa¨ªs para impedir el resurgimiento del Estado Isl¨¢mico, una pieza fundamental de su estrategia en la zona.
El Gobierno estadounidense asegura que apoyar¨¢ un proceso de transici¨®n que resulte en un gobierno representativo de la voluntad de los sirios y que cumpla cuatro requisitos: que respete a las minor¨ªas; facilite el flujo de ayuda humanitaria; impida la implantaci¨®n de grupos terroristas que quieran utilizar su territorio como base, y gestione de manera responsable el vasto arsenal qu¨ªmico con que contaba el r¨¦gimen de El Asad.
Tomada por sorpresa por la velocidad de los acontecimientos en una guerra que parec¨ªa estancada despu¨¦s de 13 a?os de conflicto, la Administraci¨®n de Biden intenta encontrar v¨ªas para tratar con los grupos rebeldes, especialmente el principal de ellos, Hayat Tahrir al Sham (HTS), antiguamente aliado de Al Qaeda y al que Washington ¨Dcomo la ONU, la Uni¨®n Europea y Turqu¨ªa¨D mantiene en su lista de grupos terroristas.
¡°Creemos que nos conviene, que conviene a nuestros intereses de seguridad nacional, que Siria sea segura y estable y que el pueblo sirio pueda determinar su futuro. Tambi¨¦n que sigamos presionando contra el Estado Isl¨¢mico y, por tanto, la misi¨®n de nuestras tropas en Siria contin¨²e¡±, apuntaba esta semana el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, John Kirby, en una rueda de prensa telef¨®nica.
Esos intereses de seguridad nacional son los mismos que la Administraci¨®n entrante de Donald Trump tendr¨¢ que tener en cuenta una vez tome posesi¨®n el 20 de enero. La ca¨ªda del r¨¦gimen de la familia El Asad despu¨¦s de medio siglo representa un duro golpe para Ir¨¢n, su gran apoyo regional y que en el transcurso de las ¨²ltimas semanas ha visto desmoronarse su influencia en dos de los cuatro pa¨ªses de la regi¨®n donde la ten¨ªa (Siria y L¨ªbano); ya solo la mantiene en Yemen e Irak. Una Siria estable y pr¨®spera puede actuar como tap¨®n en las rutas de suministro de armamento desde Teher¨¢n hacia Hezbol¨¢ en L¨ªbano. Y est¨¢ por ver el futuro de las bases de Rusia en Siria.
Pese a los pasos que da el Gobierno de Biden, dada la cercan¨ªa de su marcha y del desembarco de la Administraci¨®n entrante, decidir c¨®mo gestionar la pol¨ªtica hacia Siria es algo que corresponder¨¢ al equipo de Trump, un hombre que ha descrito a ese pa¨ªs como lleno de ¡°arena y muerte¡± y que ha propuesto para dirigir los servicios de inteligencia estadounidenses a la excongresista Tulsi Gabbard, quien visit¨® a El Asad en 2017 y consideraba que, aunque el l¨ªder era un ¡°dictador brutal¡±, era la mejor opci¨®n para controlar a los grupos terroristas.
La Casa Blanca actual ya ha dejado claro que, por ejemplo, no va a decidir si levanta la designaci¨®n de grupo terrorista al HTS, con el argumento de que es una decisi¨®n que hay que estudiar con calma y tiempo. Aunque precisa que esta organizaci¨®n ¡°de momento est¨¢ diciendo las cosas correctas¡±, dejar¨¢ esa patata caliente en manos de su sucesor. Precisamente hab¨ªa sido Trump quien incluy¨® al grupo isl¨¢mico en la lista negra, en 2018.
El futuro de la operaci¨®n militar estadounidense
Tambi¨¦n corresponder¨¢ al republicano decidir el futuro de la operaci¨®n militar estadounidense contra el ISIS en el este de Siria. Si, como parec¨ªa apuntar el fin de semana, opta por cancelarla, o la mantiene. Ser¨ªa una situaci¨®n similar a la que se encontr¨® en 2019, cuando declar¨® que retirar¨ªa a los soldados estadounidenses que colaboraban con las fuerzas kurdas en operaciones antiterroristas en el noreste del pa¨ªs. Finalmente, acab¨® por mantener el contingente actual.
Es posible que en esta ocasi¨®n ocurra algo similar. ¡°Nuestras tropas est¨¢n ah¨ª para luchar contra el ISIS y mantener en prisi¨®n a los antiguos combatientes. Si esa gente perpetrara un ataque terrorista contra ciudadanos estadounidenses, ser¨ªa Trump quien cargar¨ªa con la culpa¡±, apuntaba esta semana Eliot Abrams, del think tank Consejo de Relaciones Exteriores, en una rueda de prensa telef¨®nica.
Su propio equipo y aliados estadounidenses pueden recomendarle no volver la espalda a Siria. Su candidato a secretario de Estado, el senador por Florida Marco Rubio, un halc¨®n en pol¨ªtica exterior, ha apoyado en el pasado un papel activo de Estados Unidos en el pa¨ªs del Mediterr¨¢neo oriental. Durante su campa?a en las primarias presidenciales republicanas en 2015, reclam¨® la imposici¨®n de zonas de exclusi¨®n a¨¦rea para proteger a los civiles de los ataques que lanzaba El Asad contra su propia poblaci¨®n. Su futuro consejero de Seguridad Nacional, Mike Waltz, critic¨® en su momento como un ¡°grave error¡± la decisi¨®n de Trump de retirar soldados estadounidenses de la zona fronteriza entre Turqu¨ªa y las ¨¢reas kurdas de Siria.
Aunque suenen muy diferentes, al final las posturas de Biden y Trump sobre Siria son m¨¢s similares de lo que parece a primera vista. El presidente saliente pone el ¨¦nfasis en el riesgo de un regreso del ISIS y la necesidad de mantener ese tipo de grupos terroristas bajo control mediante la presencia del contingente militar estadounidense, pero insiste en que deben ser los sirios quienes decidan el futuro de su pa¨ªs. ¡°Si lo que Trump quiere decir (con su declaraci¨®n) es que no le corresponde a Washington gestionar la pol¨ªtica en Siria a 10.000 kil¨®metros de distancia, eso tambi¨¦n es bastante sensato¡±, apuntaba Steve Cook, tambi¨¦n del Consejo de Relaciones Exteriores, en la mencionada rueda de prensa.
¡°No es que Estados Unidos no deba tener un papel. La posibilidad de un retorno del ISIS o Al Qaeda es algo que Washington tiene que considerar. Pero implicarse en la pol¨ªtica de Siria es otra cosa, y nada bueno puede salir de ello¡±, agregaba Cook.
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