Pilar Quintana: ¡°No aceptamos que una madre diga que no soporta a su hijo, a pesar de ser algo normal¡±
En su nuevo libro, ¡®Los abismos¡¯, la escritora vuelve a mirar de frente a los claroscuros de la maternidad
En La perra (Literatura Random House), la escritora Pilar Quintana (Cali, 1973) convert¨ªa la naturaleza y los paisajes del Caribe colombiano en un personaje m¨¢s de la novela. En Los abismos (Alfaguara), con la que recientemente ha conquistado el Premio Alfaguara de novela 2021, Quintana traslada esa naturaleza al interior de un edificio de Cali, la ciudad en la que naci¨® y creci¨® y a la que ella misma ha definido como una de sus obsesiones literarias. ¡°Una vez un amigo que ten¨ªa un avi¨®n peque?o me llev¨® a sobrevolar Cali. Desde arriba sent¨ª que era una especie de ciudad perdida, como una ciudad en mitad de la selva. Creo que ah¨ª fui consciente de la fortuna de haber crecido en ella. Luego mi padre es un hombre al que le gusta mucho la naturaleza y que se sabe los nombres de casi todos los ¨¢rboles y de casi todos los p¨¢jaros. Siempre desde chiquita viaj¨¢bamos mucho en carro y ¨¦l me iba se?alando los paisajes y dici¨¦ndome d¨®nde ten¨ªa que mirar, as¨ª que cec¨ª con alguien que me hizo notar la importancia y la belleza de los paisajes¡±, reflexiona v¨ªa WhatsApp, por donde atiende a EL PA?S a trav¨¦s de una videollamada. En mitad de la exuberancia de Cali tiene lugar la historia Claudia, una ni?a casi hu¨¦rfana (pese a tener padres) que se ve obligada a asomarse a los abismos de la adultez demasiado pronto, empujada por los silencios de su padre y la depresi¨®n de una madre que nunca quiso serlo. Como ya hiciera en La perra, en Los abismos Quintana vuelve a mirar de frente a los claroscuros de la maternidad.
PREGUNTA. Aunque desde un punto de vista muy diferente, en Los abismos vuelve a un tema que ya abord¨® en La perra, su anterior novela: la maternidad y sus grises. Hay un gran espacio ah¨ª para la literatura.
RESPUESTA. Desde luego. Y no lo hice a prop¨®sito, pero entre las dos novelas hay una relaci¨®n muy interesante. En La perra hay un personaje cuyo ¨²nico deseo es tener hijos y no lo consigue. En Los abismos tenemos el reverso de esa historia: una madre cuya hija empieza a preguntarse de repente si fue deseada, si su madre est¨¢ contenta en ese papel.
P. ?Cu¨¢nto hay de su propia maternidad en estas novelas? ?Hubiesen sido posibles sin ser usted madre?
R. Yo creo que no hubiesen sido posibles. Recuerdo que, cuando empezaba a ser escritora, me dijeron que para serlo ten¨ªa que renunciar a la maternidad, como que una cosa y la otra no eran compatibles. Yo en ese momento no quer¨ªa ser madre ni me interesaba la maternidad para nada, as¨ª que me pareci¨® bien. Ahora pienso lo tremenda que es esa carga para una mujer que quiere ser madre y que empieza en este mundo. Para m¨ª tener a mi hijo fue como desatar un caudal creativo, es la experiencia en t¨¦rminos creativos m¨¢s afortunada que he vivido porque me dio un sinf¨ªn de historias impresionantes, de cosas que me pasan y que siento y a las que necesito poner nombre. En La Perra, por ejemplo, volqu¨¦ todos mis peores miedos como madre: que se muera mi hijo y maltratarlo. Porque de la misma manera en que tu hijo te hace ser mejor persona, tambi¨¦n te hace sacar tus rabias m¨¢s profundas, el monstruo m¨¢s terrible, el que yo no quiero ver porque es el mismo que ten¨ªa mi mam¨¢. En cierto modo esa novela me sirvi¨® para conjurar mis miedos m¨¢s profundos alrededor de la maternidad. Con Los abismos me he reconciliado con mi madre, con las mujeres de su generaci¨®n y conmigo misma al aceptar que no puedo ser una madre perfecta.
P. La maternidad, sin embargo, literariamente hablando, ha sido un espacio tradicionalmente olvidado o menospreciado, como si fuese cosa de mujeres. El boom que estamos viviendo de novelas que abordan de una u otra forma la maternidad y premios como el Alfaguara que acaba de recibir por Los abismos, ?demuestran que la maternidad est¨¢ ocupando poco a poco el espacio literario que merece?
R. S¨ª que lo creo. Siempre ha habido muchos libros sobre lo que implica ser hijo. Tenemos libros incluso sobre hijos que, metaf¨®ricamente, quieren matar a sus padres, que es un gran tema literario. Pienso por ejemplo en El baile, de Irene N¨¦mirovsky, que es una novela sobre una madre y una hija que siente odio por esa madre, todo ello contado desde el punto de vista de la hija. Sin embargo, no hay tantos libros sobre ser padres o madres y no se ha explorado suficientemente la oscuridad de la maternidad. Afortunadamente, cada vez estamos asistiendo al nacimiento de m¨¢s novelas que no hablan desde el punto de vista del hijo o la hija, sino desde el punto de vista de la madre y el padre y que nos cuentan todo aquello que muchas veces est¨¢ vedado nombrar. Porque no est¨¢ bien visto que una madre diga que no soporta a su hijo o que a veces tiene ganas de regalarlo o de matarlo, que al final son sentimientos absolutamente normales pero que, sin embargo, est¨¢ mal visto nombrar porque el rol de la madre est¨¢ sacralizado.
P. En Los abismos, la madre de la protagonista, la abuela y otras mujeres que aparecen en la novela son un ejemplo de la imposici¨®n de la maternidad. La novela est¨¢ situada en los a?os ¡¯80. ?Dir¨ªa que en pa¨ªses como Colombia sigue existiendo hoy esa imposici¨®n?
R. Mi sensaci¨®n es que se sigue esperando que las mujeres sean madres y que formen una familia. S¨ª que es cierto que a las madres de las mujeres de mi generaci¨®n se aseguraron de que sus hijas estudiaran. Los estudios eran el valor m¨¢s importante. Eso nos dio una gran libertad a nosotras, porque nos permite divorciarnos si no estamos contentas o elegir una vida diferente a la maternidad. As¨ª que tenemos m¨¢s libertad que las mujeres de generaciones anteriores, s¨ª, pero mi sensaci¨®n es que la maternidad sigue vi¨¦ndose como un valor, como algo muy importante para que una mujer est¨¦ completamente realizada. Todav¨ªa pervive la idea de que, si una mujer no es madre, no est¨¢ completa.
P. El resultado de esa imposici¨®n y del machismo imperante en la sociedad de la ¨¦poca se ve claramente en el destino de muchas de esas mujeres que aparecen en la novela. Como dijo acertadamente el jurado del Premio Alfaguara, parecen ¡°atadas a la rueda de una noria de la que no pueden o no saben escapar¡±. La maternidad as¨ª impuesta tiene mucho de c¨¢rcel.
R. Yo tuve a mi hijo a los 43 a?os, despu¨¦s de haber hecho todo lo que quer¨ªa en mi vida. A esa edad decid¨ª ser madre y el m¨ªo fue un hijo buscado, querido y deseado. Sin embargo, la crianza es muy dif¨ªcil, la maternidad es una sucesi¨®n de retos tremendos. Por eso me pregunto a menudo c¨®mo ser¨¢ ser madre sin querer serlo o sin estar preparada. O ser hija cuando tu madre no quer¨ªa serlo, cuando lo fue por presi¨®n. Debe ser un reto enorme y eso se refleja en la novela.
P. Tampoco escapan de esa rueda los hombres de la novela, por cierto.
R. Totalmente y sobre ello, sobre c¨®mo los hombres est¨¢n atrapados por una sociedad machista y patriarcal, se habla menos. El ejemplo es el pap¨¢ de Claudia: tiene a sus princesas en la casa mientras ¨¦l se parte el lomo trabajando solo. Cumple el rol de proveedor, no participa en la crianza de la hija salvo cuando su mujer est¨¢ enferma. Y luego est¨¢ su incapacidad para conectarse con su lado emocional, para expresarse, para manifestar sus sentimientos, para reconocer los problemas de su familia, para enfrentarse al hecho de que su mujer est¨¢ deprimida y su hija abandonada.
P. Precisamente me ha gustado c¨®mo la madre de la narradora se excusa en una rinitis para intentar disimular lo que es a todas luces una depresi¨®n bien fuerte. Y me resulta sorprendente que todos, menos la ni?a, aceptasen esa excusa, como si se pusiesen una venda para no ver lo evidente.
R. Es que hoy lo sigue siendo, pero en los a?os ¡¯80 el estigma hacia la enfermedad mental era enorme. Mi abuelo sufr¨ªa depresi¨®n y yo recuerdo o¨ªr a mi mam¨¢ y a mi t¨ªa hablando en voz baja de ello, entre cuchicheos, porque era vergonzoso reconocer que alguien sufr¨ªa de depresi¨®n. Y otra cosa que estaba muy presente entonces y que tambi¨¦n aparece en la novela eran las revistas del coraz¨®n. En la portada, por ejemplo, aparec¨ªa la princesa Diana magn¨ªfica, con joyas, con una sonrisa de oreja a oreja, pero cuando abr¨ªas la revista y le¨ªas el art¨ªculo resultaba que era completamente infeliz. Era muy impresionante tener esa ventana abierta a la vida de los ricos y famosos, una vida que parec¨ªa muy glamourosa pero que escond¨ªa una distancia muy fuerte entre la fachada y la vida real. Eso es un reflejo de lo que se vive con la mam¨¢ de Claudia. Parece para el resto del mundo la mujer perfecta, pero su hija siente por momentos que su madre es la peor de todas.
P. Esa hija, Claudia, es una ni?a casi hu¨¦rfana. Su padre vive entre silencios y su madre no la desea. ?Est¨¢ inspirada en alguien en concreto?
R. Yo no tengo claro si fui una hija deseada o m¨¢s bien mi mam¨¢ quedo embarazada, porque siempre que se lo pregunto se r¨ªe y no me dice nada; pero yo creo que su personaje s¨ª est¨¢ muy basado en ser hija no necesariamente de mi madre, pero s¨ª de las mujeres de esa generaci¨®n, que todav¨ªa cargaban con el autoritarismo de la generaci¨®n anterior y a nosotros, cuando fuimos ni?os, todav¨ªa nos trataban como si fu¨¦semos menos que los adultos, como si tuvi¨¦semos menos derechos. Y hay otra cosa de esta generaci¨®n de mi madre: les cuesta mirarse al espejo, reconocer que tienen un problema y que tienen que ir al psic¨®logo. Eso ha provocado que los hijos de ellas hayamos cargado muchas veces sobre nuestros hombros con sus taras, sus problemas y sus frustraciones.
P. He pensado precisamente leyendo la novela que cu¨¢ntos ni?os y ni?as como Claudia habr¨¢ en el mundo; ni?os y ni?as que tienen que hacerse mayores de golpe y porrazo para sostener y cuidar a quienes deber¨ªan cuidarles a ellos. En ese sentido, ?esconde tambi¨¦n Los abismos un alegato contra la idealizaci¨®n de la infancia?
La novela muestra perfectamente eso, el fin de la infancia no porque cumples 18 a?os, sino cuando todav¨ªa eres ni?o y te toca hacerte cargo emocionalmente de tus pap¨¢s y enterarte de unos secretos con los que no tendr¨ªas que cargar. Yo creo que esta novela desmitifica la maternidad, pero tambi¨¦n hace lo propio con la infancia. Tendemos a pensar que la infancia es el lugar feliz y sin preocupaciones, pero en el ejercicio de escritura volv¨ª a mi ni?ez y me encontr¨¦ que tuve una ni?ez relativamente normal, como cualquier otra, pero con unas oscuridades tremendas.
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