El Arenero, una experiencia de crianza compartida
El proyecto, que promueve un modelo autogestionado y compartido de educaci¨®n, ha inspirado el libro ¡®Cuidar, criar, hacer comunidad. Una experiencia de crianza compartida¡¯, que acaba de publicarse
Criar es, muchas veces, un acto solitario. El v¨ªnculo y los c¨®digos que se establecen entre padres e hijos son bidireccionales y excluyentes: solo los entienden ellos. Adem¨¢s, en grandes ciudades como Madrid, punto de encuentro de personas llegadas de todas las latitudes, al hecho, conocido, de que los ni?os vienen sin manual de instrucciones que los explique, se suma muchas veces la lejan¨ªa de la familia y de los amigos, cuya ayuda resulta fundamental en muchas ocasiones. Por ello, y porque, como dec¨ªan en La bola de cristal, ¡°solo no puedes, pero con amigos s¨ª¡±, un grupo de seis familias decidi¨® en 2013 crear un espacio donde criar y educar en compa?¨ªa.
El resultado de su iniciativa fue El Arenero, un proyecto que hoy se sit¨²a en el barrio madrile?o de Arganzuela. Despu¨¦s de muchos ensayos y errores, han querido compartir su proyecto con todo aquel que tenga curiosidad en saber algo m¨¢s sobre formas alternativas de educaci¨®n. La experiencia ha inspirado el libro Cuidar, criar, hacer comunidad. Una experiencia de crianza compartida, que acaba de publicarse (Libros en acci¨®n, 2021). ¡°Es una historia que contamos para que se sigan haciendo proyectos parecidos. A m¨ª me cambi¨® la vida esta experiencia¡±, afirma Mar¨ªa Gonz¨¢lez, una de las autoras del libro. Junto con ella, Nacho Garc¨ªa Pedraza, Pablo Fonte y Berta Iglesias cuentan en el libro todo el proceso de creaci¨®n de una idea que empez¨® a tomar forma hace ocho a?os.
¡°?ramos seis familias que no encontr¨¢bamos escuela infantil p¨²blica en la que dejar a nuestros beb¨¦s. Entonces, decidimos unirnos y contratar a un educador para nuestros hijos¡±, dice Gonz¨¢lez. Ese educador fue Pablo Fonte: ¡°No ten¨ªa experiencia con estas edades, pero las familias eran muy cercanas a m¨ª y me propusieron este reto y acept¨¦¡±, recuerda. El Arenero empez¨® en el sal¨®n de una casa. ¡°Al principio, no sab¨ªamos ni c¨®mo dormirlos en el momento de la siesta¡¯', cuenta Fonte.
Tras un primer a?o cargado de aprendizajes, el proyecto fue creciendo hasta el punto de que necesitaron un local m¨¢s grande: cada vez m¨¢s familias se interesaban por esa experiencia de crianza colectiva. ¡°Una de las claves del ¨¦xito es que las cuatro familias que empezaron se mantuvieron firmes los primeros a?os. Esto dio mucha estabilidad y continuidad a este modelo¡±, cuenta Forte.
La clave del sistema es la autogesti¨®n. Los padres hacen turnos de cuidados todos los d¨ªas en el local y se encargan de hacer la comida y limpiar el espacio. Adem¨¢s, deben pagar una cuota de entre 400 y 200 euros mensuales, dependiendo de los turnos, que van a parar a gastos del espacio y sueldos de los educadores. Otro de los puntos sobre los que se asienta son las asambleas. En ellas, explican, buscan entre todos c¨®mo resolver los conflictos que surgen entre ni?as, ni?os y, por supuesto, los mayores. Al mismo tiempo, tratan de echarle imaginaci¨®n para hacer su idea m¨¢s accesible a personas con dificultades econ¨®micas. ¡±Nos dividimos las tareas, como en cualquier proyecto colectivo¡±, explica Forte. Cada d¨ªa, una familia hace la comida para el resto. Pero no vale cualquier cosa: ¡°Una de los elementos que ha estado presente desde el principio fue la importancia de que la comida que se consumiera en El Arenero fuera ecol¨®gica¡±, afirma este hombre.
Los espacios de di¨¢logo, la comida y los paseos son lo m¨¢s caracter¨ªstico de un espacio educativo que tiene ahora 12 ni?os con edades comprendidas entre uno y cuatro a?os. Ajenos a las cuestiones organizativas, ellos se pasan el d¨ªa jugando en una sala llena de juguetes, colchonetas y cuentos. Lo hacen acompa?ados de dos educadores cuyos nombres se repiten a cada segundo en la sala: Pablo e Isa. El objetivo del Arenero es subrayar la importancia de los cuidados: ¡°Es un recurso para tejer redes de apoyo mutuo en torno a las cuales construir una vida mejor¡±, explica Fonte.
Y as¨ª ha sido para la familia de Carmelia, de dos a?os. Para Elena Bustamante, su madre, este espacio le ha ayudado a construir una red de apoyo en torno a la educaci¨®n de su hija: ¡°Vamos a sentir p¨¢nico absoluto el pr¨®ximo a?o cuando Carmelia tenga que entrar a la escuela¡±, confiesa. Lo que m¨¢s resalta del modelo de El Arenero es la forma en la que tratan a su hija. ¡°Le hablan como una persona adulta y le explican las cosas.¡±, cuenta Bustamante, que rese?a el fomento en el desarrollo de la libre personalidad.
La idea que manejan en El Arenero es que, m¨¢s que ser familias separadas que se unen eventualmente, crezca en el seno del grupo la noci¨®n de que se parecen m¨¢s a una tribu. ¡°El apoyo mutuo entre las familias es una gran cualidad de nuestra comunidad. Esto se puede ver a fin de curso, cuando los v¨ªnculos entre las familias siguen muy estrechos. Nosotros buscamos generar un espacio de confianza desde el que compartir todo en torno a los peque?os y sus necesidades¡±, explica la educadora Isabel Basc¨®n.
Una de las grandes apuestas de EL Arenero desde sus inicios ha sido aprovechar los espacios p¨²blicos del barrio para abrirse a m¨¢s gente. ¡°En una ciudad como Madrid hay que recuperar lo p¨²blico¡±, explica Forte, que ha establecido v¨ªnculos con colegios vecinos y con una residencia de ancianos para propiciar encuentros entre los peque?os y el barrio. ¡°Entendemos que los parques de la ciudad no deben ser solo un lugar de ocio, sino tambi¨¦n, un espacio de encuentro, de relaci¨®n, de aprendizajes, de cuidado mutuo¡±, afirma Forte.
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