Salud Mental: ¡°Los padres hinchamos a Dalsy a nuestro hijo si tiene fiebre. Pero cuando hay que ir al psiquiatra, nos llevamos las manos a la cabeza¡±
La periodista Lorena Garc¨ªa y el psiquiatra Jos¨¦ Carlos Fuertes publican ¡®Educar es ser un espejo¡¯, un manual que aborda los trastornos mentales m¨¢s comunes en adolescentes y c¨®mo tratarlos
J¨®venes con depresi¨®n, ansiedad, trastornos de conducta o alimentarios, adicciones o fobias. Enfermedades mentales que no solo afectan a la poblaci¨®n adulta y que contin¨²an siendo tab¨² para muchos, sobre todo cuando implican a ni?os y adolescentes. Dos a?os de pandemia han colocado a la salud mental en el centro del debate, pero poco ha cambiado hasta la fecha porque faltan, para empezar, especialistas, y perduran todav¨ªa muchos de sus estigmas: ¡°En la sanidad p¨²blica tenemos a 11 psiquiatras por cada 100.000 habitantes, mientras que en Europa la media va de 24 a 28. Y aunque hay muchos psic¨®logos, apenas son contratados¡±, recuerda el doctor Jos¨¦ Carlos Fuertes, m¨¦dico psiquiatra y autor, junto a la periodista Lorena Garc¨ªa, de Educar es ser un espejo, un manual did¨¢ctico que aborda la salud mental poniendo el foco de atenci¨®n en los m¨¢s j¨®venes.
No se trata necesariamente de que la covid haya incrementado los casos de patolog¨ªas mentales, pero con toda seguridad ha provocado que se visibilicen mucho m¨¢s, seg¨²n los autores: ¡°Hemos estado m¨¢s tiempo en casa conviviendo con nuestros hijos y nuestros padres, lo que nos ha llevado a prestar m¨¢s atenci¨®n a esas posibles dolencias que en el d¨ªa a d¨ªa pasamos por alto. Pero necesitamos escuchar m¨¢s a quienes tenemos al lado, para percibir los s¨ªntomas si es que algo est¨¢ fallando¡±, reflexiona Lorena Garc¨ªa. ¡°De hecho, los ni?os han estado mejor, porque han visto m¨¢s a sus pap¨¢s, han estado atendidos y han jugado con ellos¡±, a?ade el doctor Fuertes. ¡°Lo que s¨ª tenemos es un enorme desgaste de los profesionales sanitarios, porque est¨¢n defraudados, decepcionados y quemados, y adem¨¢s se sienten poco reconocidos: de los aplausos hemos pasado a los pitidos, a las amenazas e incluso a veces a las agresiones¡±.
En Educar es ser un espejo, Fuertes y Garc¨ªa se aproximan no solo a las patolog¨ªas m¨¢s comunes, sino que aportan consejos y pautas ¨²tiles para educar en salud mental. ¡°Hacer hoy una separaci¨®n entre mente y cuerpo es absurdo, porque tal separaci¨®n no existe. Y por eso, prevenir en salud mental es como cualquier otra cosa: comer bien, no beber alcohol en exceso (nada, si es posible), hacer ejercicio a diario, dormir lo razonable... Y por supuesto, quererse a s¨ª mismo, tener paz interior y valorar cada d¨ªa como si fuera el ¨²ltimo¡±, afirma Fuertes. Unos aspectos a los que hay que a?adir tambi¨¦n otros factores, como los gen¨¦ticos (que pueden hacer que un joven tenga mayor probabilidad de desarrollar ciertos problemas) o los epigen¨¦ticos (los relacionados con el entorno, que pueden contribuir a empeorarlos): ¡°Tu hijo puede estar predispuesto a tener una depresi¨®n. Pero si le has educado desde peque?o en un ambiente de estabilidad; si ve que entre sus padres hay respeto mutuo; si hay coherencia en las se?ales de lo que est¨¢ bien y lo que est¨¢ mal... estar¨¢ mejor equipado para gestionarlo¡±, esgrime Garc¨ªa.
Tab¨²es y estigmas sin superar
Puede que las patolog¨ªas relacionadas con la salud mental sean ahora m¨¢s visibles, pero los prejuicios que perduran a su alrededor contin¨²an dificultando su normalizaci¨®n: ¡°Yo creo que el principal obst¨¢culo es la necesidad de ocultarlo; el miedo a reconocer que hay un problema de salud mental, porque est¨¢ estigmatizada desde hace a?os y hemos sido incapaces, como sociedad, de superarlo... No nos da verg¨¹enza reconocer que tenemos pies planos, pero s¨ª que nuestro hijo necesita ir al psiquiatra. Y eso es absurdo¡±, explica Garc¨ªa. ¡°Siempre digo que los padres no tenemos ning¨²n problema en hinchar a Dalsy a nuestro hijo. ?Unas d¨¦cimas de fiebre? Dalsy, sin miedo. Pero luego, ir al psiquiatra porque nuestro hijo tiene una depresi¨®n hace que nos llevemos las manos a la cabeza. Pues no... Si el especialista, que es el psiquiatra, considera que hay que medicarle, escuch¨¦mosle, porque ¨¦l es quien sabe lo que est¨¢ sucediendo en el cerebro de nuestro peque?o¡±.
La premisa fundamental est¨¢ clara: es necesario reconocer que la patolog¨ªa mental es una enfermedad m¨¢s, adem¨¢s de tener siempre presente que padecer un problema psiqui¨¢trico no implica ser ni d¨¦bil ni incapaz: ¡°Simplemente, se trata de una persona con una enfermedad a la que hay que ayudar con la misma intensidad y el mismo respeto con el que se asiste a otra persona que tenga otra patolog¨ªa¡±, apunta el doctor Fuertes. Un respeto que, reivindica, deber¨ªa comenzar desde las administraciones, con planes de salud mental que apuesten sin ambages por la investigaci¨®n, ¡°porque sin investigaci¨®n no hay nada. Hay que invertir en salud mental, en c¨®mo funciona el cerebro, en la conducta humana... Lo dem¨¢s es perder el dinero del contribuyente¡±.
Ahora bien, ?cu¨¢les son las enfermedades mentales m¨¢s frecuentes entre los j¨®venes? Al igual que en los adultos, destacan en primer lugar la depresi¨®n y la ansiedad. Despu¨¦s (sobre todo en las adolescentes), los trastornos de la conducta alimentaria, una patolog¨ªa no excesivamente prevalente pero cuya gravedad hace que tengamos que prestarle una atenci¨®n especial; y los trastornos adictivos, no solo a las sustancias qu¨ªmicas, sino al tel¨¦fono m¨®vil o a las redes sociales, que son cada vez m¨¢s peligrosos y preocupantes. Unas patolog¨ªas en cuya superaci¨®n influye no solo el tratamiento m¨¦dico, sino el propio entorno del enfermo, que muchas veces no comprende la dolencia y culpabiliza al paciente. ¡°Mira c¨®mo se observa a la depresi¨®n: ¡°Es que no pones de tu parte, es que no te esfuerzas... Venga, sal a pasear...¡± Esto es una aberraci¨®n, porque encima de soportar una depresi¨®n o ansiedad, tengo que hacer un esfuerzo que me desborda, que es salir a pasear, porque mi familia y mis amigos est¨¢n convencidos de que, si quiero y me lo propongo, la combatir¨¦¡±, explica el psiquiatra. ¡°Yo podr¨¦ combatir la tristeza, que es una emoci¨®n normal, pero no la depresi¨®n, que es una tristeza sin motivo ni causa aparente¡±.
?Se deprimen los j¨®venes?
La Encuesta Nacional de Salud de Espa?a de 2017 constata que, entre la poblaci¨®n menor de 14 a?os, la prevalencia de los trastornos de la conducta fue del 1,8 %, mientras que la de los trastornos mentales (entre los que figuran la depresi¨®n y la ansiedad) era del 0,6 %. La depresi¨®n infantojuvenil, se?alan los autores de Educar es ser un espejo, es m¨¢s frecuente de lo que se tiende a pensar, si bien la forma de manifestarse es distinta a la de los adultos: en los adolescentes se observan, sobre todo, cambios de car¨¢cter como irritabilidad, oposicionismo, aumento de la agresividad, aislamiento, p¨¦rdida de apetito, problemas de sue?o, bajo rendimiento acad¨¦mico y apat¨ªa intensa, adem¨¢s de somatizarse en dolores de distinta naturaleza (como digestivos o de cabeza).
?Qu¨¦ se puede hacer, como padres, si se sospecha de la existencia de esta patolog¨ªa? Lo primero y fundamental, conocer bien a tu hijo, para as¨ª poder detectar los posibles s¨ªntomas: ¡°Si ves que de repente empieza a meterse en su habitaci¨®n y que cambia su conducta; si est¨¢ especialmente rebelde y muestra una tristeza injustificada, aun estando en un entorno estable, es una se?al de alarma clar¨ªsima. Es el momento de acudir al especialista, sin ning¨²n miedo¡±, advierte Garc¨ªa. ¡°Y para conocer bien a tu hijo hay que hablar con ¨¦l, estar con ¨¦l, interesarse o¨ªr sus peque?os problemas (que para ¨¦l son enormes)... Y si sospechamos que puede tener un trastorno ps¨ªquico, llevarle al m¨¦dico de familia, para que valore si conviene acudir al psiquiatra¡±, a?ade Fuertes.
Trastornos alimenticios, obsesiones y adicciones
La convivencia en el hogar es tambi¨¦n fundamental a la hora de detectar trastornos de la conducta alimentaria como la anorexia, la bulimia, la ortorexia o la vigorexia, unas patolog¨ªas que afectan mayoritariamente a mujeres (en un 95 %) y que pueden tener consecuencias muy graves. ¡°Volvemos a lo mismo: si t¨² conoces a tus hijos y ves que est¨¢n teniendo comportamientos extra?os en la comida (no querer comer con la familia, hacerlo a deshoras...), ya es motivo de alarma. Si comes con ellos, vas a notar que hay un anor¨¦xico en la mesa, porque come, se levanta y va al ba?o, o bebe mucha agua, deja de consumir determinados tipos de alimentos sin ninguna justificaci¨®n... Y luego hay consecuencias f¨ªsicas. En las mujeres, la retirada de la regla es una clave¡±, afirma Garc¨ªa, que tambi¨¦n insiste en recordar lo que no hay que hacer en ning¨²n caso: ¡°Las personas con este trastorno necesitan no solo un tratamiento, sino que sus padres no minimicen el problema, pensando que es producto de la adolescencia o para llamar la atenci¨®n. Esto es lo peor que se le puede decir a una persona enferma¡±.
La presi¨®n social de las redes sociales, se?alan ambos autores, puede ejercer una influencia muy negativa en estos enfermos y contribuir a empeorar sus patolog¨ªas. ¡°Y la dictadura de los centros comerciales... Porque nadie te obliga a comprar una talla, pero si est¨¢s en una edad vulnerable, debido a tu inmadurez, y te presionan por todos los lados por ser la ¨²nica de la clase que no tiene un determinado modelito, porque no te cabe... Pues haces barbaridades por conseguir que te quepa. Y ah¨ª est¨¢ el problema¡±, advierte Fuertes.
Los dispositivos m¨®viles pueden ser herramientas instrumentales en el desarrollo de numerosos problemas de salud mental, y no solo de tipo alimentario: tambi¨¦n puede dar lugar a una adicci¨®n a las redes, si se exponen al contenido de estas mientras carecen de la madurez necesaria para lidiar con los riesgos que presentan. Y ah¨ª, el papel de los padres es de nuevo fundamental: ¡°A mi juicio, un menor no puede ni debe tener un smartphone antes de la adolescencia, es decir, los 12, 13 o 14 a?os, porque es como darles una bomba que les puede estallar en las manos. Si necesita un tel¨¦fono, c¨®mprale uno antiguo para que usted sepa d¨®nde est¨¢ y que ¨¦l o ella puedan contestar a su llamada¡±, apunta el psiquiatra.
Y es que el m¨®vil, a?ade Garc¨ªa, puede tambi¨¦n jugar un papel destacado en los casos de acoso escolar y de ciberbullying. Un motivo m¨¢s que suficiente para que los padres lo tengan muy en cuenta, ¡°porque este ya no termina cuando se cierra la puerta de clase, sino que es constante: tarde, noche, festivos, fines de semana... Hay unos protocolos, s¨ª, pero no siempre funcionan, porque los colegios a veces no tienen las herramientas necesarias y los orientadores carecen de tiempo material para detectarlo. Y mientras, el verdugo, que es el m¨®vil, se lo hemos entregado nosotros¡±. Y a?ade: ¡°Los ¨ªndices de suicidio, que est¨¢n creciendo, tienen muchas veces su origen en casos de acoso escolar, y no nos lo podemos permitir como sociedad. Llevar a un ni?o al sufrimiento extremo de que no tenga nada por lo que luchar en su vida, es dur¨ªsimo¡±.
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