Por qu¨¦ las reprimendas y los castigos no benefician el desarrollo de tu hijo
Para modificar o extinguir una conducta infantil no deseada algunos padres tienen interiorizado que lo mejor es hacer sentir mal al ni?o, hacerle pasar verg¨¹enza o que se sienta culpable
Para modificar o extinguir una conducta infantil no deseada algunos padres y madres tienen interiorizado que lo mejor es hacer sentir mal al ni?o, hacerle pasar verg¨¹enza o transmitirles la culpabilidad. Aunque no seamos conscientes eso es lo que impera en las reprimendas y castigos que se les imponen a los ni?os. La psic¨®loga y psicopedagoga Laura Cerd¨¢n lo tiene claro: ¡°Es una manera de actuar que, aunque a corto plazo puede conseguir el efecto que desean los padres, por ejemplo, extinguir una conducta, los efectos a largo plazo son perjudiciales¡±, dice.
El castigo es una t¨¦cnica conductista centrada ¨²nicamente en el resultado inmediato, se?ala Cerd¨¢n, no en las consecuencias posteriores. Ante una conducta del ni?o que al adulto no le gusta, ¡°se aplica una sanci¨®n que consigue extinguir dicha conducta de inmediato sin pararnos a pensar si volver¨¢ a repetirse o por qu¨¦ el ni?o se ha comportado as¨ª o c¨®mo se est¨¢ sintiendo ese menor ante ese castigo¡±. Preguntas que pueden ser m¨¢s afectivas y esenciales para comprender el por qu¨¦ de la situaci¨®n. Cerd¨¢n considera que ni el castigo ni hacerles sentir culpables funciona dado que quiz¨¢ detr¨¢s de ese mal comportamiento hay una llamada de atenci¨®n o una mala gesti¨®n de las propias emociones o un problema que va m¨¢s all¨¢ de la conducta inadecuada.
¡°Al castigar, no valoramos qu¨¦ est¨¢ pasando ni le estamos dando al menor estrategias para aprender a hacerlo mejor¡±, dice la psic¨®loga que le parece que esto inevitablemente provoca que esa conducta se acabe repitiendo m¨¢s adelante. Puede que la diferencia es que la conducta se repita, eso s¨ª, a escondidas. El ni?o la acabar¨¢ repitiendo no por mala intenci¨®n sino porque no sabe hacerlo mejor. La psic¨®loga Helena Soto a?ade que hacer sentir culpables a los ni?os y a las ni?as malos actos es contraproducente ¡°ya que vemos a ni?os m¨¢s mayores que los educaron de esta forma con una baja autoestima, falta de seguridad, irritabilidad, rebeld¨ªa y con ganas de vengarse¡±. As¨ª que para Soto educar a trav¨¦s de la culpa hace que ni?os y ni?as m¨¢s mayores no est¨¦n seguros de sus actos: ¡°Y esto har¨¢ que cedan ante conductas que no desean, que se dejen manipular, que no pongan l¨ªmites. As¨ª como personas con rabia acumulada que est¨¢n siempre enfadadas, irritables y que no saben gestionar eficazmente las emociones¡±, asegura Helena Soto.
Al culpar a un ni?o por algo que hace mal, pero no ense?arle a hacerlo bien, le estamos culpando no solo por hacerlo mal, sino por no saber c¨®mo hacerlo. Dice Laura Cerd¨¢n: ¡°Si tu jefe te ri?era continuamente por hacer las cosas mal, pero no te ense?ara a hacerlo de otra manera, acabar¨ªas pensando que no sabes hacer ese trabajo y que no sirves para el puesto. Lo mismo le sucede al ni?o¡±. Culpar continuamente al menor por no hacer las cosas como nos gusta a los adultos inhibe su espontaneidad, lo vuelve temeroso de tomar sus propias decisiones y hace que sea f¨¢cilmente influenciable. ¡°Los ni?os que son castigados con frecuencia suelen carecer de habilidades sociales y mienten mucho m¨¢s. Se acostumbran a hacer las cosas a escondidas de sus padres precisamente para evitar el castigo que saben que va a darse¡±, asegura la psic¨®loga Cerd¨¢n. Por otro lado, asegura que los ni?os se vuelven temerosos de sus padres y dejan de confiar en ellos. ¡°Por tanto, es de esperar que, al llegar la adolescencia, los padres no sean las figuras de referencia a quien recurrir ante un problema¡±.
Lo primero que debemos tener en cuenta los padres y las madres es que son ni?os, pero no por ello dejan de merecer nuestro respeto. ¡°Educar consiste en ense?ar a hacerlo mejor, en transmitir valores, en dar ejemplo sobre formas de actuar para aprender a vivir en sociedad como adultos sanos emocionalmente, responsables, aut¨®nomos, libres y cr¨ªticos¡±, dice Laura Cerd¨¢n. Los ni?os no nacen sabi¨¦ndolo todo, dependen de nosotros para aprender a hacerlo mejor. Por tanto, para Cerd¨¢n antes de aplicar cualquier sanci¨®n es importante dedicar tiempo y esfuerzo a valorar qu¨¦ est¨¢ pasando y qu¨¦ se esconde detr¨¢s de la conducta de mi hijo. ¡°No hay que justificarse ante la prohibici¨®n de saltar en el sof¨¢, pero s¨ª explicarle por qu¨¦ no se salta y darle una alternativa a saltar si creemos que lo hace porque est¨¢ nervioso¡±, dice. Tambi¨¦n es fundamental insistir y dar instrucciones claras, coherentes y constantes. ¡°De nada sirve re?ir un d¨ªa por saltar en el sof¨¢ y al d¨ªa siguiente permitirlo. As¨ª solamente estaremos d¨¢ndole a nuestro hijo un mensaje contradictorio y confuso¡±, asegura Laura Cerd¨¢n.
Helena Soto propone ense?arles a los ni?os y a las ni?as la diferencia entre sentirse culpables y responsabilidad. ¡°Tendremos que trabajar con ellos para realizar una reinterpretaci¨®n de lo sucedido desde un punto objetivo y as¨ª ver qu¨¦ parte de responsabilidad tiene y cu¨¢l no, y trabajar desde ah¨ª, validando la emoci¨®n y ense?¨¢ndole estrategias para regularla¡±, dice. Cuando hay una ¡°desobediencia extrema¡± para Soto deberemos revisar qu¨¦ es lo que est¨¢ ocurriendo en el seno familiar. ¡°Ser¨¢ importante revistar todo el sistema: abogo por una educaci¨®n sin pantallas, con un ritmo m¨¢s lento, sin sobreestimulaci¨®n, pasar m¨¢s tiempo a solas con ellos y no llenando su tiempo con extraescolares que no les hacen falta¡±, afirma.
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