Beatriz M. Mu?oz, docente y escritora: ¡°Ser padre significa da?ar a tus hijos, pero se puede reparar¡±
La experta en inteligencia emocional publica su quinto libro con las emociones infantiles como protagonistas. Seg¨²n explica, preocuparse por los sentimientos de los ni?os y ense?arles a mostrarlos, en vez de ocultarlos, sirve para fortalecer el v¨ªnculo familiar
Beatriz M. Mu?oz, (Madrid, 40 a?os), conocida por su web Educando en conexi¨®n, aborda en su ¨²ltimo libro la inteligencia emocional de los menores y c¨®mo cuidarla desde el hogar. Emociones infantiles. Gu¨ªa de cuidados (Grijalbo, 2024) es un manual que sirve para todo aquel que est¨¦ en contacto con la infancia y sobre todo, seg¨²n apunta su autora, ¡°para una madre o un padre que acaba de tener un beb¨¦, que ve que esto de las emociones es un mogoll¨®n muy grande a medida que va creciendo su criatura y se da cuenta de que la teor¨ªa es muy f¨¢cil, pero la pr¨¢ctica es dif¨ªcil¡±.
Inteligencia emocional, apego o acompa?amiento son conceptos que est¨¢n muy presentes en las crianzas actuales, pero no es necesario conocerlos, estudiarlos a fondo o leerse todos los manuales que se publican para hacerlo bien. Para Mu?oz, que tiene otros cuatro libros publicados y cuenta con m¨¢s de 120.000 seguidores en Instagram, intentarlo y estar presentes ser¨ªa lo ideal, y tambi¨¦n recomienda a los padres hacerse preguntas sobre c¨®mo acompa?aron sus sentimientos sus propios progenitores. ¡°Si tus padres no pudieron hacerlo suficientemente bien, t¨² vas a tener muchas dificultades¡±, advierte la experta en inteligencia emocional y disciplina positiva. Eso no significa, contin¨²a la docente, que esforz¨¢ndose y escuchando a los hijos no se pueda conseguir un apego seguro con ellos.
PREGUNTA. ?Por qu¨¦ hoy parece que preocupan m¨¢s las emociones de los ni?os?
RESPUESTA. Creo que hay un inter¨¦s superficial que se queda en la parte de arriba del iceberg, pero no se profundiza realmente. Es verdad que ahora hay muchos libros sobre emociones, pero esos materiales y recursos se instrumentalizan porque nos molesta la emoci¨®n que tiene el ni?o o la ni?a. Nos incomoda y queremos que pare. Pero acompa?ar es algo mucho m¨¢s dif¨ªcil y, adem¨¢s, la mayor¨ªa de nosotros no lo vivimos en nuestra infancia. No tiene sentido hablar de emociones si cuando esos ni?os expresan esas emociones tendemos a castigar o a reprimir.
P. ?Por qu¨¦ tiene importancia c¨®mo nuestros padres acompa?aron nuestras emociones?
R. Es dif¨ªcil acompa?ar si t¨², de peque?o, no lo has tenido. Un ni?o o una ni?a, m¨¢s o menos en torno al a?o, ya sabe c¨®mo interactuar con sus figuras parentales. Si a los tutores les cuesta acompa?ar determinadas emociones, puede que ese menor, cuando necesite ser acompa?ado, emita una se?al incorrecta y haga lo contrario de lo que necesita para poder encajar. Frases como ¡°No llores que te pones fea¡± o ¡°No te enfades que eso es de chicas¡± hacen que esa persona deje de estar en contacto con sus emociones, porque no puede sostenerlas por s¨ª mismo. Lo que aprendimos muchas personas de mi generaci¨®n es a evitarlas. A no entrar y no mirar. Es dif¨ªcil aceptar que hemos podido da?ar a nuestros hijos o hijas, pero siempre podemos reparar.
P. Eso no quiere decir que las madres o padres lo vayan a hacer mal durante la crianza, ?no?
R. ?Qu¨¦ es mal y qu¨¦ es bien? Ser madre o padre significa, de alguna forma, da?ar a tus hijos. Pero hay una parte m¨¢s luminosa que dice que lo vamos a poder reparar. Que habla de la capacidad que tiene la otra persona de verse a s¨ª misma como una persona plena, que no est¨¢ defectuosa, que no ha hecho nada mal por expresar una emoci¨®n, sino que es su figura parental la que no ha podido hacerlo. Durante tu proceso de crianza, si eres capaz de hacerte preguntas, reflexionar y hacer mucho trabajo personal se puede tener un apego seguro, aunque t¨² no lo hayas tra¨ªdo de base. Al fin y al cabo, reparar es volver a atar esa parte del v¨ªnculo, anudarlo y que sea m¨¢s fuerte.
P. ?De los errores en la crianza tambi¨¦n se aprende?
R. S¨ª. Dentro del sistema en el que vivimos los errores est¨¢n muy mal vistos, pero muchos inventos de la humanidad nacieron de casualidad o de errores. En una escuela Montessori, los materiales en la primera etapa son autocorrectivos. No es solo que el ni?o aprenda solo, sino que, poco a poco, interioriza la idea de que no pasa nada por equivocarse, que es parte del proceso para conseguir una destreza. Aprender es equivocarse muchas veces, pero vivimos en una sociedad donde el error es algo muy negativo. No es que sea bueno cometer errores, es que los errores van a suceder y vivir siempre en hipervigilancia restar¨ªa mucha naturalidad a la crianza, y tampoco queremos eso.
P. Dice en el libro que no hay recetas generales para cada emoci¨®n como, por ejemplo, con las rabietas. Entonces, ?qu¨¦ se puede hacer?
R. La palabra rabieta hay que desterrarla del vocabulario porque lo que hace es minimizar o ridiculizar una emoci¨®n que es leg¨ªtima de esa persona que, simplemente, est¨¢ enfadada. Cada persona, en esa situaci¨®n, necesita una cosa distinta, pero algo com¨²n es validar y acompa?ar. Es decir: mientras t¨² est¨¦s viviendo esto yo estoy aqu¨ª contigo. Cuando los ni?os son muy peque?os van a necesitar de la capacidad de autorregulaci¨®n de las figuras parentales para ayudar a que la intensidad de esa emoci¨®n, si es demasiado grande para lo que puede sostener su sistema nervioso, baje un poco las revoluciones. Pero no es lo mismo que calmar. Es ayudar a transitar esa emoci¨®n. Estar ah¨ª no lo encuentras en ning¨²n libro ni al golpe de clic.
P. ?Las emociones en la adolescencia son m¨¢s dif¨ªciles?
R. Son m¨¢s intensas y tiene sentido si pensamos para qu¨¦ sirve realmente la adolescencia: para desarraigarte de tu familia. Son periodos de mucho cambio a nivel cerebral, a nivel madurativo y el sistema educativo no los est¨¢ acogiendo. Tenemos a adolescentes muy enfocados en sus relaciones sociales y estudiando en horas que, por su tipo de biorritmo, les viene mal porque necesitan acostarse y levantarse m¨¢s tarde. Est¨¢n cansados, aprendiendo materias que les interesan poco cuando su cabeza est¨¢ pensando en otras cosas. Los adolescentes se parecen a los ni?os de dos a?os: saben lo que quieren y lo quieren ahora. Igual que decimos ¡°rabietas¡± a los dos a?os, tambi¨¦n hablamos de ¡°la edad del pavo¡± en la adolescencia, que es un momento vital precioso. Los adolescentes tienen una fuerza que estamos obviando y es el periodo de la vida para ser intensos.
P. ?C¨®mo pueden los padres acompa?ar durante ese periodo?
R. Da igual que tenga 2, 10 o12 a?os. Lo importante es ver qu¨¦ necesita esa persona. Ense?arle que las emociones tienen una utilidad y no es como si alguien pulsara botones, como en la pel¨ªcula Del rev¨¦s. Las emociones nos cuidan, podemos movernos de una a otra, y el saber que no estamos sometidos por ellas les da poder y esperanza. Muchas veces lo ¨²nico que podemos hacer es estar ah¨ª, acompa?¨¢ndoles, como cuando son peque?os y est¨¢n en el parque trepando y estamos disponibles por si se caen. La adolescencia es eso, pero en vez de en el parque, en el mundo.
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