Gan¨® el trumpismo
Trump podr¨ªa dejar de ser presidente de EE UU, pero la mentira, la violencia y la megaloman¨ªa que ha impuesto ya han contagiado a mandatarios por todas partes
Falta poco menos de un mes para que se elija a quien ser¨¢ presidente de Estados Unidos en el periodo 2021-2024. Las encuestas y apuestas est¨¢n del lado del dem¨®crata Joe Biden, por sobre el crispado y enfermo (no metaforizo sobre su estado mental, sino confirmo su diagn¨®stico de covid-19) mandatario actual, Donald Trump, quien busca la reelecci¨®n. Pero como Trump tambi¨¦n lleg¨® abajo en los indicadores a las anteriores presidenciales y al final result¨® electo, nada est¨¢ garantizado. Si acaso, puede colegirse que su insistencia en quejarse del voto por correo, y lanzar acusaciones de que se prepara un fraude en su contra, son s¨ªntomas de que sus posibilidades son pocas. Pero ¡°pocas¡± no es sin¨®nimo de ¡°ningunas¡± y ser¨ªa sabio no darlo por derrotado.
Quiz¨¢ sea pronto para hacer un an¨¢lisis global de la ¡°era Trump¡±, ya que existe el riesgo de que se prolongue. Sin embargo, s¨ª que es posible hacer apuntes sobre sus cuatro a?os de gobierno y, en especial, sobre sus modos de hacer pol¨ªtica, puesto que han influenciado dr¨¢sticamente al resto del mundo y marcado la agenda internacional. Por m¨¢s m¨¢s odiado y parodiado que sea, es indudable que Trump ha conseguido convertirse en el espejo en que muchos poderosos se miran.
Tres son las caracter¨ªsticas a destacar en el estilo de Trump (y puede notarse que sus disc¨ªpulos en diversos pa¨ªses y niveles de gobierno lo imitan concienzudamente): la mentira sistem¨¢tica, la hiperviolencia ret¨®rica y simb¨®lica, y el perpetuo recurso de la sorpresa.
Comencemos por lo m¨¢s destacado: la falsedad. Trump miente por m¨¦todo. Su discurso consiste en negar o arrojar sombras de duda a los datos objetivos y documentados que no le convienen (y que son multitud, en especial en materias que le son antip¨¢ticas, como el medio ambiente, la salud, o los derechos humanos), en ser ambiguo o contradictorio sobre temas en los que a¨²n no decide una postura, y en decir mentiras sin pesta?ear cuando quiere sacar provecho. Su insistencia en calificar como ¡°fake news¡± toda informaci¨®n que atente contra sus intereses, a la vez que recurre a las ¡°postverdades¡± y ¡°hechos alternos¡± para dar argumentos a sus partidarios ya es todo un hito del cinismo. Todos los gobiernos mienten o distorsionan la realidad a su conveniencia, de alg¨²n modo, pero desde la ¨¦poca de los totalitarismos (Hitler o Stalin no solo son un par de los mayores asesinos de la historia, sino tambi¨¦n dos de los mayores embusteros) ha sido raro que un mit¨®mano llegue tan lejos. Trump es el padrino de la restauraci¨®n del recurso de la mentira descarada y a gran escala.
En segundo t¨¦rmino est¨¢n la violencia de palabra y de s¨ªmbolo. Trump es incapaz de relacionarse con quien piensa diferente a ¨¦l m¨¢s que mediante la injuria, la amenaza, la burla y la puya. Y le encanta la pol¨ªtica del terror: lo muestran los ni?os migrantes metidos en jaulas por orden suya, las manifestaciones de sus partidarios armados, sus gritos e interrupciones continuas a los periodistas que le plantean interrogantes o a sus rivales (?cu¨¢ntas veces interrumpi¨® a Biden en el primer debate? ?doscientas?). Conozca o no a Maquiavelo, Trump piensa que para un poderoso es preferible ser temido que amado. Y se esfuerza cada d¨ªa en infundir temor.
El ¨²ltimo punto es la sorpresa. Trump favorece las negociaciones en la sombra y los golpes de efecto. Cuando nadie lo espera, saca de la manga pl¨¢ticas con Corea del Norte, con gobiernos isl¨¢micos, con quien sea, con tal de presumir ¡°triunfos¡± s¨²bitos. Su agenda es opaca, por no decir oscura. Le gusta operar solo, sin involucrar a sus rivales en el Congreso y haciendo los anuncios, cuando los hay, ¨¦l mismo, sin dejar espacio a que ning¨²n secretario o negociador se luzca. Su narcisismo es implacable.
Y el problema principal de todo esto es que Trump podr¨ªa dejar de ser presidente de EU el pr¨®ximo mes de enero. Pero la mentira, la violencia y la megaloman¨ªa que ha impuesto como sellos personales ya han contagiado a mandatarios por todas partes. Y ellos y sus partidarios seguir¨¢n all¨ª, al menos de momento. Trump podr¨¢ irse, quiz¨¢, pero el ¡°trumpismo¡± ya est¨¢ enquistado en la pol¨ªtica.
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