La ola infinita de casos de coronavirus que golpea al Estado de M¨¦xico
La covid-19 sigue sin dar tregua a la entidad donde mayor n¨²mero de personas ha fallecido por el virus. Una de cada siete personas que contrajo la enfermedad en el Estado ha muerto
El ¨²ltimo viaje el se?or Jes¨²s Rub¨¦n Lagunas lo hizo en el atardecer. Ca¨ªa el sol en la carretera y ¨¦l recordaba sus a?os de maestro, de artista. Un rato antes hab¨ªa salido caminando de su casa de Toluca, la capital del Estado de M¨¦xico, y ya se hab¨ªa despedido de todos. ¡°Adi¨®s, Ring¡±, dijo tambi¨¦n hacia el pastor alem¨¢n que cuidaba. Apenas le quedaba ox¨ªgeno en el tanque, pero lleg¨® al Hospital General de Atlacomulco viendo los sembrad¨ªos quemados y a las vacas dormitar. ¡°Amaba viajar en carro¡±, cuenta su nieta Kristel Mart¨ªnez. Ambos llevaban varios d¨ªas de peregrinaje tratando de encontrar una cama libre en alg¨²n hospital de Toluca. Era enero. ¡°No hay camas ni ox¨ªgeno. As¨ª como tu abuelo vienen muchas personas de la misma edad y no los podemos atender¡±, fue la respuesta de una encargada del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) un par de jornadas antes. Rub¨¦n Lagunas ten¨ªa 95 a?os, covid-19, el 60% del pulm¨®n da?ado, un tanquecito de ox¨ªgeno en el que apenas ya quedaba y una saturaci¨®n del 75%. Falleci¨® el 17 de enero y el perro aull¨®.
El Estado de M¨¦xico es la entidad donde mayor n¨²mero de personas han fallecido por coronavirus, seg¨²n cifras oficiales. El Conacyt indica que all¨ª han muerto 29.068 ciudadanos y que se han registrado 218.962 casos. Estos n¨²meros convierten tambi¨¦n al Estado gobernado por el priista Alfredo del Mazo en el segundo lugar del pa¨ªs con mayor letalidad por el virus, solo por detr¨¢s de Puebla. Una de cada siete personas que contrajo la enfermedad en el Estado ha muerto. Oficialmente, en la vecina Ciudad de M¨¦xico han muerto 1.000 personas menos y tienen m¨¢s de 560.000 casos registrados.
Este indicador se suma a los habituales: el Estado de M¨¦xico es una de las zonas m¨¢s pobladas y con mayor pobreza del territorio mexicano. Con dos grandes ciudades, Ecatepec y Toluca, a una hora de la capital, que acaparan el mayor n¨²mero de casos y decesos, y un centenar de municipios rurales con paisaje de pel¨ªcula del Oeste, la enfermedad se ha convertido en una trampa mortal. ¡°Tenemos un universo importante de adultos mayores. Somos una poblaci¨®n con comorbilidades: hipertensi¨®n, cardiopat¨ªas y diabetes. Somos un pa¨ªs con obesidad. Todos estos factores se han conjugado para que haya un n¨²mero de casos tan importante en el Estado¡±, razona V¨ªctor Dur¨¢n, subdirector de Epidemiolog¨ªa del Instituto de Salud del Estado de M¨¦xico (ISEM).
Hace justo un a?o, el 29 de febrero, se detect¨® el primer caso positivo de covid-19 en la entidad. Era el segundo de la Rep¨²blica. Se trataba de un hombre de Tlalnepantla que hab¨ªa viajado a Italia. Fue asintom¨¢tico. Desde entonces, la espiral de casos comenz¨® a crecer y arrasar en las poblaciones. ¡°Nunca salimos de nuestra primera gran ola. En agosto y septiembre, tuvimos un descenso marcado, pero la curva nunca lleg¨® a aplanarse. A partir de octubre comenz¨® el segundo pico y fue m¨¢s intenso que el primero¡±, dice a EL PA?S el doctor Dur¨¢n. La tragedia lleg¨® a su punto ¨¢lgido en enero, despu¨¦s de las fiestas de Navidad.
En esas fechas se fueron la maestra Emma Longinos, de Santiago Tianguistenco; Jorge, m¨¦dico interno del hospital de Ecatepec, y su padre; los abuelos de No¨¦, que viv¨ªan en El Oro; el se?or Jes¨²s Lagunas, que tuvo que irse a morir lejos de su casa, los padres de Carmela. Todos ellos fallecieron en los hospitales y sus nombres cuentan en los registros oficiales de decesos por covid-19. Pero, el Instituto Nacional de Estad¨ªstica y Geograf¨ªa (Inegi) revel¨® en su ¨²ltimo informe que el Estado de M¨¦xico es la entidad donde mayor exceso de mortalidad se registr¨® de todo el pa¨ªs en 2020. Solo de enero a agosto fallecieron 83.456 personas m¨¢s que el a?o pasado. El Inegi s¨ª contabiliza a aquellos que murieron en sus casas, en la calle.
Enfrentar la enfermedad sin trabajo ni ahorros
En la familia de Yazm¨ªn y Gisela Mej¨ªa se acostumbraron este a?o a almorzar a d¨ªas tortillas con sal. Pues m¨¢s no hab¨ªa. La f¨¢brica de ropa en la que Gisela laboraba cerr¨® a causa del coronavirus. Le hablan a ratos, pero lleva desde noviembre sin un solo turno. Yazm¨ªn es enfermera, pero dej¨® de ejercer para cuidar a sus hijos. En su casa, todav¨ªa da?ada por el terremoto de 2017, solo se puede utilizar la planta de abajo. Ah¨ª hay un cuarto donde duermen las mujeres y los cuatro ni?os, un peque?o patio donde cocinan a le?a y una sala con las paredes desnudas.
Se sientan serias, amables, en una mesa con mantel de raso, una Biblia y un frutero con naranjas y pl¨¢tanos. ¡°Van baratas ahora¡±, ofrecen. Los ni?os corretean, van y vienen, ense?an sus tareas y a sus gatitos reci¨¦n nacidos, llaman a la perra, piden el m¨®vil. ¡°Lo que m¨¢s me duele es no poder dar de comer a mis hijos¡±, dice Yazm¨ªn, que llora porque este a?o tuvo que explicarles que los Reyes no pod¨ªan llegar hasta su hogar de Xalatlaco, a escasos kil¨®metros de los bosques a los que van los capitalinos los domingos. Este a?o, les dijo, los Reyes ten¨ªan que repartir gel y cubrebocas porque la gente se estaba poniendo muy malita.
Las dos hermanas, hu¨¦rfanas y madres solteras, se contagiaron de coronavirus en la primera ola y todav¨ªa sufren las secuelas. Este a?o han tenido que ver c¨®mo la enfermedad les arrebataba a una de sus ¨²ltimas familiares. La maestra Emma Longinos, de 59 a?os, t¨ªa pol¨ªtica de las Mej¨ªa y la mujer que se convirti¨® en reina el 6 de enero cuando llev¨® algunos juguetes a los ni?os. Tahili, de 10 a?os, todav¨ªa presume de su mu?eca rubia. Longinos se contagi¨® de coronavirus junto a su pareja, y la familia se gast¨® las quincenas de la pensi¨®n en los tratamientos, en la b¨²squeda de un centro que los salvara.
El 20 de enero, lleg¨® sin ox¨ªgeno al Instituto de Seguridad Social del Estado de M¨¦xico y Municipios (ISSEMYM) de Toluca. Se gastaron los ¨²ltimos 500 pesos (unos 25 d¨®lares) en el viaje de ida. ¡°Van a tardar tres o cuatro d¨ªas en internarla porque no hay camas. No hay camas, me dec¨ªan. Ella ven¨ªa con el 60% de saturaci¨®n. Me dec¨ªan que la sentara en una silla de ruedas y all¨ª iba a tener que esperar durante d¨ªas. Sus pulmones estaban destrozados, ya ten¨ªa neumon¨ªa en los dos¡±, relata desesperada Yazm¨ªn. ¡°?Qu¨¦ hago, Diosito? Dios m¨ªo, ay¨²dame. Ay¨²dame¡±, grit¨®. ¡°S¨ª le grit¨¦¡±. Una doctora conoci¨® el caso y consigui¨® a las horas una cama. La maestra Longinos estuvo d¨ªas ingresada, pero no sobrevivi¨® al virus. No les quedaba dinero para pagar los miles de pesos que cuesta ahora un entierro. Fue incinerada. Yazm¨ªn le hizo un altar con un bolillo, veladoras, un mantelito blanco, crisantemos y una figura de San Mart¨ªn Caballero.
En ese mismo hospital para los trabajadores del Estado, en esa misma sala con paredes de vidrio y sillas met¨¢licas, esperaron a ser atendidos durante d¨ªa y medio Miguel ?ngel Mart¨ªnez, y su hijo Araham, ambos enfermos de covid. ¡°Sab¨ªamos que si nos ¨ªbamos, para ellos era mejor. Si quer¨ªamos una cama, ten¨ªamos que esperar¡±, cuenta este estudiante de doctorado en Canad¨¢, que vino a pasar la Navidad a M¨¦xico. El subdirector de Epidemiolog¨ªa del ISEM niega que el Estado de M¨¦xico llegara a la saturaci¨®n hospitalaria. Y cifra los niveles ocupaci¨®n en los d¨ªas cr¨ªticos en el 86%, para camas generales, y un 83%, con ventilador. Pero las familias refieren una lucha extenuante por conseguir atenci¨®n m¨¦dica.
Un mes despu¨¦s, la familia Mart¨ªnez recibe en su casa rosada de Toluca. Todos llevan careta y cubrebocas. Siguen respetando la distancia de seguridad entre ellos: duermen en habitaciones separadas, no se tocan, no se abrazan desde hace meses. La covid-19 entr¨® en este hogar plagado de fotos de familiares sonrientes el 26 de diciembre. Termin¨® infectando a seis de los siete miembros. En la casa de tres plantas, pasaron la enfermedad el se?or Rub¨¦n Lagunas, sus dos nietos, Kristel y Abraham, y su yerno, Miguel ?ngel. El principal recuerdo es la angustia, el viacrucis para conseguir el ox¨ªgeno, la medicaci¨®n, una cama en un hospital.
Miguel ?ngel entr¨® en el ISSEMYM con un 30% de posibilidades de sobrevivir. En la cama 217 estuvo 11 d¨ªas, sali¨® y le aplaudieron, con el brazo en alto grit¨®: ¡°S¨ª se pudo¡±. ¡°Yo estaba ah¨ª y solo pensaba ¡®tengo que salir y agradecer a mi familia que me ha salvado¡±, cuenta Mart¨ªnez, quien fue maestro y ahora conduc¨ªa un taxi. ¡°Yo era muy terco, muy esc¨¦ptico, no cre¨ªa en la enfermedad del covid, dec¨ªa que eran puros cuentos, pero cuando me peg¨® a m¨ª, h¨ªjole¡±, cuenta y ense?a las manos llenas de heridas, tambi¨¦n secuela de la enfermedad. Cuando sali¨® del hospital, su suegro ya hab¨ªa fallecido en Atlacomulco. ¡°Espero que la historia de mi familia le pueda servir a alguien para tratar de estar alerta, porque cuanto antes se atiendan, m¨¢s posibilidades tienes de recuperarte¡±.
Desde Alemania, Kristel Mart¨ªnez reflexiona, incluso en la tragedia, del privilegio de su familia. ¡°Nos gastamos 150.000 pesos en dos meses. ?C¨®mo lo van a hacer quienes no tienen?¡±, dice por tel¨¦fono. Ahora ha empezado una campa?a en Colonia, donde trabaja como investigadora molecular, para recaudar dinero para las familias del Estado de M¨¦xico que lo necesiten.
El virus no da tregua
El director del Hospital General de Atlacomulco, Antonio Cruz, tiene el despacho, los pasillos, infestados de cajas de cart¨®n. Etiquetadas con ¡°covid-19¡±, contienen batas, guantes, gel, medicamentos. Los insumos que un hospital gratuito necesita para tratar de hacer frente a una crisis sanitaria que ha saturado los recursos sanitarios de todo el planeta. En este centro se atiende a ocho municipios del norte del Estado de M¨¦xico. ¡°Las zonas m¨¢s marginadas, con una extrema pobreza¡±, resume Cruz. Lo eligieron como hospital covid de la regi¨®n por tener la mayor capacidad resolutiva, ¡°a pesar de las deficiencias¡±. Cuentan con 60 camas, que durante la cresta de la ola estuvieron todas ocupadas, ahora hay 19. Aqu¨ª acuden los pacientes que no tienen derecho a acceder a ning¨²n otro hospital. Ofrecen gratis el ox¨ªgeno, el personal m¨¦dico y una cama. En muchas ocasiones no disponen de los medicamentos, ni de un cat¨¦ter o de los tubos de ventilaci¨®n mec¨¢nica, y los familiares, que esperan d¨ªa y noche en la puerta del hospital, deben acudir r¨¢pido a las farmacias.
En la austera entrada, un hombre aprovecha las horas para tejer una flor en una servilleta, en las esquinas se acumulan los cartones y las cobijas para el fr¨ªo de la madrugada, y los tacos para el desayuno. No¨¦ Cruz lleg¨® anoche cuando internaron a su padre por covid-19, Juan, de 60 a?os, tras 18 d¨ªas con el virus. Se enferm¨® toda su familia y perdi¨® a sus dos abuelos. Ahora est¨¢ esperando su turno en la videollamada.
Aqu¨ª una trabajadora social equipada con un tableta conecta a los enfermos, aislados en las zonas de riesgo, con sus familias. Tienen tres minutos al d¨ªa. Pero a Fernando Miranda le ha dejado un ratito m¨¢s. El joven trata de convencer a su madre, Macaria Miguel, de que no la pueden atender en casa. ¡°Me quiero ir¡±, se oye la voz rota de la mujer. ¡°Te tienes que quedar hasta que te estabilices. Le est¨¢s echando muchas ganas, pero t¨² viste lo dif¨ªcil que es conseguir ox¨ªgeno. ?D¨®nde chingados vamos a conseguir el tanque? Agarras y te sales a lo mejor lo logras, a lo mejor no. Esto es tu vida, no es un juego. ?chame una mano¡±, suplica sin parar Miranda, que consigue aguantarla otro d¨ªa m¨¢s, ya van cinco.
¡°La gente tiene miedo de venir y quedarse aislada, que sea la ¨²ltima vez que lo ven. Muchos prefieren morirse en casa¡±, cuenta el director del hospital. El centro acaba de salir de su punto cr¨ªtico, pero la pesadilla no ha terminado. ¡°Somos todav¨ªa una zona de riesgo alto, tenemos cinco hospitalizaciones y dos decesos diarios por covid-19¡±, se?ala. En enero llegaron a siete decesos por jornada. Una presi¨®n que tambi¨¦n ha hecho mella en su personal. Les faltan m¨¦dicos generales, de urgencias, intensivistas y de medicina interna. Cruz, sentado tras un p¨®ster de Teotihuac¨¢n, hace un llamado a los m¨¦dicos del Estado, del pa¨ªs: ¡°Los necesitamos, tenemos contratos disponibles¡±. Todo el personal de su hospital ya ha recibido las dos dosis de la vacuna de Pfizer.
La vacunaci¨®n se ha convertido en la gran esperanza del pa¨ªs. Adem¨¢s de Ecatepec, la segunda ciudad m¨¢s poblada del pa¨ªs, Atlacomulco es uno de los 27 municipios rurales del Estado de M¨¦xico donde ya se han vacunado a todos los adultos mayores. En el ¨²ltimo jueves de febrero, la plaza del pueblo luce tranquila. Los limpiabotas volean ordenados, la fuente borbotea como si nada y es d¨ªa de mercado. Alejandra Marcial limpia los nopales y cuenta que le doli¨® el pinchazo, pero poco. En un banquito junto a su nieto est¨¢ Alfonso G¨®mez, de 83 a?os, que dice estar ¡°algo mejor¡± por la vacuna, pero que nada va a cambiar en su vida de campesino. Adela y su marido, de 74 a?os, llevaban sin salir en toda la pandemia y ahora gracias a la dosis est¨¢n mucho m¨¢s tranquilos de salir a hacer compras. En la cerer¨ªa de la plaza, el se?or Arturo Ortega, de 70 a?os, da un repaso al que ha sido su negocio durante 25 a?os, que ahora llevan sus nietos. La vacuna ¡°psicol¨®gicamente¡± le ha venido muy bien, para este a?o ¡°tan malo¡±. Y resume en una frase el pensamiento de un pa¨ªs: ¡°Que se acabe, que esta chingada pandemia nos est¨¢ hundiendo a todos¡±.
El Gobierno del Estado tiene ahora puesta la vista en el siguiente obst¨¢culo: la Semana Santa. El doctor Victor Dur¨¢n comenta que se est¨¢n anticipando y, adem¨¢s de medidas de aforo, se van a implementar test r¨¢pidos en Jueves y Viernes Santo en los que han sido destinos tur¨ªsticos hist¨®ricamente como Chalma. Este a?o, los viacrucis en el Estado de M¨¦xico van a seguir marcados por las filas en las pruebas de ant¨ªgenos.
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