La Mataviejitas, ?asesina o v¨ªctima?
La investigadora Susana Vargas describe en un libro la personalidad de Juana Barraza, una de las asesinas seriales m¨¢s famosas de M¨¦xico y desvela las claves detr¨¢s de su persecuci¨®n y captura
?C¨®mo se construye en M¨¦xico una asesina serial?, ?es la Mataviejitas una peligrosa homicida?, ?o solo es otra v¨ªctima de esa construcci¨®n arquet¨ªpica? Esa era la pregunta que rondaba a la profesora e investigadora Susana Vargas mientras segu¨ªa desde Estados Unidos uno de los casos que sacudi¨® a M¨¦xico durante m¨¢s de una d¨¦cada. Desde finales de los noventa hasta 2006, la misteriosa muerte violenta de adultas mayores y la posibilidad de que detr¨¢s de los macabros asesinatos estuviera una sola persona aterrorizaba a un pa¨ªs que amanec¨ªa ya por esos a?os con cr¨ªmenes brutales, como los de Los Zetas o los narcosat¨¢nicos. Ni los descuartizados, ni las matanzas, ni los asesinatos masivos de mujeres trabajadoras de Ciudad Ju¨¢rez de esos a?os hab¨ªan logrado una movilizaci¨®n tal de las autoridades como los operativos que se emprendieron entre 2005 y 2006 para cazar al que cre¨ªan entonces que estaba detr¨¢s de la estrangulaci¨®n de esas mujeres mayores. La detenci¨®n de Juana Barraza, de 49 a?os entonces, apodada La Mataviejitas, removi¨® los cimientos de una cultura que, seg¨²n Vargas, fue clave para la construcci¨®n del enemigo p¨²blico de M¨¦xico.
Detr¨¢s de La Mataviejitas estaba Juana Barraza. Una mujer corpulenta, de 1,75 metros de altura, que se hab¨ªa dedicado toda su vida a la lucha libre y al comercio. Una mujer que los crimin¨®logos de entonces definieron tras su arresto con una ¡°tendencia innata a la violencia seria¡±, con una ¡°mirada fr¨ªa y calculadora¡±. Poco se sabe de la Barraza real, adem¨¢s de que ten¨ªa tres hijos, el personaje ocup¨® todas las portadas de peri¨®dicos durante a?os. Las fotos de ella enmascarada como La Dama del Silencio, su apodo en el ring, mostrando b¨ªceps y sosteniendo un cintur¨®n que le cubr¨ªa el abdomen, supusieron la confirmaci¨®n definitiva de que un cuerpo masculino como aquel hab¨ªa sido capaz de las peores atrocidades: estrangular a sangre fr¨ªa a decenas de se?oras, echando mano de un estetoscopio. Barraza reconoce solo uno de los 16 cr¨ªmenes que se le imputaron.
Se encuentra en prisi¨®n desde 2006 con la condena m¨¢s alta que se le ha otorgado a un criminal en la historia de M¨¦xico: 759 a?os. Y se trata de la ¨²nica asesina en serie jam¨¢s se?alada como tal antes de su captura en M¨¦xico. ¡°Este tipo de violencia era algo que los mexicanos observ¨¢bamos en las pel¨ªculas, en Estados Unidos, un fen¨®meno desconocido para nosotros...¡±, lleg¨® a se?alar el entonces fiscal de la Ciudad de M¨¦xico, Renato Sales Heredia. Y estas declaraciones sorprendieron a Vargas: ¡°?Por qu¨¦ los asesinos seriales son m¨¢s terror¨ªficos que los l¨ªderes de los c¨¢rteles de la droga?¡±.
Para Vargas, el peor crimen que Barraza pudo cometer en M¨¦xico fue asesinar a adultas mayores. Consideradas en el imaginario colectivo como las madres de la patria. Las m¨¢s vulnerables, ¡°desexualizadas¡±, con una vocaci¨®n exclusivamente maternal: la mism¨ªsima Virgen de Guadalupe. Y su verdugo, una mujer que representa el arquetipo antifemenino, abandonada por su madre, vendida desde que era peque?a al mejor postor, un se?or que la cuid¨® como su hija. ¡°La Mataviejitas tiene una historia muy similar a la de Malintzin [la Malinche]¡±, se?ala Vargas. La leyenda negra de la Malinche representa la traici¨®n en M¨¦xico, la mujer pol¨ªglota que fue vendida como esclava a Hern¨¢n Cort¨¦s y que se convirti¨® en su traductora y consejera, acusada de provocar las grandes matanzas de los conquistadores. El primer enemigo p¨²blico de M¨¦xico, desde antes de que se formara el pa¨ªs.
Vargas cuestiona en el libro La Mataviejitas (publicado en ingl¨¦s, The Little Old Lady Killer) las bases de una criminolog¨ªa que se remonta a principios del siglo XX para certificar a Barraza como una asesina serial en toda regla. ¡°No siente remordimiento¡±, llegaban a decir de ella algunos de los que la revisaron tras la captura, adem¨¢s de analizar su mirada en diferentes situaciones como prueba irrefutable de su criminalidad. La detenci¨®n de La Mataviejitas fue el espect¨¢culo de esos a?os y Vargas explica c¨®mo detr¨¢s de la construcci¨®n de aquel personaje operaba tambi¨¦n toda la moralina mexicana.
Cuando comenzaron a investigar los cr¨ªmenes como un caso de violencia en serie, las autoridades buscaban a un hombre ¡°brillante¡±. El estereotipo de asesino serial estaba relacionado con hombres extremadamente inteligentes, seg¨²n los manuales de criminolog¨ªa. Despu¨¦s de que los testigos aseguraran que hab¨ªan visto a alguien con ropa de mujer, ni siquiera contemplaron la posibilidad de que se tratara de una asesina, sino de un asesino travesti. No fue hasta la detenci¨®n de Barraza, poco despu¨¦s de cometer el ¨²nico crimen que ella reconoce, el de una mujer de unos 80 a?os en su piso, estrangulada de la misma forma, con un estetoscopio, que las autoridades reconocieron un nuevo perfil criminal: el de una mujer que ya no era ¡°brillante¡±, sino pobre y analfabeta.
Vargas insiste, no obstante, en que su trabajo no trata de defender a criminal. Su objetivo era comprender qu¨¦ aspectos de la cultura tradicional, como el concepto que se tiene de lo que debe ser una mujer, tambi¨¦n por parte de las v¨ªctimas, influyeron en la satanizaci¨®n de una asesina por la que se moviliz¨® un pa¨ªs, mientras que el resto de cr¨ªmenes del narco quedaban impunes. ¡°Resulta interesante c¨®mo La Mataviejitas no exist¨ªa sin su disfraz, como la ¨²nica forma en la que una mujer puede existir. Esto la exime incluso de responsabilidad¡±, se?ala Vargas.
En febrero de 2017, Vargas se reuni¨® con Barraza en el penal de Santa Marta, en Ciudad de M¨¦xico. Le sorprendi¨® no observar en la imponente mujer la mirada fr¨ªa de la que tanto hab¨ªa le¨ªdo. ¡°Sonre¨ªa hasta con los ojos¡±, relata. Le cont¨® algo que no esperaba. ¡°Me dijo que su actividad principal en la prisi¨®n consist¨ªa en pasear ancianas, ?te lo puedes creer?¡±, se?ala entre risas la investigadora. No era un chiste. El enemigo p¨²blico de M¨¦xico, La Mataviejitas, ya no sonre¨ªa ni estaba bromeando. ¡°?Sabes lo que me dicen?: ¡°?Qui¨¦n te crees que eres? T¨² no me mandas¡±¡±, relata en la parte del libro sobre ese encuentro. Y destac¨® c¨®mo despu¨¦s de m¨¢s de una d¨¦cada en prisi¨®n y del monstruo que representaba para el pa¨ªs, solo hab¨ªa algo que la martirizaba de lo que pensaran de ella: ¡°Puedo ser lo que quieran, pero ante todo soy una buena madre¡±.
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