El G¨¹ero (Palma) de la Buenos Aires
El hist¨®rico capo del cartel de Sinaloa est¨¢ encerrado en un antiguo hotel en mitad de Ciudad de M¨¦xico
A G¨¹ero Palma le llaman as¨ª porque era el m¨¢s blanco de los suyos, pero que a Carlos Le¨®n, que vende rines (llantas de autom¨®vil) en la colonia Buenos Aires, le apoden El Champagne, es un misterio. Le¨®n tiene su tienda a unos metros del edificio color hueso sin ventanas y alambre de espino del n¨²mero 43 del Eje 3 y Doctor Barrag¨¢n. Desde el pasado 5 de mayo, ah¨ª duerme cada d¨ªa H¨¦ctor Luis Palma Salazar, G¨¹ero Palma, cofundador del cartel de Sinaloa, la que fuera la empresa criminal m¨¢s potente del mundo. Al anciano de 80 a?os, le faltan la vista y varios dientes y tiene una hernia y una de las hojas de vida m¨¢s sangrientas y abultadas de los a?os noventa.
Mientras la Fiscal¨ªa busca nuevos cargos para impedir que salga de la c¨¢rcel, El G¨¹ero Palma vive en un antiguo hotel de la colonia. El edificio de seis alturas se levanta en los l¨ªmites de la Doctores y la Buenos Aires, una colonia de 5.000 personas y 400 talleres mec¨¢nicos con aroma a aceite de coche y marihuana. Un s¨ªmbolo del M¨¦xico urbano duro y buscavidas. El azar ha querido que en un pa¨ªs de dos millones de kil¨®metros cuadrados, el violento capo que comenz¨® robando coches en Culiac¨¢n se despierte cada d¨ªa frente a la Buenos Aires.
Hasta hace 17 a?os, el Centro Nacional de Arraigo era el Central Park, un elegante hotel del que recuerdan sus fiestas que fue cayendo en desuso. En la actualidad es una peque?a prisi¨®n de m¨¢xima seguridad, que opera en medio de la ciudad albergando a los capos y secuestradores m¨¢s peligrosos mientras se define su situaci¨®n legal.
En los ¨²ltimos a?os por aqu¨ª han pasado el hijo de El Chapo Guzm¨¢n, Archivaldo Guzm¨¢n, l¨ªderes del cartel del Golfo y Ju¨¢rez, cabecillas de Uni¨®n Tepito o la madre de El Lunares. En el caso del G¨¹ero Palma, la Fiscal¨ªa busca desesperadamente testigos, audios, documentos¡ cualquier cosa para impedir que vuelva a la calle 26 a?os despu¨¦s. Tiene 40 d¨ªas para ello y ya han pasado diez.
-¡±?Y le molesta que haya una prisi¨®n aqu¨ª?¡±
-¡±?Qu¨¦ prisi¨®n, compa?¡±, dice Le¨®n a unos metros del muro de cemento.
-¡±?Ah, el edificio ese?¡±, dice sin darle importancia.
Frente a su tienda, el Centro Nacional de Arraigo comenz¨® a operar en 2003 cuando el procurador de Vicente Fox, Rafael Macedo de la Concha, pag¨® por un hotel 30 millones de pesos y dedic¨® otros diez a levantar muros, poner c¨¢maras y construir una cocina para albergar a los presos m¨¢s peligrosos. Las cr¨®nicas de la ¨¦poca destacan que Macedo de la Concha estaba a favor del lugar por la ubicaci¨®n, cerca de algunas v¨ªas importantes y el aeropuerto. Hasta hace un a?o, el edificio ten¨ªa sacos de tierra para impedir cualquier ataque.
Para Carlos Le¨®n, sin embargo, la idea de c¨¢rcel empieza y termina en el reclusorio Sur, donde han ido a parar varios de sus amigos. ¡°All¨ª en prisi¨®n, la raza que es de la Buenos Aires tiene su grupo aparte¡±, presume de barrio. Hasta la pandemia, el lugar era punto de encuentro de cientos clientes en busca de cualquier recambio imaginable. No son pocos los que aqu¨ª han recuperado su propia pieza previamente robada.
De su nuevo vecino, el G¨¹ero Palma, se sabe que naci¨® en La Noria, Sinaloa, que recibi¨® la cabeza de su mujer en una hielera, que vio caer a sus hijos de un puente y que fue matando uno a uno a sus enemigos, pero a Carlos Champagne le gusta creer que si se logra escapar y se pierde por la Buenos Aires ¡°tal vez prefiera volver al hotel¡±, bromea vacil¨®n sobre su barrio.
El G¨¹ero Palma fue contratado en los a?os ochenta por F¨¦lix Gallardo inicialmente como un simple gatillero hasta que ascendi¨® en la organizaci¨®n. Poco despu¨¦s se uni¨® a El Chapo Guzm¨¢n para fundar el cartel de Sinaloa, pero antes le rob¨® a Gallardo un cargamento de droga. Para vengarse, Gallardo contrat¨® a un apuesto venezolano, Rafael Clavel, para que sedujera a la esposa del G¨¹ero, Guadalupe Leija, hasta que se hicieron amantes. La esposa de El G¨¹ero Palma termin¨® abandonando a su marido y huyendo con los dos hijos, el amante y dos millones de d¨®lares a Venezuela. Logrado el objetivo, el venezolano asesin¨® a Guadalupe Leija y envi¨® su cabeza al G¨¹ero en una hielera. En el env¨ªo hab¨ªa tambi¨¦n una cinta con las im¨¢genes de sus dos hijos de cuatro y cinco a?os, lanzados desde un puente. Aquello desat¨® su ira y durante a?os se dedic¨® a matar uno a uno a los implicados, entre ellos una decena de familiares de F¨¦lix Gallardo, al venezolano, su familia y unos ni?os que pasaban por ah¨ª. En Culiac¨¢n, el G¨¹ero Palma levant¨® un mausoleo dedicado a su esposa y sus hijos.
Salvo cuando los militares cortan la calle en espectaculares operativos para traer a alg¨²n capo, a nadie parece importar que ah¨ª dentro est¨¦ El G¨¹ero, Bin Laden o Unabomber. Lo que realmente tiene a todo el mundo tenso y ha puesto al l¨ªmite la colonia es la pandemia y el golpe econ¨®mico. Donde antes hab¨ªa decenas de autos y paseantes buscando y peleando precios por un direccional o un parachoques ahora hay j¨®venes de brazos cruzados sentados en asientos de coche en la banqueta. ¡°Esta no es una colonia violenta, es brava y trabajadora. La leyenda violenta ya es m¨¢s mito que realidad¡±, dice Arturo Castillo sobre la misma calle a la que lleg¨® hace 50 a?os cuando el edificio m¨¢s alto era la iglesia de San Juan. ¡°El problema es que la situaci¨®n se ha vuelto a poner canija. La pandemia nos ha dado en la madre¡±, lamenta en su taller de radiadores. ¡°Este es un barrio muy chacal, muy humilde y muy noble¡±, resume Champagne. ¡°Si eres grosero o problem¨¢tico, pues no cabes aqu¨ª, como en todos lados¡±.
La ¨²nica zona verde de la colonia Buenos Aires es el cementerio. La magia de la Ciudad de M¨¦xico une en la misma colonia la calle m¨¢s aceitosa y el cementerio m¨¢s hermoso. A diez minutos del edificio de la Fiscal¨ªa est¨¢ el pante¨®n franc¨¦s de La Piedad donde se encuentra enterrado gran parte del callejero de la capital como Pino Su¨¢rez, Mariano Escobedo, Jos¨¦ Revueltas o Francisco I. Madero, que estuvo all¨ª hasta que fue trasladado al Monumento a la Revoluci¨®n.
Despu¨¦s de 12 a?os en una c¨¢rcel de Jalisco, nueve en otra de Estados Unidos y otros cinco en el Estado de M¨¦xico, la nueva residencia del G¨¹ero Palma est¨¢ poco frecuentada. Dos uniformados pasean la fachada y, de vez en cuando, alg¨²n polic¨ªa de paisano recorre el per¨ªmetro. El letrero confirma que el horario de visita es de 10.00 a 12.45 y que entre la vestimenta autorizada solo est¨¢ permitida ¡°la ropa lisa y los zapatos sin agujeta¡±.
Por si faltara humor negro en tan pocas calles, cada d¨ªa que se levanta en su celda el G¨¹ero Palma ve de frente la colonia Buenos Aires y a un costado el cartel de ¡°Embalsamados Avelar¡±.
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