No solo compran zapatos: hasta leen
Curioso gobierno, que no logra ordenar ni administrar lo que le toca, pero porf¨ªa en meterse en lo que no le corresponde, como las lecturas o los gastos personales de los ciudadanos
Asomarse al contenido de los discursos de ciertos funcionarios y pol¨ªticos nacionales es un ejercicio que tiene bastante de masoquista. Veamos algunos ejemplos. Uno puede aferrarse a la idea de que es un humano m¨¢s o menos com¨²n, que se afana para sobrevivir y quiz¨¢ para sostener a los suyos, que mira con ansiedad al presente y con azoro el futuro y que, apenas puede, y eso porque no vinimos al mundo nom¨¢s a padecer ansiedades y azoros, se da el gusto de echarse un caf¨¦ o trago con los amigos, de agenciarse unos pantalones, faldas o zapatos nuevos o incluso de hacerse con alg¨²n librito por ah¨ª para tener un rato de solaz. Pero v¨¢lganos Dios: all¨ª est¨¢n nuestros funcionarios y pol¨ªticos (y esa parte de las redes sociales que, por convicci¨®n o porque as¨ª se los mandan, repiten y amplifican sus jeremiadas) para reprobar tantos dispendios y para echarnos en cara nuestra mezquindad, nuestro ego¨ªsmo y nuestra pertenencia (voluntaria o no, lo mismo da) a la peor cala?a de pillos concebibles: los malditos conservadores.
Leer por el simple gusto de hacerlo, por ejemplo, le parece al encargado del programa de los libros de texto gratuito, Marx Arriaga, un rasgo de frivolidad inaceptable. ?l piensa que se lee para alimentar la conciencia revolucionaria, transformar la sociedad y nutrir el alma colectiva del pueblo. Ya si adem¨¢s el texto de marras nos da placer est¨¦tico, intelectual o emotivo, pues all¨¢ nosotros. Lo importante para ¨¦l no es eso, por supuesto, sino prepararse para la revoluci¨®n con el librito sostenido como un catecismo, a la manera de los personajes de un mural ¨¦pico (que, por cierto, suelen portar tambi¨¦n otros implementos, tales como herramientas o, mejor a¨²n, armas¡). Uno, inconsciente que es, podr¨ªa pensar que la lectura sirve, justo, para individualizarnos, para darnos unas perspectivas m¨¢s hondas y complejas del mundo a nuestro alrededor y que la lectura por placer servir¨ªa m¨¢s para ese fin que las lecturas que don Marx tanto pondera, que son colectivas, s¨ª, y, por definici¨®n, m¨¢s o menos forzosas. Como las de que se producen en la educaci¨®n b¨¢sica, en el templo, en las reuniones de partido¡ Lecturas que tienen una interpretaci¨®n ortodoxa incluida, claro, y de las que no se permite disentir, porque acaba uno tachado de hereje, de disidente o, ya en la de malas, tronando el examen¡
Otro al que le parece mal la gente que se da gustitos ocasionales es al mism¨ªsimo presidente Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador, quien, recordemos, dedic¨® varios d¨ªas de su incombustible rueda de prensa matinal, tras las elecciones de mitad de periodo del pasado junio, a quejarse de las clases medias nacionales. El mandatario, bastante molesto por la baja votaci¨®n comparativa que recibi¨® su movimiento y sus aliados de parte de ese sector, reclam¨® que sus integrantes son ¡°individualistas, aspiracionistas que quieren parecerse a los de arriba, sin escr¨²pulos morales de ninguna ¨ªndole¡±. Antes, en mayo, ya hab¨ªa hecho un reclamo parecido: ¡°Si ya tenemos zapatos, ?para qu¨¦ m¨¢s? Si ya se tiene la ropa indispensable, solo eso¡±. L¨®pez Obrador, me parece que muy sintom¨¢ticamente, considera que la compra de ropa y los zapatos (productos que, junto a tecnolog¨ªas m¨¢s bien modestas, como los tel¨¦fonos celulares, que no es que sean equiparables a los yates, suelen ser los ¡°lujos¡± de la clase media) pueden ser considerados como emblemas del derroche y el despilfarro.
Curioso gobierno, que no logra ordenar ni administrar lo que le toca (como muestran bien el desastre de la gesti¨®n de la pandemia, de la seguridad, de la econom¨ªa) pero porf¨ªa en meterse en lo que no le corresponde, como las lecturas o los gastos personales de los ciudadanos. Un gobierno que, a juzgar por la baja participaci¨®n en la forzada consulta popular del domingo 1 de agosto, tendr¨¢ que esforzarse m¨¢s para recobrar esa base masiva de apoyo que aseguraba tener. Y que parece dudoso que lo consiga hostilizando tan gratuita y tontamente a la clase media que lo llev¨® al poder.
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