Sergio Ram¨ªrez y las aventuras en Nicaragua de sus amigos del ¡®boom¡¯
El escritor recuerda en la FIL las visitas de Cort¨¢zar, Vargas Llosa o Garc¨ªa M¨¢rquez a su pa¨ªs, fascinados por la revoluci¨®n sandinista
A Cort¨¢zar lo enga?aban, o quiz¨¢ se dejaba enga?ar. Vargas Llosa siempre fue m¨¢s precavido, como Carlos Fuentes. Mientras que Garc¨ªa M¨¢rquez, directamente, era uno m¨¢s en la conspiraci¨®n. Todos fueron amigos de Sergio Ram¨ªrez (79 a?os) y todos pasaron por Nicaragua atra¨ªdos, con mayor o menor simpat¨ªa, por la revoluci¨®n sandinista. El premio Cervantes nicarag¨¹ense fue guerrillero y vicepresidente tras el derrocamiento de Somoza. Hoy vive exiliado por la persecuci¨®n de su antiguo compa?ero en el Frente Sandinista, Daniel Ortega, devenido en caudillo dictatorial. Desde la Feria del Libro de Guadalajara, Ram¨ªrez repasa las muchas visitas de los autores del boom cuando su pa¨ªs era ¡°tan violentamente dulce¡±.
La cita es de Julio Cort¨¢zar, que lleg¨® a titular as¨ª uno de sus ¨²ltimos libros en vida. El autor de Rayuela hab¨ªa aterrizado por primera vez en Nicaragua en 1976, en los proleg¨®menos a¨²n de la revoluci¨®n que arrancar¨ªa tres a?os despu¨¦s. Pas¨® primero por Costa Rica invitado por el gobierno para dar una charlas en un teatro. Pero se cruz¨® con Ram¨ªrez, exiliado en el pa¨ªs vecino, y Ernesto Cardenal, el cura poeta y sandinista. Ambos le invitaron a visitar Solentiname, el archipi¨¦lago donde Cardenal estaba construyendo su comunidad religiosa, literaria y pol¨ªtica emparentada con la teolog¨ªa de la liberaci¨®n, uno de los motores del levantamiento contra Somoza.
El viaje clandestino fue en avioneta y en lancha por el rio San Juan que separa Costa Rica de Nicaragua. ¡°Nos pasamos all¨ª todo el fin de semana¡±, recuerda Ram¨ªrez. ¡°El domingo por la ma?ana Ernesto celebr¨® su misa. Eran unas misas dialogadas donde participaban lo sacerdotes y los campesinos, que muchos se convirtieron luego en guerrilleros¡±. Aquel domingo tambi¨¦n particip¨® Cort¨¢zar en la homil¨ªa. Ram¨ªrez recuerda que su intervenci¨®n fue sobre el prendimiento de Jes¨²s en el huerto.
Todas esas conversaciones est¨¢n recogidas en El evangelio de Solentiname, los archivos de las misas de Cardenal. Inspirado por el cura poeta y guerrillero, Cort¨¢zar escribir¨ªa despu¨¦s Apocalipsis en Solentiname, que empieza con el viaje en avioneta y acaba con el asesinato del poeta salvadore?o Roque Dalton a manos de sus compa?eros acusado de ser agente de la CIA tras un juicio sumario. Pese al broche cr¨ªtico de su cuento con las derivas dogm¨¢ticas de las insurgencias centroamericanas de la ¨¦poca, Cort¨¢zar ¡°siempre fue muy entusiasta de la revoluci¨®n¡±, recuerda Ram¨ªrez.
Fascinado, cambi¨® las playas de Martinica por las de Nicaragua como lugar de vacaciones. ¡°Ten¨ªa una gran ingenuidad frente a la pol¨ªtica, no ten¨ªa dobleces ni gabetas, cre¨ªa en una cosa y se entregaba¡±. Hasta el punto de que, seg¨²n Ram¨ªrez, m¨¢s de una vez le enga?aban. Por ejemplo, cuando Tom¨¢s Borge, uno de los m¨¢s oscuros dirigentes sandinistas, le invitaba a su casa. ¡°Le llevaba a una casita humilde, sencilla, como a un decorado. Cuando la de verdad era gigante, con jard¨ªn y piscina¡±. M¨¢s de 30 a?os despu¨¦s, el escritor nicarag¨¹ense todav¨ªa no tiene claro si ¡°en el fondo Cort¨¢zar ver¨ªa algo¡±.
En las ant¨ªpodas de aquella ingenuidad se situaba ya Mario Vargas Llosa. Ambos se hab¨ªan conocido tambi¨¦n antes del estallido. Fue en 1978 en Dinamarca durante un congreso de la asociaci¨®n internacional de escritores (PEN), presidida entonces por el Nobel peruano. Ram¨ªrez hab¨ªa viajado hasta all¨ª para buscar apoyos de cara al inminente levantamiento.
Ya en plena revoluci¨®n, Vargas Llosa visit¨® por primera vez Nicaragua para una serie de reportajes para un programa de la televisi¨®n peruana. Poco despu¨¦s repetir¨ªa la visita con motivo de unos reportajes encargados por The New York Times. Ram¨ªrez recuerda que su amigo ¡°ven¨ªa ya de vuelta con la Revoluci¨®n Cubana pero creo que el sandinismo le abri¨® una ventana nueva, aunque siempre cr¨ªtica¡±.
A finales de los 80, durante los ¨²ltimos coletazos de la revoluci¨®n, Ram¨ªrez tambi¨¦n recuerda la visita de Carlos Fuentes, acompa?ado del novelista estadounidense Willian Styron, famoso por su compromiso pol¨ªtico, y la hija de Jane Fonda. Los dos escritores hab¨ªan llegado invitados por el sandinismo para participar en una reuni¨®n con el presiente de Costa Rica en el marco de las negociaciones de paz. ¡°La hija de Fonda vino porque quer¨ªa conocer la experiencia de la revoluci¨®n. Ten¨ªa 14 o 15 a?os y le gust¨® tanto que se quer¨ªa quedar. El pobre Fuentes andaba bien preocupado¡±.
A Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez se lo encontr¨® por primera vez en unos estudios de grabaci¨®n en Bogot¨¢. Eran 1977 y el Nobel colombiano estaba filmando una adaptaci¨®n de su tercera novela, La mala hora. Ram¨ªrez hab¨ªa viajado hasta all¨ª para proponerle algo: ¡°Necesit¨¢bamos que hablara con Carlos Andr¨¦s P¨¦rez para que reconociera un hipot¨¦tico gobierno provisional¡±. El Gabo acept¨® a colaborar con la conspiraci¨®n y viaj¨® hasta Venezuela para hablar con el presidente. ¡°A partir de ah¨ª, y gracias su intervenci¨®n, inicia el respaldo a al Frente Sandinista que fue clave¡±.
El autor de Cien a?os de Soledad pas¨® largas temporadas en la Nicaragua revolucionaria. Sol¨ªa salir mucho y le gustaba mezclarse con la gente. Una vez acudi¨® a la radio y estuvo dos horas respondiendo preguntas de los lectores sobre sus libros o lo que se les ocurriera. Junto su esposa Mercedes se quedaba siempre en la casa de Ram¨ªrez. A veces m¨¢s de un mes. ¡°Gabriel, Julio, Carlos, Mario. Todos, muy buenos amigos¡±.
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