El Atlas contra la historia: ¡°Somos un equipo perdedor, pero esta final nos toca¡±
El equipo rojinegro debe remontar frente a Le¨®n (3-2) para ganar su segunda Liga en m¨¢s de un siglo y sacudirse la peor racha en el f¨²tbol mexicano
Julio Castillo tiene las manos manchadas de grasa negra. Lleva la cabeza hacia atr¨¢s para mirar un muro lleno de fotograf¨ªas y se?ala la que es su favorita. ¡°Esa es la del 99¡å, dice en referencia a una imagen del ¨²ltimo equipo del Atlas que lleg¨® a una final hace 22 a?os. ?l pudo estar ah¨ª. Form¨® parte de las categor¨ªas menores, pero uno de los entrenadores le hizo menos. Ese hombre fue Marcelo Bielsa.
Castillo se hace cargo del negocio familiar, una boler¨ªa, donde se lustran los zapatos. Es una de las m¨¢s hist¨®ricas de la ciudad de Guadalajara con 45 a?os. Su padre, Roberto Castillo, la fund¨® y la nombr¨® como Atlas, misma identidad que el equipo que quiere ganar su segunda Liga tras 70 a?os sin conseguirlo. Solo su padre vio ganar al equipo en 1951 aunque solo ten¨ªa cinco a?os y los recuerdos no son tan claros. Julio Castillo dice que no triunf¨® en el f¨²tbol por su estatura, que no supera el 1,70 metros. El estratega rosarino, uno de los que mejor ha pulido el talento joven en el f¨²tbol mundial, le rechaz¨®, como tambi¨¦n rechaz¨® a Juan Pablo Rodr¨ªguez, de 1,66 metros y que gan¨® cuatro Ligas. ¡°Hab¨ªa mucho favoritismo. Bielsa quer¨ªa puro [jugador] alto¡±, cuenta a este diario.
Uno de los rincones donde ser del Atlas es un culto es en la boler¨ªa de la familia Castillo. Ah¨ª guardan con cari?o un diploma que certifica una victoria del Atlas contra las Chivas del Guadalajara 18-0 en 1917. Y es que el conjunto rojinegro tiene su mayor rival en la misma ciudad: los rojiblancos. ¡°Las vecindades extreman los antagonismos¡±, escribe el argentino Eduardo Sacheri. Solo que este a?o los marginados de la gloria por siete d¨¦cadas est¨¢n a punto de ganar. ?ngel, vendedor de tortas ahogadas en un puesto met¨¢lico fuera del estadio Jalisco, lo advierte as¨ª: ¡°Ya les toca a estos cabrones¡±.
El Atlas, pese a ser un equipo regional, es uno de los equipos fundadores de la Liga profesional en M¨¦xico. Su arraigo supera cualquier decepci¨®n y d¨¦cadas de derrotas. Noem¨ª Padilla, de 29 a?os, espera a las fueras de la cancha del Atlas para tomar una selfie o conseguir un aut¨®grafo. Va con sus dos hijas. ¡°Ten¨ªa 14 a?os cuando eleg¨ª ser del Atlas. El ambiente fue lo que me jal¨®. No me han hecho da?o las cr¨ªticas. Le voy al Atlas y que el mundo ruede¡±, comenta. Su padre y su pareja son de las Chivas, ella sabe que el amor se pinta de rojo y negro.
Uno de los futbolistas consentidos por los aficionados este a?o ha deslumbrado es Luis Reyes, el Hueso. Sale del estadio, atiende a algunos aficionados y se sube a su coche camaro rojo y negro. Porque los ¨ªdolos se forjan en los simbolismos. Hacerse aficionado a los rojinegros muchas veces se hereda como le ocurri¨® a Jos¨¦ Balconce Pacheco. ¡°Fue por mi abuelo y padre. Los alentamos pase lo que pase¡±, comenta mientras caza alg¨²n aut¨®grafo aunque reconoce que ya tiene una buena colecci¨®n en casa. Otro caso es el de Luis Ernesto Dur¨¢n que se enganch¨® del Atlas por los sonidos en las tribunas que adaptaron los c¨¢nticos argentinos para impulsar a sus jugadores. Una de sus favoritas es la adaptaci¨®n de Idiota de Joan Sebastian: ¡°S¨¦ que no te he visto campe¨®n, eso no cambia el coraz¨®n, los dirigentes se han robado nuestros sue?os, prestigio y dinero (...) ?Te amo, soy rojinegro, de Atlas voy enamorado!¡±.
¡°?Por qu¨¦ le voy al Atlas si es un equipo perdedor? La explicaci¨®n es sencilla, lo dif¨ªcil es entenderlo. Somos como los siameses: nacemos con dos corazones: el normal y el rojinegro. Nadie me inculc¨® ser del Atlas, era aficionado en el peor momento cuando bajamos a Segunda Divisi¨®n [en tres ocasiones]. Hemos llorado¡°, comenta Ernesto Dur¨¢n, padre de Luis Ernesto, 64 a?os. ¡°Somos un equipo perdedor, pero esta final es nuestra, estamos con la confianza de que se nos va a dar¡±, agrega.
La final de ida termin¨® con una derrota del Atlas 3-2 frente al Le¨®n. El partido de vuelta, sin embargo, es abierto porque se juega en la madriguera del conjunto rojinegro. La sombra de una derrota que triture las aspiraciones de los consentidos es latente. ¡°Si perdemos, no pasa nada. Vamos a estar ilusionados porque vamos a saber que nuestro equipo ya no va a estar mendigando¡±, zanja Ernesto Dur¨¢n. Antes del partido, los aficionados del Atlas, esos que le van aunque gane, quieren disfrutar este trozo de felicidad.
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