Pistolas en las escuelas: la violencia en M¨¦xico tiene su reflejo en los salones de clases
Las aulas son espacios seguros, pero en los barrios conflictivos los alumnos siguen empu?ando armas
Los ni?os van llegando al atrio de la iglesia en uno de los barrios pobres de M¨¦xico, all¨ª cambian sus pistolas de pl¨¢stico por un juguete educativo. ¡°S¨ª al desarme, s¨ª a la paz¡±, se llama el programa. Est¨¢ pensado, en realidad, para los adultos, que tambi¨¦n tienen su oportunidad de entregar las armas y recibir una compensaci¨®n econ¨®mica: unos 4.000 pesos por arma corta, 7.000 por las largas. No est¨¢ mal si se tiene en cuenta que, en M¨¦xico, por menos de eso se puede comprar una pistola. C¨®mo se hizo con una de esas el padre del chico de 12 a?os que se dio un tiro en un dedo el pasado lunes en una escuela de la capital es asunto irrelevante, no lo es el susto que se llevaron los maestros y compa?eros del chaval cuando son¨® el disparo que pudo haber causado una desgracia. Esa es la raz¨®n de que la jefa de Gobierno de Ciudad de M¨¦xico, Claudia Sheinbaum, inaugurara el jueves y el viernes dos m¨®dulos de desarme en sendas iglesias. La medida no es nueva, pero sigue siendo acuciante sacar de los hogares los miles, quiz¨¢ millones de armas que hay en todo el pa¨ªs y que los ni?os, en las zonas m¨¢s deprimidas, de tanto en tanto, empu?an en el patio de la escuela o a la salida.
Dos tragedias que a¨²n estremecen a los mexicanos preceden a este accidente del tiro en el dedo ocurrido en un centro de Iztapalapa, una de las alcald¨ªas m¨¢s problem¨¢ticas de la capital. En 2017, un ni?o dispar¨® contra la maestra y sus compa?eros en Monterrey y se suicid¨® dejando heridos graves. Dos a?os despu¨¦s, la tragedia se traslad¨® a Torre¨®n (Coahuila), donde otro estudiante, de 11 a?os, mat¨® a la profesora y dej¨® heridos a varios alumnos. El tirador tambi¨¦n muri¨® con sus propias balas. Llevar armas a la escuela no es algo nuevo en M¨¦xico, dicen los docentes, aunque tampoco generalizado y ven la escuela como uno de los espacios m¨¢s seguros donde pasar la infancia y la adolescencia en un pa¨ªs con unos ¨ªndices de violencia que dejan 100 muertos al d¨ªa de promedio.
Padres y maestros opinan tambi¨¦n que entregar dinero por armas est¨¢ bien, pero que la medida por s¨ª sola no tapona el origen del problema. Hay que buscarlo, dicen, en la violencia generalizada en la que se desangra el pa¨ªs cada d¨ªa, donde unos tienen pistolas para matar y otros para defenderse y ni los unos ni los otros est¨¢n dispuestos a deshacerse de ellas as¨ª les den un buen pu?ado de pesos. ¡°Las tienen por seguridad, porque cuando reclamas a las autoridades no hacen nada, lo que se necesita es que la polic¨ªa haga su trabajo¡±, dice Mar¨ªa Luisa Arriaga, una de las madres que ha ido a cambiar los juguetes b¨¦licos de sus hijos por otros m¨¢s pac¨ªficos al atrio de la iglesia de la alcald¨ªa de Magdalena Contreras. Esta es sin duda una de las claves. En Iztapalapa, el padre del ni?o que por poco se vuela el dedo adujo que ten¨ªa el arma para defender su cl¨ªnica odontol¨®gica, donde hab¨ªa sufrido alg¨²n asalto.
En M¨¦xico, la posesi¨®n de armas no es legal, como en Estados Unidos, pero parece que lo fuera, habida cuenta del f¨¢cil acceso y la enorme cantidad que hay por todo el pa¨ªs. Hasta 7.000 se han recogido para su destrucci¨®n en esos m¨®dulos de desarme desde que Sheinbaum lleg¨® al poder a finales de 2018, seg¨²n sus propios datos. Y eso que el programa ha estado muerto con la pandemia y que se reaviva cuando un accidente de estos detona la preocupaci¨®n social. El jueves, en el puesto instalado en la iglesia solo hab¨ªa dos, una corta y una larga. Dicen que las hab¨ªan entregado particulares. Fue m¨¢s una fiesta infantil con una buena causa de fondo. Pero hay que buscar otras causas, precisamente, para llegar al fondo.
La violencia, si no crece, se ha estancado en unos niveles alarmantes en M¨¦xico y ¡°la escuela no es m¨¢s que el reflejo de su entorno¡±, dice Ana C¨¢rdenas, madre de dos ni?os de cinco y ocho a?os. A pesar de todo, ella, que ha participado en la organizaci¨®n Abre mi escuela, donde se agruparon las familias que quer¨ªan poner fin al cierre decretado por la pandemia pasados ya demasiados meses, defiende la seguridad de los centros escolares frente a la violencia de algunos barrios. ¡°Dijimos que era mejor que estuvieran en la escuela cuando la pandemia, porque all¨ª se evitaban m¨¢s contagios que estando en casa y ahora mantenemos que son espacios m¨¢s seguros tambi¨¦n a este respecto. Solo hay que ver c¨®mo crecieron los casos de abuso sexual contra los ni?os en sus propias casas durante el confinamiento, por ejemplo¡±.
La pandemia, argumento de las autoridades para el cierre de los m¨®dulos de desarme, es un asunto que de nuevo cobra importancia, a decir de maestros y familias. ¡°Las autoridades no han analizado el efecto del encierro del alumnado en sus casas, c¨®mo se han incrementado las depresiones, las agresiones dom¨¦sticas y la agresividad de los chicos y chicas, y eso es fundamental cuando adem¨¢s, tienen armas a su alcance¡±, dice C¨¢rdenas. Felipe Ramos, docente en un colegio de Iztapalapa, observa tambi¨¦n los problemas socioemocionales que ahora presentan los alumnos, distintos de hace d¨¦cadas: ¡°La violencia entre iguales en la escuela, el famoso bullying, las broncas familiares o c¨®mo han quedado emocionalmente tras dos a?os de encierro pand¨¦mico¡±. Y todo ello en un contexto donde la p¨®lvora est¨¢ a la orden del d¨ªa. ¡°Hasta las fiestas del barrio se celebran dando tiros al aire¡±, dice. Lleva Ramos 33 a?os impartiendo clases, y recuerda haber encontrado alg¨²n arma en manos de un ni?o, pero tambi¨¦n navajas, drogas. No cree, sin embargo, que sea algo generalizado, ni mucho menos que se deba criminalizar por ello a los ni?os ni a los maestros. Pero s¨ª, sabe que a menudo el alumnado lleva armas para defenderse de los matones del barrio o simplemente para presumir o intimidar en plena adolescencia.
Cuando ocurren incidentes como el de esta semana o mucho m¨¢s lamentables, se reabre el debate de la mochila segura, o sea la revisi¨®n de los bultos que cargan los chavales a su ingreso en los centros. Se hizo poco y se abandon¨® despu¨¦s de que la Suprema Corte y las oficinas de Derechos Humanos entendieran que tal medida invad¨ªa la intimidad de los muchachos y que en nada contribu¨ªa a su bienestar. Las cr¨ªticas tambi¨¦n se centraron en la conversi¨®n de los maestros en polic¨ªas y en la arbitrariedad de estigmatizar a los alumnos quiz¨¢ por su aspecto, a falta de reglas claras para proceder a esos registros. ¡°Hasta en Estados Unidos est¨¢n en desacuerdo con eso, y mira que all¨ª, cada tanto se dan terribles matanzas en los centros educativos¡±, dice C¨¢rdenas. Dos hermanas suyas viven all¨ª, en Estados Unidos, y la medida que se ha tomado es colocar a la entrada un arco de detecci¨®n de metales, menos invasivo y m¨¢s igualitario y protector para toda la comunidad escolar, opina C¨¢rdenas.
El arco detector de metales es una de las sugerencias que plantea tambi¨¦n el profesor Ramos. ¡°No estamos de acuerdo con esculcar las mochilas, adem¨¢s, ellos aprenden a esconder lo que est¨¢ prohibido en sus cuerpos, como el celular, por ejemplo. Y adem¨¢s, ?c¨®mo vamos a registrar una por una las bolsas de 500, 600, 800 alumnos que puede haber en un plantel solo en el turno de la ma?ana?¡±. A su parecer, las precauciones deben venir de los propios hogares, antes de salir para la escuela. Es un tema complicado, con muchas aristas, yo creo que todo radica en problemas socioecon¨®micos que no va a solventar el registro de una mochila, eso solo violenta la privacidad. Condenar es f¨¢cil¡±. La mochila, en todo caso vive en paz por ahora, ni las autoridades plantean ese asunto.
Humberto Fern¨¢ndez, delegado educativo del Gobierno federal en la Ciudad de M¨¦xico, no quiere insistir en la revisi¨®n de la mochila aun cuando en alg¨²n centro haya consenso para hacerlo entre las familias y los maestros. Aboga por investigar en qu¨¦ casas hay armas sin certificaci¨®n, es decir, que no corresponden al oficio de los tutores, polic¨ªas o militares, por ejemplo. ¡°Y garantizar que los menores no tengan acceso a ellas, pero eso es algo que excede la responsabilidad de las autoridades educativas, que solo podemos invocar a la concienciaci¨®n¡±, afirma. Y lanza un mensaje de alerta: ¡°La mayor¨ªa de las veces en que se registra un accidente desgraciado con arma de fuego ocurre en las casas. O se usan para un suicidio¡±.
Alfredo todav¨ªa se acuerda del vecinito que agarr¨® el arma de su padre y se mat¨® con ella. Har¨¢ unos cuatro a?os, tambi¨¦n en Iztapalapa. El ni?o ten¨ªa 14 a?os, peleas familiares y obsesi¨®n con las calificaciones escolares, dado que era un joven brillante, risue?o, muy alejado de una adolescencia introvertida o con se?as de depresi¨®n. La pistola acabar¨ªa despu¨¦s tambi¨¦n con la vida del padre, en un suceso algo m¨¢s oscuro, en el ¨¢mbito familiar. ¡°Claro que no es generalizado, pero a los ni?os se les hace f¨¢cil llevar un arma a la secundaria, yo lo he visto, y lo sigo viendo en las calles del barrio. Por 800 pesos puedes comprar una. Las tienen los padres, los primos, los hermanos. Los padres a veces ni se enteran¡±, dice este joven de 28 a?os que vive en ese barrio de negocios informales y escasa econom¨ªa donde la vida se abre paso con m¨¢s dificultad que la muerte. ¡°Lo que yo vi cuando iba a la secundaria sigue pasando y cuando alguna vez revisaron las mochilas en el sal¨®n de clase salieron armas, drogas, pornograf¨ªa, no solo pistolas, tambi¨¦n navajas y otros objetos para la pelea¡±, recuerda. Tambi¨¦n ha o¨ªdo disparos al aire para intimidar al adversario al salir de clase. ¡°Todo est¨¢ demasiado normalizado¡±, asegura.
Cuando una ma?ana suenan las balas en la escuela, todo el mundo se pone en guardia, ¡°pero el foco no se centra donde debe: el pa¨ªs est¨¢ lleno de armas, m¨¢s de 6,5 millones recorriendo el territorio nacional¡±, dice Tania Ram¨ªrez, presidenta de la Red por los derechos de la infancia en M¨¦xico (Redim). ¡°El a?o pasado, 789 ni?os y adolescentes murieron bajo las balas, un incremento sobre 2020 de 2,7 puntos. La crisis est¨¢ tocando la vida de los ni?os y eso no se soluciona mirando mal a la escuela ni con medidas discriminatorias ni anticonstitucionales, que suele ser el modo de reaccionar de ciertos grupos conservadores. La carga de la responsabilidad est¨¢ en el Estado¡±, a?ade Ram¨ªrez. No, definitivamente, no se trata de buscar en la mochila de los escolares.
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