El extra?o caso de la ¡®izquierda¡¯ pro Putin
Frente al bombardeo de ciudades y el sufrimiento de millones con el argumento de que un gobierno no est¨¢ de acuerdo con el del vecino, no hay donde perderse, salvo por mezquinos argumentos ideol¨®gicos
No son pocos los trasnochados que consideran que en la confrontaci¨®n entre Ucrania y Rusia est¨¢ en juego un pulso entre el capitalismo y el socialismo. En consecuencia, inundan las redes sociales con memes y consignas que describen al gobierno de Kiev como genocida y nazi, y acusan a Estados Unidos y sus aliados de ser titiriteros que manipulan a sus peones para poner contra la pared a Rusia. La mayor parte de esta cr¨ªtica no se atreve a defender la invasi¨®n expl¨ªcitamente, pero reproduce puntualmente los argumentos esgrimidos por Putin para realizarla. Parecer¨ªa que existe todav¨ªa una prensa ¡°anticapitalista¡± y una izquierda vinculada a la Guerra Fr¨ªa que considera que en toda disputa internacional su deber es ir en contra del Imperio del mal, Estados Unidos, y pugnar a favor de los herederos del socialismo real.
Y si bien es cierto que en todo esto no hay inocentes sino intereses y que existe mucho de amnesia en el rasgado de vestiduras de Washington, que hace una d¨¦cada fue a Irak a hacer lo mismo de lo que ahora acusa a su rival, tambi¨¦n es cierto que considerar al r¨¦gimen de Putin como un sucesor del socialismo requiere un triple salto mortal cognoscitivo. El ex funcionario de la KGB consolid¨® su poder en el Kremlin no para rescatar las banderas de los trabajadores, si es que la Uni¨®n Sovi¨¦tica alguna vez signific¨® eso, sino para desarrollar un capitalismo de Estado vinculado a una poderosa elite empresarial privilegiada y enriquecida, que a su vez le ayuda a conservar el poder. El uso de los despojos del Estado sovi¨¦tico y la corrupta privatizaci¨®n tienen muy poco que ver con el beneficio de las masas o los trabajadores y s¨ª con la escandalosa formaci¨®n de una oligarqu¨ªa. La econom¨ªa mexicana es ligeramente menor que la rusa; el neoliberalismo y nuestro capitalismo tropicalizado generaron en 30 a?os 24 multimillonarios capaces de entrar en las listas de Forbes; el r¨¦gimen de Putin consigui¨® en menos tiempo colocar a 116 nuevos ¡°empresarios¡±, es decir, cinco veces m¨¢s. Se estima que la riqueza acumulada de esta oligarqu¨ªa equivale al 80% del PIB anual de Rusia. Y pese a las enormes riquezas de gas y petr¨®leo que favorecen este enriquecimiento de la ¨¦lite, el PIB per c¨¢pita en Rusia cay¨® m¨¢s de 50% entre 2012 y 2020 a precios constantes (de 16.000 d¨®lares a 10.000 en n¨²meros redondos).
As¨ª que no, la invasi¨®n rusa a Ucrania no es un cap¨ªtulo m¨¢s de la confrontaci¨®n mundial entre la izquierda y la derecha, el capitalismo y el socialismo (o las fuerzas anticapitalistas). En todo caso, se tratar¨ªa de un encontronazo entre los intereses geopol¨ªticos del capitalismo de mercado y el capitalismo tutelado por el Estado a favor de una oligarqu¨ªa. Con raz¨®n se ha dicho que aunque Putin apele al discurso leninista cuando le resulta conveniente, en realidad sus ambiciones remiten a las pretensiones imperiales de la vieja rusa zarista y su corte enriquecida.
Segundo, procedente de esta pseudo izquierda se exhibe en redes sociales una y otra vez videos de los abusos de las fuerzas israel¨ªes en contra de la poblaci¨®n palestina, no como un recordatorio de que hay tambi¨¦n otros agravios que no pueden ignorarse, sino como un argumento para debilitar la fuerza de la protesta en contra de la invasi¨®n por parte del ej¨¦rcito ruso. Como si no existieran razones morales para oponerse a la destrucci¨®n de ciudades y el asesinato de civiles en suelo ucraniano porque antes se hizo algo similar contra los serbios o los palestinos. Una izquierda genuina, por no hablar simplemente de un sentido human¨ªstico elemental, tendr¨ªa que ponerse del lado de las v¨ªctimas condenadas a la tragedia por decisiones de pol¨ªticos y militares all¨¢ donde suceda. Hoy, esta semana, se encuentra en marcha una ocupaci¨®n a sangre y fuego que desencadenar¨¢ el sufrimiento de millones. Al margen de supuestas ideolog¨ªas o intereses ulteriores de las potencias, es imperativo protestar en contra de esta infamia.
Tercero, se aduce que el gobierno de Kiev ha hostilizado a su propia poblaci¨®n filo rusa en las regiones del este e incumplido los acuerdos de Minsk, que lo compromet¨ªan a otorgar mayor autonom¨ªa a estas provincias. Y sin duda hay abusos documentados. Pero utilizar tales agravios para justificar que un ej¨¦rcito invasor exija a los ciudadanos de otro pa¨ªs a que abandonen sus hogares para que no sean v¨ªctimas de sus bombardeos es pedir demasiado. Exigir a un agresor que no recurra a cuchilladas en medio de una discusi¨®n acalorada no significa darle la raz¨®n a una de las partes, sino simplemente a considerar inaceptable la liquidaci¨®n del otro como forma de resoluci¨®n de un conflicto.
En otro texto (Los motivos del lobo) he insistido en la necesidad de considerar los argumentos de Putin, con los que se puede estar de acuerdo o en desacuerdo pero existen y en tanto los sostenga una de las partes, nunca se llegar¨¢ a una paz duradera. Sin embargo, eso ser¨¢ para la mesa de negociaciones. En este momento, al margen de la posici¨®n ideol¨®gica de cada cual, un m¨ªnimo imperativo ¨¦tico tendr¨ªa que llevarnos a estar en contra de la ignominia que est¨¢ cometi¨¦ndose contra millones de seres humanos, independientemente del color de su pelo o sus ojos.
No s¨¦ si los gobiernos occidentales que protestan tengan la autoridad moral para indignarse y hablar en nombre de la justicia y la libertad, lo que me queda claro es que todos aquellos que protestaron por las agresiones en contra del pueblo palestino, del serbio o de los kosovares tendr¨ªan el deber moral de oponerse a la agresi¨®n que se ceba con hombres, mujeres y ni?os ucranianos antes de que sea demasiado tarde. Eso no nos convierte en ¡°c¨®mplices¡± de Estados Unidos; lo contrario, hacernos omisos ante la agresi¨®n masiva a ciudadanos de pie s¨ª nos convierte en c¨®mplices de una tragedia inhumana.
Desde luego hay mucha desinformaci¨®n en ambos lados. Agravios exagerados, escenas fabricadas para llevar agua a su molino, heroicidades inventadas. Pero frente al bombardeo de ciudades y el sufrimiento de millones con el argumento de que un gobierno no est¨¢ de acuerdo con el del vecino, no hay donde perderse, salvo por mezquinos argumentos ideol¨®gicos.
@jorgezepedap
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