En las tripas de una palapa de ciencia-ficci¨®n
El estudio de Agust¨ªn Hern¨¢ndez, una de las joyas de la arquitectura brutalista mexicana, abre por primera vez sus puertas gracias al proyecto de dos j¨®venes curadoras de arte
La idea le lleg¨® mientras estaba tumbado en la playa. Bocarriba en el Acapulco de los sesenta, se fij¨® en la parte interior de la palapa que la daba sombra. Aquel entramado de postes en lo alto de un ¨²nico tronco, al modo de las copas de los ¨¢rboles, le encendi¨® la bombilla: su estudio de arquitectura ser¨ªa como una palapa. Una sombrilla gigante pero, en vez de madera y hojas de palma, construida con acero, cristal y hormig¨®n. As¨ª naci¨® una de las joyas de la arquitectura brutalista mexicana.
El taller-palapa de Agust¨ªn Hern¨¢ndez se levanta en medio de una barranca boscosa a la espalda de una de las zonas m¨¢s exclusivas de la capital, la extensi¨®n residencial del Bosque de Chapultepec, el pulm¨®n verde de la ciudad. La base del edificio, el tronco de la palapa, es una estructura met¨¢lica de 40 metros que eleva su copa por encima de la de los ¨¢rboles. Cuatro pir¨¢mides de hormig¨®n, dos de ellas invertidas, parecen flotar a la altura de la carretera. Una pasarela sobre la barranca conecta la acera con la entrada del estudio. Son dos compuertas de metal dorado como las de una nave espacial de las pel¨ªculas de ciencia ficci¨®n.
Sobrio, monumental y filoso, a pie de calle tambi¨¦n parece una pir¨¢mide retrofuturista de ocho puntas. Desde el fondo de la barranca, mirando en contrapicado, se aprecia el juego de escalas y vol¨²menes inspirado por la palapa playera. A distancia por ejemplo, cuando te acercas en coche al lugar, otro parecido posible es una torre de control de un aeropuerto. Un aeropuerto a lo Blade Runner.
Dentro, crece la sensaci¨®n de estar metido en un decorado de pel¨ªcula. Unas escaleras en espiral con pelda?os met¨¢licos triangulares y sin barandilla suben por un hueco cil¨ªndrico. Algo as¨ª como el tubo de una aspiradora para succionar humanos, que atraviesa verticalmente los tres pisos de la palapa. La primera planta era la zona de trabajo del artista, ahora intervenida por la curadora independiente Carlota P¨¦rez-Jofre y Ana P¨¦rez Escoto, de la galer¨ªa Peana. Juntas han convertido el espacio privado de Hern¨¢ndez en el escenario de una exposici¨®n, donde obras de artistas contempor¨¢neos dialogan con el universo simb¨®lico del arquitecto.
Geometr¨ªa prehisp¨¢nica
Hern¨¢ndez (Ciudad de M¨¦xico, 1924) es el ¨²ltimo exponente vivo de la gran generaci¨®n mexicana de arquitectos afiliados al movimiento moderno, aquella utop¨ªa que aspiraba a ordenar los edificios, las ciudades y la vida entera con formas geom¨¦tricas y funcionales. Los primeros hitos de su carrera, en la mitad del siglo XX, coincidieron precisamente con la ¨¦poca de esplendor de la arquitectura moderna. El a?o 1968 y la celebraci¨®n de las olimpiadas marcaron en M¨¦xico el techo de una escuela que fusionaba las ense?anzas de la Bauhaus y con elementos prehisp¨¢nicos.
Ese equilibrio est¨¢ en el taller y en toda la obra de Hern¨¢ndez. Aunque su aportaci¨®n a la llamada arquitectura emocional, la evoluci¨®n mexicana del racionalismo a trav¨¦s las tradiciones precolombinas, ha sido quiz¨¢ la m¨¢s radical. Como apunta la curadora P¨¦rez-Jofre en un libro tem¨¢tico sobre el arquitecto, ¡°mientras Barrag¨¢n o Goeritz apostaban por la serenidad o lo sublime, Hern¨¢ndez exploraba las ruidosas emociones del Mictl¨¢n, el inframundo mexica¡±.
En la primera planta, la exposici¨®n presenta esculturas originales de Hern¨¢ndez, bocetos y fotograf¨ªas de sus obras o proyectos arquitect¨®nicos. Est¨¢ el edificio de oficinas en el distrito financiero que llam¨® Calakmul, como la antigua ciudad maya. Aunque fue renombrado por el resabio popular mexicano como ¡°la lavadora¡±. El edificio es una caja de cristal cubierta en dos de sus paredes por c¨ªrculos gigantes de concreto.
Est¨¢ tambi¨¦n su trabajo m¨¢s reconocido, el Heroico Colegio Militar, al sur de la ciudad. Una academia para cadetes basada en el dise?o de la ciudad de Teotihuac¨¢n o el espacio ritual de Monte Alb¨¢n. El resultado es una especie de cuartel retrofuturista con enormes bloques de hormig¨®n blanco y una oficina central con forma de nave espacial. Como apunta tambi¨¦n el libro de la curadora, ¡°un cruce entre la guerra de las galaxias y C¨¢lmecac, la escuela militar azteca donde peleaban los guerreros jaguar y ¨¢guila¡±.
La segunda planta de la palapa es el espacio m¨¢s privado del autor: el dormitorio y el ba?o. A un lado de la cama, un ventanal en ¨¢ngulo. Al otro, una pared met¨¢lica con un cuadrado en bajo relieve con una reproducci¨®n de una playa. La tercera era la biblioteca de Hern¨¢ndez, con una salida a la azotea de la palapa. Con una vista de los ¨¢rboles, por encima incluso de un puente que atraviesa la barranca, en una de las laderas aparece otro edificio de Hern¨¢ndez. Es la casa que construy¨® para una de sus hermanas. Formas redondeadas, jardines, materiales blancos m¨¢s amables que el hormig¨®n brutalista. Un exponente de la arquitectura org¨¢nica, otra de sus v¨ªas de expresi¨®n.
Con 98 a?os reci¨¦n cumplidos, Hern¨¢ndez ha seguido trabajando en su estudio-palapa hasta que la pandemia complic¨® a¨²n m¨¢s las cosas. Hace a?os, el arquitecto declar¨® en una entrevista que su taller llenaba todo lo que hab¨ªa buscado: ¡°Que estructura, forma y funci¨®n sean una unidad¡±. Para Hern¨¢ndez el espacio que uno habita se apodera de nosotros y nosotros de ¨¦l. ¡°Si estamos en un cuarto c¨²bico, somos cubo, si estamos en un espacio esf¨¦rico, nos sentimos esfera. Esa es la simbiosis que existe entre el espacio y el hombre¡±.
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