El guardi¨¢n de los humedales de Ciudad de M¨¦xico
El bi¨®logo Alejandro Alva-Mart¨ªnez dedica sus esfuerzos a rescatar y preservar los cuerpos de agua de una ciudad que creci¨® desbocada y que cuenta con barrios cada vez m¨¢s sedientos
El sol de la primavera cae a latigazos contra el pavimento de Ciudad de M¨¦xico, que despide un vaho sofocante. Los transe¨²ntes circulan por la Avenida Insurgentes con rostros agotados, algunos sudando, aletargados. Es mediod¨ªa y el term¨®metro ya marca m¨¢s de 25 grados, pero a la pareja de j¨®venes que se abrazan con pasi¨®n en una banqueta el calor del ambiente parece no importarle. Han aprovechado un oasis en el desierto de cemento que es la capital y bajo la sombra de un frondoso ¨¢rbol dan rienda suelta a su pasi¨®n. Estamos en el viaducto Presidente Miguel Alem¨¢n, entre Insurgentes y Divisi¨®n del Norte, una enorme estructura de concreto que gracias al trabajo del bi¨®logo Alejandro Alva-Mart¨ªnez se ha convertido en un fresco refugio. Alva-Mart¨ªnez y su equipo recuperaron lo que alguna vez fue un r¨ªo y lo han convertido en zona verde, apacible a pesar del ruido de los carros, donde se libera ox¨ªgeno y se trata el agua que tanto necesita esta ciudad. Aqu¨ª viene la gente a correr, a hacer picnics, a que sus hijos se desfoguen y las parejas a meterse mano y decirse cosas cari?osas al o¨ªdo. ¡°Estamos exactamente en el punto donde se empez¨® a hacer el primer entubamiento de los r¨ªos de la cuenca de M¨¦xico, que es en este caso el r¨ªo La Piedad. Este es el humedal m¨¢s grande de su tipo a nivel mundial, porque es muy raro que utilicen aguas negras en medio de la ciudad para crear estos espacios. Este proyecto nos puso en la vanguardia¡±, dice orgulloso el bi¨®logo, mientras se pasea con seguridad entre su obra y acaricia las plantas que crecen verdes y coquetas en medio de la mole de concreto.
Alva-Mart¨ªnez es un hombre de estatura media y en¨¦rgico. No puede estar quieto. Avanza con paso r¨¢pido sobre su obra y solo se detiene cuando quiere explicar algo que le parece muy interesante. Habla siempre como si estuviera en su c¨¢tedra y no se cansa cuando se le pide que explique tecnicismos que los reporteros no conocen. Es profesor del Departamento de Hidrobiolog¨ªa en la Unidad Iztapalapa de la Universidad Aut¨®noma Metropolitana (UAM) y una de sus pasiones es transmitir a sus estudiantes el febril entusiasmo que siente por los humedales de la ciudad. Y, al parecer, ha surtido efecto. O al menos es lo que expresa Marco Antonio Rebolledo, bi¨®logo de 35 a?os que estudi¨® con Alva-Mart¨ªnez y hoy le ayuda en sus proyectos. Rebolledo dice que fue su profesor quien adem¨¢s de meterle el gusanillo del amor a los humedales, le ense?¨® que con las plantas se puede hacer negocio y hoy maneja una empresa en la que vende fertilizantes org¨¢nicos. ¡°Desde un principio me brind¨® toda su confianza y en la universidad siempre le platicaba de negocios y de emprendimiento y ¨¦l fue uno de mis mentores, me ayud¨® para que yo siguiera esta l¨ªnea, para crear una empresa que se dedicara a la parte biol¨®gica. Y aparte de darnos toda la parte biol¨®gica en las clases, nos dec¨ªa c¨®mo aplicar ese conocimiento directamente a la vida laboral¡±, dice Rebolledo.
Sin duda que su maestro ha demostrado c¨®mo sacarle provecho a los sistemas h¨ªdricos a los que Ciudad de M¨¦xico les dio la espalda durante d¨¦cadas. En el viaducto Presidente Miguel Alem¨¢n, Alva-Mart¨ªnez explica que tom¨® la decisi¨®n de ¡°sacar el agua del drenaje y transformarla en un laboratorio¡±. As¨ª es que ¨¦l y su equipo crearon un sistema que consiste en extraer el agua con bomba, esta pasa a un sistema de contenedores que llaman biodigestores, en los que es tratada para luego, ya m¨¢s limpia, ser expulsada por el humedal a trav¨¦s de canales. Y como si se tratara de un milagro b¨ªblico, toda el agua que sale de este humedal sirve para regar un museo de plantas acu¨¢ticas, huertos urbanos y mantener una zona de vida silvestre que forma parte del viaducto.
La pasi¨®n de Alva-Mart¨ªnez comenz¨® a finales de los a?os ochenta, cuando formaba parte del equipo nacional de canotaje, por lo que ten¨ªa que practicar mucho en la pista creada en Xochimilco, aunque, dice, la pista se le quedaba corta, por lo que pasaba largas horas practicando en los canales de la zona. ¡°Al estar remando durante seis a?os en los canales de Xochimilco aprendes muchas cosas, experiencias que tomas al convivir con los chinamperos [agricultores locales], vivir con ellos, ver las especies, estar en contacto con el agua, caerse en los canales, nadar en las chinampas. Eso a m¨ª me form¨® mucho y me ayud¨® a entender qu¨¦ estaba pasando con los humedales, porque ve¨ªa su deterioro y me hac¨ªa pensar en encontrar estrategias de soluci¨®n¡±, cuenta el catedr¨¢tico. Luego vino su paso por la academia, su especializaci¨®n, las investigaciones y las propuestas de proyectos para salvar los humedales. No ha sido tarea f¨¢cil, admite, porque ha tenido que enfrentarse a la burocracia, al desconocimiento cient¨ªfico de funcionarios y a la simple dejadez de algunos gobiernos que no ve¨ªan ganancias pol¨ªticas en salvar estos ecosistemas urbanos.
La sed de Ciudad de M¨¦xico, sin embargo, le dio la raz¨®n. Una capital donde habitan m¨¢s de 20 millones de personas, si se cuenta su enorme ¨¢rea metropolitana, no pod¨ªa seguir dando la espalda a sus humedales. La ciudad se asienta sobre lagos y r¨ªos que fueron poco a poco sec¨¢ndose mientras la capital se ampliaba en carreteras, barrios, circunvalaciones. ¡°Al establecerse la ciudad dentro de un cuerpo de agua se generan problemas como inundaciones. La ciudad no ten¨ªa muchos espacios para crecer. Entonces se decide empezar a desecar la cuenca, vaciar todo el agua hacia el r¨ªo P¨¢nuco y as¨ª tambi¨¦n empieza la modernidad, porque al bajar los niveles de agua en zonas de la ciudad se decide construir el aeropuerto y luego una v¨ªa muy r¨¢pida y muy moderna para aquel entonces¡±, explica el profesor. Esa modernidad gener¨® un boom de construcci¨®n, que llev¨® a que se entubaran m¨¢s r¨ªos para hacer crecer la capital. ¡°Se generar nuevas v¨ªas, se crearon nuevas colonias y al tener nuevas colonias se invit¨® a que venga m¨¢s gente a colonizar la Ciudad de M¨¦xico, lo que requer¨ªa secar y secar m¨¢s r¨ªos¡±, dice Alva-Mart¨ªnez. Y as¨ª hasta crear esta selva de cemento a la que ¨¦l ahora quiere darle un nuevo futuro verde.
Dan las ocho de la ma?ana en el Parque Ecol¨®gico de Xochimilco. Un grupo de j¨®venes se apresura a pasar por el medidor de temperatura de la entrada y anotarse en la libreta de visitas antes de integrarse a sus clases de yoga, b¨¢squetbol o de remo en la pista creada en el parque. Es aqu¨ª donde comenz¨® la pasi¨®n de Alejandro Alva-Mart¨ªnez por los humedales y es aqu¨ª donde llega esta ma?ana para mostrar uno de los proyectos que m¨¢s le llena de orgullo: un humedal que ha rescato bajo el puente de Cuemanco, al sur de la ciudad. Se trata esta de una obra de infraestructura que gener¨® mucha pol¨¦mica durante su construcci¨®n. Ecologistas afirmaron que el puente de seis carriles destruir¨ªa al menos tres hect¨¢reas del humedal de Xochimilco, un ¨¢rea crucial para la ciudad, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1987 y que desde 2004 forma parte lista Ramsar de humedales de relevancia internacional. La obra despert¨® indignaci¨®n y muchas personas protestaron por lo que consideraban un ¡°ecocidio¡±. El puente, sin embargo, se construy¨® a un costo de 30 millones de d¨®lares y para disminuir su impacto en la rica zona de Xochimilco se busc¨® el apoyo de expertos como Alejandro Alva-Mart¨ªnez, quien trabaj¨® un proyecto para preservar humedales debajo del controvertido puente.
Y esta ma?ana de abril el bi¨®logo visita su proyecto. Es temerario: pasa con rapidez la pista con carros a velocidad de muerte para ense?ar en qu¨¦ cosiste. Aqu¨ª ha creado peque?os lagos artificiales que permiten recuperar el viejo curso de las aguas que llegaban de las monta?as que rodean el Valle de M¨¦xico. Se han sembrado nuevas especies de ¨¢rboles y plantas de flores que atraen insectos. El suelo polvoso a ha dado paso a un verde tapiz de grama y en el agua nadan especies como patos y otras aves. ¡°Lo que buscaba era regresar un ecosistema que ya estaba afectado por diversas condiciones, a un estado anterior antes de su degradaci¨®n. Lo que hicimos aqu¨ª es un trabajo de restauraci¨®n. Es una zona que, adem¨¢s, nos da informaci¨®n para hacer investigaciones. Este es un ejemplo de que si tenemos las condiciones podemos seguir ampliando los cuerpos de agua. Como el agua da vida, hay m¨¢s lugar para la biodiversidad¡±, explica.
Alva-Mart¨ªnez enumera tambi¨¦n los beneficios que su humedal le da a la ciudad. ¡°Estos espacios liberan ox¨ªgeno y por lo tanto hay un equilibrio frente a la contaminaci¨®n de la ciudad, es decir que s¨ª podemos tener ambientes que ayuden a estar en una ecolog¨ªa urbana, al lado de pavimento y coches, pues es la din¨¢mica que decidimos todos los que vivimos en la ciudad¡±, argumenta. Y la realidad parece darle la raz¨®n: mientras los patos nadan apacibles en el lago bajo el puente, el ruido ensordecedor de los autom¨®viles estalla con furia a la hora pico de la ma?ana. ¡°Entre todas todas las cosas malas que pudiera tener el puente, tambi¨¦n hay cosas positivas, ya que se abri¨® este espacio que es un laboratorio nuevo para poder entender mejor la ciudad¡±, justifica Alva-Mart¨ªnez, quien ha trabajado en una docena de proyectos para rescatar y preservar los humedales de Ciudad de M¨¦xico. El profesor se detiene en un extremo del humedal y reflexiona. ¡°Veo este lugar como un escenario para que vengan muchos alumnos y que se inspiren y que haga cosas todav¨ªa m¨¢s m¨¢s grandes¡±, asegura el guardi¨¢n del patrimonio h¨ªdrico de la capital mexicana.
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